Cita en las aguas termales o una oportunidad para... [Priv- Reiji]

Me abrace a él, tomándolo con mi otra mano, aquella que permanecía desnuda de su ser, aislada de esa sensación, que lo presiona desde la espalda para acercarlo

Apegue mi cuerpo al suyo, incline mi cuello, guiado por mi rostro que osa posarse en su hombro, encajando en el, golpeándolo con mi aliento agitado, tratando de calmarse en ese contacto, mi abdomen coopera un poco y cede en la orden que da mi cerebro, mis pulmones también rebajan su movimiento, en un susurro: —¿estás bien? — lo golpeo suavemente con mi aliento tibio, y seguido beso esa parte suya, dejándome llevar.

Estoy tan feliz por la experiencia, aún cuando la palabra “felicidad” puede sonar tan simple, pues estoy seguro que un poeta hubiese hecho mejor uso de su privilegiado vocabulario para llenar de maravillas y dotar de fragilidad y sentimiento el momento que acabamos de vivir, permitiendo que el lector se sienta tocado por el momento y que lo lleve a imaginarlo, como un pervertido testigo de la escena.

Ahora bien, mantuve aquella agradable posición, por unos momentos, tratando de sentir los cambios de su piel bajo mi cuerpo, vibraría su dermis por vergüenza o deseo, o estaba relajada, en la calma, después de llegar al límite, aun cubierta por una fina capa de sudor cuya esencia me excitaba ¿y su corazón? uní mi pecho mas al suyo para tratar de sentir su latido, que sentía después de venirse, al hacerlo juntos, en este momento exclusivo nuestro.

Recapacite, minutos después, era mejor dejar que descansara, por lo que me prepare para ir al baño y buscar una toalla que humedecería lo suficiente para limpiar con ella su cuerpo, dejándole cómodamente sobre el fúton en donde podría dormir si así lo deseaba, o tal vez solo pensar en lo que había sucedido, aunque realmente me moría por hacerle compañía, por sostenerlo en mis brazos para siempre, hacerme de sus labios y descansar sobre su pecho.

Qué maravilla de idea… pero mi mente me traiciona con lo correcto y mis labios le siguen el juego — Iré por algo para limpiarte, ya regreso…— subí por su cuello, mientras lo besaba con dulzura y delicadeza, casi marcándolo con el calor de mi boca, llegue a su rostro y bese sus labios , solo sus labios, sin apartar la mirada de sus ojos, robándome su brillo, utilizando este lenguaje para hacerme presente, para quedarme en su mirada, para que no olvidara lo que acabábamos de vivir.

Correspondí a su beso que me pareció absolutamente tierno. No podía negarme a ninguna caricia que me propinase. Le necesitaba justo en éste instante pues sentía que si se retiraba me rompería y no podría volver a armarme. Me sentía débil ante la persona que amaba por lo que pedí con toda la amabilidad que podía emitirle: -Quédate... eso puede esperar. -entendía a la perfección el protocolo, las "reglas", incluso, que debían de aplicarse en situaciones como éstas. Pero no, joder, me negaba rotundamente a la idea de apartarme de él aunque fuese sólo por higiene, por sanidad, por liberación. Sea el motivo que fuese, no deseaba que se alejara de mí. No ahora.

-Tus acciones me muestran la realidad, esa en donde tú tampoco quieres irte... quédate, Mikado. Quédate a mi lado un momento más. -prolongar el final, así de idiota era yo. Pero deberán disculparme todos aquellos que nos han seguido (realmente no han sido invitados pero en fin) hasta ahora.

Ésta vez yo besé sus labios, no quería apresurar un beso, necesitaba expresarle mis sentimientos por los medios físicos que estaban a mi alcance. Y pese a estar en desventaja refiriéndonos a lo pasional, puse en cada roce, en cada movimiento de esa carnosa piel, mi amor. Le amaba demasiado. Él era mi luz, era quien me brindaba un motivo para seguir en éste lugar, viviendo ésta vida.

Mikado era la más que un hombre venido de una familia con dinero. Mikado tenía por dentro el alma a la que yo deseaba desquiciadamente poseer y proclamarla como mía. Y viceversa. Me sentía preparado para entregarme al 100%. Ya lo había pensado minutos antes pero simplemente no había salido de mis labios, no había tenido una repercusión en la historia. No, en nuestra historia.

De pronto una idea surgió en mi mente, se la hice saber: -Mi amor, ¿te parecería propio ir a las termales de nuevo? ...eso podría lavarnos. -"sólo así te tendría para mí, y tú me tendrías para tí" terminé la frase en mi mente. Repito, ésta es la primera vez que hago algo así con un hombre por lo que no tengo idea de cómo pueda reaccionar a mis palabras, a mis intenciones... incluso al tono de mi voz, ese que se escuchó bajo y amable.

Tenía él, alguna habilidad de leer la mente, o es que mis acciones son tan evidentes, que se dio cuenta de mi necesidad impetuosa de tenerle entre mis brazos.

Me congela con sus palabras y después me saca de dicho estado besándome suavemente. Mientras sentía el suave roce de sus labios con los míos, pensaba en su proposición: Quedarme y no solo eso, quedarme a su lado. Qué tentador ¿existe alguien que pueda rechazar una propuesta de semejante tamaño? Aún así dude. Dude porque tenía como prioridad su bienestar.

Más, de forma inteligente, y en esto debo decir que ni siquiera yo había encontrado una salida más propicia para nuestra situación. De forma audaz sugiere, en palabras que destilan dulzor y que tienen como encabezado un “Mi amor” ha…que magnifica palabra y tan posesiva “MI” me sentí amado por primera vez en mucho tiempo, miento, me sentí amado por primera vez. Gracias, por dejarme experimentar este sentimiento Reiji, gracias por amarme y dejarte amar tan libremente, con este sentimiento que me inunda y alcanza límites insospechados, se transforma en cada momento que pasamos juntos y crece, crece como no tienen idea.

— Está bien — acepte, por supuesto que acepte — vamos entonces...— me incorpore lentamente, y en ello observe mi mano, aquella que escurría aún su esencia, recogí mis dedos convirtiendo mi extremidad en un puño, uno que sostuve contra mi pecho, como algo preciado, en donde sí lo era. Le extendí mi otra mano y le reverencie, y es aquí donde la censura de las sombras hizo lo suyo con mis partes nobles, ocultándoles: — caballero, sí me permite. — espere a que tomara mi mano y que fuéramos juntos.

¡¡¡AH!!! ¡Ha accedido! De verdad lo ha hecho. No puedo evitarlo. Mi corazón se detuvo un segundo por la emoción. Y no puedo ocultarlo por lo que una sonrisa amplia y hasta una pequeña risita es lo que proviene de mis labios, aquellos con los que antes le probé. Le veo incorporarse lentamente y le sigo tan sólo un poco después. Definitivamente tenía pensado verle, observarle... fijar mi mirada en su cuerpo desnudo pero ah! ...Maldita censura, te odio.

Y yo sólo puedo pensar en "¿Así que o te gusta que yo tenga mi propio gusto visual, cierto? Está bien... no importa, igual pronto serás mío. Es una promesa para mí mismo." Desquiciado, ¿huh? Acostúmbrate.

Para mi fortuna, dí un paso hacia él y acorté la distancia entre los dos, por lo que con ésto decline a su invitación con la mano. Alargué un poco el cuello y murmuré contra su oído: -Será mejor que vengas rápido. El primero que llegue gana algo especial... -sí, le provoqué y soy tan cínico como para admitirlo ante cualquiera. Ese era mi arte, ser un maldito arrogante que sólo provoca con palabas acciones en los demás. Ni siquiera él se salva.

Le miré por el rabillo de los ojos y continué mi camino hacia donde mi memoria recordaba que estaban las termas. Me movía sigiloso y no emitía ningún ruido. Esperaba que me siguiera, que se aventurara conmigo... -Ven a jugar conmigo. -susurré y no esperé que me escuchara.

¿Qué puedo hacer? Aquel jueguecillo que había iniciado, aquella sensación que comenzaba a parecer, era divertido, interesante, estimulante.

Se me adelanto, descaradamente y yo complacido, me tome mi tiempo pues confieso que parecía un niño, por lo que lo seguí a paso lento, confiado, ocultando mi ansiedad. Esa provocación mal sana para llegar de nuevo a las termas, sencillamente él parecía tener algún tipo de fijación en el agua…Reiji, pervertido (aunque lo sospechaba)

Me sonreí pensando en aquello, baje mi cabeza por cuestiones de la vida y me percate de un pequeñísimo detalle, su esencia estaba en mi mano… espera, aún tengo su esencia en mi mano. Di pasos largos entonces, deteniéndome en el baño, en donde aproveche para limpiarme, que lastima ¿volvería a tener la oportunidad mi mano de estar cubierta por su blanca semilla? ¿De sentir su calidez? ¿De disfrutar de su densidad? Ahh…que pena que el agua se la llevara, sin piedad alguna, mientras yo le veía desaparecer, entre la espuma de jabón que borraba lo pegadizo de su complemento, eliminaba la prueba de que su cuerpo había experimentado placer y que yo lo había provocado.

Me incorpore, pues, me estaban esperando ¿cuánto tiempo le había hecho esperar ya? Mis modales estarían ya tan oxidados que deje a mi amor esperando en los termales, mi amor... aún suena tan extraño cuando lo digo, no, no es eso, es solo que tener alguien a quien cuidar, alguien a quien proteger, alguien a quien amar, inclusive, alguien con quien pelear (cuando ese momento llegue) era maravilloso, es maravilloso.

Respire profundamente, despejando mi mente, preparándome para lo que viniera, sin importarme estar desnudo, incluso el clima o el vapor caliente y la temperatura del agua, no, no me importaba nada. Trate de buscarlo con mi mirada… ¿en dónde estaba? Una risilla se dibujo en mi rostro, una que presagiaba mi destino ¿quería que ganara? Por supuesto, necesitaba una excusa y su victoria era una perfecta…espere bajo el marco que daba a las termas para vitorearlo por su éxito y el mío.

Me adelanté un poco y cuando detuve mi paso, justo frente a la terma, me dí cuenta de que estaba solo. Pero no me preocupé mucho, al menos no en ese instante pues probablemente había ido a lavarse primero o quizá había ido a recoger alguna otra toalla porque las que anteriormente usamos estaban por allí, perdidas en el espacio (y tampoco era que me preocupara por su locación, eran objetos inanimados por amor de Dios).

Inhalé aire profundamente mientras calmaba a mi cuerpo, en ese último intento de querer conservar el silencio que se formaba a excepción de uno que otro animal emitiendo su canción, o uno que otro grillito acompañándonos en la velada, en esa noche total y unicamente iluminada por la creciente luna.

Miré mi diestra, aquella donde tenía aún parte de Mikado porque eso había provenido de él ¿no es así? Me fijé en ello. Era el resto del líquido blanquecino y levemente pegajoso el que llenaba mi mano, mis dedos, mi tacto. -Itadakimasu... -elevé mi mano y la llevé a mis labios, degustándome con éste nuevo sabor, esta nueva textura, inigualable y nueva para mi lengua, para mi gusto. Sin embargo, no me resultó desagradable. Quizá ésto era porque, como dije antes, provenía de la persona que más he amado y que amo. Y verdaderamente sólo un enamorado me entendería, aún si mis deseos no llevan "comprensión" como título. En fin, tragué todo lo que había en mis dedos, y los lamí hasta limpiar cualquier rastro de su semilla.

Sin embargo, por el rabillo de los ojos, y por ese instinto asesino, sentí la presencia del mayor cerca mío. Pero yo me oculté gracias al vapor, a la fachada y sin hacer ningún ruido (doy gracias al instinto asesino y al entrenamiento) me le acerqué por detrás. Para perversión mía, pude observar su espalda, sus hombros, su cintura, incluso su nuca cubierta por el cabello mojado. Su cadera me resultaba tentadora, sus glúteos deslumbrantes y sus piernas perfectamente torneadas, por supuesto, a mi gusto. -Perdiste... -me pegué a su cuerpo con total y absoluta vehemencia. -Debes pagar un precio... -le susurré. Entonces rodeé con mis manos parte de su cintura y su cadera, ligeramente más elevada que la mía por aquello de la diferencia de altura.

¿Me sorprendí? supongo que a estas alturas deben saber mi verdadera naturaleza y no se aterraran cuando les diga que fingí ese estado...sorpresa. Era más emocionante así, por supuesto que lo era.

Sus palabras me alertaron en donde respondí con una sonrisa malintencionada, pues, la comisura de mi boca se curvo de forma tenue y sospechosa. Sí, amaba el tono de sus palabras, el cómo jugueteaba y ese “perdiste” que me resulto como una ovación.

Seguido se adhirió a mi cuerpo y puedo decir que mi piel sensible pudo sentirle de nuevo, me debatí un poco tratando de descifrar y encajar su anatomía con los ojos de mi mente y los recuerdos de mi memoria, malaya sea el momento en que perdí el norte de su cuerpo…por qué no lo recordaba bien, mente traidora como te torturas fallándome cuando mas necesito de ti, me auto regañe.

Entonces como arrullo calmo y suave, susurra para mí lo segundo y yo solo pienso en “un precio a pagar” que ronda en su mente...que idea ha preparado para cobrarse la prueba, para validar su victoria. Llevo mis manos sobre sus brazos, sintiendo su dermis bajo mi tacto, posando mis dedos sobre ella y aferrándome un poco, levantando mis dedos rítmicamente y jugueteando con la superficie: — ¿Y el precio es?— esta vez fingí calma por supuesto, estaba excitado por escuchar su respuesta.

Si fueras mi única debilidad, Mikado, me pregunto cuántas veces me tratarían de extorsionar. Incluso, me pregunto cuántas personas lo intentarían siquiera. No soy un hombre de bien, y mucho menos he colaborado con un avance en la sociedad, soy absolutamente todo lo contrario. Y me da miedo pensar, que un día pueden atraparte y obligarte a hacer cosas que tú no deseas... es por ese miedo que decido no soltarte, que decido aferrarme a tu cuerpo, a tu yo tangible. He perdido parte de mi cordura, incluso he soñado con volver a recuperarla, con volver a vivir aquel mundo utópico donde tú y yo estamos juntos, aquel donde estamos unidos por un título y una etiqueta formales, incluso... tenemos una familia.

Qué terrible es la realidad comparada con la imaginación y el delirio ¿no es así, querido lector?

Quizá todo ésto se deba a que no siempre obtenemos lo que deseamos, o bien, al simple y jodido hecho de que todo aquello que muestra cierta necesidad ante nosotros debe ser pagada por su precio exacto. Y precisamente éste hecho es el que ahora me favorece, siendo yo su cobrador.

Me molesta el hecho. Por lo que decido hacerlo público, dándole tono a mi idea, a mi gran discurso. Pero lo hago en un murmullo, y tranquilo, no quiero que me malinterprete, eso es lo que menos quiero; deseo que me sienta como el hombre seguro que justo ahora no soy: -Finges estar calmado, o finges sorpresa, como si eso me pudiese hacer feliz o como si eso agregara el ingrediente secreto al platillo. -besé su nuca con suavidad, degustándome con la textura, con su piel tan calientita al contacto; continué: -Estás en un error. Te necesito a tí, al 100%, sin mentiras, sin ilusiones, sin caras fingidas o sentimientos relucidos. -aprovechándome de su dulce roce a mis brazos, sujeté y apreté ligeramente sus manos, sus dedos, entrelazándolos con los míos, manteniendo mi tono calmado y seguro: -Quiero la verdad, aún si ésta duele. Quiero ver a tu verdadero ser y nada más, Mikado. -recorrí un poco mi rostro, hasta topar con su hombro y poder besarlo a gusto, una y otra y otra vez más- Te amo tal y como eres... por dentro...por fuera... -recorrí con la punta de mi lengua desde su hombro hasta la base de su (hermoso, y para mi) cuello, marcando un caminito tan delgado que en unos segundos terminó por desvanecerse-...te amo sólo a tí, mi amor. -las palabras dulces y sentimentales adornan el final de éste comentario.

Tengo millones de cosas más por agregar, sin embargo, no es mi turno de proseguir con la historia... por lo que, lector, le pido de la manera más atenta que preste atención a mi compañero, que estoy seguro de que no estará satisfecho con ésto, con mis palabras, con mis sentimientos, pues aunque no lo parezca, es más posesivo de lo que yo lo soy. Y lo oculta. Lo oculta para los demás... pero yo tendré el privilegio de conocer esa faceta suya, y estoy 100% seguro de que... esa fascinación de mí para él... no cambiará en lo absoluto.

Rompo la atmosfera un segundo para confirmarle: -ese es tu precio.

En la plenitud, descubriéndome tan fácilmente, tan simple, soy expuesto con sus palabras certeras. Realmente no fingí alguna expresión por complacerle, lo hice por deseo propio, jugueteando con el momento, conociéndome perdedor, reiterando su victoria que también era la mía.

Estaba más que dispuesto a darle una explicación de aquel juego secreto, que desde mi punto añadía un pequeño toque de picardía al asunto, nuestro asunto, pero lo deje pasar por sus palabras, por su significado…después de recibir el beso en mi cuello, y de sentirlo con tal delicadeza, como una palabra sobre mi cuerpo, tallada con cuidado en la piel, solo visible por los ojos privilegiados, un mensaje privado, una palabra corta, algo nuestro.

Y ya que me han encargado continuar con la historia seré egoísta y no voy a dar la importancia al lector que por supuesto se merece, solo diré que, conteste a sus palabras como se debe, con un: —Aquí, estoy, sin caretas, sin ilusiones, sin mentiras, sin fingir (sin ropa, en donde esto es un agregado, todo sea dicho.)— no me giro, me quedo en ese lugar, en esa posición, siendo el receptor de sus caricias, de sus palabras ocultas escritas con sus labios sobre mi piel, sobre mi cuerpo, sobre mi alma.

Mi pasado y mi futuro no existen, estoy detenido en el tiempo, en ese momento exacto. Mi verdadero yo es algo diferente, aprende y cambia siempre, es frio y distante, no habla, esta mudo desde siempre, le quitaron la voz siendo joven y no se preocupo por recobrarla, suele valerse de artimañas, de excusas para proteger a los que ama y por algún motivo se considera toxico, por lo que prefiere alejarlos para su seguridad, duda, duda demasiado, cualquier cosa lo hace temblar, revolcarse de dolor, es frágil, como una hoja de papel en el agua, termina por deshacerse. Ese ser, no quiero enseñárselo, quiero mejorar, quiero que “él” cambie y confíe de una buena vez, pero aún no es tiempo, aún no es momento de que lo vea.

Entonces, da la estocada final, cuando el silencio de mis pensamientos a callaron mis palabras y desvanecieron mi segunda respuesta, mi replica: “-.. te amo sólo a tí, mi amor.”

Yo también te amo, amor mío, tanto que se ha convertido en mi prioridad amarte y protegerte, como un juramento oculto que solo yo sé pronunciar, en donde cada palabra es una caricia y cada caricia una promesa. Mis ojos se abren al escuchar la penitencia, suplique que fuera todo menos eso, pero como siempre no fui escuchado, y como siempre mi mente se quedo en blanco ¿qué debo hacer? Si se lo explico con palabras, si le hablo de lo miserable que soy realmente, de lo frio, lo calculador, lo despiadado…cerré mis ojos y prepare un plan minucioso, algo para minimizar el golpe, para que cuando se enterara de la clase de persona que era, no terminara por…

Me entone, como no lo había hecho nunca en su presencia, algo seco si cabe y donde mi voz parecía cambiar a una más seria: — está bien, pero…— respire profundamente tratando de calmarme, recuperándome —las termas, el yo real, aparecerá cuando estemos dentro de los termales— me separe un poco, no sin apartar mi mano que busco la suya rápidamente para llevarlo hacia el agua caliente que nos esperaba.

Como dirían por allí "paré la oreja" y escuché atento; aún si eran pocas palabras, su voz me resultaba increíblemente encantadora, incluso... más fascinante de lo que jamás podré describir con aquellas palabras tan cortas pero llenas de sentimiento. No, yo soy, al menos con Mikado, un chico elocuente, uno que se pone nervioso cuando se le acerca y que se nota ansioso aún cuando intenta fingir estar tranquilo. Soy aquella persona que finge caras y soporta cualquier dolor físico con tal de que no se entrometan con el mental, con el emocional. Y justo ahora recaigo en que ésto es una maldita contradicción pues yo le pido que sea honesto conmigo, cuando yo no puedo serlo, porque soy malo, porque muy dentro de mí estoy seguro de que no le merezco.

Pero, como es mi costumbre, me calmo al instante para confesarle que -Confiaré en tus palabras. -utilicé aquel tono en que uno utiliza toda su confianza y seguridad para que esa intención sea captada por el receptor. Continué: -Entonces vamos, no perdamos tiempo. -su mano es la que toma la mía y me guía (hasta cierto punto) para llegar a las termas, a ese lugar que previamente lo había hecho vulnerable. Y como un maldito desquiciado, me aprovecharía en ésta nueva ocasión.

En fin, caminé a su lado, apenas eran unos cuantos pasos los que nos faltaban para volvernos a adentrar, entonces yo me le adelanté unos cuantos, para ponerme frente suyo. Aquella luz de luna y de estrellas me permitió ver su rostro, su perfecto rostro cubierto por ella, haciéndolo aún más brillante que lo normal... miré con atención las curvas, las líneas, el color diferente de sus labios a comparación del resto, y me lo imaginé sonriendo... ah... se le veía tan hermoso cuando me sonreía... ahora, observé sus pómulos y me prometí a mi mismo que algún día los vería ligeramente más rojizos y hermosamente sonrojados. Sin poder evitarlo le sonreí, la simple idea me hacía muy feliz, extremadamente feliz, así que decidí perderme un rato en el color de sus ojos, eran ellos los que se atrevían a revelarme verdades ocultas... yo me perdía en sus ojos, pues me resultaban indescriptiblemente hipnotizantes...


Y como podrán darse cuenta, son sus ojos y su sonrisa lo que más me fascina de
éste hombre.

Se veía tan entusiasmado (dentro de lo que cabe) tanto que dio una estocada mortal, oculta bajo palabras, a mi noble plan.

“Confiare en tus palabras” he de decir que el “confiare” me resulta sobremanera problemático, por supuesto que cualquiera con medio dedo de frente entendería que de engañarle en este caso en particular, en donde él piensa que mi confesión conseguirá acercarnos y volvernos más íntimos (según mi suposición) mas conocedores el uno del otro es de por sí: imposible.

Por lo que con esta sencilla palabrita ha conseguido hacerse no solo de un fuerte impenetrable a mis mentiras, sino de un arma indestructible…sí, como te amo “confiare”

Me han vencido sin ni siquiera entrar en batalla, eso es…patético.

Lo llevo de la mano, respirando hondo, resignándome, tratando aún de “tragarme” esta nueva derrota, que al contrario de la anterior no me satisface en absoluto, no obstante se me adelanta y yo le observo en guardia, esperándome alguna otra “bomba” pero, es mayor mi sorpresa cuando se queda solo viéndome con tal intensidad que me desestabiliza. Una nueva habilidad que no le conocía. Parece detallarme a fondo, mas no es el único, pues así como el se toma su tiempo observándome, yo me tomo el mío contemplándole… Ah que hermoso es; las sombras que definen sus rasgos, su piel que parece verse aun más pálida, y el color de sus ojos que parece estar más avivado por la luz…demonios…como quiero…

Me acerco suavemente en una escena que parece cuadro por cuadro, inclinándome un poco para susurrarle: —Una fotografía dura más, además…— levanto un poco mi cuerpo y enderezo mi cuello y mi columna: — es mejor escenario el termal que este lugar “seco” y mi “yo” real se muere por saludarte — di un jalón a su mano y me separe llevándole de nuevo conmigo, poniéndole en movimiento de nuevo, llevando hasta el borde de la terma y entrando de lleno en ella y cambiando en el proceso.

Le escuché atento pero no emití ninguna palabra, todo ésto quedó en mis pensamientos. Sí. Una fotografía duraba más pero... él no entendía, él no llegaba a comprender que mi memoria necesitaba llenarse de recuerdos suyos, era una necesidad y debía satisfacerla como tal.

Pero ¡ah!, me ha negado el privilegio.

Y como dicen por allí, "Las decisiones que tomamos en la vida son como el fluido de un río... una vez que te adentras en él no puedes cambiar su rumbo". Por lo que, decido seguirle, entusiasmado por continuar cerca suyo, porque el simple hecho de estar junto a él, envueltos con nuestros propios cuerpos, me hace temblar de la emoción, me hace despabilar y enloquecer.

Pero ¡ah! dejemos éstos vagos sentimientos para un rato más, pues ahora mismo, se ha adentrado a la terma y conmigo de paso. Entramos de lleno. Doy un suspiro, mi cuerpo se acostumbra de inmediato a la temperatura del agua y por tanto mis gestos y mis acciones se vuelven ligeras, todo a causa de su densidad pero es mi pareja, mi amante quien me preocupa por lo que emito unas palabras con esa voz tranquila y serena que pocas veces le he mostrado: -¿Estás bien? ¿Te gusta ésto? -mencioné refiriéndome al calor producido por el agua en nuestros cuerpos, sabía pues, que quizá sería un poco perturbador para él a diferencia mía.

No he soltado su mano, de hecho, la utilizo para halarlo hacia mí, para poder permanecer en una posición donde nos situamos casi-unidos. Mi mano libre se mueve como por automático y descansa su tacto sobre la mejilla de Mikado, la acaricia y ésta misma es seducida por la suavidad de su piel, y yo, como embrujado por éste simple y magnífico hecho (y privilegio), he acortado la distancia entre sus labios y los míos... Respiro su aliento y estoy seguro de que él respira el mío... y mis labios se entre abren haciendole una invitación, una que bien puede declinar o aceptar: -¿Quieres seguir jugando a preguntas y respuestas? -relamo mis labios, para humectarlos, sin embargo, me percato de que en ellos todavía existe el sabor de lo que provino de él. ¡Ah! Ésto sólo me hace querer vivirlo de nuevo...

Quisiera poder vivir todo aquello, una vez más, por lo menos. Quisiera poder vivir muchísimos momentos a su lado. Quisiera poder quitarme los recuerdos malos, y dejar sólo en presencia los buenos, al lado de éste, mi gran amor. Pero es muy pronto, todavía es muy pronto...

— Estoy bien y no está mal — Respondí con tono neutro, en donde todas mis emociones parecían haber escapado de mi cuerpo, él quería verlo y yo aunque no quería enseñárselo, debía compartirlo, pues era mi precio a pagar.

Me fije que no soltó mi mano, y si, confieso que me tomo por sorpresa ese contacto que me dio, no porque no deseara sus caricias, sino porque no pensé que lo hiciera tan rápido ¿por qué no pensé que lo hiera tan rápido? demonios, era "el" otro yo, haciendo efecto en esta personalidad que todos conocen, ese ser frio comenzaba a dar señales de vida y eso me preocupaba.

La dulzura de su acción, la calidez, la ternura, la delicadeza de su tacto...no sentí nada. Me perdí de esa sensación, pues el otro sujeto no parece que tuviera sangre circulándole por las venas, que irritante era tenerlo dentro de mí, y saber que posiblemente, mi ahora falta de "calor" podría lastimarle.

Pero la situación apenas comenzaba, y me maldije por ello porque sabía por demás que Reiji trataría acercarse lo más posible a mí, cosa que confirme cuando sus labios y los míos quedan a centímetros de distancia, el golpe de su aliento, el tono de su voz, todo eso que en otro momento me hubieran trastornado, mi sangre hubiese hervido y mi piel se hubiese sensibilizado con el ambiente, pero no, eso no estaba pasando. Aprovecha su cercanía para preguntarme si quiero jugar a preguntas y respuestas, después se relame los labios y se queda algo pensativo, el idiota este (Mikado oscuro) lo saca de su trance y contesta con tono alto, para liberarlo de alguna forma de sus pensamientos — está bien, las damas primero— no conforme con una respuesta tan seca, y burlana, se separa de mi chico y se sienta cómodamente dentro de la terma, pareciendo algo sin complicaciones e intereses, solo pasar el rato. Y después, me preguntan que por qué no me gusta enseñarlo.

...Entonces se alejó de mí. Bien. Tranquilo Reiji, ésto tú lo pediste. No puedes quejarte ahora.

Entrecerré los ojos, observándole como se iba y se sentaba cómodamente, dejándome a mí de lado. Dí un ligero suspiro, tan sólo para recuperarme de la ocasión que había creado y que se hubo desperdiciado. "Caminé" dentro de la terma, para acomodarme donde hubiese un respaldo: éste estaba conformado de las piedras que parecían relucir por el agua y la luz del astro encima de nosotros.

Pensé mi pregunta un instante. No tenía mucha idea de cuál de los dos "Mikados" era por lo que lo primero que vino a mí fue un: -Bien, seas quien seas, ¿por qué odias a tu otro yo? -me acomodé de tal forma que mi pecho estuviese al descubierto, incluso pate del abdomen podía sentir el aire colarse por mi cuerpo, por la piel, por las ebras que componían mi cabello castaño.

-Pero antes de que contestes, si lo haces con una verdad, debes de acercarte a mí. -me pasé la diestra por el cabello, acomodándolo hacia atrás ya que el flequillo me estorbaba en los ojos. Joder, tenía que cortarlo pronto o si no no podría observar bien.

ADVERTENCIA
A partir de este momento, ya no me hago responsable por las respuestas y acciones del "oscuro"
Mikado Dubois.

— ¿Sea quién sea? — conteste con ironía, re-direccionando mi mirada hacia el fondo del paisaje, inclusive, acomode mejor mis brazos, pues la postura era de por si incomoda, toda esa "naturalidad" me arrancaba de tajo el poco confort existente...bueno, supongo que el "chiste" era disfrutar de la "medicina" que transmitía de alguna forma el agua caliente.

Sí, los músculos se me relajaban conforme pasaba el tiempo, se pasaron 2 minutos en total, o será porque no me importaba realmente contestarle al sujeto que me tome tanto tiempo detallando el lugar, en vez de pensar en darle una respuesta.

Cuando me digne a contestarle, con tono neutro, inclusive bostecé en el proceso —que mas da lo que sienta por él ¿por cierto eres su novio no? ósea ¿qué también lo eres mío...? — lo mire de medio lado, con cierta malicia en mis ojos...inclusive mis cejas se curvaron apoyando mis facciones. Regrese al frente, después de verle bien; tenia buen cuerpo, no como el de… me gustaba su color de piel, ojos, cabello, inclusive las marcas del pasado adornando su hombro, también había tenido la oportunidad de conocer algo de su personalidad, aún así, no era suficiente para llamar mi atención, posiblemente porque…

Me levante, con el agua corriendo por mi cuerpo, formándose hondas producto de mi perturbación y tal como el chico dijo, me moví de lugar, en dirección a él, solo un puesto, como me lo recordaba las memorias del “blanco”
En mi nuevo puesto, me prepare para preguntarle, pues era mi turno ¿no? Así que calmo y con los ojos cerrados por el vapor (excusa) hable —contesta la pregunta que te hice antes —le mire de soslayo.

Esperé mucho. O eso sentí. No entendía el porqué de su silencio, aunque me dije a mi mismo que tal vez debía de acostumbrarme a él. Tan sólo por una fracción de segundo pensé: "Creo que he cavado mi propia tumba". Sin embargo, me alegro de que haya sido tan sólo una fracción de segundo. Al instante deseché el pensamiento. Eso sería un prejuicio y no quería que fuera de esa forma. No. Primero le conocería, y me tomaría mi tiempo (y su tiempo) y quizá, si me sobraban las ganas, emitiría una crítica que más bien quedaría como un simple conocimiento interno.

¡Ah! Pero entonces se digna a responderme. Y siendo sinceros, su pregunta me dejó insatisfecho. Emití mi queja: -No es un "qué mas da". Quiero saberlo. -me dediqué a mirarle, quizá podía ser el mismo Mikado que yo conocía, sí, superficialmente. Pese a ésto, sus maneras, incluso su forma de hablar era diferente. Heme aquí analizándole, observándole y más que nada guardándole en mi memoria, yo bien lo había pensado. No era mi Mikado. Pero seguía siendo Mikado. Juré amarlo ¿no? Ésta personalidad era parte suyo y como tal también le quería, sí, indiscriptiblemente le quería.

-Soy novio de Mikado Dubois. Espero mi respuesta sea suficiente para tu pregunta, a diferencia tuya. -así pues, guiado por las reglas de nuestro juego, dí un paso hacia enfrente, produciendo una ligera alteración en el agua y en mi cuerpo. Hasta hora me dí cuenta. El agua caliente se sentía... ¿cómo explicarlo? Real. Más real. Y posiblemente ésto se debía a que había quedado "sensible" después de nuestra pequeña muestra de amor.

Calculé pues la distancia entre los dos. Menos de un metro y medio. Carajo. Seguía siendo bastante.

— ¿Quieres saberlo? así que...te quejas de mi respuesta...entonces— su "quiero" junto al "aditivo" de su respuesta, ese agregado del final, me hicieron pagar el precio.

Me levante de mi lugar de nuevo abriéndome paso en medio del agua y las hondas que se formaban de nuevo, y no, no regrese a mi puesto, sino que me moví desde este, a una posición mas, aumentando el espacio entre nosotros; me acomode en el agua, sopesando las ventajas e inconvenientes, está bien, esto era un "relax" pensé al final.
Después analice, no solo su respuesta, esa que deje en el iré por unos momentos, sin réplica, sino también su extraña reacción, ligada al cambio de lugar.

Supongo que…no es algo que me incumba ¿o sí? Por lo que lo deje pasar, pero no sin que en mi rostro se viera cierto desdén.

Continuando ese chico ha dicho que “soy novio de Mikado Dubois” y yo, soy Mikado Dubois, eso me daba ventaja desde mi perspectiva, tal vez mas adelante me divierta un poco con el moppet, por otro lado…entre un suspiro relajante y otro, le comente que: —se te olvido formular una pregunta o es que… — gire mi rostro un poco mientras una sonrisa desdeñosa se formaba.

-No formulé otra porque ni siquiera has respondido adecuadamente la primera. -le dí a entender mi razón.

Me hallé molesto, sí, pero era irracional, como casi todas mis emociones. No tendría porqué molestarme, no. Dí varios suspiros, e inhalé profundamente después para poder tranquilizarme. Incluso éste Mikado tenía el "don" de encenderme y de apagarme con un interruptor invisible y únicamente conocido por él. "Qué coincidencia" pensé.

-Así que esa seguirá siendo mi pregunta hasta que tengas la fuerza y el coraje para responderme. -bien, le provoqué un poco, sí, y aunque podía tener un resultado negativo igual ya estaba hecho. No podía borrarlo así nada más así que me ví ganador: un ganador de milésimas de segundo. Já. Patético que soy ¿no es así?

He de agregar que ésta vez, mientras esperaba por las respuestas, como buen erudito (mentira) me sumergí hasta cubrir todo mi cuerpo, en la terma, unos segundos, quizá, resintiendo el calor de las moléculas del agua en mi piel ahora sensible. Entonces volví a sacar mi torso y dejarlo expuesto a la interperie; vino una brisita macabra que hizo estremecer mi cuerpo levemente. Pero resté atención a mi cuerpo, unicamente me hice el cabello de nuevo hacia atrás producto de la ayuda de mi diestra.

— Oh entonces ¿Estás esperando mi respuesta que según tu, me llegara cuando tenga fuerza y coraje? Que amable y considerado eres. Haber si hago el milago — después de todo no era tan aburridor como pensaba, cruce mis piernas bajo en agua, tensando mis músculos y pensando en una respuesta que dar...todo servía ¿no? después de todo el chico no era un detector de la verdad humano...así que cualquier cosa pasaría (en palabras) para continuar con la actividad y no estancarnos por una tontería.

Hable con calma, como si fuera un tema casual, cosa que para mí era, algo simple y sin importancia: — es porque te fijaste en él y no en mi...cuestión de celos. — lo observe por el rabillo del ojo, en toda su acción, bajando y subiendo a la superficie, acomodando sus cabellos, por supuesto que su rostro se veía más claro y algo “colorido” por el vapor o esa impresión me dio.

Me entone de nuevo, al final de su escena — y solucionado ese punto... ¿tu pregunta es? — inhale profundamente, donde el calorcillo llenaba mis pulmones, luego lo solté, exhalándolo pesadamente sobre el lugar, insistiendo en este acto y dejando de lado el moverme de sitio...pues aún no sabía si mi respuesta satisfacía al exigente censor.

¿Entonces yo tenía la culpa? ¿Yo era el culpable de que despreciara tanto a su otro yo? ¿O eran mentiras para satisfacer a un desesperado? Quizá... poniendo las cartas en la mesa, yo no estaba seguro ni de una ni de otra pero bien, aceptaba su respuesta, que por supuesto me había dejado en controversia. No importa. No debería importarme por ahora, claro está.

-Acercate de nuevo. -le comenté. Ahora me provocaba de cierto modo resolver la cuestionante dentro de su respuesta. Pero no lo hacía porque bien conocía el dicho "la curiosidad mato al gato", teniéndome a mí como el animal y a él como lo objetivo de la situación. Esperé a que me hiciera caso, pacientemente.

-Entonces mi segunda pregunta es... -inhalé el aire, incluyendo el vapor de agua que parecían formarse en un conjunto inseparable; respondí calmo y en un tono un tanto bajo y poco apreciable: -¿Qué sientes por mí? -no, debo aclarar que no soy un romántico. Pero ésta era otra atenuante que me desquiciaba mentalmente y jugaba como un niño con una lupa y la luz del sol quemando a una pobre hormiga. Sí. ¿Humor negro, que no? -Y ésta vez no desperdicies el tiempo, guardándotelo todo. Quiero escucharte. -le sonreí de medio lado, asegurándole con éste gesto que no me burlaría o que no me molestaría.

Como mencioné previamente, primero intentaría conocer sus razones, y quizá después, omitiría mi crítica. Además había truco, una pregunta seguía a la otra.

Así que ahora está conforme con mi respuesta. Mire de soslayo el sitio al que ahora debía moverme, que dado la casualidad era el mismo donde estaba antes…es decir solo me movería un puesto, esperando que “el juez” no se percatara de mi juego, y es que así, me resultaba más interesante.

Ya en mi nuevo lugar, pensé más cómodamente en la respuesta a su pregunta, esa que había formulado mientras me cambiaba de sitio. Ahora…¿que sentía por él? Sí, esa era su pregunta y siendo como soy de amable, me dispuse a solucionar su duda.

Calmadamente manteniendo mi mirada al frente, con un tono bajo, comparado inclusive al suyo di mi respuesta: — Amor — cerré mis ojos, consiguiendo relajar mi cuerpo en el nuevo sitio, inclusive puse mis brazos de apoyo sobre el borde que delimitaba el baño de la superficie. Sí, se sentía tan bien, mi piel parecía estarse acostumbrando lentamente a la temperatura y a la humedad. Por supuesto espere para confirmar si era mi turno, pues, no creí que el censor se quedara tan tranquilo con una respuesta tan simple como esa.

Estaba diluyendo su respuesta. Así que éste otro Mikado también sentia amor por mí. O eso presumía. A decir verdad no estaba seguro, bien podría estarme mintiendo aunque ¿por qué habría de mentirme? Y, joder, Mikado (en su totalidad) era el único que tenía ese poder sobre mí de bajar todas mis defensas y yo... era díficil poder emitir un ataque. Soy un desastre...

-Si eso es verdad... debes acercarte de nuevo. Si es mentira... -no pude pronunciar otra palabra. Verle con los ojos cerrados era... ¿cómo poderlo explicar? Dísculpeme querido lector, pero a veces ni yo mismo entiendo lo que sucede a mi alrededor. Es decir... éste era mi Mikado, pero al mismo tiempo era ese otro. Había dos personalidades dentro suyo (bastante trillado, casi un cliché).

Haciendo una profunda reflexión, me dí cuenta de que me costaba un poco de trabajo hallar la diferencia. Maldita sea, tan sólo con pronunciar una palabra me tenía en duda y a la vez, esa parte de mí, sabía que estaba en error porque la respuesta estaba más que clara. No sé... quizá se me pegó el síndrome (mentira).

Carraspée mi garganta, aclarándome la garganta que hasta ahora me quiso ayudar en lugar de ponérseme en contra: -Y faltó tu pregunta. -volví a sumergirme en el agua, pero ésta vez hasta los hombros, únicamente dejando el cuello y la cabeza a la interperie. El agua me sentaba bien, a decir verdad, era la única que me mantenía "con los pies en la tierra".

—Si es mentira debo alejarme…mmm…— me gire, para verle directamente, flexionando mi brazo y apoyando mi codo en la superficie, dejando a mi mejilla descansando en la palma de mi mano, tenía una postura des complicada que de alguna forma ayudaba a que ¿dudara? De mis palabras, sonreí ampliamente por ello y después continúe con la conversación: — Ya me moví, si lo hago de nuevo, este “juego”— puse un énfasis especial en la palabra —no durará, mucho y eso… sería aburrido. Así que me, mi pregunta es...— cerré mis ojos de nuevo transportándome al interior de mi mente (si se podía) por decirlo de alguna forma.

Realmente no lo conocía mucho, por decir que nada, así que aproveche para satisfacer mi curiosidad, por lo que inicie con la primera cosa que tenía para él en la lista de mis preguntas: — ¿te arrepientes de este encuentro?— Refiriéndome a mi presencia, a conocerme, al saber de mi y el cómo soy; nada grato, desinteresado, frio, satírico, burlón, aprovechado y un largo mas de “virtudes” que no son necesarias nombrar.

Juguetee con mi mano libre ahora, debido a mi nueva posición, formando hondas en el agua y deformándolas con movimientos suaves, inclusive entreabrí mis ojos para ver el efecto, respire profundamente de nuevo, llenando mis pulmones de vapor caliente y soltándolo de nuevo, como queriéndome volver uno con el ambiente.

-No. -contesté automáticamente. ¿Para qué sopesar la pregunta? No me servía de nada hacerlo, me la había pasado muy bien, contando el baño, la termina, y un par de cosillas más que sinceramente se sintieron extremadamente genial, por no decir magnífico. -No me arrepiento en lo absoluto. -afirmé con un tono claro, haciéndoselo saber.

Me moví dentro del agua, tan sólo un paso que me acercaba a lo que tanto deseaba tener entre mis brazos. Así de simple. Me sentía, permítanme llamarlo así, un corredor a punto de llegar a la meta, precisamente en primer lugar. Ah. La gloria intangible. -Entonces... mi siguiente pregunta es... -dí un ligero suspiro. Ahora no podía pensar en nada que no fuera con respecto a mi "segunda" pregunta. Aún me sentía algo confundido y es que, éste chico, parecía jugar conmigo por mera diversión, y... siendo sinceros, a mí me gustaba que lo hiciera, siempre y cuando fuera el único. -¿Hay algo de mí que te guste... o porqué dijiste que sentías amor? -el corazón me dió un salto. Me hallé preocupado de su respuesta.

No despegué mi vista de sus ojos, de su rostro, de sus labios que sólo se movían para articular palabras, con un tono diferente al usual. Mi vida. Te siento tan lejos, estando tan cerca. Pero dísculpame, éste Mikado también me tiene en intriga... creo que también le quiero...

Se puso romántico o eso pensé y eso me sorprendió.

Vaya caja de sorpresas que tenía al lado, no estaba mal realmente, nada mal. Así pues se levanta y cambia de posición, reduciendo el espacio que nos separa, después formula la pregunta que confirma las palabras con la que inicio este mensaje.

Dato aparte; el suspiro que dio antes de preguntar, en donde parecía algo…

En fin, que formula su pregunta que son dos y que une audazmente con una “o” bueno, eso es romper de alguna forma las reglas, así que, me giro, recobrando mi postura anterior, inclusive introduje mis brazos dentro del agua para relajarlos, mi columna se endereza, gano altura y con la mirada al frente de nuevo; durante esta operación le hable con total relajación cosa que me caracterizaba: — el “por qué” y el “qué” son dos cosas totalmente diferentes. —deje caer mis manos, que ganaban peso, culpa del agua, quedando con las palmas hacia arriba, ni que decir que era deliciosamente liberador, seguí hablándole: — qué quieres saber ¿Qué me gusta?— levante mi mano derecha como símbolo de la primera opción que le había dado — o ¿por qué siento amor? — sumergí mi mano y levante la izquierda, que simbolizaba la segunda opción. Espere su respuesta e inclusive estaba dispuesto a penalizarlo, por supuesto, sonreí maliciosamente pensando en un castigo.

-¿Por qué sientes amor por mí? -me pregunto si acaso le gusta manejarme y después dejarme con duda. ¿Es divertido, Mikado? Supongo que sí... sí... claro que lo es. Y no, no me duele. Pero hace que la duda crezca en mí y sin duda, disfruta verme así, confuso, sin una buena convicción para poder reprocharle o quejarme de cierta situación.

De nuevo me sentí títere. Y éste Mikado era mi titiretero. Rayos. La ironía...el dejà vú -Quiero escuchar la verdad, saliendo de tus labios. -le dediqué una sonrisa, muy tenue, casi imperceptible, mejor dicho, ni debería de llarmarse sonrisa pues sólo se curveó la comisura de mis labios del lado derecho. Fue efímera, casi intangible.

Supongo que era obvio que elegiría esa pregunta, por supuesto que lo era y siendo sincero no tengo una respuesta para contestar. Por lo que me quede en silencio.

El ambiente, la calma, el vapor, todo parecía ir más lento, cubriendo los segundos y minutos que pasaban sin que yo emitiera sonido alguno. Pasados unos minutos y después de escucharlo decir lo segundo, mis labios se movieron y comencé a hablar, sin dirigirle la mirada: —¿Acaso está mal que lo sienta? Y de mentir, correré con los riesgos (cambiar de sitio) no te preocupes. — suspire pesadamente y cerré mis ojos llamando a la tranquilidad para expresarme de nuevo, pues sabía que contestar con una pregunta no tranquilizaría sus dudas: —fueron tus ojos, cuando los vi por primera vez, parecían sin vida, pero después poco a poco adquirieron un brillo único, uno que me impedía apartar la vista— puse mi mano de apoyo sobre la superficie arenosa del termal y me moví en su dirección, después formule mi pregunta sin darle tiempo para rechistar, quejarse o profundizar en mis palabras: —¿Qué es lo que realmente quieres saber? — abrí solo uno de mis ojos y lo vi de soslayo de nuevo, esperando su reacción, que en lo personal me divertía sobremanera.

El corazón latió dentro de mi pecho con rapidez de un instante al otro. Así que era cierto. Su movimiento, ese el que ejercia fuerza sobre su cuerpo y lo hacía moverse en mi dirección, me lo confirmaba. ¿Mis ojos? ..me dice que cuando los vio por primera vez parecían sin vida y yo pude deducir el porqué. Tal vez, en los momentos en que lo conocía todavía sentía que dentro de mí no había ninguna razón por la qué alegar a quien quisiera molestarme (aunque jamás sucedió), o bien, no tenía un gran motivo por el qué levantarme de la cama y decir "gracias, hoy es un nuevo día". No. En ese tiempo, en mi pasado, no existía luz dentro de mí, y tampoco podía percibirla proveniendo de otros.

Pero fueron tus ojos, mi Vida, los que me hipnotizaron. Fuiste tú quien me dió esa razón para seguir con vida. Tú me enseñaste a volver a reír, a volver a llorar incluso; a sentir bochorno, ansiedad, temor, preocupación, anhelo, cariño; por tí me hice romántico, cariñoso, e increíblemente celoso. Pero lo que más te atribuyo es que pude sentir amor... pude entender que aún los demonios pueden amar y tener sentimientos. Entonces pues, he aquí la cuestionante "¿Con qué podría yo agradecerte todo lo que has hecho en mí?" ...tú eres el responsable de que ahora yo tenga ese "brillo" como dices.

-Quisiera saber qué tan diferente eres tú, de tu otro yo. Según tú, ¿cómo eres? -aunque sólo había abierto un ojo para observarme, yo seguía con esa sutil sonrisa, ah, no, mueca. Y así pues, siguiendo las reglas del juego, me adelanté de nuevo, dando un paso certero en su dirección.

Poco a poco... me acerco a tí, Mikado.

De nuevo dos preguntas.

Me prepare para contestarle y hacer una pequeña jugarreta de aprovechado, eso y que debía aprender a formular solo una pregunta: — básicamente somos un individuo, y somos iguales. Soy amable, encantador, dulce, agradable, bromista, algunas veces sarcástico y otras tantas frio y distante, todo un misterio. — le sonreí mientras me levantaba, moviéndome un lugar al lado contrario de donde se encontraba el chico, es decir, regrese al lugar donde estaba antes.

Por supuesto que me acomode esperando su reclamo o algún reproche por su parte, pero esto es un juego ¿no? y solo tengo este corto tiempo para conocerle y que me conozca, hacer las cosas simples y rápidas solo acortarían mi tiempo y eso era algo que no deseaba, más aún, suspiro levemente y me pronuncio para comunicarle que: — Me toca. — me pause pensando en una pregunta y cuando la tuve, segundos después se la hice saber: — ¿Qué tanto confías en él? — refiriéndome a Mikado Dubpois con todos sus defectos y virtudes.

Se aleja de nuevo y emite un tipo de juicio sobre sí mismo, uno que pareciera ser mentira por su retroceso. Dí un suspiro instantáneamente, y lo siento, no pude evitar sentirme algo frustrado por ello y su sonrisa que me gustaría catalogar como llena de cinismo.

La corvatura de la comisura de mis labios desapareció cuando por fin se dignó a preguntarme algo. No tuve que pensar mucho en la respuesta pero justo ahora me sentía algo incómodo para responder con la verdad. Deseaba alejarme y salir de allí... pues era una verdad que: -No me conviene decirte eso. Por lo que... -retrocedí un paso también, pero ésta vez salí del agua, descubriendo los hombros y mi pecho en el proceso.

Volví a suspirar, tal vez pesadamente. No era que no quisiera permanecer al lado de éste Mikado o del otro, es que, me sentía confundido. Justo él no hace más que confundirme y quemarme la mente. Tengo ganas de abalanzarme sobre de él y robarle un montón de besos, pero también pueden conmigo la curiosidad y la incertidumbre...

Quiero conocerlo, pero también quiero alejarme.