Cita en las aguas termales o una oportunidad para... [Priv- Reiji]

Llegamos al lugar, después de un viaje en autobús y caminar de forma empinada unos cuantos metros, rodeando una pequeña arboleda. Llevo en mi mano una maleta pequeña y Reiji lleva la suya, la cual confieso, debería llevar yo.

A pesar de ser temporada baja, la dueña (con la que hable por teléfono) se comporto muy amable, refiriéndome a un lugar que según ella era de total privacidad.
Un oasis relajante provisto de una pequeña casa adjunta típica Japonesa, de techo alto y puertas corredizas con una zona de grifos con jabón donde hay que limpiarse a profundidad antes de entrar al agua, sumado las comodidades típicas de un hotel, futones , comida y bebida, es decir nuestro propio paraíso.
Acepto que: le pedí a la mujer un lugar con esos atributos, me molestan las interrupciones y deseaba sobremanera tener toda la atención de Reiji (egoísta) quería conocer cada parte de su vida, cada parte de su ser.
Entramos y lo primero que veo es un corredor con dos puertas corredizas en cada lado, piso de madera de nuevo (normal) pero en mejores condiciones que el de la playa, bendito sea, no mas chirrido, pienso en cuanto la planta de mi pie desprovisto de mis zapatos que descansan ahora en la entrada. Presiona la superficie y solo emite. Un ruido seco, que se pierde entre el sonido melodioso de la naturaleza.
Me decido por la puerta derecha, y se lo hago saber: — me pido la habitación de la derecha — me acerco y abro la puerta de un solo movimiento, se desliza cual mantequilla sobre algo caliente.
Me encuentro con el futón preparado, dejo mi maleta en el suelo y salgo con dirección a la atracción del lugar: "las aguas termales" pero sin olvidarme de él, por lo que con tono amable le hablo de nuevo: — Reiji ¿vamos? — lo espero.

Qué entrada y lugar más triunfal. ¿Es que hubo buscado mucho sobre cuál sería el lugar perfecto? Gracias si así había sido.

Dejó la maletita que traía con todas sus cosas para un fin de semana porque quizá sólo podrían estar allí en ese lapso de tiempo sin que nadie los molestara, sin que nadie interrumpiera siquiera. Qué bien. Aún si no creía para nada en lo "perfecto" ésto se acercaba al modelo que la sociedad tiene como significado en general.

Sonrió contento, divertido, muy agusto al ver que el castaño que tenía ojos de color ámbar estaba siendo sobrecogido por el ambiente, por el lugar, y muy en el interior deseaba que fuera por su presencia.

Sus palabras lo despiertan de ese estado adormilado (ese en el que se le queda viendo y roba toda su atención) brindándole una invitación ¿y cómo declinar señores? eso no se puede, por lo que responde: -Porsupuesto. -se acerca a él y lo toma de la mano para sentir su calor tratando de hacer efecto sobre su propia piel fría y gélida (esa que siempre impide su tranferencia de temperatura). -Lo siento... -se disculpa por aquello tan insignificante y agrega: -Pero te aseguro que cuando entremos al baño mi piel dejará de sentirse así.

Adoro los simples contactos que me brinda, y también adoro que se disculpe pero sin duda alguna lo que dijo a lo último me encanto, ha dicho que: "Pero te aseguro que cuando entremos al baño mi piel dejará de sentirse así"
Mis disculpas...sé que tiene toda la razón, pero no he podido evitar tener pensamientos pervertidos al respecto. Lo deseo y esas palabras solo lo aumentan.
Sacudo mi cabeza para despejarla, que esas ideas "bajas" se disipen y podamos estar de forma agradable en este lugar maravilloso. Por lo que aprieto su mano entre la mía y lo jalo llevándolo conmigo hacia la zona de grifos, para limpiar nuestros cuerpos, de lo que fue el trajín del viaje y poder entrar a las cálidas aguas con total tranquilidad.

Busco aquel lugar, algo nada difícil en tan pequeño espacio, me detengo al ver lo que estaba buscando.
La zona de grifos consta de una pequeña habitación con compartimientos para dejar la ropa, en la derecha y en la izquierda toallas blancas para cubrirse, la habitación más grande es donde se encuentran los grifos.
Embaldosado de blanco, desde la base hasta el techo, este lugar es más refrescante, 2 cubos de madera (para el agua) apilados en la esquina, una pequeña repisa hecha de forma rustica (pero que no le resta encanto) se encuentra a unos pasos de los cubos y es aquí donde han dejado el jabón.
Hecho una ojeada rápida, le suelto la mano (demonios) y me acerco al estante, para comenzar a desvestirme. Río un poco y le expreso que: — démonos prisa para entrar a las termales Reiji — se me ocurre algo, mientras libero a los botones blancos de los ojales que los represan: — Y si quieres que jabone tu espalda, con gusto —me he divertido diciéndolo.

Se dejó guiar sin emitir sonido referente a alguna queja o cualquier parecido, sino por el contrario; sonreía a la vez que pasaban por cualquier lugar: primero en la zona donde te lavas a profundidad antes de meterte, junto con los compartimientos donde dejas tu ropa y donde hay toallas y jabones y todo lo esencial del baño por supuesto.

El color de la habitación simplemente contrasta todo lo demás. ¿Lo planearon muy bien o es que les gusta atraer a demasiados clientes? Quién sabe, seguro es por ambas razones. Pero nada más atrayente que el hecho de poder disfrutar SOLOS un lugar tan sexy.. sí.. eso era.. demasiado sexy. Oh.. mejor ni pensarlo, porque sino terminaría siendo presa de sus fantasías.

Suspiró levemente cuando soltó su mano porque el contacto era simplemente cálido y agradable. Arqueó una ceja y sonrió encantado de verlo desvestirse (o empezar a hacerlo) y sin duda tuvo ganas de darle una ayudadita. Porque pues... resistirse es resulta una tarea muy díficil de cumplir-. Claro, pero yo te desvisto. -aseguró. Se posicionó detrás de él sin pensarlo ni siquiera una vez y rodeó sus manos con las propias, las acarició por unos segundos antes de moverlas precisamente a los últimos botones que todavía sostenían su ropa sobre su torax. Los desabrochó con ganas y tomó su camisa deliberadamente, quitándosela de poco en poco, restringiéndose todavía-. Permíteme. -colocó su mentón en el hombro de Mikado después de darle un besito en esa zona; acarició con las yemas de sus dedos desde el inicio del pantalón (que resulta estorboso) recorriendolo empezando por su abdomen, subiendo a cada segundo sin dejar de sentirlo centímetro a centímetro hasta llegar hasta su pecho bien entonado-.

Todas las alarmas sonaron y me dejaron sordo.
Sí, mi cuerpo salto por la sorpresa que me producía su comportamiento y eso que pensé en mantenerme al margen en este pequeño paseo.
Mis pensamientos debaten sobre que hacer:
Mikado Blanco:
Detenlo y llévalo a las termas...para eso vieron a este lugar ¿no? (puritano)
Mikado gris:
Que mas da un roce amable y unos cuantos cariñitos, después de todo él está dentro del paisaje (descomplicado)
Mikado negro:
Ataca hombre (bajos instintos)
Y así...
Después de deliberar, atrapo la mano que me recorre tentadoramente y la separo de mí, dejando un espacio para que mi cuerpo pueda girar y tenerlo en frente. Regreso su mano a su territorio, no sin antes besarla para seguido ponerla por orden mía sobre sus ojos, cubriéndolos. Elimino el espacio que nos separaba y me acerco pegándome a su cuerpo para musitarle: — que amable eres. — me pauso para acercarme a sus labios y terminar de decir aquello que quiero que escuche con mi aliento azucarado golpeando sus labios: —Ahora permíteme devolverte la cortesía — lo beso, tomándome mi tiempo para acariciar esa zona erótica, para sentir su calor, para deleitarme por su suavidad.
Mi mano cómplice hace lo suyo en otro lado, desabrocho mi pantalón, y bajo el cierre, tratando de hacer el menor ruido posible, no quiero interrumpir este beso, el primero desde que comenzamos a salir, por lo que me las arreglo para mantenerlo ocupado con mi lengua, la cual entra sin permiso a su cavidad y la hace suya.
Maroma tras maroma, evitando separarme de su boca, termino mi cruzada y retiro lo que me cubre, tanto pantalón como aquel boxer azul oscuro. Estoy totalmente desnudo y sigo sin descuidar sus labios, cubriendo sus ojos.
Estiro mi mano vaga (que haga algo) para hacerme con una toalla, y cuando la tengo la amarro a mi cintura firmemente.
Le quito la "venda" y me separo ahora preparado, paso de largo y me dirijo a la zona de grifos me detengo bajo el marco que divide una sala de la otra, me giro y con tono tentador le digo que: — si te tardas no podre lavarte a fondo — le doy la espalda y entro al lugar para lavar mi cuerpo correctamente.

Misintenciones fueron detenidas al momento en que me tomó de la mano. Qué aguafiestas. ¿Porqué no me dejó tocarle un poco más? ¿Tan desesperado me veo? -Esper.. -quise reprocharle, no... tenía que reprocharle por haberme privado de tan buen rato. Pero oh.. qué buena forma de callarme. Aún si ocultó mis ojos para no espiarlo con sus manos, con mi propia mano... no dejaba de pensar en que se estaría desvistiendo. Ahh... ¿Por qué? ¿Por qué me privó? Es frustrante mas lo oculto. Me muestro quieto, como si simplemente estuviera disfrutando de su juego en lugar de mostrarle mi verdadera faceta de frustración.

Ni sus besos, ni su intromisión hicieron que dejara de pensar en su cuerpo desnudo. A unos malditos/benditos centimetros de mí alcance. Ah.. qué tortura. Pero me la pagarás...

Me devuelve la vista poco antes de que me diga que me dejará allí, solo, sin su tan anhelada compañía. Sólo puedo vislumbrar la silueta de su cuerpo desnudocubierto por una toalla la cual odiaré para siempre por el simple hecho de que tiene el privilegio de tocarlo en mi lugar. -Claro. Ahora te sigo. -declaro.

Doy un ligero suspiro ¿o fue un respiro para relajar mi respiración? No importa... me deshago de mi ropa en un instante pues no quiero perder más tiempo de una forma tan aburrida; la dejo en una canastita y tomo una toalla que cubre mi cintura justo a la medida pues no me aprieta y tampoco está tan floja.

Emprendo mi camino rumbo hacia los grifos, donde ya está todo para lavar mi cuerpo. Me siento en un pequeño banco que se encuentra justo enfrente de unas botellitas de shampoo, enjuagues y jabones; trato de ignorar su presencia, pero es inevitable... creo que necesito su ayuda por lo que me dirijo a él con una calma fingida: -¿Podrías ayudarme un poco? -le pido cortés. Soy un poco ignorante pues no recuerdo haber ido a un baño de éste tipo antes. Maldita sea... maldigo a quienes hayan borrado mi memoria en tiempos como éste.

Se tarda la suyo en desvestirse, mientras yo lo espero dentro, acomodándome sobre el pequeño asiento que elegí, abro el grifo, destapo una de las botellas de jabón liquido y la riego sobre una esponja; comienzo a frotarme con esta, húmeda y llena de espuma, pasándola por todo mi pecho.

Cuando entra (lo cual detecto) paso de él, con el único propósito de prepararme para verlo en toda la extensión de la palabra, auto dándome una sorpresa (muy merecida) y es que, lo que veo a continuación destroza mis expectativas.
Miro por el rabillo del ojo primero, pero...la vista atrae todo de mí.
Su costado, delineado por sus costillas que asoman de forma provocativa, tentándome a tocar. Su abdomen bien marcado flexionado ahora, pues yace sentado sobre un banco, maldito banco, que tienes el privilegio de sostenerlo, cuando debería ser yo el que...me auto corrijo y maldigo mentalmente por esos pensamientos que me produce.

Mas me sigue tentando, como si el verlo tan corto de ropa ya no fuera bastante castigo. Me pide ayuda.
Hombre inocente Reiji, le pides ayuda a un lobo hambriento quien te reconoce como cordero.

— claro ¿qué necesitas? — contesto calmo, tratando de mantener la compostura, sin moverme de mi lugar, pues significaba que sospechara.

Giré la cabeza hacia la izquierda, justo donde se encontraba mi acompañante, para poder responderle: -No recuerdo como hacer ésto. -miento y a la vez digo la verdad; hasta para mí resulta confuso saber aciencia cierta qué dije. Me deleité con su cuerpo desnudo, bueno... estaba únicamente cubierto por la toalla entonando su cintura así que, reitero, semi-desnudo. Me encanta ver el color de su piel por no querer agregar que estar tan cerca, de esa forma, hace que mi corazón se acelere. No puedo evitar sonreírle porque me pierdo en sus pupilas silenciosa e intencionalmente...sólo quiero que me recuerde de la misma forma en que yo lo hago a partir de ahora.

Tragué un poco de saliva antes de darle sonido a las palabras: -¿Tendría que mojarme primero y luego ponerme shampoo... o así, estando seco? -Hago una pregunta estúpida para atraer su atención. Soy imbécil por no tener una mejor creatividad, o algo más ingenioso qué decir. Y sí, estoy consciente de que tiene ganas de venir a mi lado, y hacer de todo menos bañarnos. ¿...O será que yo quiero pensar que me desea como yo lo deseo a él?

Sí, sé que no dejo de decirlo pero, ¡Reiji como me sorprendes!
¿Era algún tipo de estrategia o era la verdad? no lo sé o tal vez sí y soy pícaro al respecto.

Tomo el cubo con agua que he llenado antes y lo posiciono sobre mí, para voltearlo y que todo su contenido me cubra, limpiando la espuma que antes reposaba en mi pecho, mi cabello ahora húmedo se ve contenido, y más brillante de lo normal, gotea en la puntas y el flequillo. Una gota malintencionada inicia un camino en mi frente y lo sigue hasta llegar a la barbilla, donde se deja caer.
Meto la esponja bajo el grifo para que al igual que conmigo el agua limpie los hoyuelos bizarros, que la componen y que ahora se encuentran repletos de espuma.
Terminado esto, me incorporo todo húmedo, donde la toalla se aferra a mi piel. Tomo el banquito y lo llevo conmigo, para ponerlo justo tras del chico ¿indeciso? está bien, esa no era la palabra.
Estiro mi mano rozando su brazo, para después pasar de largo y tomar una esponja que se encontraba con los otros productos de baño, la humedezco y la atraigo a mí, exclamando un: — realmente ¿no sabes cómo se hace? — me detengo por unos segundos para contemplar la perspectiva. Sí, su cuello, con cabellos castaños que se pierden en el negro, naciendo, rozando su piel, es tentador, demasiado. Sus hombros, aquellas cicatrices, hago hincapié en este punto por segundos...perdiéndome, pensando en el dolor que le causaron.

Mis labios amables me sacan de mi letargo, apiadándose de mi calidad y expresándole que :— llena uno de los cubos con agua y rocíala sobre ti, para humedecer tu piel, toma otra esponja cúbrela con jabón, has espuma y frota todo tu cuerpo con ella hasta que tu piel quede roja, para eliminar piel muerta y bacterias — sonrío, mientras lo rozo por segunda vez para alcanzar esta vez el jabón, lo tomo y regreso a mi punto justo detrás suyo, en donde enjabono la esponja — yo me encargo de sobar tu espalda, es lugar difícil, así que date prisa para que entremos en las aguas termales— ¿Si que soy amable no? aunque me he olvidado de mi y he dejado mi baño a medias, sacrificios que se hacen por el bien público.

-Hm.. ya veo. -Expresé fingiendo haber entendido algo que por obvias razones comprendía desde mucho antes... pero bueno. Supongo que seguir con esa farsa no era tan malo, sobretodo si mi propósito era justamente tenerlo allí, detrás mío, a tan poquitos y míseros centimetros de mi espalda, de mi cuerpo.

Ah... si tan sólo se acercara un poco más, seguramente me voltearía, le rodearía con mis brazos, abrazándole fuertemente (incluso hasta que dejara de tener fuerza) y robando su aliento, provocando en un nuevo recuerdo en su memoria física. Pero qué cruel... porque el hubiera, terriblemente jamás existirá... así que mejor uso lo que tengo a la mano ¿no es así?

-Bien. Gracias, Mikado. -viré un poco mi rostro y la esquina de mi boca se curvó en un gesto de agradecimiento. Lo observé de reojo y su cabello y rostro mojado provocó en mí... algo... que no se describir pues mi vocabulario no llega a tanto (y tampoco quiero divulgarlo).

Maldita sea... No.. Ya no me negaría a la cercanía sino por el contrario. El nuevo lema era "haz hoy todo lo que quieras, antes de que mañana mueras". Sí. Porque así de maldita era mi realidad, mi vida... mi jodido pasado incapaz de desvanecerse aún a cuestas de mi presente.

Giré mi torso unos cuantos grados y con mi mano derecha lo atraje hacia mí para robar la atención de sus labios... esos que tan dulcemente se movían para mi propio deleite correspondiéndome cada que yo deseaba besarlo. Respiré sobre ellos. Los besé. Los mordí. Los lamí. Y oh... qué delicioso era sentir su calor, su temperatura y su suave textura. ¿O sería que sentía y apreciaba todo ésto porque pertenecen a la persona que tanto quiero? ...no sé, no soy un romántico.

Entiende mi explicación (no sé cómo porque no se me da explicar) me da las gracias y minutos después me besa.
Y yo correspondo.
Sus labios me llenan de caricias, donde la lengua colabora, entre mordidas, lamidas y besos.
Al principio sigo su ritmo, deleitándome por los roces húmedos y tibios que me proporciona, por la suavidad que delineaba en cada contacto, por ese sabor dulce que consigue embriagarme. Más me apropio de ese beso, suavemente. Acaricio, cada parte, cada rincón del que forma parte su cavidad, llego al cielo con la punta de mi lengua danzando en él un par de veces, sintiendo la fina tela que cubre su paladar resbaladizo, deslizándome por esa forma hundida, sintiéndola, haciéndole sentir.

Succiono un poco, por sed a su sabor, por pedido de mi boca, por pedido de mi ser.
Regreso a la tierra para juguetear con su lengua, la jalo, la abrazo con la mía, la moldeo a mi forma. Termino por separarme sabiendo el escaso aire que comparto ahora, maldito aire que nos impide esta unión por más tiempo. Mas pego mi mejilla a la suya, negándole mi mirada y dirigiendo mi aliento a su oído, le susurro, después de calmar mi respiración y acomodar mi tono que se encontraba algo débil por el momento: — date prisa o no disfrutaremos de los termales. — llevo mi mano a rostro, obligándolo a que mire al frente y pueda ocultarme de sus ojos, por mi bien, por el suyo.

— Voy a fregar tu espalda, encárgate tú de la parte de adelante. — presiono la esponja para que la espuma se libere, y suavemente comienzo a recorrer con esta su espalda, limpiándola, dejando huella de su porosidad sobre la piel, esa que me muero por besar.

Ah!!! qué delicioso. Sí, esa es la palabra correcta. Fue delicioso su beso, y sinceramente me quedé con ganas de hacerlo de nuevo pero ya estaba presionándome para que me bañase... ¿o es que también tenía prisa de irse a las termales? Bien, cumpliré su deseo (sólo por ésta vez).

-Sí, sí... gracias por encargarte de mí. -le hablé bajito, pues segundos antes me había robado el aliento de una forma tan gracil que bueno, mi cuerpo daba señales de aquello.

Dí un ligero suspiro y me volví para empezar a hacerle caso a sus instrucciones. Tomé el cubito de agua y lo vacié sobre mí tardándome innecesariamente mientras lo hacía. Llené mis manos del shampoo que las botellas contenían y lo froté sobre mi cabello. Cómo hubiese deseado que mis manos tocándome fueran las suyas... Carajo. Estaba dejandole todo el trabajo y era injusto así que le aligeré mi carga.

Mientras me estaba lavando la cabeza luchaba por recuperar un estado parecido al basal, lo necesitaba. Volví a mojar mi cabello después de haber hecho un montón de espuma, y lo enjuagué para que ya quedara completamente limpio. Ahora sólo faltaba lo "de enfrente" pero joder, tenía ganas de seguir jugando.. aún si me regañaba, sentía ganas de hacerlo.

Asentí con mi cabeza a su agradecimiento, restándole valor a mi acto mientras seguía llevando esa esponja a través de su espalda, imaginando que era mi propia mano la que lo recorría, subiendo y bajando, formando círculos diminutos, rodeando su costado, demarcando la base de su cuello y hombros. Bendita imaginación.

Me detengo por segundos, siendo salpicado por algo de espuma proveniente de su cabeza, a la que frota, noto entonces el camino rojizo que he dejado sobre su piel, esa imitación de sarpullido que se ha formado producto de los bordes porosos, lo que me hace suponer que ya estaba preparado para entrar a los termales, así que se lo hago saber: — por aquí ya estás listo...— estiro mi cuello y acerco un poco más el banquito golpeándolo inconscientemente con su gemelo, enderezo mi columna para después arquearla y poner mi mentón sobre la delicada forma curva de su hombro, en donde reposa y se acomoda a gusto. Termino aquella frase desde mi nueva y conforme posición: — ¿y cómo va todo adelante?— bajo mis ojos tratando de percatarme del avance, claro, sin ver más de lo que debería... aunque tenemos lo mismo... ¿por qué avergonzarse?

Observo cada parte con mi iris que la perspectiva truncada me permite. Ah!...sus pezones se ven tan apetitosos, y ese color que los distingue, que los diferencia del resto de su piel clara, se pronuncian ahora por el clima que nos envuelve, por el agua, el aire....claro, solo veo un poco porque su pecho me bloquea y mi tacto tiembla ante esa visión, la de su pecho, en donde me imagino anidando. El resto no me permito verlo, independientemente de la toalla húmeda que lo cubre, sencillamente ruedo mis ojos sin pensar nada mas sobre este punto, pero por algún motivo, mi garganta se seca, por lo que trago saliva para hidratarla, creo que estoy...me reservo los detalles de mi estado.

Tener en mente la mera idea de que está tan cercano a tocarme... oh, provoca que una corriente eléctrica se pronuncie en mi espina dorsal. Sin embargo, lo oculto, no quiero que se de cuenta de que me vuelve loco cuando está tan cerca, cuanto mantiene contacto conmigo. Y es que no quiero que piense que soy un mocoso precoz (cosa que no soy).

Tranquilizo mi respiración, casi como si fuera a disparar a algún objetivo, realmente centrandome en mi tarea, en lavarme "la mitad" del cuerpo pues gracias a su amabilidad la otra ya está lista, según le escuché decir.

¡Ah! está tan deliciosamente cerca de mí que realmente es algo que no puedo explicar, oh... si tan sólo estuvieramos al contrario podría apreciar el color de su piel, la suavidad de su piel que envuelve todo su ser, hmmm en casos como éstos sólo puedo pensar en: gracias bendito autocontrol.

En fin, continúo con mi tarea: enjabono la esponja rápidamente y la utilizo sobre todo mi pecho, parte de las costillas y el abdómen. Simplemente no demoro en hacerlo, porque no quiero desperdiciar más tiempo en mí. Me vuelvo a enjuagar y bueno, a mi buen visto, he quedado limpio así que me entono sin ningún problema: -¿Y luego, qué hacemos? -pregunto con doble intención, sí, porque para ser sinceros, no puedo esperar a tenerlo entre mis brazos, dentro del agua caliente, estando casi desnudos.

Me pauso por segundos. Milésimas, cuando lo escucho decir esas palabras tan sugerentes desde mi punto de vista (interesado)
"¿Y luego que hacemos?"
— Realmente ¿quieres una respuesta franca a esa pregunta o quieres una mentira descarada? — mi mentón se eleva, tratando así de evitarle el tallaje que produce el maxilar sobre su forma curva, mi cuello se endereza y recupera altura para quedar justo tras de él, fijado en su cuello húmedo, me entono calmo entonces, como me he mostrado hasta ahora:.
— Porque no me ayudas y tallas mi espalda con tu esponja — le sonrío amablemente, mirándolo tentativo, después me giro en mi lugar y le doy la espalda para que me ayude, le sumo a mis palabras — por favor se amable — levanto entonces mi esponja y describo lo que voy a hacer mientras él se encarga de mi parte de atrás — deja que lave mi pecho y el resto de mi cuerpo para que después vayamos a los termales... creo que hemos perdido mucho tiempo y ...— presiono un par de veces la esponja para producir más espuma y después frotarla contra mi pecho, me guardo el resto de la oración.

-Preferiría que me dijeras la verdad pero supongo que al hacer eso le quitas lo interesante... -agregué para finalizar su pregunta.

Accedí a su idea casi inmediatamente pues sólo sus palabras me lo confirmaron: ya habíamos perdido mucho tiempo. Aunque siendo sinceros pensaba compensarselo, sólo que no era el momento indicado de sacar aquello a flote. En fin, me dí media vuelta quedando ahora detrás de él... peligrosamente detrás de él mejor dicho.

-Si te soy sincero, desearía lavarte sólo con mis manos pero seguro eso no será un buen baño ¿no crees? -pregunté, intentando conocer su respuesta, aún si ya no la necesitara pues apreté un poco la esponja que antes había ocupado en mi cuerpo y la utilicé en el suyo (o en la parte que me fue dictada), lavándolo, tallando muy suavemente sus hombros y su torso que lucía parecido al mío... Dios, realmente me estaba imaginando que ese objeto espumoso en realidad era mi mano recorriéndolo gracilmente y bueno... comencé a sentir como cierta temperatura de mi cuerpo aumentaba lentamente.

Joder... ¿Y a dónde se fue mi bendito autocontrol? Sí... Mikado lo destruyó.

Realmente quieres que te responda con la verdad... Reiji, si tú supieras...
Doy unas palmaditas a mi sien con las puntas de mis dedos, para centrarme, para mentalizarme, para calmarme y es que el maldito es demasiado sexy y más cuando me dice lo segundo: "Si te soy sincero, desearía lavarte sólo con mis manos pero seguro eso no será un buen baño ¿no crees? "
Endemoniado tentador. Respiro hondamente y me camuflo entre lo ladino y burlón, estiro un poco mi cuello, mientras siento la capa de espuma mezclada sutilmente con las fibras que componen la esponja, rozando mi espalda, dejando cierto ardor, cierto cosquilleo.
Hablo entonces, dándole una respuesta algo tardía a su comentario: —bueno, estoy abierto a nuevas propuestas con carácter informativo sobre el aseo personal y las técnicas que tus manos puedan aplicar sobre mi humilde ser, no me son para nada indiferentes, eso sí… — me giro para mirarle por el rabillo del ojo, mi labio inferior se arquea y el superior le sigue, mi voz se entona de forma profunda — más vale que quede limpio. —regreso mi cabeza al frente, riendo por lo bajo, mientras espero su reacción.

-No me retes. -dije sin pensarlo dos veces. Y no es que me haya arrepentido al haberlo mencionado sino que verdaderamente podría malinterpretarlo y para nada he querido estar mal con él. ¿Por qué? La respuesta es más que obvia.

Poder pronunciar un "Déjalo en mis manos." hubiera sido más correcto pero no, soy un imbécil, y sin lugar a dudas sigo a mis instintos más que a la razón. -Además... justo ahora, eres mío y de nadie más. -alargué el cuello casi por excelencia y con mis labios toqué la suave piel que cubría sus hombros (aún si estaban enjabonados o no). Me deleité unos segundos con ellos, sintiendo su calor tan característico y tan diferente al mío... Pero eso no me fue suficiente, sin notarlo ya lo estaba rodeando con los brazos, aprisionándolo contra mi cuerpo... entonces reparé en que me había olvidado por completo de si tenía o no que lavarlo.

Le dije adiós a mi autocontrol, a mis ganas de sólo ayudarlo, de no intentar algo más. Me era imposible estar a su lado y no robarle un beso, no querer ser todo lo que tuviera en mente. Estando de esa forma, y con un poco de trabajo por las circunstancias busqué con mis labios los suyos y me apoderé de ellos una vez más. Oh, su suavidad... su calor... su sabor, eran míos. Eran MÍOS y de nadie más. Los succioné un poco, los lamí por mero gusto, y terminé mordiéndolos como un juego de jovenes, porque eso éramos, ¿no? Es decir, somos una pareja de jóvenes, y pues... estamos solos. Y yo lo...

Sin darme cuenta, estaba desbocado. Mi cuerpo y mente me pedían más. Dísculpame Mikado, no cumplí con mi tarea... pero es que cuando estoy contigo me pierdo... me pierdo en tí. Seguro después de ésto no volverás a darme ninguna tarea. Pero... no puedo ocultarlo, aunque lo intente, no puedo detenerme.

Vaya que soy un mentiroso y un aprovechado. No debí de haberlo ayudado... ¿ahora que harás conmigo? ¿Me corresponderás... o te enfadarás y te alejarás de mi vida?

Heme aquí, siendo víctima (mas que complacida) de mis propias palabras.

No contesto a lo que me dice, salvo que con una risilla diminuta que espero no vea desde su perspectiva. Siento entonces el contacto suave de sus labios con mi piel húmeda y me quejo mentalmente, por no tener algo más de sensibilidad en esa zona, porque mis ojos no ven como su forma inocua se amolda a mi piel para marcarla invisiblemente.

Seguido me rodea con sus brazos, acción que me niego a detener, es más colaboro gustoso con la causa. Llevo mis manos a sus extremidades, dirigiendo una a cada lado y sujetándolas luego, sintiendo su piel, ejerciendo presión en sus músculos, palpándolos. Me percato entonces de la cercanía de su cuerpo con el mío, sintiendo su pecho cubierto por una delgada capa de agua que casi se ha evaporado, Dios…que tentación.

Me saca de mis pensamientos besándome y yo le sigo, al igual que lo hace mi mano izquierda que abandona su brazo para hacer camino a su rostro, mas se pierde y va a su nuca, endemoniada mano que presionas esta parte para evitar que nos separemos pronto.

Cada momento de ese magnífico beso que recibo, y que devuelvo, lo hago lo más excitante posible, se podría decir que estoy hambriento y Reiji es mi comida.

No me separo de sus labios, es mas llevo a profundidad aquel beso. Mi lengua se abre paso para ir y venir en su cavidad, jugando en aquel recinto magnifico, hasta que la dueña la descubre y la atrapa, y entonces se vuelven una. Estimulo cada parte, con el deseo como catalizador, me desenvuelvo, acaricio, dibujo formas con la punta de mi lengua, abrazo la suya.

La temperatura sube, mi cuerpo siente el cambio, y mi corazón, si, ese que una vez se negó a palpitar de forma atribulada, hoy reconoce este sentimiento, por lo que bombea más rápido de lo normal

¡¡¡Carajo!!!

Qué bueno que no escuchas mis pensamientos Mikado, pero realmente tú nunca terminas de sorprenderme, sin embargo la única pregunta que está rondando mi mente es ¿Me dejarás complacerte por el resto del día? No... ¿por el resto de mis días? Porque oh, mi querido amante, cuando me toque el momento de partir a otro mundo (que espero no sea pronto) seguramente lo que más extrañaré de tí serán tus besos.

¿Cómo poder explicarlo con palabras? Es algo inigualable. Juegas conmigo, me abrazas, me quieres, te apropias de mí, y de un momento a otro percibo el cambio. Sé que no ha pasado mucho tiempo desde que te dí un primer beso, una caricia, un abrazo pero ¿tú puedes explicarlo acaso? Yo no puedo, no soy un hombre de palabras; soy un mocoso que actúa según su cuerpo requiere y bueno... como tal me doy mi lugar junto a tí. Yo sí me aprovecho. Pero no me juzgues, era un asesino y parte de esa maldad siempre permanecerá junto a mí aún si me niego a ella.

Justo como me excusé, he aprovechado el contacto que me ofreces, la cercanía de nuestros rostros, nuestros cuerpos, nuestro sentir. Te he dejado jugar un rato de mi lado pero es mi turno de seguir con lo mío pues lo único que tengo en mente es hacerte sentir bien, quiero que te sientas querido y amado por mí así que intento estimularte con la lengua, abrazando la tuya, saboreándola, oh... benditos sean tus creadores y tus maestros (aunque me duela/enfurezca admitirlo).

Bajo mis manos y las ubico sobre tu abdómen, apreciando la textura de tu cálida y enjabonada piel pues no me importa correr riesgos. Pienso que eso es suficiente, que el sentirme te hará feliz pero... a mi no y probablemente a tí tampoco (te conozco) así que decido guiarlas hasta donde la toalla que cubre tu cintura se postra. Demonios. ¿Alguna vez ha existido algo tan jodidamente estorboso? Pero... no es rival para mí, no tiene vida y por tanto puede ser jodidamente removida con un "truquito" sin ningún reproche por su parte .

Intento distraerte con el beso que no quiero romper jamás porque quiero tenerte mío, para mí (porque sí, joder, soy un maldito humano que necesita saber que la persona que ama es completamente suya. Y sí, soy un jodido desquiciado). Me abro paso por debajo de la toalla que tan sólo hace unos segundos aflojé (soy un maestro, no necesito explicar cómo lo hice) [xDDD] y alcanzo a tocar tu pelvis y a presionar levemente aquella zona que me está volviéndo loco junto con tus besos. Oh... no sé sí tengo éxito o no... pero jamás me privarás después de haber llegado tan lejos.

Estaba embelesado siguiendo el ritmo provisto que ambos llevábamos, nuestros labios amoldándose el uno al otro, reclamando su mutua pertenencia, dejándome llevar por las caricias, con mis sentidos agudizados, con mi piel gritando su nombre ¡ah! Reiji, cuanto te deseo, cuanto te necesito, necesito sentirte, apoderarme de tu cuerpo como tú lo has hecho con mi alma, grabarme en tu piel, en cada poro, en cada célula. Cualquiera diría que estoy loco, pero solo yo sé que; esta ansia que me provocas ha superado su humilde límite.

Dispuesto a tomar cartas en el asunto me veo sobrepasado por él, descartando así, que era yo el único con este deseo impetuoso. Pasa su mano por mi abdomen para acariciarlo, sintiendo su roce por segundos sobre mi piel húmeda y aún cubierta de espuma, más siento como baja y… si señores, aquí viene aquel movimiento que me inspira, que me alienta, que me motiva.

El “buen” Reiji, en algo que aún no comprendo y que atribuiré a su “entrenamiento” (pero ¿qué les enseñan?) ha conseguido aflojar el buen nudo con el cual me aseguraba que la toalla se mantuviera en su lugar (cubriéndome) y se ha filtrado con su mano bajo la tela absorbente, cubierta de delgadas fibras. Su tacto ha recorrido mi pelvis, ante lo cual he sentido un cosquilleo sutil.

Inconforme aún la extremidad, no se detiene y presiona sutilmente la parte que “deseo” cubrir. En mi cabeza pensamientos afloran ante esta “hazaña” y es que, se había tardado demasiado en acercarse a mí de esta forma.

Incitándole, separo mi mano de su cuerpo y la llevo a aquel lugar “centro de acción” ahora, en donde al igual que él lo hizo, introduzco mi mano por debajo de la toalla y la pongo suavemente sobre la suya, guiándole para que se mueva lentamente. Me separo entonces de sus labios muy a mi pesar (y debatiendo con mi yo interno por esta decisión) solo para decirle en un tono muy bajo, pero aún descifrable a su oído—Sí quieres sentirme hazlo, pero…— sigo dedicando energía en los movimientos suaves y en mi “especial” guía —creo que me sentiría mejor contigo en frente, ya que yo también deseo esa parte de ti. — confieso mientras el roce hace que mi sangre se caliente de a poco.

Hago caso del gesto, me está "guiando" y yo estoy más que encantado. Debería de correr más riesgos, porque después de todo quiero llevarlo a sus límites; no, quiero que sobrepase esos límites conmigo, deseo que su mente sólo pueda tenerme a mí como el protagonista de sus fantasías, de sus metas, de su todo.

-Sí... pero todo a su tiempo. Por ahora déjame sentirte mío, déjame... -casi supliqué por ello, y seguramente mi voz no ayudó mucho porque como siempre Mikado me roba el aliento, y me cuesta trabajo reponerme. Aún así vuelvo a entonarme, asegurándole algo: -Ya después dejaré que te las cobres si así gustas. -le sonreí, sincerándome ante él.

Me aproveché (de nuevo) de sus palabras, así que con todo y mi malicia comencé a besar su cuello con pasión y deseo... no me importó si estaba cubierto por el agua o el jabón o lo que fuera, sinceramente todo eso pasó a 2do y 3er plano. Le succioné, besé y morí la piel de la base de su cuello hasta enrojecerla, hasta que estuve conforme con dejarle una especie de marca que aunque no quiero que algún día se borre, eventualmente lo hará. Pero por ahora no, justo en éste presente tiene mi nombre y mi presencia grabados.

Y, añadiéndole pecados a la condena, no detengo los movimientos muy suaves y lentos en los que me guía. Y oh... estoy tan agradecido de que lo haga, yo, aunque lo niegue con todas mis fuerzas, estoy nervioso. No quiero cometer ningún error. No quiero que se aleje de mí. No quiero que se de cuenta de que yo valgo muy poco. Por tanto estoy dando mi mejor esfuerzo, y espero que lo note... porque aunque mis sentimientos son claros y muy fuertes, sin acciones no tengo nada qué ofrecerle.

¿Me conmoví por sus palabras? mentira, yo también deseaba sentirlo mío y más cuando uso ese tono suplicante y lo que dijo con él. ¿Sabía acaso, el riesgo que corría al darme (desde mi punto de vista) un cheque al portador?

Pienso en ello en los pocos segundos que me deja, porque sabe como despejar mi mente. Un calorcillo comenzaba a invadir mi entrepierna casi automáticamente, sumado esto, a las caricias varias (de las que para nada me quejo) que estaba recibiendo (adoro que me muerda y que después lama aquella marca)

Ciertamente, esta sensación que su mano me brindaba, este cosquilleo mal sano que me recorría los muslos, sí, porque hasta ese punto una corriente eléctrica subcutánea, recorría activando cada célula disponible. Para mi fortuna (bendito sea) aun le hago de guía, y eso es lo único que ha permitido que tanto mi mente como mi cuerpo se mantengan “bajo control” por lo que ejerciendo mente sobre cuerpo, trato de calmar el bombeo agitado que mi corazón ofrece, recordándole que “todo está bien”

—Vas a lograr que me corra — confieso en un susurro pausado, aspirado por el poco aire que nos rodea, aire con el que después me hago para refrescar mi cuerpo “acalorado”

[._. ese post no va]

Quisiera decir, como un buen tipo, que sus palabras fueron música para mis oídos. Pero no, no fue música, fue mas bien una puerta abierta a continuar con mi tarea. Y es que soy un maldito, ¿qué más podría haberme imaginado con tal declaración?

-Ese es mi propósito. -murmuré a su oído y aproveché esa cercanía para besar el lóbulo de su oreja, y hacerme con él como si fueran sus labios. Lo besé con suavidad pero a la vez con deseo, con ansias.

De un momento a otro, mi mente pensó (por tan sólo unos segundos) que disfrutar ésto con los 5 sentidos era absolutamente un paraíso. Quizá, por tan sólo un instante me olvidé de mi profundo dolor, de mis culpas, de mi pena... y empecé a amarlo con eterna pasión, sí. Porque joder, lo amaba con gran fuerza. Y aunque muchas veces no me sentía merecedor de una persona tan amable y cariñosa como él, no se lo dejaría a alguien más. Decidí expresar con palabras lo que me traía locamente emocionado: -Eres mío, Mikado. Entregate por completo a mí, por favor. -había notado su cierto "autocontrol", pero era suficiente. -Déjamelo a mí.

Quizá yo ya no sea una persona que se puede autocontrolar. No. Desde que lo conocí dejé de serlo. Soy un ser actuando bajo sus pobres instintos por lo cual decido retirar su mano y atraerla a mi boca; besé sus dedos con sumo cuidado y después los lamí como si fueran un tipo de paleta... mis intenciones eran crearle un distractor (que puede o no funcionar) para dejar unicamente a mi mano derecha cubriendo y acariciando, lenta pero constante, su entrepierna sin que se quejase.

—Ten piedad de mi Reiji — limite mis palabras, mientras seguía embelesado por sus caricias, con mi mano ahora en su boca, con mis dedos siendo besados y después lamidos, vaya trato que reciben y que envidia a la vez.

Que sentía en ese momento, no podía describirlo, sencillamente era algo nuevo, si era cierto que el amor es diferente cada vez que lo das, sin duda ahora mismo este amor que sentía por él era algo que me dejaba sin aliento. No niego que mi atención estaba en sus labios, cuando el parecía estar enfocado en otra parte.

Que astuto, me engañas con tus caricias mientras tu intención es otra, pero lo siento, de verdad que lo siento no soy del tipo que solo mira mientras siente.

Así como ahora mismo parezco un débil cordero listo para sacrificio (frase que me encanta) doblo un poco mi torso y me giro sutilmente para tener una mejor perspectiva, sin apartar la mano que tan delicadamente me roza en mi zona baja, deslizo mi mano libre de atención (discriminación) por el muslo pálido y húmedo de mi tentador amante que sigue con su práctica. Dejándome llevar por mis sentidos, palpando su piel, sintiendo el tenue cambio de temperatura, llego hasta el borde de su toalla (por fin) y me detengo en este punto limitando con una suave palmadita mi avance, corrijo mi tono para ocultar esa excitación que ahora mismo siento y le confieso que: — Si algo va a pasar aquí, los dos vamos a experimentarlo, no solo yo — mi mano espera una sola orden mía para actuar.

[User: perdón XDD ya corregí ^^]

Sus palabras resonaron en mis oídos, y es que mi mente lo entendió como una promesa. Bien. Me gusta que también me siga, que me guíe, porque aceptémoslo, él es un maldito pervertido que seguramente cuando se da placer a sí mismo sólo piensa en tenerme debajo suyo. Sí, soy un mata pasiones por pensar en ésto, pero ¿qué remedio? Así me gusta, así lo quiero. Y terminé adaptándome a él sin ningún problema pero... Dejé de lamer y besar sus dedos para contestarle en un hilo de voz (maldición): -En éste momento... ésta vez no. Necesito sentirte mío. No seas tan terco y déjame probar tus límites, entender tus sensaciones.

Fue una verdad tan desesperadamente anhelada lo que salió de mis labios, que por un segundo me sentí patético, miserable por rogarle. Y es que yo, Reiji Azuma, jamás le rogué a nadie. Mi orgullo, honor o frialdad me lo impidieron en el pasado, sin embargo ¿qué me estaba pasando ahora? No comprendía, y para ser exactos, no repararía en el hecho.

-Yo no conozco tu cuerpo aún... y no sé qué te hace sentir el cielo, sin embargo, quiero que me acompañes, y que me dejes averiguarlo. -si bien sentía que estaba cometiendo el pequeño error de hablar demasiado, era mejor poner los "términos y condiciones" ahora o sino, jamás podría probarlo, no así (débil y dejado).

Le sonreí de medio lado, intentando que se perdiera en la sombra verde que ocasionalmente se producia en mis ojos mientras yo, como un inexperto, aprisionaba su entrepierna, luego tocaba la punta y apenas rozándolo con la yema de mis dedos presionaba esa zona. Joh, mi derecha era una verdadera idiota pero en fin... tendría que ocupar la zurda, y de hecho... recorrí su abdómen con ella, haciendo figuras invisibles por todo su camino hasta llegar a sus (tan deseados por mí) pezones; los aprisioné con mi índice y pulgar, sorprendiéndome aún más por su nueva forma.

¿Pero qué está diciendo? Lo escucho y niego mentalmente al mismo tiempo, se equivoca, no es terquedad, esto es algo que me sobrepasa, ya se lo había dicho anteriormente, no estoy acostumbrado a hacerla de pasivo y más con él tan cerca.

Pero de nuevo, de nuevo usa ese tono, un arma mortal según mi perspectiva, porque ha dado justo en el blanco; debilitándome de inmediato. Esas palabras, las caricias, todo en un coctel perfecto para que nadie lo rechace, serás…como te atreves a hablarme de esa forma en la que no puedo decirte “no”

Sigo tratando de contenerme, de no mandar todo al diablo (no me malinterpreten hablo de mi autocontrol) y cumplir su pedido, he de decir que en este punto yo mismo me impresiono, porque a pesar de su suave y “certero” roce que me quema la entrepierna he mantenido mi voz en el interior de mi garganta negándole a que sea liberada.

Lo segundo que ha dicho me ha dejado sorprendido: "Yo no conozco tu cuerpo aún... y no sé qué te hace sentir el cielo, sin embargo, quiero que me acompañes, y que me dejes averiguarlo."

Por lo que le doy una réplica rápida, una que me ayude a mantener los “pies en la tierra” con mi respiración algo agitada, camuflada en un suspiro y preguntándome si eso es posible: —para eso vinimos aquí, para conocernos, así que no te apresures— lo he dicho pero me sigue ganando, porque mientras se lo decía (me he tardado y ha sido algo mortal) el muy listo se ha hecho con mi pecho, su mano , sus dedos, sus yemas, acarician esa parte, haciéndola sensible, realmente es un todo lo que me sucede y él es el responsable, por lo que me entono de nuevo, viéndole a los ojos, esos ojos verdes, que antes me atraparon sumado a esa sonrisa que despierta en mi, las ganas de abrazarlo y no soltarlo nunca: — Acaso ¿quieres que lo hagamos aquí?— espero su respuesta a esta pregunta con trampa.

Sintió de golpe las palabras del otro. ¿Era alguna broma, prueba o algún tipo de juego? Realmente no supe distinguir la diferencia entre los 3 que me atrevo a mencionar ahora... Y ahora que lo recuerdo, realmente ésta es nuestra primera cita. Pienso que desde entonces lo supo... alguna vez tuve que haberlo mencionado sin darme tanta cuenta... y es que a mí me excita demasiado el agua, o las situaciones que impliquen agua. Es verdaderamente imposible desligarme de ellas así nada más.

Sin embargo, me he armado de valor, de fuerza interior y con un ápice de broma en mis palabras le digo: -Ésto es la entrada... el platillo fuerte viene mucho después. -sonreí de medio lado, entrando en los parámetros de excitación posible. -...Y el postre.. hmmm... -he de ser honesto, me lo imaginé por completo en cuestión de 2 segundos. Qué mente la mía, dios mío. ¿Que qué imaginé? Joder, jamás se lo revelaré a alguien, es demasiado pervertido para sus pequeñas y cerradas mentes.

Relamí mis labios cuán vil felino saboreando a su presa apesar de que éste no fuera el caso, por supuesto, ya que éste humano, ésta persona, éste ser tiene sentimientos por mí... por lo cual no puedo lastimarle a propósito. Sin dejar de acariciarlo con ambas manos volví a murmurar contra su oído, besándolo de tanto en tanto: -¿Prefieres que me detenga? -subí mis labios hasta su sien y deposité infinidad de besos sobre ésta zona intentando parecer tierno, tranquilo... cosa que es totalmente lo contrario a cómo me siento: estoy excitado y cada célula de mi cuerpo está gritando su nombre.

Estoy totalmente perdido... me siento perdido y el único a mi lado es Mikado... probablemente se aprovechará.. o yo me aprovecharé de que lo haga... o... Realmente me quedé sin imaginación. Soy un cuerpo gritando desesperadamente que vive bajo sus instintos.

Y después dicen que el pervertido soy yo.

Aja, aunque me confieso privilegiado por conocer esta parte de él, escucharle decir esas palabras que sirven de fondo para las acciones que hace y produce en mi es a falta de una palabra mejor: Sorprendente, y es que como iba a imaginarme que alguien que se cohíbe ante los demás, y que en un principio me daba un beso en público, ahora este haciendo y diciendo todo eso. No sé porque pienso que soy una mala influencia.

Ahora bien, no me malinterpreten, a pesar de la escena tan magnífica en la que nos encontramos y en donde obviamente salgo ganando o perdiendo (según se vea) una disputa mental inunda mi cabeza que llega a un humilde veredicto.

Llevo mi rostro al frente en un movimiento calmo, una sonrisa se ha dibujado durante el pequeño cambio de posición y mi fleco húmedo a cubierto mis ojos y empañado mi visión, miento es mejor permanecer de esta forma, sin mirarle. Mi voz que se mantenía en las entrañas aparece de nuevo doblegada ante mis deseos, demostrándose serena (fingiendo) me pronuncio ante su pregunta: — por supuesto que no, adelante, veamos que tienes — estaba más que divertido tentándole a seguir, ocultando el deseo que me carcomía, porque estaba a punto de perder mi control bajo sus caricias y eso si me atemorizaba.

¿Por qué? ¿Por qué siempre tenía una frase con la cual contrarrestarme así de fácil? No. Es decir, ya no. ¿Por qué demonios le he permitido que me doblegue, que me descontrole con tan sólo una palabra salida de sus labios? ¿Qué demonios tienes que me vuelves loco? Sonrío amargamente, algo dentro de mí no está bien y así mismo ésto no está bien. Estamos llendo muy rápido por lo que, sin verdaderas ganas ni voluntad pronuncio: -Sigues resistiéndote, controlándote, no te has entregado al 100% a mí. -Sé que no está bien lo que pienso, sé que lo he arruinado momentáneamente pero no, no me considero justo sin embargo... já, ni siquiera tengo una excusa, quéidiota soy.

-Debo detenerme por el momento. -dejé de acariciar su entrepierna muy lentamente, y reprochándome el porqué tuve que empezar a pensar, el porqué no podría ser solamente un cuerpo bajo instintos. Y aún así... parte de mí, esa parte bondadosa, quiere todavía pensar que él no se molestará, que no me abandonará y mucho menos que dejará de quererme porque joder, es lo único que necesito ahora.

Trago saliva con pesadez, intentando pensar en alguna cosa que me baje el líbido porque no quiero que se de cuenta que me tiene en la palma de su mano, me da miedo volver a perder a la persona que más... ese es mi miedo... ¿y qué gracioso, no? No estoy absuelto de culpas sin embargo, no dejo de pensar que aún siendo el más malo de todos... que aún... que áun podré cumplir mi promesa.