Cita en las aguas termales o una oportunidad para... [Priv- Reiji]

Me quede sorprendido, no solo por el helicóptero, sino también por lo que leía en las primeras hojas, era sorprendente la velocidad en la que el sensei había conseguido los resultados de mi condición, pero sin embargo no puede dejar de preguntar, confirmando lo que sostenía con ambas manos, para evitar que el viento terminara llevándoselos : — ¡¿Esto es…?! —

El sensei sale al paso de mis palabras, con el cigarro mas avivado que antes: “yo no crie idiotas, así que sabes bien que es” lo dice algo malhumorado, retándome casi, pero se detiene girando su rostro hacia el fondo del “cuadro” y habla de nuevo: “parece que tenemos un invitado”

Levanto mi rostro ante sus palabras viendole con cierta duda y luego desvió mi mirada a donde el apunta la suya, mi sorpresa se acrecienta…es… Reiji.

Me quedo en blanco.

Mi sensei mas osado que yo, nota mi blanqueamiento mental así que; sacudiendo su cigarro y regresándolo a su boca, sujetando su sombrero; levanta la mano, haciendo señas al piloto para que aterrice, espera unos momentos hasta que el hombre haga lo suyo y cuando el aparato toca tierra, El mayor se gira de nuevo, sacudiendo su traje, eliminando así cualquier impureza que atrapara la tela en el revoltijo de aire; su personalidad “multiusos” como le llamo yo, aunque no sea precisamente eso, hace alarde de excelente manejo por lo que; hablando con el cigarro en la boca se muestra como abusón:“Esta es una reunión privada, así que date prisa y piérdete” hizo un movimiento con sus ojos, cerrando sus parpados a medias sobre el iris, mirando a Reiji con desdén y luego soltando algo de humo por su boca, entonces lo interrumpo.

—Es mi novio— no agregue más. El largo fleco de cabello cubría mis ojos, a pesar de decirlo de forma segura, no sabía que pasaba entre nosotros dos después del altercado que tuvimos horas antes, no me pregunte, como había llegado hasta allí o que estaba haciendo en ese lugar, sencillamente yo deseaba que todo esto…

Mi sensei se carcajea, tan alto y fuerte que interrumpe el momento: “así que eres gay, que desperdicio” me mira con desaprobación y después cambia a una sonrisa amplia pero con mirada maliciosa: “qué más da, supongo que si eres feliz, no importa tu inclinación” se acerca, introduciendo las manos dentro de los bolsillos de su chaqueta con decorados y me dirige unas últimas palabras: “como sea date prisa y vámonos, tiempo es lo que no tenemos” con un movimiento de su rostro me pide que lo siga, hacia el helicóptero, para completar lo que está a medias.

¿Irme? ¿Tengo qué irme? Pensé en ello, desgarrándome internamente, inclusive infringiéndome daño al presionar mis dientes contra mi labio inferior, liberando algo de sangre: —por lo menos deja que le explique… — le suplique, a lo que él contesta arrogante: “tienes 2 minutos, si te pasas, te tomo sobre mis hombros y te llevo conmigo” se acomodo y lentamente su fue apartando, yendo en dirección hacia el aeronave. Yo por mi parte, me encamine hacia donde Azuma-san se encontraba.

"¿Quién demonios es este hombre? ¡¿Por qué te quedas callado, Mikado?!" mi mente gritaba, pero mi voz se lo guardaba. Tal vez quería darle la oportunidad de aclararlo, sí, eso era. No quería pensar en que posiblemente me engañaba. No. Él no podría, no se atrevería.

No obtuve una respuesta acorde a lo que mi mente requería. Lo único que pude percibir fue el helicopteró aterrizando en un lugar un tanto cerca de donde estábamos, todo comandado por el vejete con sombrero.

De pronto escucho su voz de hombre maduro diciéndome que debo de alejarme. Pero Mikado le interrumpe. Le confiesa que soy su novio... y la respuesta despectiva que obtuvo fue un: "...Qué desperdicio", seguido de un "...tiempo es lo que no tenemos". Sí. Como verán sólo son esas frases las que se quedaron en mi mente porque yo verdaderamente no entendía nada [ni ptm XD, Reiji XD así se dice XDDD].

Poco después siento el cuerpo de Mikado más cerca mío. Pero mi mente no da para mucho. Estoy al borde de enloquecer y abalanzarme sobre él para que no pueda irse, porque eso es. Él tiene que irse. No sé sus razones, simplemente estoy seguro de que va a dejarme aquí para irse con el vejete ese.

De cualquier forma, fuera como fuese, le enfrenté con la mirada. Mas no supe bien qué aspecto denotaban las facciones de mi rostro. ¿Me vería enfadado? ¿Desesperado? ¿Acaso con la mirada yo le mostraba que estaba confundido? -...Tienes que irte, ¿cierto? -pregunté apenas en un murmuro y no estuve seguro de si me escuchó o no. Rayos. ¿Por qué no podía mostrarme seguro y confiado en que no me abandonaría? ...porque eso era justamente lo que iba a hacer. Sólo necesitaba exponerme una excusa y ya. Eso era todo.

Eso esperé. No eran razones, eran excusas. Bien. Adelante. Explícate y después vete.

Me levante, sujetando fuertemente los documentos dentro del sobre, inclusive me atrevo a decir que las copias contenidas en el interior, corrían el riesgo de arrugarse en donde las estaba sosteniendo. No me importo.

Giré mi cuerpo, ubicándolo en su dirección, caminando hacia él, acortando la distancia que nos separaba, lo cual era de por sí muy poco. Me detuve cuando imagine centímetros entre su cuerpo y el mío, lo detalle entonces, con sumo cuidado. Se veía bien por fuera, luciendo informal y algo arañado, también lo note agitado. Tuve la impresión de qué había corrido como si su vida dependiera de ello... ¿acaso sabía algo? ¿Inconscientemente sabía algo?

Recordé mientras miraba su rostro, el color de su piel, realmente no podía dar un “diagnostico” con tan mala luz, pero el tenerlo aquí, tal vez, lo que sucedió antes ¿lo había superado? supuse que después de ello, querría hacer todo, menos verme a la cara, pero sin embargo, aquí lo tenía, frente a mí, demonios, como me moría de ganas por abrazarlo, por besarlo, sin importarme “los testigos” pero muy en el fondo sabía que no era posible.

Es bueno que fuera él, el primero en iniciar con el dialogo, lastimosamente lo interrumpí, no solo no le di una respuesta sino que le alague, sonreí, escondiendo el dolor, ese que me producía la siguiente pregunta: — ¿Tu cuerpo está bien? encontré un botiquín, espero que te sirviera de algo— mis palabras parecían píldoras, me estaba auto-medicando, lo solté al final: — ¿ves ese hombre extraño de allá? — lo señale con el pulgar de mi mano por encima de mi hombro: —…es mi maestro, quiere que lo acompañe a un bar en la ciudad, para que celebremos nuestro encuentro, aprovecho y le cuento mas sobre ti, así que regresa a tu habitación y descansa, nos vemos en la mañana, en la mañana ¿está bien? — sonreí de nuevo como si eso me ayudara en algo.

Tragué saliva, como si eso fuera a calmarme; error. Escuché su excusa (para mí) e hice lo siguiente:

Levanté la mano derecha, sí, esa a la que le había aplicado anestecia en spry y después cubierto con una gasa para evitar más daño, en señal de que había ocupado el botiquín.

No, no volteé a ver al hombre (maldito vejete) aún cuando lo señaló con su pulgar, por encima de su hombro. Mis ojos estaban plasmados en los suyos, cuestionándole, interrogándole un montón de preguntas que se resumían en un "qué demonios está sucediendo" al fin y al cabo. De verdad no comprendía nada y sin embargo sentía... que se rompería... Mikado se rompería.

"Celebrar su encuentro... regresar a la habitación... mañana".

Sus palabras se quedaron fijas en mi mente dejándome incapacitado, inmóvil un par de segundos. Debía analizar todo y sacar una conclusión ¡y rápido! Ésta vez estaba siendo obligado por la falta de tiempo por lo que aclaré mi garganta para que mis palabras, en ese terrible susurro, fueran percibidas por él-: Ven conmigo. -alargué mi mano y la extendí al frente suyo esperando a por su tacto; continué-: Vámonos de aquí. Huyamos. -¿cómo poder explicar la sensación que tiene uno cuando está al borde? Le obligué a mis labios a "sonreír", esperanzándome de que no me rechazaría- Escapemos juntos. -supliqué.

La frase de cierta canción vino a mí: "It's you and me against the world". Eso era. Sí. Así me sentía. Éramos yo y él en contra de todos, en contra de todo, porque sólo de esa forma lograríamos derrumbar las paredes que nos quisieran atrapar y separar. Pero no estoy loco ¿verdad? ...él aceptará... aún si el otro es su maestro... él aceptará ¿cierto?

Odio estar con la incertidumbre.

Mis ojos se abrieron como platos por sus palabras. Escapar.
Sin duda sonaba tentador, escapar a su lado era demasiado tentador, pero no era una opción, no en estas condiciones. Supongo que lo que más me sorprendió fue su desesperación, preguntándome, como había llegado a ese punto, es mas ¿en que estaba pensando para reaccionar así? ¿Le tenía miedo a algo? Pero Reiji no es de los que teme, entonces… ¿Qué está pasando?

Me quede sin aliento por un segundo, llenándome la cabeza de preguntas referentes a su actitud, a su extraño comportamiento, que inclusive había dejado en un segundo plano la pelea que tuviésemos horas atrás. Su mano seguía extendida, invitándome a tomarla, pero las heridas y el rechazo que había sentido de su parte, me hizo dudar. Me sentía miserable.
Detente allí Mikado Dubois, acaso ¿no dijiste que no cometerías los mismos errores del pasado? Recupéralo, recupéralo y recuerda que el chico que esta frente a ti, cubierto de arañazos es a quien amas.

Me respondí a mi mismo en voz alta: — Lo sé. — Sonreí después, sabiendo muy bien que mis sentimientos por este hombre, eran reales, lo amo, lo amo con todo lo que soy y no voy a permitir que una pelea nos separe, sin embargo, debido a mi debilidad y falta de comunicación, ahora mismo él se encontraba de esta forma y eso es algo que tengo que solucionar.

Sin perder el tiempo que daba para malas interpretaciones de su parte, lo tome de la muñeca, asegurándome de no lastimar su mano, lo jale hacia mí, dando en un inicio, pasos hacia atrás y girándome en el proceso para caminar directo hacia el helicóptero, llevándolo a él como un acompañante “forzado”

Mi paso era rápido y mantuve en todo momento la mirada al frente con los oídos “cerrados” a cualquiera palabra de oposición a mis actos, que de seguro desde su punto de vista podía generar algún reproche, pero era afortunado la “maquina” se encontraba ya en frente nuestro. Mi sensei se encontraba sentado al lado del piloto portando auriculares, lo observe por el “estomago” del bicho mecánico, listo para subir al aparatejo, aunque claro no faltaba la duda del mayor ante lo que estaba haciendo, por lo que soltó un sonoro y grave: “Qué crees que estás haciendo” refiriéndose al hecho de que trajera acompañante, a lo que conteste sin ningún inconveniente: — Lo siento, pero parece ser que… — gire mi rostro en dirección a donde se encontraba el bicho (bautizado) y continúe con mis palabras: —…no puedo hacer nada si él no está a mi lado, que puedo decir, me he vuelto loco. — regrese mi atención a mi sensei, percatándome de su desaprobación, por lo que entone unas últimas palabras para calmarle: — Sí, él no va, yo tampoco voy, es así de simple, veras sensei, estábamos de luna de miel, nuestra pasión se encontraba en su esplendor ¿crees que quiero cambiar el dormir sobre el acogedor pecho de mi novio por una cama fría y solitaria?— ¡ha! A veces hasta yo me paso en lo que hablo, pero joer, no quiero separarme de Reiji…así que esperando una regañiza me quedo atónito ante su respuesta: “Haz lo que desees, solo sube” y yo solo sonreí de nuevo, mientras el viento elevaba cada hebra de cabello que habitaba mi cabeza.

¿Lo sé? ¿A qué se refería con eso? ...Bueno no es como si hubiera tenido mucho tiempo de preguntarle porque de pronto sentía a mi muñeca envuelta por su mano y siendo arrastrado/guiado hacia donde se encontraba el aparatucho ese.

No entendía nada.

¿Acaso quería confrontar a ese vejete? Bueno, yo podría golpearlo con la bara que tenía en la espalda... aunque...

Mis pensamientos dieron un giro de 360º. Escuché la voz del veteje éste preguntándole y exigiéndole al mismo tiempo algún tipo de excusa por su comportamiento. Mikado no se lo pensó dos veces y le respondió que no podía... dijo que no podía hacer nada si no estaba a mi lado.

Joder, no pude evitarlo. Mis ojos se clavaron en su rostro, sorprendiéndome de la declaración que acababa de hacer. Mi pecho dolió un poco, pero sólo por el hecho de que mi corazón se hinchó de felicidad (increíblemente efímera).

No me percaté del gesto que hizo el vejete al escucharlo. Seguía sumido en la resonancia de sus palabras. ¡Ah! Y vuelve a atacarme... ¿quería dormir sobre mi pecho? Joder, Mikado. ¿Por qué me siento tan feliz en momentos como éste? soy tan impredecible por tu causa.

Sin embargo, no fue eso lo que pareció sorprendernos a ambos, si no la "aprobación" del vejete sin chiste. Redirigí mi mirada hacia el transporte que empezaba a mover sus hélices anunciando su pronta partida.

Aún me encontraba algo confundido. No sabría que podría llegar a ocurrir. Incluso por un momento me llegué a olvidar de los papeles que Mikado sostenía momentos atrás. ¿Dónde se habían ido? Aunque otra cuestionante sería ¿qué demonios había allí escrito? ¿Qué demonios era tan importante para que tuviesemos que marcharnos de ésta forma? ...tal vez no conocía ni la mitad del mundo al que Mikado pertenecía.

-Gracias por no abandonarme. -susurré sólo para él. No esperé que me escuchara ya que el sonido del motor del helicóptero eran mucho más sonoros. Pero estaba sincerándome. Yo tampoco podría soportar estar lejos de él.

—Vamos Reiji — Lo mire con el cabello revoleteado por las aspas que comenzaban a tomar velocidad y que ni siquiera su dominante ruido habían conseguido evitar que escuchara sus palabras de agradecimiento. Serás idiota Azuma Reiji, soy yo quien debo darte las gracias por soportar todos mis cambios, inclusive cuando te lastime y aun así estas aquí, a mi lado, y pedirte perdón por interrumpir nuestra cita de forma tan estrambótica, quedándonos a medias. No sé porque pero en ese momento quede en blanco; si no es por mi sensei que me saca de mi letargo mental con un grito: “¡Qué están esperando, dense prisa y suban!”

Mi buena vista inclusive ha notado una vena palpitante en su frente cuando lo decía con el seño fruncido.

Jalo el brazo de Reiji, adelantándolo, separándome de su mano y dándole un pequeño empujón para que suba al helicóptero, para que tome asiento, se ponga el cinturón y use los audífonos, que evitaran que sus tímpanos se vean comprometidos por el sonido fuerte. Subo igual, impulsándome con la pierna derecha que me ha servido de apoyo y asido la primera en tocar el interior de la aeronave, uso mi mano derecha como ayuda, haciéndome con el lateral de la puerta e ingresando por completo, sentándome al lado del bicho, buscando rápidamente el cinturón para abrocharlo en la cajita mecánica y presionar hasta escuchar un “click” me pongo los audífonos y busco su mano, para sujetarla fuertemente, mientras giro mi rostro en su dirección y clavo mis ojos en los suyos, acompañando mi mirar con una sonrisa llena de confianza, seguido levanto lo mas que puedo mi tono y pido que: — Esta bien, ya vámonos— el sensei refunfuña y da la orden de despegue y así, comenzamos a elevarnos, para dejar ese maravilloso lugar que tanto me dio, en donde conocí el cuerpo de Reiji y también algo de su alma.