Cita en las aguas termales o una oportunidad para... [Priv- Reiji]

He ignorado por completo su comportamiento y sus palabras mientras lo llevaba en brazos, después de todo, suponía que se comportaría de esa forma, más en la habitación, la cual confirmo con mi vista, es la suya.

Pero esta cruel criatura (Reiji) me arrebata el placer de cargarlo y baja de mis brazos, te hubieses esperado un poco más…que tacaño eres. Hice un pequeño mohín, diminuto, expresándole al aire mi queja, sin embrago de nuevo mi atención recae en su persona, pues extiende sus brazos y me atrae hacia él, observándome detenidamente… ¿en que estas pensando Reiji? ¿Qué pasa por tu cabeza teniéndome así? Mirándome tan fijamente…

No pudiendo controlarme o lo que sería peor controlando todos mis movimientos, le abrazo de nuevo, empujándolo un poco, a que siga mis movimientos, que terminaran sobre el futón extendido, donde nuestra danza comienza.

Sentí un muy sutil dolor en la espalda cuando caí con él encima de mí sobre el futón de la habitación. Me sorprendió un poco que estuviera "listo" para recibirnos, era una invitación y oh, ¿sería que habríamos de aceptarla? ¿sería que debíamos disfrutar su amplia extensión? Era para una sola persona, según yo me acordaba.

Pero en realidad ¿quién se pone a pensar en el lugar qué se encuentra mientras tiene encima suyo (o debajo suyo, sea cual sea el caso) a la persona que lo encendió momentos antes? Esa persona que te prende y te apaga por mero gusto, por hobbie, porque le has entregado todo lo tuyo a forma de agradecimiento, porque lo merece, porque... ¿por qué otra razón pudieras dejarle hacerse de tí? Ah, no soy de amplia imaginación, deberán disculparme.

-Mikado... -dí un suspiro cortito, buscando su mano con mi diestra y entrelazándola cuando lo hube hecho- ¿deseas que continuemos? -pregunto, vacilando en mis palabras mas no en mis pensamientos, deseos y sentimientos. Y aún así espero complacerle, iré a su ritmo, tanto como deseé, lo haré mío o le dejaré hacerme suyo. No me importa en realidad. Sólo es una posición y eso me viene valiendo muy poco. Lo único que realmente me llama y me tiene agarrado con fuerza para no escapar, es su alma. Cumpliré sus deseos, e incluso acataré sus órdenes como fiel mascota. Haré que la pase increíblemente porque a mi percepción él merece todo lo bueno de cualquier persona. Me fascina absolutamente. No puedo decir más, simplemente me fascina.

Así mismo no dejo de ver sus ojos porque sé que si lo hago me perderé. No suelto su mano porque soy tan inseguro que siento que se marchará. Mikado, no me dejes ir..

En nuestra nueva posición, sobre la funda de algodón blanca que recubre el futón y que se amolda a nuestra forma, desnudos, húmedos, con nuestra piel en contacto, un contacto que deseaba eterno… pronuncia mi nombre, seguido de un suspiro, donde no me importa el tamaño de esa expresión, sino, que provenga de sus labios.

Busca mi mano, en donde mi extremidad guiada por esta sensación de zozobra que ahora me invade, le corresponde; uniéndose, entrelazando sus dedos a los míos. Más, que perspicaz puedo ser, cuando iba a comenzar a besarle, a amarle, me hace una pregunta que me desconcierta, me hace dudar.

Con vacilación, reconocible por mis oídos y captable por mi cerebro, le escucho decir: “deseas que continuemos”
Conteste automáticamente: — ¿tú no? —
Me detuve, levantando mi rostro un poco para verle mejor, para escuchar sus palabras, tal vez me estaba adelantando, y era mejor detenerme ahora, pues no quería hacerlo sentir incomodo por mis avances (cosa que creo haber repetido antes) tal vez es mejor que cada quien duerma en su habitación, y así calmarnos.

No deja de verme, de capturarme con sus ojos. A veces me resulta tan difícil de leer, sus labios dicen una cosa y sus acciones otra ¿es su escudo? Y créanme, yo sé mucho de eso.

Sin embargo, mis pensamientos han aparecido algo tarde, porque mi cuerpo comienza a actuar por su cuenta, negándose a obedecerme, acorralándolo, tratando de evitar que escape, que escapemos ambos.
En un estado de inconsciencia que hasta ahora no reconozco, regreso mis labios a su cuerpo, besándolo, una, otra y otra vez, delineando con mis labios su cuello, recorriéndolo, escalando por este, hasta donde el maxilar me detiene y donde mis labios se adaptan a esta nueva forma, curvándose. Lo siento Reiji, realmente, me estoy perdiendo en tu cuerpo, así que si vas a detenerme, por favor, hazlo ya.

Le escucho claramente, instantáneo a mi pregunta me responde con otra a lo que yo no sé verdaderamente qué decir. Las palabras se me fueron de los labios y aunque estoy seguro de que deseo que no se detenga en éste baile, en éste escenario que ahora nos pertenece, no sé que decir. Así que dejaré que mi cuerpo, que mis movimientos y mi escaso calor le digan algo, ojalá que le lleguen mis intenciones.

Me estoy perdiendo en tí y no sé qué hacer. Soy un caos: tengo miedo y al mismo tiempo ansias de continuar. Es un sentimiento indescriptible, algo que ni siquiera yo entiendo y ésto no es tan fácil de confesar he de decir. ¿Cuántas veces en toda mi vida me había sentido así? ...una. Sólo en una ocasión anterior no había sabido que hacer. Tenía tanto miedo... que fallé.

¿Sería igual en ésta? ¿podría haber alguna diferencia? ¿podría acaso por fin ser correspondido con igual intensidad? ¿Jurarías que nunca me dejarás? aún después de mi muerte, probablemente mi alma buscaría la forma de encontrar la tuya, de volver a ser una. Y es que jamás imaginé que pudieras robarme mi todo así tan fácil. Dinero, salud, bienes, amigos, todo me viene importando tan poco cuando tú estás frente a mí.

Me odio por no poder decirte lo que pienso, me detesto porque soy un elocuente que sólo sabe darte rienda suelta. Necesito que te des cuenta de cuánto te necesito por lo que me dedico a besar tu hombro mientras tú te encargas de mi cuello. Así mismo acaricio tu espalda con mi mano libre, apretándote apenas contra mí. Te necesito junto a mí. Y jamás te dejaré ir así lo desees.

Espere la respuesta a mi pregunta, ansioso de escucharle decir que: “por supuesto” mientras me seguía haciendo de su piel con mis labios, que se curvaban en mi rostro como prueba de mi felicidad, mas…amargo fue su silencio.

Sin embargo cuando parece que comprendo sus deseos, y estoy dispuesto a dejarle por este día, a darle espacio, excusando el detenimiento de mis acciones en lo agotador del viaje, en que a pesar de haber estado en la terma, nuestros cuerpos necesitaban reposo y una lista larga de argumentos validando el que hoy, cada uno durmiera en su respectivo cuarto, él besa mi hombro y acaricia mi espalda, presionándome en esta zona.

Es desconcertante, es decir, es endemoniadamente desconcertante. No sé sí, alguno de mis movimientos, de mis decisiones, provoque en él una reacción, positiva o negativa, si por tocarlo en “X” punto, termine escuchando su voz o recibiendo un golpe, lo cual siendo el caso, me destrozaría y no por el golpe en sí, sino por el hecho de saber que (y mientras escribo esto un dolor que solo sabe punzarme el corazón se apodera de mi) no soy deseado o peor, no soy correspondido.

Entonces por qué es que teniendo tanto en juego, arriesgando tanto ¿no me detengo?

Le sigo besando, bajando por su pecho, rozándolo con la punta de mi nariz, quedándome con su aroma atrapada en mis cavidades nasales y mi mano hace lo propia con la suya, presionándolo ¡Ah…! como te amo Reiji…yo… realmente…

Soy incapaz de dejarte ir.

Tiene el rostro contra la piel de mi pecho y yo simplemente comienzo a respirar agitado, éste sube y baja. El contacto pese a no ser una nueva sensación tiene ese toque de magia que se propaga cuando uno empieza a vivir algo (y no así nada más, sino que de verdad lo vive).

-Mikado... -vuelvo a pronunciar, pero ésta vez en un susurro, intentando todavía ser íntimos, tener ese pequeño secreto únicamente reservado para los dos. -Te amo. -antes de pronunciar esas dos palabritas me dí a la tarea de levantar su rostro y obligarlo (sí, supongo que lo obligué) a verme. Incluso levanté un poco la espalda y utilicé la mano con que antes acaricié su espalda para apoyarme mejor. -Te amo. -repetí una vez más como si no me hubiese escuchado no una sino por segunda ocasión. Deseaba que conociera mis sentimientos y según tenía entendido éstas dos palabras lo reunían todo. Claro, siempre y cuando fueran verdaderas.

-Y no quiero que dudes de que lo hago. No tendría porqué mentirte. No me atrevería a hacerlo. -le miré por segundos serio, estaba hablándole con absoluta sinceridad, quizá jamás había sido tan sincero con alguien. No hasta ahora. Ah... ¿por qué me haces ver tan humano? ¿acaso te das cuenta de que si me vuelvo humano de nuevo perderé toda mi fuerza? ¿quién te protegerá si no soy yo? ...quién te...

Quién me amara si no eres tú.

Pienso en ello como una respuesta grabada en mi mente, algo que se ha dibujado mágicamente sobre el vacio que había creado su silencio, un silencio cortado audazmente, primero por mi nombre y después por un: te amo.

Un te amo, que es seguido por otro igual, como si tratara de confirmar sus palabras y sentimientos y… transmitírmelos. Como fondo me obliga a verle, a separarme de su piel que tengo bajo mis caricias, pero es un precio bajo a pagar, pues estaba siendo testigo en primera fila de su rostro, de sus ojos, donde mi atención es robada por su boca, con la que antes me había peleado y que ahora hago las paces.

Cito a continuación sus palabras al pie de la letra: “Y no quiero que dudes de que lo hago. No tendría por qué mentirte. No me atrevería a hacerlo. “

Que astuto eres, para terminar tu dialogo, me dices esto, realmente crees que me atrevería siquiera a dudar de ti, de tus acciones, de tus palabras.

Le confirmo la desazón que me produce su pequeña sospecha y no señores, no con palabras, no. Eso es algo que utilizaría la gente sin creatividad y como a mí me sobra, pues nada…

Libero mi mano que en el principio se acoplo a la suya (perdóname por esto) y tomo con un movimiento lento, su muñeca, incitándole a que me deje, a que permita a mi rostro ser libre, mi otra mano camuflada en caricias, se desliza por su piel, como momentos antes lo hicieron mis labios, palpando su cuerpo, sintiendo sus formas, la piel tensa, que recubre sus músculos… que sensación, que placer.

Mi boca por el contrario presta atención inmediata a su pecho, he de decir que sus cicatrices, que confieso, en el termal, no di el trato necesario, ahora quiero convertirlas en el foco de mis deseos, por lo que las beso, las delineo con la punta de mi lengua, notando el relieve sobre la piel, detallando el cambio, recriminándome de nuevo por no haber estado allí, para protegerle.

Le sigo hablando a través de este lenguaje, de estas caricias, porque lo amo, porque lo deseo, porque quiero protegerlo, a costa de mi propia vida ¿Estoy mal? Amándolo así.

Estás equivocado si crees que seré yo el único que podrá amarte. Sin embargo, sí seré el único que marcará tu cuerpo con mi nombre, sea visible o invisible esa marca, la tendrás y no podrás huir de ella. Siempre que la veas o la recuerdes pensarás en mí... sólo así podrás estar seguro de que existí, de que no fui sólo una sombra... una muy tenue sombra.

Ahh... y hablando de marcas, Mikado se detuvo sobre de ellas y se tomó su tiempo memorizándolas, o eso me pareció. A mí me desagradaban pero quizá su fascinación por ellas me hizo entender que eran importantes, que todo mi yo era importante para él y que no importaba cómo o cuándo, él seguiría amándome de ésta forma.

¿Y todos queremos ser amados, no es así? Quisiera conocer una persona que negara ésto. Sería interesante.

Solté un suspiro, muy cortito, casi inaudible; formé una sonrisa en mis labios al recibir tal trato por su parte. Me sentía bien... no, me sentía extremadamente bien y él era el causante sin reparo. Pese a ésto, no me gusta dejarle todo el trabajo por lo que me remuevo sobre el futón y abro un poco las piernas para que él se acomode mejor. Incluso lo apego hacia mí de su cadera y espalda con las manos; dejo que mi espalda toque de nuevo el futón y... le observo cuanto puedo.

Sigo sin estar muy convencido sobre ésto de posiciones, pero da igual. Mientras él me pertenezca hasta el último día de mi vida, me daré por bien servido.

Sí, soy un maniático con la pertenencia. Pero no me juzguen, no conocen ni tantito la historia detrás de mis psicóticas palabras.

Me detuve por segundos alertado por aquel suspiro, débil suspiro que mis privilegiados oídos me permitieron percibir. Esta era la respuesta de su cuerpo, una respuesta que deseaba escuchar mejor, pero que estaba seguro su parte razonable me lo impediría por el momento.

Mas terco como soy, y recordando que en las termas había comenzado con aquel menester, (bendito, si me lo permiten) el cual me decidí a retomar, por lo que me aprovecho de su buen acto y es que, abre un poco sus piernas y se acomoda sobre el futón, y si le sumo que me atrae más hacia su cuerpo, en donde su espalda regresa a la comodidad que permite el lecho oriental.

Mi hábil mano, aquella que le recorre libremente, ha esperado en su pelvis hasta el momento, y no por duda, es que mi cuerpo a caído presa del suyo y aunque mantengo mis labios ocupados en aquellas marcas las cuales no me canso de contemplar, pues mis ojos también me ayudan… he de decir que aventurera; mi boca, baja en ocasiones a su pezón para hacerse con este, lamiéndolo, rodeándolo juguetona y cariñosamente, hasta ponerlo erecto.

Levanto un poco mi cadera, haciendo un pequeño espacio, después me corro sutilmente hacia la izquierda, quedando la mitad de mi cuerpo sobre el suyo, separo mis labios de su cuerpo y levanto mi cabeza, doy una orden a mi mano que se mueve como poseída hacia su entrepierna, más precisamente en donde su fémur recubierto se une con su cadera, se desliza por este lugar, guiado por el índice que parece ser el capitán en tal cruzada. Acaricia la piel firmemente y después escala por la parte baja del muslo, en donde a la mitad se aferra y le incita a flexionarse, me entono entonces para explicar mis acciones.

—De esta forma es más fácil y se siente mejor…Reiji — dije su nombre algo bajo, dejándome llevar por la excitación que me producía tenerle así, mirándole fijamente, esperando su permiso para continuar.

Volví a dar un suspiro. Sentía que los pulmones no estaban haciendo su trabajo correctamente pues al parecer me faltaba el oxígeno en ocasiones. Y realmente no entendía porqué y tampoco era como si reparar en eso. Si era signos de muerte, no me interesaba; si eran signos de duda, no repararía en ellos; si eran signos de excitación... bueno pues... esperaba que Mikado los entendiera porque yo no tenía ni la remota idea.

Ahh.. se hace de mi cuerpo como si fuera una marioneta sujeta por los hilos tendidos. Me controla y yo me dejo. Tengo mente y convicción, pero me estoy dejando por él pues sé que me tratará con amor y no hará algo que pueda lastimarme (o no a propósito). Le conozco y le tengo la suficiente confianza por lo que asiento ante sus palabras. Espero que continue. Estoy ansioso todavía.

Sonreí de medio lado, intentando tranquilizar mi ansiedad y le dije: -Aprovecha... después te tocará a tí. -me relamí los labios, ya tenía pensado algo y pues... sí, tenía mucho que ver con su cuerpo y el mío (jah! hasta creen que diré mis secretos tan así).

Suspira de nuevo, con beneplácito.

Esperando no malinterpretar sus acciones, no, estoy más que seguro que no me equivoco con este humilde presentimiento que me embarga. Por lo que sin arrepentirme, sin dudar en dar marcha atrás, estoy listo para amarle.

Mas le escucho decir que es por turnos, sintiéndome afortunado de nuevo, por el ser el primero, por lo que contesto con una sonrisa, una que choco contra su esternón y que finaliza con un beso.

Mis labios, que se han vuelto en poco tiempo adictos a su bien formada anatomía, se dedican a recorrerlo dejando huella, bajan consideradamente, pues se toman su tiempo para sentir las formas bajo suyo, anhelando sentir pequeñas contracciones, pero aún no me siento tan afortunado para hacerlo vibrar por mis caricias.

Llego por fin a su pelvis, donde el calor desvanecido de mi mano me habla, con un lenguaje invisible “aquí es” sí, este es el punto donde las cosas cambian, donde mi garganta parece secarse, mientras mi mente intensa, elucubra los acontecimientos a seguir.

No me resisto mas, sencillamente me estoy volviendo loco por probarle, por acariciar esa parte de su cuerpo, que instantes atrás mi mano experimento y de la cual se vanaglorio por ser la primera. Esto no significa que con lo amable que soy aparte a mi mano de su cuerpo, faltaba más.

Mi otra mano llamada de forma insonora, acude a mí, para atenderle mejor, más se toma su tiempo, esculpiendo el cuerpo que yace bajo su tacto, extendiéndose por cada parte de su torso, bajando seguido por su estomago, donde acaricia los abdominales con lujuria y después llega a la pelvis (muy nombrada hoy, por ser punto clave) en donde, por fin se digna a obedecerme.

Así pues en un conjunto, (la que descansaba en su muslo se nos ha unido) tomo el miembro que parece ser más sincero y reacciona a las yemas de mis dedos, que, tardo y pausado, le rozan en primera estancia, con delicadeza. Después se atreven a levantar cuidadosamente el falo para adueñarse con su presencia en donde mi boca le corrompe para depositar un beso en la delicada punta aterciopelada. Mis extremidades se percatan que no son necesarios en esa zona y bajan a sus testículos para acariciarles, deleitándose con la corrugada piel que le abrigan y los mantienen a temperatura.

Mi lengua se asoma y comienza a lamerle, deslizándose por su órgano en donde irresistible, acaricia el glande, esperando estimularle más y verlo por fin, estremecerse de placer.

Voy a empezar con una declaración: éste hombre, sí, éste que se toma el tiempo necesario para conmigo, está completamente fuera de mente. No entiende misansias.

No ha comprendido todavía que el simple hecho de que me bese hace que mi corazón empiece a bombear sangre de forma muy acelerada; incluso esas veces hesentido como la sangre corre por mis venas, incluso he sentido la carga eléctrica del cerebro recorriendo mi espina dorsal... incluso la piel que recubre mis huesos, músculos y órganos se eriza y él no lo nota. O prefiere hacerse de la vista gorda.

¿Acaso ya olvidó que a mi me gustaba hasta tal grado que quise retarle? Porque así inició nuestra relación, con un reto que verdaderamente volvería a tomar si el resultado pudiera ser el mismo.

Y mírenme... estoy debajo de él, comparto su aliento y su saliva, es mío desde hace tiempo. Y saben que es lo más emocionante del asunto... ¡estoy siendo amado por él! él me ama y me complace de maneras que yo jamás hubiera podido imaginar. Y no se fijen en mi edad, soy joven, sí, pero eso no significa que no haya contemplado "el mundo" de cierta forma.

Pero estoy haciendo mucho bulto y no quisiera expresarme así. Soy hombre de pocas palabras, y más acciones. Y por si fuera poco, desde que conocí a éste hombre (porque para mí lo es, aunque de broma le diga mocoso), soy de sentimientos y de expresiones.

Esperen...Oh, ¿en serio?... estoy siendo interrumpido en mis pensamientos... esperen... joder, Mikado... cómo te atreves a hacerte de mí tan fácilmente. Yo tengo la culpa de dejarte... y ahh.. qué placer me das. Obligo a los dedos de mis pies encogerse y presionarse contra el futón. Automáticamente mis manos pasan a su cabeza y los dedos se entrelazan con las hebras castañas que componen su cabellera. La espalda como vil traidora se levanta unos centímetros y se queda de esa forma mientras el cuello me abandona para hacerse hacia atrás y dejarme una vista completa del horroso (a comparación de Mikado) techo del lugar. Mi cuerpo no me está obedeciendo. Y es que mi mente se desconectó (si es que eso puede hacerse). Su lengua está justo en esa zona... sus manos se están apropiando juguetonamente de mí. Y yo... ¿que puedo hacer si no es dejarme amar? Por favor que no crea que va mal, va estupendamente bien, es genial, se siente increíble, Mikado eres fascinante.

Lo siento, estoy sobreexcitado y mis elocuencias no faltan: -Si sigues así yo... verdaderamente... -le dejo en duda, no me atrevo a pronunciar lo siguiente. Estoy avergonzado porque la "guardia" que sobrepongo es derribada con facilidad.

Observo de soslayo sus acciones (el cómo su cuerpo reacciona a mis caricias, y me deleito por ello) sin apartar mi atención de sus puntos sensibles, esos que sigo estimulando con mi lengua, saboreando el borde de la piel oscurecida y suelta que recubre el 90% de su miembro. Retiro hacia atrás el prepucio para dejar el glande expuesto, esta vez por completo y degustarme con esta parte suya.

Contesto a sus palabras en automático de nuevo: —No digas mas Reiji…solo deja que… —

La punta de mi lengua baila magistralmente sobre la cabeza de su falo, dando pequeñas lamidas ansiosas de tocarle, he de decir que el recorrido baja su ritmo impulsado por mi deseo de apreciar detalladamente la constitución de esta parte de su cuerpo, de poderla examinar más a fondo lo haría, mas presiento que este pensamiento ya de por si es demasiado retorcido, así que ignórenlo.

Me separo para contemplar con mis ojos aquella visión de su cuerpo, con ideas pervertidas rondándome la cabeza, mi lengua entonces me permite saborear su piel impregnada con mi aroma, en donde se mezcla con la suya en un embriagador perfume exclusivo de nuestros sentidos.

Mas mi boca me pide a gritos llevar las caricias a un nivel más cercano, si es posible, por lo que sin pensarlo mi lengua, esa que antes le estimulo, se pasa despacio por mis labios para humectarlos y que el contacto no le lastime, seguido he tragado grueso, expectante, con algo de miedo, de ansias…esta era la primera vez que hacia estas cosas con alguien y no quería fallar.

Me inclino de nuevo, sumergiéndome en su entrepierna, introduciendo de lleno, casi con hambre su hombría en mi interior, con un movimiento lento primero, acoplando mi boca a su alargada forma que comenzaba a palpitar y a cambiar, para mi beneficio.

-¡...Mikado! -pronuncié apenas. Mi voz seguramente no tenía el tono adecuado pero éste chico no hace más que sacarme
de control. Cómo le encanta jugar conmigo y yo, por supuesto, le dejo y me empalago con su dulzura, con su amor y me dejo cegar por el color ambar de sus ojos.

No sé que está pensando y quisiera saberlo... pero ¿qué podría estar pasando por su mente si no soy yo? Ah, el sólo estar consciente de ésto me hace regozar indudablemente. Soy feliz... por primera vez desde hacía mucho tiempo estoy feliz de estar vivo.

Ser yo su presa. Soy un asco como seme ¿no es así? Pero ¿saben? Cuando una persona ama a otra realmente no importa quién sea la presa y quien sea el cazador, quien sea el seme y quien sea el uke. Estoy verdaderamente seguro de que sólo somos dos personas amándose intensamente y demostrándoselo con los cuerpos porque oh sí, ésta es la primera vez que cometo tales pecados (todo sea permitido) con un sentimiento tan embriagador. Y es medio irónico...

Sé que siento y a la vez no estoy cuerdo. La mente la tengo en blanco porque él está tocándome en puntos sensibles (¿será que me estudió previamente?).. incluso él... -Ah.. Mikado... ¡Mikado! -no puedo evitarlo, pronuncio su nombre con la voz que se pinta de excitación obvia. Siento los latidos del corazón por todo el cuerpo... y el poco calor que emana de mi piel se hace presente. Siento mi entrepierna arder, su boca me está quemando y deseo que se funda como un metal para que luego él le de forma. Deseo ser ese metal... deseo tomar la forma que Mikado me exija.

Le amo demasiado que sólo puedo percatar el placer dentro del dolor que en mi mundo fue provocado. Deseo que él sea para mí hasta que mis días estén terminados.

Motivado por mi nombre saliendo de su boca, pronunciado de esa forma tan excitante, tan dulce a mis oídos que han descubierto a esta voz suya como nueva, nacida por mis caricias, por la sensibilidad que le provoco, o eso quiero creer.

Comencé a bajar y subir por el tronco de su miembro para lograr la combinación de masturbarle y lamerle, su placer y el mío.

Mi tacto se seguía amoldando a su parte baja, sosteniendo en mis manos sus testículos a donde también lleve mi boca aventurera de la sensación que producía ese tejido extraño que poco a poco comenzó a reconocer, a saborear.

No me digne a emitir palabra alguna para corresponder a su llamado, estaba sumergido en su cuerpo, en amarlo aun cuando yo no lo mereciera, porque me consideraba alguien que no debería tener ese tipo de sentimientos, si, Mikado Dubois había sido preparado para otro propósito en la vida, y el llegar al instituto solo era un escalón que tenía que subir para alcanzarlo, pero el destino parecía querer interponerse y ahora estaba aquí, amando a alguien, abrazándolo, llenándose de su aroma, de su calor ese que decía no tener pero que yo podía sentía, porque era Reiji era él quien lo emitía.

Contuve mis emociones, ese pequeño desatino mental para enfocarme de nuevo en su entrepierna, en donde esperaba estimularlo hasta hacerlo derramar de placer.

Encorvé la espalda hacia enfrente repetidas veces producto de sus acciones. De verdad que me sentía una marioneta, no podía controlarme por más que quisiera y él parecía... a él se le notaba experto en ésto. Y yo... yo no comprendía cómo algo que, para ser sinceros, ya había experimentado anteriormente podía volverme tan loco. Estaba a una línea de volverme un desquiciado, de levantarme de allí, de ponermele encima y de hacerlo mío. Porque ¿eso era, no? Él era mío... y de nadie más.

Sé que suena obsesivo, sé que le privaría en parte su libertad pero traten de entender que el sentido de pertenencia en mí es demasiado alto. Necesito, con urgencia, pertenecerle a alguien y que así mismo, me pertenezca. Y heme aquí... teniéndolo todo, en el borde... estoy mirando el abismo, y él mismo está observándome.

Me mordí los labios con fuerza para dejar de emitir esos sonidos y también para tratar de calmar mi respiración agitada. Cada roce, incluso cada caricia me hacía estremecer de placer y no me gustaba verme así (tenía una imagen precisa de cómo podría lucir). Por lo que, como pude, me entoné: -...ésto es demasiado bueno... pero... ¿por qué no vienes a mí? ¿...que no ves que sin tus labios... y sin tus ojos mirando los míos... mepierdo? -de nuevo encorvé la espalda y con las manos alcancé su rostro, separándolo momentáneamente de mi entrepierna.

Estaba desesperado y agitado, y no podía evitarlo, Mikado estaba haciendo un muy buen trabajo conmigo. Pero como mencioné antes, deseaba fundir sus labios con los míos, deseaba que él sintiera de algún modo placer ya que no me gustaba dejarle solo con todo el trabajo.

Capturé, como quería, sus labios con los míos y los besé desesperadamente... y oh... pude... probarme. Tenía ésta idea en la cabeza, ¿y cómo concentrarme en otra cosa? ¿cómo dejar de pensar que la persona que más amo estaba complaciendo mis bajos instintos con amor, con cariño, con deseo? ¿cómo podría...?

Voy a atreverme a darle un nombre a sus movimientos, esos que lo sacuden hacia delante y sin ánimos de exagerar diré que eran ¿espasmos? Léase bien, no lo he dicho como una afirmación sino como una pregunta, pues aun dudo que sea ello, en otra persona lo aseguraría, pero en él, sencillamente no puedo.

Estos movimientos pequeños y algo violentos que después se convirtieron en acompañantes acérrimos de mis sutiles toques, del calor que producía mi lengua húmeda rozándole con delicadeza, deslizándose por cada forma que se levantaba en el recorrido, en donde el vibrante miembro reaccionaba y se endurecía aún más.

Sin embargo y créanme que en esto me sentí algo refrenado. En un tono por demás sensual y algo pausado, atribuido a mí “trabajo” Reiji me dice que me ama y que desea más, que quiere ser mío y que no puede contenerse, o eso quería que dijera porque la realidad es muy diferente.

”..ésto es demasiado bueno... pero... ¿por qué no vienes a mí? ¿...que no ves que sin tus labios... y sin tus ojos mirando los míos... me pierdo? “

La dura realidad.

Se encorvo de nuevo y levanto mi rostro, alejándome de su punto sensible, y después de un silencio de segundos, me beso, sí, se hizo de mis labios humedecidos antes con su sabor, compartiendo aquel gusto proveniente de su entrepierna, y saben qué; lo bese con tanto deseo y entusiasmo, como si necesitara de su aliento para recargarme, mas mis manos se encargaron de remplazar mi boca, sin dejar de desatenderle

Joder.

Sí, sólo podía decir esta palabra. Una que otra maldición me van bien por lo que no hay ningún error. Estoy siendo complacido, absolutamente.

¿De dónde aferrarme para no caer? ...de Mikado. Él es quien me mantiene vivo y por quien ahora estoy ¿excitado? sí... estoy sobre-excitado. ¿Que qué haré para compensarselo? Simple, amarlo. ¿Qué cómo me las ingeniaré para hacerlo? Tengo mis métodos. ¿Entonces porqué me dejo someter si se supone yo soy...? Eso no importa ahora.

Me privé con sus labios. Eran míos y de nadie más. Llevaban esa marca mía y seguro la portarían durante mucho tiempo más, o eso deseaba pensar. Los mordí por mero juego mío, los succioné porque sentía que así podría robarle el aliento y más aún uní mi lengua con la suya y comenzó una dulce contratienda.

Sin embargo, había algo que no me gustaba mucho. ¿Por qué yo le estaba dejano toda la tarea? No señores, eso no se llama ser equitativo por lo que decidí armarme de ¿valor? ...sí, supongamos que es eso; alcancé con mi diestra su tan-secreta-para-mí entrepierna y al momento me separé un poco de él para observar su rostro en todo su esplendor, si hacía alguna mueca de placer, de dolor o de disgusto yo lo sabría a ciencia cierta. Ahora se encontraba en las manos del "asesino más hábil de toda la mafia de Estados Unidos". Sí, joder, no iba a dejar mi puesto sólo porque a mi amante se le antojaba. No, iba contra mis principios. Era hora de darle la vuelta al asunto... pero claro, había que tener tacto, sí... porque esa línea entre el odio y el amor es tan delgada... tan sútil que me enfurece.

-Ya fue suficiente, es mi turno. -murmuré después de tranquilizarme un poco (obligándome a hacerlo mejor dicho). -Déjame intentarlo. -entonces dí inicio a mi partida (como me encanta decir) y ataqué sin tapujos o reservas. Tenía su entrepierna entre mi mano y hube empezado a estimularla como según yo creía que le gustaría, que se regozaría. Estaba siendo un poco lento (por aquello de su propia seguridad) y al mismo tiempo constante. Le aprisionaba con los dedos de forma delicada y en otras ocasiones de forma desesperada.

Sinceramente ahora espero un golpe de su parte. Sé que me odiará por ésto. Lo sé.

Capture su mano que tan atrevidamente (cosa que me encanto) me recorría y le sume a mis acciones ciertas palabras, que se mesclaban con agitación, la sensación de tenerlo en mis labios en una suma de actos cuyo resultado era este.

—Desaprovechaste tu oportunidad en el baño Reiji, ahora es mi turno…—Soy un aprovechado egoísta. Aunque si soy sincero de nuevo (cuantas veces más debo sincerarme ¿hasta que el velo del misterio me abandone?) una idea se me había metido en la cabeza desde minutos atrás, sí, sencillamente deseaba verlo cambiar de temperatura con el color de su piel siendo teñido sutilmente en donde el sudor le cubre y un vaho naciendo de sus labios, describiendo la sensación que le produzco.

El deleite marcado de sentir su esencia no como una idea vaga imaginada por mi libido sino convirtiéndola en pura realidad, se acoplaba a este pensamiento y se volvía uno, fue lo mismo en los baños y en el termal, mi tacto estaba buscando una oportunidad para hacerse con el conocimiento de sus puntos clave para la excitación, para que su cuerpo arda bajo las yemas de mis dedos, que tocan cada milímetro de piel como un volcán a punto de hacer erupción.

Es así como lo quiero, independientemente de quién es el pasivo y el activo, mi mente me reclama por enmarcar su rostro sumergido en el placer, y guardar aquella imagen para la inmortalidad. No le hable más en ese momento, sentí que las palabras sobraban, solo le di una mirada lasciva y hasta lujuriosa, en donde me sorprendí.

Bese su mano, tomándome mi tiempo para sentir con mis labios la suave dermis que le cubría y después la libere para que regresara a su dueño, recogí mis piernas, enderece mi espalda y después la eche hacia atrás un poco, después ordene a mis extremidades bajas que lo rodearan y lo atrajeran hasta mi, en donde puse mis manos en sus muslos y después baje por ellos, regodeándome con sus formas curvas que seden ante mi tacto, guiándole para que se abra y nuestras pelvis tengan el mayor contacto posible.
—Prepárate Reiji— Advertí, antes de comenzar.

-¿Por qué me privas? -contesté automáticamente. Y sopee esas palabras durante unos segundos. ¿Por qué? ¿Que
acaso yo no tenía derechos sobre su cuerpo? Además... además...

Iba a volver a reclamarle, a quejarme del asunto. Sin embargo no pude hacer mucho pues Mikado estaba regozijadísimo con mis piernas, con los muslos, con mi cuerpo. ¿Y yo? ¿Por qué estaba absteniendome de tenerlo como me tenía a mí? Joder.. me molesta y no puedo evitarlo. Una mueca se figura en mi rostro sin poderla borrar. La única cosa que me evita quejarme, sinceramente, es el hecho de que estoy sobreexcitado y no pienso tan bien las cosas como lo haría estando dentro de mis 5 sentidos, en un estado basal.

Cambié mi actitud... me relajé un poco, o eso intenté hacer. Fue un tanto en vano; pero como pude me entoné: -Entonces muéstrame. -me recargué de lleno sobre el futón y sólo pasé mis manos por detrás de su nuca y parte de su espalda, apegándolo a mí tanto como podía pues no quería perderme el lujo de ver su rostro con signos de excitación por igual.

...Y esos ojos. El color de sus ojos. El color de su piel bajo la sombra, bajo las luces. La forma en que sus manos se movían ágiles y rápidas, y otras veces lentas y torpes. Deseaba conocerle... cualquier faceta suya seguro sería igual de fascinante.

Así pues me entrego a tí, Mikado. Me entrego en cuerpo y en mente.

...Si yo no cedo, el jamás lo hará.

Cuando escuche su queja, me quede viéndole por segundos, de haber acompañado sus palabra con un puchero…ah…un puchero, nunc he visto un puchero en el rostro de Reiji, que injusticia…emm… ¿qué estaba diciendo? Ha sí, que de haber acompañado sus palabras con un puchero, lo hubiese interpretado como un berrinche de niño pequeño.

Realmente la posición que había tomado nos beneficiaba a ambos, aunque esperaba que Reiji se diera cuenta de eso…y debo confesar que no tenia (aún) intención de llevar las cosas a un punto más “doloroso” como dije anteriormente mis intenciones eran simples, quería verlo venirse, sí, por qué no había sido participe de ello nunca (realmente apenas estábamos saliendo –en post XD-) y de solo imaginarme excluido de tal hecho en donde ”algunas señoritas” se me adelantaron, no estaba muy feliz que digamos.

No iba a hacer una réplica a sus palabras, estaba listo para guiarle y mostrarle en qué consistía el ”asunto” que desde mi punto de vista era maravilloso, pero me sorprende y así lo deja ver mi rostro que se queda paralizado por fracción de segundos.
Me dice que le muestre, mientras se acomoda sobre el futón y me toma por el cuello envolviéndome con sus manos, y atrayéndome hacia su cuerpo. Sí, me aproveche de nuevo ante este acto, y como no hacerlo, si su cuerpo parecía estarme pidiendo que lo hiciera.

Mis manos que antes descansaban en sus piernas y se habían visto interrumpidas por las acciones del cuerpo (y del dueño) que acariciaban, ahora se deslizan por sus muslos, tratando de producir alguna reacción en su recorrido, se dirigieron a sus glúteos, a los que saludan cordialmente. Se aferran a ellos para sentirlos con firmeza, llenándose con su carne, ah…de solo imaginar la divina forma curva destacada que le adorna y ni que decir de la división en donde descansa mi libido, donde se encuentra ese punto de su cuerpo que nos unirá por momentos y confirmara lo que sé (y espero que él también sepa) que somos uno.

Pero estaba decidido a complacernos (sí, leyó usted bien querido lector) por lo que alejo solo una de mis manos de su parte trasera, y la llevo al frente, a la par que bajo mi rostro y mi mirada deja sus ojos (pues habían caído ante el hechizo) y va a su entrepierna, mi boca se mueve y de ella salen palabras como un canto de cuna, que dan calma y relajan.

—Reiji, — mi mano tardo un poco en recorrerle y posarse en donde mi mirada ya había demarcado, realmente la estaba usando como medidora de la distancia que separaba su miembro del mío, en donde mi mano extendida como puente nos unía: — acércate un poco más a mí, para que podamos hacerlo juntos, con tu mano y la mía...— lleve de nuevo mi mirada a sus ojos y le hable por tercera vez en ese momento, manteniendo un tono suave — así ninguno de los dos se queja. — termine mi dialogo sonriéndole ampliamente.

-..No era una queja. -agregué en un susurro. No entendía qué demonios estaba haciendo, no, y digo "-ía" porque ahora lo sé mas no lo diré pues son secretos y percepciones que uno se guarda por temor a perder el encanto del silencio.

Aunque si me preguntan a mí, yo jamás había estado con alguna otra persona a excepción de... ah, no, mejor no traer ese terrible pasado a éste increíble presente.

Me siento amado, sin duda; me siento complacido y por demás feliz. Esas benditas/malditas endorfinas se apropian de mí y me elevan a un cielo invisible, a un estado de bienestar incomprensible y mucho menos indescriptible. Qué cosas... qué cosas más intensas uno vive mientras está con su pareja ¿no es así? ...y ese deseo de continuar, de proseguir, de mostrarle una faceta mía que sólo contadas personas conocen. Sí... se prolonga dentro de mí, ese maldito deseo.

-¿...Cómo podría quejarme si la persona que más amo está a mi lado y me está haciendo ésto? -vislumbré en mi rostro una tenue sonrisa, era sincero en cuanto a mis palabras. Agregué algo para motivarle, deseaba conocer sus secretos en éstos casos, deseaba probarle y ser probado. ¿Irónico, no? -...Y que el fuego arda dentro de mí si así tiene que ser. -alcancé con mis labios uno de sus hombros y besé esa piel que antes se hubo encontrado teñida de un leve rojo, ¿estaría herido? ¿ya se le habría pasado el efecto del agua caliente de la terma?

–Pues a mí, sí me pareció una queja, y el fuego no es lo único que va a arder dentro de ti. – como me gusta juguetear con las palabras ajenas, me resulta sencillamente irresistible cambiar los diálogos a mi voluntad, sin importarme si fuera cierto o no; pensaba en ello mientras lo veía besarme el hombro, clavando mis orbes en sus labios, detallándole.

Me tomo unos segundos para analizar mi siguiente movimiento, realmente era algo simple, pero también era “nuevo” y “diferente” peligrosa combinación, Así pues, me decidí por explicarle con practica en qué consistía el asunto.

Atención lector…por que a partir de este momento comienza la parte +18 de esta historia.

Con nuestras pelvis muy cerca, me acomode hasta donde nuestros miembros se volvían vecinos, eliminando ese molesto espacio y juntándolos íntimamente, ahora, es mi mano la que con juicio, atrapa la suya en una sucesión de movimientos lentos que termina bajando y depositando ambas extremidades sobre nuestros humildes troncos excitados, en donde por supuesto tengo la desventaja por un inicio tardío.

Audazmente comencé con su mano bajo la mía, a masajear de arriba abajo el ahora conjunto, esperando a que rápido se acostumbrara al movimiento simple pero estimulante, para que pudiera hacerlo sin guía, aunque si soy sincero la vista no era para nada desagradable, por lo que seguí, sirviéndole amablemente. Nuestros miembros rozaban su delicada piel que se tensaba por el cambio de forma de ambos, por el palpitar agitado que se sentía. Sí, era perfecto, llegar a ese placer juntos, venirnos juntos, sentirlo juntos, esto estaba muy bien por ahora, pues aún no estaba muy convencido de someter su cuerpo a un placer diferente y más si estaba mezclado con dolor.

¿Y ahora quién podrá salvarme?

Sí claro, como si necesitara de ayuda. Por supuesto que no la necesito por si eso pensaban. Y aclaro, no soy un buen
amante pero hasta éste punto creo que entiendo a la perfección lo que trata de hacer.

He de confesar que mi mente había idealizado otra cosa totalmente diferente, una que involucraba un dolor intenso. Dí un suspiro de alivio y pude "descansar" tranquilamente porque no había algo de eso en nuestro pequeño acto.

Gracias a su dedicada atención mi entrepierna ya estaba palpitando por la excitación y cuando estuvo junto a la suya pude sentir algo parecido, me sonreí de lleno pues eso significaba que estabamos iguales al menos. Continué haciendo ese pequeño, simple y constante movimiento que me hubo indicado segundos atrás. Si eso le gustaba yo le daría doble paso, es decir, aumentaría mis ganas en ello. -¿Te gusta ésto? -quería asegurarme. Había tomado su miembro entre mis manos y el movimiento que mi atesorada diestra provocaba sugería que así era.

Alcé la vista y acercé mi rostro a su cuello pues era a lo que llegaba sin ningún problema. -Estoy muy excitado. -susurré contra la piel que recubría su blanco cuello. Dí unas cuantas mordidas a éste (sin intención de lastimarlo) y en esa parte ahogaba mis suspiros y mis deseos con tal de que no viera mi rostro.

¿Qué si me gustaba? Por supuesto y me gustaba por que era “él” con quién lo estaba haciendo, con Reiji.
Era cierto que nuestras posiciones, que esta forma, era diferente, no sé hasta dónde se sorprendió o inclusive si pensó en salir corriendo (siendo el caso) pero realmente era un intento por minimizar la situación, la realidad es que ambos éramos semes y por mucho que uno estuviese dispuesto a ceder, siempre le resultaría extraño, por lo que este era nuestro (y me incluyo) salvavidas…por ahora.

—Todo arde si le aplicas la chispa adecuada…Reiji (espero una demanda de héroes del silencio) — conteste segundos después de su pregunta, y era cierto, mi chispa eran sus manos, su tacto y yo estaba ardiendo bajo sus caricias.

No conforme con esto, levanto la vista y acerco su rostro a mi cuello, para susurrarme una confidencia (a mi parecer) a lo que conteste después de segundos de nuevo: — en serio — abrí un poco mi boca para dejar escapar un poco de mí aliento, algo pequeño, diminuto, tanto que fue absorbido por nuestro alrededor, perdiéndose sin ser detectado.

Trato de calmarme, me concentro, experimentando vívidamente aquellas sensaciones que se producen en mi interior ¡Ahh!…sin duda me gustaba….me encantaba, además que me imaginaba en… me entono de nuevo, ejercitando mi respiración: — ¿qué sientes, descríbemelo por favor? — siento el calor invadiéndome, la testaruda temperatura elevándose, en mi interior, y más cuando el portento de chico se separo de mi guía para seguir por su cuenta, en donde yo hago lo mismo y voy a su intimidad para acomodarla a mi gusto, teniendo cuidado de que el roce no la lastime.

-Me encanta... cada roce... tu mano... tu mano hace... hmmmm.... -mordí mis labios porque era un poco vergonzoso tener que suspirar y casi gemir contra su piel pese a que ésto me provocaba. Sí, señores, éste hombre sabe dónde me prendo y dónde me apago... sabe dónde me gusta y sabe, incluso, a qué hora es molesto. Es como si hubiese leído mi instructivo... ese que estaba tan oculto que ni siquiera yo podía alcanzarlo por más que me esforzase.

Ésto es otro nivel. Sé que estoy vivo pues Mikado es la prueba de ello, cuan sentimientos y cuan palabras; tanto abrazos como besos; probándome y probándole.

Así deberían de ser todas las relaciones. Somos iguales y la vez diferentes. Somos dos personas las cuales se encontraron por coincidencia y por un reto empezaron como pareja. Somos esas dos personas que no se conocen lo suficientemente bien pero aún así se aman y por supuesto, no les importa lo demás. ¿Dinero? lugar de procedencia? ¿pasado? ¿familia? ¿amigos? No. Me atrevo a confesar que para mi eso viene siendo muuuchos planos después de lo que abarca él.

Es mi favorito. Es mi vida. Es el aliento que respiro para poder sobrevivir. Él es mis endorfinas que producen mi efímera felicidad. Es la voz que me dice "sigue a tus sentimientos, y déjate llevar". Mikado es la guitarra que acompaña la melodía que produce mi piano. Él es como el regalo de navidad que uno espera con ansias. Él es como mi escudo y mi espada en un campo de batalla. Él es mi luz y mi oscuridad pues como me alivia me adolece.


...Pero basta de romanticismos pues él podría aprovecharse de eso. Lo sé. Lo conozco. Le encanta... y a mí me fascina.

-Siento que me estoy fundiendo contigo. -confesé apenas en un susurro por no querer el hermoso silencio que durante
segundos se formaba, desapareciera así como así... Era increíble cualquier momento que viviera con él. Incluso hasta cuando se atrevía a desafiarme se le observaba fascinante. Él era mera fascinación, así de simple.

-¿Y tú..? ¿qué sientes? dímelo. -pronuncié. Le besaba alguna zona de piel cuando podía, y de vez en vez me hacía de sus labios para recordarle que yo era verdadero y que no sólo era una sombra... no... ahora estaba vivo. Y joder, se sentía de maravilla.

Deseaba decirle que le amaba, le que amaba intensamente pero... ¿serviría de algo? ¿aumentaría el calor de su piel? ¿la excitación de su miembro? ¿aumentaría, acaso, su sentimiento.. ah, ese sentimiento tan hermosamente destructible, hacia mí? -Te amo... es lo único que sé. -pronuncié después de haber besado sus labios. Situaba mis ojos sobre los suyos, sin embargo, no dejaba que mi diestra se detuviera. Estaba completamente ocupada de estimularle para que yo pudiese vislumbrar con mis ojos aquél rostro de excitación llenándose de benditas endorfinas.

Por una mínima fracción de segundo, una pequeña, sentí que sus palabras me transportaban a un lugar diferente, un mundo solo nuestro, exclusivo y único, donde solo nos conformábamos con nuestra presencia, y la verdad era la único que necesitábamos. En qué momento y esto era algo que aun no lograba entender, en qué momento Reiji se volvió alguien indispensable en mi vida, en tan pocos días sentí como se había metido bajo mi piel marcándome en un lugar donde nadie antes había llegado.

Yo que siempre había sido reacio ahora cedía ante sus palabras, inclusive mi mente parecía revelarse y abrir una puerta para mi antes cerrada.

Con Reiji deseaba experimentar, amarlo de mil y una formas, y no, no solo me refería a su cuerpo, también incluía a su bendita alma, esa que aunque no veía, sentí gemela a la mía, acorde, perfecta.
Entre dulces caricias mi voz que parece provenir de un lugar cavernoso se entona gruesa, tratando de mantenerse inmaculada e incorruptible ante los acertados movimientos en mi parte baja, pero era inevitable que mi voz se mantuviera orgullosa, elevándose y enseñando la calma de la que su dueño hacía gala, aún cuando fuera bochornoso su mensaje: —Me siento estremecer, cada vez que me tocas mi piel vibra y mi corazón, ese que otrora di el titulo de roto, ahora parece estar curado, es tu culpa Reiji…todo es tu culpa—

Deje que unos minutos pasaran, para hacer mi siguiente movimiento, agilizar mis recorridos por su miembro ya erecto, sintiendo su vigorosa prominencia palpitar con mayor fuerza, con el calor elevándose, con la humedad al máximo, en donde la punta parece estar lista para dejar salir aquel liquido blanquecino que tanto deseo probar, que tanto deseo sentir.

Mi culpa... mi bendita culpa. Amaba ser el culpable.

-...Idiota. -murmuré; mi voz parecía ligada a una media sonrisa y a un rostro desfigurado por una obvia excitación. Mi cuerpo, como lo había confesado con el suyo, vibraba y a mi parecer ya no faltaría mucho para que por fin ésto diera el inicio al final previsto.

Me negaba rotundamente. No quería que algo que me había hecho sentir vivo por primera vez se terminara, no. Era imposible que dejara que se apagara esa flama si es que podía llamarle así. Necesité un consuelo mental.

Pero ¿qué demonios podía yo hacer? Sinceramente nada. No podía evitar lo inevitable. No podía borrar lo intangible. Yo no podía utilizar algo de mi fuerza para impedir que ésto sucediera.

Y no me malinterpreten. No. Lo que sucede es que ésto es como una montaña rusa. Cuando estás a punto de subirte te llenas de emoción y de nervios... ah, y qué decir de cuando estás en ese viaje de escasos minutos... es una adrenalina extremadamente llena de poder. Sin embargo, casi al final, y uno lo sabe, bueno, casi al final... sabes que terminará, eso es obvio, pero no lo deseas pues te ha llenado de lo mejor. El final de una emoción es algo doloroso y sin duda te deja nostálgico. Deseando más, queriendo más de lo que podríamos alguna vez tener...

Continuaba con mis movimientos en su entrepierna cuando de pronto tuve que: -Me voy a... -anticipé demasiado tarde.
Sentía mi estómago, pelvis, piernas, y todo mi cuerpo contraerse en un torrente sanguíneo. Esperaba, joder, sí, esperaba con muchísimas ansias que él se viniera al mismo tiempo que yo.

Mi pensamiento más pecaminoso era verme lleno de lo que provenía de su interior. Y así mismo, deseaba verlo cubierto por mi interior.

Lo sé. Soy un desquiciado.

Fue solo escucharlo decir esas palabras que alertaban a mi mente de que su cuerpo estaba listo, al igual que lo estaba el mío. Los movimientos agilizándose, estimulando con mayor intensidad su cuerpo y el mío, las frases incompletas saltando de su boca, de sus labios, en donde yo me mantuve en silencio de nuevo, ocultando tras este mi excitación, camuflándome en una falsa calma.

Sí, entre abrí mis ojos que por instinto se cerraron en un contraste de mi cuerpo siendo llevado al límite, mi cuerpo que tocaba el clímax a causa suya, estaba tan deseoso de por fin, sí, por fin tener este momento especial para nosotros en donde estábamos más débiles y también nos fortalecíamos.

Sus caricias logran que el contenido de mi ser se desborde, al igual que logro lo mismo con el suyo, sincronizados. El espesor cubre sus manos mientras mi cuerpo se relaja en automático, al sentir el peso y la tensión ceder, algunos suspiros bajos se suman a la sensación.

Mis ojos son testigos de aquella escena, nuestros miembros, juntos, liberándose, derramando calor y cubriendo nuestras extremidades, en algún momento la presión hizo que aquella esencia se elevara y salpicara alguna parte de su cuerpo y del mío, no me importo, era feliz, estaba completo.

Te amo, Reiji, a pesar de lo que parezca, a pesar de que algunas veces te pareceré extremista, intransigente, inclusive molesto y torpe pero por el momento, por el momento, déjame ocultarte estas imperfecciones.

Mi cuerpo llegó al límite junto al suyo.

¿Acaso necesito explicarlo de otra forma?

Bien... mi cuerpo y el suyo llegaron al último nivel de la pirámide y desbordaron de alegría. Entrelazaron sus almas y se unieron para jamás volverse a separar.

Pero.. qué terrible es la realidad ¿no es así? Aún llena de realidades subjetivas sigue siendo una realidad. Qué aburrido.


Mi pecho estaba un tanto agitado y pude notar el calor de unas cuantas gotas de sudor resbalando por mis sienes. El líquido que había salido de nuestros organismos era caliente y un poco pegajoso o así me pareció. Jamás lo había hecho con un hombre. Jamás. Y para mí era algo relativamente "nuevo". Alcé la mano y la ví cubierta por lo antes mencionado. Sonreí para mí mismo porque sabía que al menos para algo era útil. No me sentía un estorbo sino todo lo contrario. Necesitaba darle un abrazo pero dudé en hacerlo pues que tal si se disgustaba, después de todo ésta era nuestra primera vez juntos... estabamos unidos por un...

-Mikado... -logré articular. Necesitaba calmarme cuanto antes. No pude decir más, con la mano que no contenía flujo alguno le tomé sutilmente del rostro y de la misma forma besé sus labios. Cerré mis ojos. Dejé que el tiempo se deshiciera y se convirtiera en una simple ilusión, en algo intangible.