Límite 28 de Junio [Priv- Reiji]

Son las 8 con 13 minutos:
Estoy sentado en la playa, acompañado por mi fiable Tommy hal hilfiger (único recuerdo de aquella mujer) de correa negra y el tic tac que produce, el grabado del nombre me ha hipnotizado hasta el punto que no he parpadeado y mis ojos comienzan a irritarse.
8 y 19 minutos:
Mi atención en el logo grabado desaparece cuando escucho el romper de las olas en la playa...el bochorno del clima tropical se apodera de mi a pesar de llevar ropa fresca, por lo que; sacudo un poco mi camisa para que el aire fresco pase y revitalice este cansancio producido por la temperatura elevada del lugar...sigo esperando.
8 y 25 minutos.
Nada que aparece, miserable, me dice que soy yo el que "huyo" pero es él el que no esta aquí...mas tarde me encargare de torturarlo. Hidrato con saliva mis labios resecos por la brisa salada a la par que imagino las formas varias con las cuales voy a deleitarme y mientras imagina el tiempo sigue pasando...
9 y 15 minutos
Sigo esperando...me he recostado sobre la tibia arena que me recibe de forma apacible cual alfombra aterciopelada, cierro mis ojos y sigo esperando...

Bien, la cosa estaba así. Se había puesto un reto a sí mismo. Un mes como fecha límite. Y todo había empezado por un misero reto... pero en fin, ya vería como solucionarlo pues había perdido demasiado tiempo pensando en qué hacer, y a la vez, reteniéndose por el hecho de que "ese otro" estaba esperando a alguien más. "Es absurdo querer meter los zapatos a la fuerza" pensó. Pero hubo un chance, una oportunidad. Y sólo una necesitaba, quizá.


Se encaminó hacia la playa, vestido sólo con una bermuda color blanco, y calzando unas sandalias que le quedaban justo a la medida. Maldita sea, ¿porqué había elegido ir a la playa? No soportaba el calor en el ambiente, pero era inevitable.

Caminó por toda la orilla con suma tranquilidad... estando demasiado cerca de donde el agua mojaba a la arena debajo de sus pies como si fuera un movimiento rutinario... se encontró con el cuerpo del otro, tendido sobre ésta y detuvo su caminata: -¿Llevas mucho
tiempo esperándome, Mikado?

Abrí mis ojos y gire mi cabeza guiándome por el lugar donde venia aquella voz, después parpadeé: si que te haces de desear Reiji-chi pensé, relajándome por su presencia.
Me senté doblando mi espina dorsal y sacudiendo los granos de arena adheridos a mi piel y ropa
— Mejor tarde que nunca... — conteste a su pregunta, entre sacudida y sacudida, para terminar incorporándome, quedando frente a frente, parpadeé a nueva cuenta — ¡Vaya Reiji-chi te ves tan blanco y puro que me dan ganas de pervertirte! — bromeé dudosamente mientras llevaba mi mano tras mi cuello, rio nerviosamente y cambio de tema para mi conveniencia (tonto no soy) formulándole una pregunta inocente y humilde: — Y entonces ¿cómo comenzamos?— me pause esperando su respuesta.

-Jamás dijiste la hora, te recuerdo. -agregó, ya que jamás llegaba tarde a un lugar. Y el decir eso había herido su orgullo. ¿Era ya tan débil?

Observó con detenimiento el gesto ¿es que estaba nervioso? ¿por qué? ¿así de importante era? ¿o sólo se sentía incómodo? En fin, quizo seguirle la broma agregando cierta verdad sólo para tantear terreno: -Podrías acostarte de nuevo y yo disfrutaría de tu cuerpo, ya sabes, lo normal.


No pudo aguantarse la risa tan sólo de pensar aquello. Y era una risa limpia, sincera y al mismo tiempo discreta. -¿O qué opinas? ¿tienes una mejor idea? -preguntó mientras daba un paso hacia adelante, sintiéndo la pesadez en sus pies por la arena.

— Se me ocurren muchas ideas — conteste seguro de mis palabras y le agregué un — no olvides que tuve mucho tiempo para pensar en qué hacer y deshacer con... — me pauso malicioso, dejando en el aire el resto de la oración, mas sin embargo...
La brisa sigue golpeando mi rostro y ahora juega con mis cabellos moviéndolos de su lugar, la tela de mi ropa le hace al son, y se eleva grácilmente, aclimatando mi cuerpo, la cambiante temperatura que antes me sofocaba, ahora se normaliza.
Corto entonces el molesto silencio, ese que he dejado avanzar para tratar de... — ¿Estas seguro de esto? porque a partir de ahora voy a ir en serio Reiji-chi...no, Reiji y no sabes hasta dónde puedo llegar. — Mi semblante al igual que el tono de mi voz han cambiado drásticamente — si quieres detenerlo este es el momento —

¿Estaba jugando con él a adivinar lo último? Quizá. Y lo permitía, sin duda. Rió por lo bajo, pues funcionaba de maravilla. ¿Cuántas veces en el mundo te diviertes de esa forma? Pocas seguramente.

Pero entonces, lo volvió a escuchar hablar. Y era diferente. Había seriedad en su tono. E incluso lo llamó por su nombre de pila. Y las palabras que dijo...oh, sinceramente eso era lo que esperaba escuchar, nada más: -No necesito de advertencias. Yo también voy en serio. ¿O acaso crees que tengo miedo? -preguntó incredulo, incluso ofendido por la posible respuesta a favor; volteó a ver el olaje del mar sólo porque un abrisa se asotó de pronto, y fue lo suficiente para quitar un poco del calor del ambiente.

-Me estaba resignando a la idea de que tú seguirías esperándole... creo que la mayor parte de mí se había dado por vencida. -Se sinceró. Respiró profundamente, cerró los ojos por un momento sólo tratando de escuchar lo que lo rodeaba, junto con la respiración del otro.. tal vez, intentando recordar ese momento más con sus sentidos que con su visión... pero le fue casi imposible. Entonces su mirada se encontró con la de Mikado sin perder más tiempo en aquello: -La cuestión es ¿por qué la repentina decisión? Disculpa... soy demasiado curioso en ese aspecto.

Le mire desafiante cuando dijo lo primero, esperando que solo mi mirada bastara para darle una respuesta. ¿Miedo? que lejos estaba de la verdad, hice esa pregunta no para retarlo, sino para aclararle mis intenciones y definir las suyas.

Después de escuchar lo segundo y la pregunta del final de su dialogo, conteste de forma sincera , esperando resolver con mis palabras sus dudas:— Es porque fracase — gire mi rostro en dirección al mar, enderezando mi columna aún más, continúe hablando después: — no pude hacer que él regresara a mí y está es la mejor forma para aceptar que he perdido — mis ojos relucen resignados en conjunto que la molesta calma del ambiente me invade por segundos, más recobro el control y me giro en dirección contraria, doy un par de pasos dejando mi huella grabada en la arena, acomodo mi garganta y hablo por tercera vez: — pero no te equivoques, no te estoy usando ni nada por el estilo, solo estoy siendo respetuoso con tus sentimientos, eso y que dije que iba a destrozar ese refrán que tanto proclamas... — giro mi cabeza por encima de mi hombro, esbozando una sonrisa en su dirección, manteniéndola por segundos para después regresar la mirada al frente, estiro mi cuello y ahora mi perspectiva es del magnifico cielo que nos cubre con su manto estrellado, me entono por última vez: — Alguien me dijo que no me tomo las cosas en serio, por eso hoy, quiero enseñarte esa parte de mi que solo un par de personas conocen, de cierta forma esta es como si me estuviese presentando de nuevo. —

-Sé que no mientes al decirme ésto, y en serio quisiera aferrarme a esa verdad. Al hecho de que quieres demostrarme que estoy equivocado en lo que te dije. -Se deleitó con esa corta sonrisa, qué poco tiempo la había mantenido. ¿Por qué se había volteado en otra dirección? Era cruel.

Adelantó sus pasos y quedó de frente a él de nuevo, tratando de llamar su atención casi desesperadamente: -Sé que tendré el privilegio de conocer "esa" parte tuya y me siento halagado. La cuestión es que tú me dijiste que jamás harías algo con alguien a quien no le tienes afecto. -Era ahora o nunca, cierta preguntita no dejaba de rondar por su cabeza, y sinceramente, no era una persona que se guardaba las cosas, así se pierde el tiempo: -¿Estás dispuesto a intentar quererme? ¿A dejarte querer por mí? ...Y sí, qué cursilerías digo, pero hay que estar seguros, Mikado. 100% seguros.

Alargó la mano y con un movimiento de muñeca tomó ligeramente su mentón y con ello lo obligó a mirarlo a los ojos; que no se atreviera a voltear siquiera. Deseaba ver su rostro y la verdad en sus palabras. ¿Por qué sentía tal necesidad? Era absurdo.

El lugar, el clima, el tiempo habían desaparecido. Para su mente sólo estaban Mikado y él. Y esa respuesta... qué desesperante era esperar. Ya se preguntaba cómo le había hecho para aguantar durante tanto tiempo.

— ¿Por qué yo? estoy roto sabes... — retire su mano de mi mentón gentilmente y aún sujetándola deje que la gravedad hiciera lo suyo.
— A pesar de cómo me ves, tengo a cuestas un par de heridas irreparables, así que no soy confiable como pareja — no sé por qué mi mente voló y sonreí casi imperceptible, era cierto que me atraía, independientemente de su físico, me llamaba la atención su alma solitaria, pero ¿era suficiente?
Solté su mano, para guiar la mía a su mejilla y posarla allí, en ese lugar tibio a mi tacto, mis labios se movieron solos y las palabras salieron: — "A fuerza ni los zapatos entran..."— susurre con tono dulce: — pero, tal vez no es necesario la fuerza, solo un movimiento suave, ajustar la talonera y listo, entra con facilidad — hable despacio acorde con el susurro, mientras seguía acariciando su mejilla, me tomo mi tiempo, después me separo temiendo que ese calor débil que emana su piel se ajuste a mi sentir hasta que ya no quiera apartarme de su ser, pero lo peor es que he contestado a su pregunta con otra, porque no tengo una respuesta acertada que dar, no es de disposición, es de atrevimiento ¿me atrevo a quererlo? ¿Me atrevo a lastimarlo? esta última pregunta me quema la cabeza y me destroza las entrañas.

Había retirado su mano con gentileza y eso le pareció un rechazo inmediato pero cambió el pensamiento ya que posó la mano en su propia mejilla, y el contacto... era agradable y sólo deseó que hubiera durado un poco más... tan sólo un poco más. Escuchó su propia frase con un tono de voz diferente del suyo y desde ese punto sonaba a resignación. ¿Es que Mikado había pensado que eso era resignación? Pero oh.. entoncces agregó otra frase y dedujo una conclusión rápida: -Entonces quieres decir que sólo debes mover un poco las cartas para ganar el juego, ¿es así? -¿Había duda para él todavía? ¿...Su rostro lo podría decir? ¿Por qué todo de pronto se había vuelto con ese aire de meras preguntas y nada de acción? Ése no era él. Él actuaba, luego pensaba.

Tomó la mano con la que lo había tocado y la apretó con fuerza, sin querer lastimarlo, sino más bien para calentar sus propias manos que siempre solían ser frías y pensó que quizá eso no era agradable para el otro pero ¿qué remedio? Sentía que si no lo sujetaba pronto se iría. -No me sueltes. Si no me tocas, yo lo haré. Corre el riesgo conmigo. -¿Agregar algo más? No... Allí estaba él, abriéndose frente al otro... qué remedio.

No conteste a la primera pregunta, quería dejarlo a su libre interpretación y me guardo las razones celosamente.
Lo segundo me sorprendió, me dice que: " no lo suelte y que si no lo toco él lo hará" que dulce es, no hay duda, no se debe juzgar el libro por la portada.
Mi mano apresada por las suyas, sintiendo como mi calor es absorbido por las gélidas paredes que la cubren, tratando de entibiar la piel. Es cierto que Reiji permanecía allí solo con una bermuda y el clima no ayuda mucho, las bajas temperaturas se acercan, entendiendo esto reacciono a sus palabras mirándolo complacido, me entono suavemente como lo he venido haciendo durante unos momentos: — No te voy a soltar y ahora mucho menos. — me acerco a él lo suficiente para tomarlo con mi otra mano sujetando su espalda, quería sentir su temperatura, por lo que me aproximo y sumerjo mi cabeza en su cuello, mi aliento tibio choca con su piel: — entiendo que quisieras excitarme vistiendo así, pero no exageres...estas helado — bromeo, seguido me incorporo y le miro fijamente para sugerirle: — vamos a un lugar más cómodo para tu cuerpo, donde me encargare personalmente de calentarte —junto mi frente con la suya demostrándole mi cariño..

Se dejó hacer por Mikado gustoso en ese tipo de "abrazo" que le había propinado. ¿Cómo no habría de estarlo si su aliento y respiración estaban en contra de la piel sensible de su cuello? Al menos, no conocía a nadie que se resistiera a tal cosa. Y tampoco era la excepción, caía facilmente ante las simples caricias y cercanías que tenía para con su persona.

Sin embargo comentó algo que le sacó una risa pues jamás había sido su intención "excitarlo" como había bromeado, sino que el maldito calor de verdad era insoportable. La noche era buena o eso pensaba pues ya no habría ese ambiente pesado sino todo lo contrario. E iba a comentarle que le encantaría quedarse en compañía de la arena, el mar y la noche... pero entonces mencionó algo a lo que tampoco se negaría en lo absoluto, aún si se hubo roto el "abrazo": -¿A dónde tienes pensado ir? -preguntó curioso.

Su frente junto a la de él se encontraba y en esos momentos sólo tenía deseos de algo. Sí, era obvio de qué. No aprovechar la cercanía sería mera cosa de cobardes. Ladeó el rostro unos cuantos grados y se atrevió a besar la comisura de sus labios... Y durante esos pocos segundos que duró, sólo esperó que su acompañante no se retirara y lo rechazara. Si ya de por sí, se estaba aguantando las ganas de hacer algo más...

Realmente ha conseguido sorprenderme, más todavía.
Primero ha reído por la broma que hice, no pensé que él pudiera reír, sonreí por ello sintiéndome especial de poder ser testigo de ese momento, aunque no lo fuera.
En segundo lugar el "beso". Que tacaño ¿solo eso? me decepcione, solo un poco, muy poco, mejor no opino, sacudí mi cabeza para relajar mis pensamientos.
Después de la suave acción por su parte, reacciono, para contestar a su inquietud: — Existe una pequeña cabaña cerca, esta acondicionada, por lo que podremos pasar mejor la noche — señalo con mi pulgar el lugar por lo que he retirado mi mano de su espalda ¡Ah...Dios! por qué solo me has dado dos brazos...lo que haría con cuatro, claro, después de trabajar en un circo, escapar y ser correteado por una turba iracunda.
Mantengo la unión, aferrándome a su mano, aunque sigo necesitando mi mano (por toda mi vida) soy amable y estoy dispuesto a prestársela hasta que su temperatura se normalice y es que no veo normal el frío de su dermis...¿Estará enfermo? le transmito mi preocupación: — ¿Estás bien? no te preocupes en cuanto entremos en la cabaña, te despojo de todo y te abrigo para darte calor toda la noche — seguía con esa idea de que el clima le estaba afectando.

Asintió levemente en el momento en que le señaló el lugar a dónde permanecerían. No estaba muy acostumbrado a darse lujos en cuestión de lugares así que estar a la intemperie era privilegio, al menos para él.

Mientras estaba sumido en sus pensamientos, sin preocuparse por el clima en lo absoluto, el otro lo interrumpió con tono de preocupación. ¿Preocupación? ¿Por él? ¿era broma, no? -No tienes de qué preocuparte, estoy bien. Si lo dices por lo frío de mi cuerpo... es normal. No vayas a creer que soy un zombie o alguna cosa de ficción parecida. -con la mano que tenía suelta tomó de nuevo el mentón de Mikado entre sus dedos y susurró cerca de su boca: -Y yo que pensaba que durarías más de una noche junto a mí. Te recuerdo que estás aceptando un reto. -comentó con una voz más grave de lo normal al reafirmar la seriedad en ello.

Parpadee un par de veces por sus palabras, posiblemente era mi culpa, acepte suspirando, sin importarme que mi mentón hubiese sido capturado de nuevo, y de nuevo tome su muñeca para alejarla, aunque esta vez la mantuve sujeta.
— Y yo te recuerdo que el reto es tuyo, no mío, y dado que; no haces las cosas en público, decidí cooperar para ver... que eras capaz de hacer...llámalo curiosidad, aunque anteriormente dije otra cosa, estoy aquí, hora, impulsado por esa sensación. — aclare sonriéndole ladino. Agradecí que me explicara que la temperatura de su cuerpo era "normal" no tenía por qué preocuparme, suspire aliviado, realmente era algo que me tenía en ascuas.
Aclarado esto, regreso a la escena, Besando aquella mano que permanecía bajo mi control y como el hizo en su momento "susurrando a mi boca" yo hago lo mismo con su muñeca — así que no presumas de algo que aún no ha sucedido..."chico del reto" — me pauso llevando la mano ahora a mi pecho, presionándola contra este, exactamente donde reposa mi corazón, para que sienta el palpitar calmo, corto entonces el silencio, para hablarle de un hecho irrefutable: — ves, aún no consigues acelerarlo.—

-Es un reto que conlleva más que simples palabras. -agregó después de las pronunciadas por Mikado... esas sílabas juntas que sintió como un par de agujas clavándosele. Y oh, ese calor de su cuerpo... aún si traía la ropa para cubrirlo, sentía la calidez bajo su mano. Eso y unos latidos normales y tranquilos. Estaba sólo un poquito decepcionado de que no hiciera a su corazón desbocarse, como deseaba conseguir. Claro, metaforicamente.

-Sé que todavía falta un poco de tiempo para eso. Si fueras algo fácil de obtener, ya me habría aburrido. -declaró-. Pero tampoco es como si no siguiera intentándolo. -se inclinó hacia él y recargó su mentón en el hombro ajeno mientras dejaba escapar un suspiro-. ¿Es que te gusta hacerme esto díficil o sólo me estás probando?-se soltó de su agarre y guió las manos a la espalda del otro, atrayéndolo hacia sí-. Por cierto... no me da vergüenza hacerte algo en público. Aunque por si no lo has notado, los únicos presentes somos tú y yo. -volvió a suspirar y resignado se soltó de él lentamente, sin mostrar verdaderas ganas de hacerlo-.Pero tú deseas estar dentro del confort, so... vamos a la cabaña.

— Te pareces a mí — musite, después de escucharle y verle actuar, desviando seguido mi mirada y perdiéndola en el paisaje.
— NO. Estoy mintiendo. — me retracte con el mismo tono. Cerré mis ojos guiando mi rostro al frente seguido por mi cuerpo, introduje las manos, ahora libres en mi pantalón, para tratar de darle la calidez que segundos atrás había entregado gustoso.

Estaba listo para hacerle de guía, el lugar era agradable, y realmente no estaba pensando en mi comodidad si no en la suya propia, le invite: — sígueme entonces. — camine delante de él, con pasos largos, esperando que me siguiera y pensando aún en sus palabras, en su positivismo, y en esa pregunta sin respuesta: "¿es qué te gusta hacerme esto difícil o me estás probando?" — Solo estoy descubriéndote, eso es todo... — susurre para mí con total egoísmo.

A unos cuantos metros se encuentra aquel lugar, lo recuerdo bien porque me lo habían referido en broma, era curioso que un lugar como ese tan pequeño y acogedor, gozara de tan mala fama, pero servia para mantenernos cómodos, aunque no contara con calefacción, si tenía una pequeña chimenea, y sin duda era más amable que la playa, aunque estuviese tan cerca de esta.

Abrí la puerta corrediza, para enseñarle el lugar, el piso de madera al igual que el resto de la construcción, se encontraba bien conservado a pesar de que el tiempo suele ser inclemente, había sido piadoso con la estructura, la chimenea permanecía inactiva aunque con restos de algunos leños reducidos a tizones, dejados posiblemente por parejas que solían tomarle como nido de amor.
Después de revisar que no hubiese nadie, me gire en dirección a Reiji para exclamar un: — ¡bienvenido! — sonreí.

Guardó silencio durante todo el camino. Lo siguió sin chistar durante más tiempo, pues era una pérdida sin duda. Entonces llegaron al lugar. Una cabaña hecha totalmente de madera, incluido el piso. No se sorprendió del lugar, sino más bien del hecho de que Mikado la conocía. Y es que parecía de esas que pertenecen a un tipo de hotel, sólo que en lugar de cuartos juntos eran un montón de cabañitas.

-Pensaba que éstas sólo se encontraban en los bosques...-murmuró al entrar, y entonces escuchó una bienvenida aunada a una sonrisa. Se adelantó poco más que su acompañante e inspeccionó el lugar con la vista mientras hablaba y escuchaba sus pasos crujir a causa de la madera: -Deberías de sonreír más, me gusta la xpresión en tu cara, y así no aprietas la mandíbula. -se pasó la mano por el cabello, acomodándolo en un intento fallido, la brisa de la playa había surgido más fuerte de lo que creía. -Y bien... -se paró a la mitad del lugar- ¿qué tienes planeado, Mikado? -preguntó con las manos a los lados y sin expresión en su rostro.

¿Así que le gusta la expresión de mi rostro cuando sonrío? lo tendré en cuenta.
Y entonces me pregunta eso...soltándolo como si maquinara contra él.
— Lamento decepcionarte pero... — me pauso y desabotono mi camisa con total tranquilidad, retirando botón por botón de cada ojal disponible, cuando he terminado, la abro deslizándola por sobre mis hombros para que caiga de mi cuerpo, la sujeto con mi mano y me ayudo de esta, para terminar de retirarla, mi torso y pecho queda al descubierto. Acomodo la prenda en el suelo extendiéndola, seguido me siento sobre ella, ignorando el chirrido de mi peso sobre la madera, flexiono mi pierna izquierda y la derecha la extiendo, dirijo entonces mi mirada al semiextraño (sí, no conozco mucho/todo de él...todavía) parado en el centro inexpresivo.
— Tu comodidad es mi único plan. — palmee 3 veces la tela que reposaba sobre la superficie emitiendo un sonido seco, invitándole a sentarse a mi lado, pero como no me basta con los actos, se lo sugiero con palabras: — de pie no creces más, así que siéntate. — Y agregue — veamos cómo está esa temperatura. — mis cejas se arquearon bajando y subiendo un par de veces.

¿Qué estaba planeando al quitarse la camisa? Oh... ya veía. ¿Estar en el suelo? ¿No habría una cama, o sillón o algo así? ...pero en fin, si eso estaba bien para el otro, lo estaría bien para sí mismo. Surgió una invitación de sentarse a su lado pero el suelo no era tan cómodo como su cuerpo y ¿qué había dicho? Oh, sí, "tu comodidad es mi único plan"... así que no tendría excusa.

-Entonces siéntela de cerca. -dió unos pasos acercándosele y se puso de cuclillas frente a él, bajó la mirada a sus piernas se acomodó a horcajadas, sosteniendo su propio peso sobre sus rodillas apoyadas en el piso de madera, quedándo sobre él. Y qué molesto había sido el sonido de la madera al moverse... ¿cómo le harían los demás en el pasado? Seguro y podría rechinar si un pequeño ratón caminaba por allí.

-...No debería de preocuparte el frío de mi cuerpo, si no todo lo contrario-. Tomó una de las manos del testigo de aquella existencia y la apretó levemente. De nuevo sintiendo un poco de calor que era todo lo contrario a su propia temperatura corporal.

Ni siquiera el sonido de la madera, alertándome de sus movimientos han podido evitarlo. Sus tentativas palabras sumado a sus acciones, conmocionan mis sentidos.
Ahora está sobre mí y yo... me siento privilegiado.
Su peso, su aroma, su piel, a mis ojos; delicada capa tersa de tejidos finos que ... me regodeo de solo pensar en poder tocarla, sentirla bajo mi tacto, explorándola sin limitaciones, y marcándola con mis besos, dejando mi nombre en cada rincón, mi aroma, mi calor, mi presencia. Mío.

Reacciono, regresando de mis fantasías, esas que mi libido han creado por su culpa, por lo que le lanzo una advertencia de forma dulce: — Si sigues haciendo esto, no me hago responsable y te haré mío sin rechistar — atraigo la mano que ha tomado sin mi permiso "oficial" sumándole la suya (un pequeño extra) y la beso suave y gentilmente, sin apartar la mirada a su rostro, ese que quiero ver teñido sutilmente de carmín.

Sonrió de medio lado por el gesto... era demasiado amable. Y quizá esa fue la razón por la cual decidió dejarse hacer cada que se le antojaba. Supuso que su amabilidad había sido la culpable, sobretodo para su corazón y mente rotos. ¿Habría alguna otra razón? ...sí, pero esa seguía siendo un profundo secreto.

-No creo que puedas hacerme tuyo de esa forma. Y tengo consciente que no te dejarás "someter" por mí. Así que aprovechemos si estoy tan próximo a tí-. Sin embargo tragó saliva, no por miedo o vergüenza sino mas bien por los nervios que se acumularon dentro suyo, aún si había estado seguro de sus palabras.

Todo parecía absurdo. El corazón acelerado cada que se le acercaba... dejándose hacer cuan vil marioneta...ocultar esa emoción cada que lo tocaba, que incluso con un simple roce lo hiciera perderse de su alrededor... Y lo peor era que ¡¡le gustaba!! No había palabras para describirlo. Sólo podía entender que de un momento a otro de verdad se sentía con vida.

Se soltó lentamente del agarre e inclinó su torso con dirección a él... lo rodeó con sus brazos con un poco de fuerza. Esperando que con eso pudiera ganar un poco de tiempo para tranquilizarse aún si su intento resultaba ser en vano. Qué idiota era... ¿de qué servía si de esa forma podía tocarlo directamente? Su piel resultaba ser suave y con cierto calor a comparación de la propia. -Lo siento... es que hace demasiado frío. -qué excusa tan barata pronunció. Demonios. Ya se arrepentía de sus idioteces. Parecía una chica de secundaria enamorada. Qué absurdo...

Que pésima excusa, una, que no era necesaria.
Con haberme pedido que lo abrazara, yo gustoso, es más, llegue a un punto donde pensé que las palabras estaban de mas, solo quería hablarle con el lenguaje de mi cuerpo, caricias, besos, abrazos...todo eso dirigido a él, enseñándolo, reconociéndolo tengo un vacío de palabras, mi vocabulario se ha limitado y existen emociones a las que el nombre les he borrado, lo siento.

El palpitar agitado de su corazón me regresa de nuevo, sus brazos me rodean, su cuerpo que parece repeler el calor, se apega a mí, y yo le correspondo. Levanto mis brazos suavemente y lo rodeo con ellos, aferrándome a su cuerpo, sintiendo las formas, sus costillas recubiertas por su dermis, delineada por las puntas de mis dedos. No sé por qué lo hago, solo sale y ya...esas palabras de mi boca: — tu corazón esta agitado... ¿es mi culpa? — lo he dicho de forma complaciente.

Sus palabras lo hicieron arrepentirse un poco, quizá su "táctica" de no mostrar nada aún si lo sentía no estaba funcionando para nada. Qué bien (sarcasmo). Oh... espera... ¿habría que ocultarle algo con respecto a sus sentimientos? No... ¿de qué serviría? Como había mencionado antes, sólo sería una pérdida de tiempo intentarlo.

Se atrevió a juntar los labios con la piel de su cuello, probar el sabor de su cuerpo-. Si no es por tí... ¿por quién más? -susurró una verdad. Levantó un poco el rostro el cual situó cerca de su oído para formularle una inocente pregunta: -¿Y el tuyo? ¿Aún no desboca por mi presencia? -dejó de rodearlo por su cuenta y colocó las manos sobre el pecho de Mikado intentando sentir algún cambio en "esa zona".

Me encantan los mensajes que me manda, ya sean verbales o físicos.
Besa mi cuello y me da esa dulce respuesta, susurrándola para mi placer exclusivo, en ese tono dulce de voz: "Si no es por tí... ¿por quién mas?"

No niego que era lo que quería escuchar y tampoco niego que sentí felicidad por ello, pero (endemoniados "pero") mi corazón traidor sigue igual de calmo.
Sé bien que él lo sabe, ha puesto sus manos en mi pecho, privándome de su abrazo y ha sentido la tranquilidad, por lo que se lo confirmo con palabras: — Parece que todavía no lo logras... — me pauso y retiro mi mano derecha de su espalda, absteniéndome de su piel, esa que me resulta tan familiar. Mi tacto se ha quejado por la falta de contacto, saltando por la acción, pero era necesario, necesario llevar mis dedos a su frente, el índice y el dedo medio juntos ahora, descansan justo en ese lugar, donde dan un pequeño empujón, el movimiento ha dejando un espacio milimétrico entre nuestros cuerpos, continuo con el resto de la oración: —vas a tener que esforzarte más. — relamo mis labios, hidratándolos naturalmente, le hablo de nuevo acomodándome mejor bajo su cuerpo, la madera sigue advirtiendo cada paso, y la sigo ignorando, concentrándome... en él: — por supuesto tienes permitido cualquier experimento en este tiempo, no hay límites. Claro, espero esta regla también aplique a ti — mi mano se ha aprovechado y no ha querido regresar al punto donde estaba, me ha dicho que es más cómodo aterrizar en su pecho, en donde ahora se encuentra, siendo testigo de la melodía magnifica que su corazón canta.

Asintió mentalmente cuando mencionó que debía esforzarse más, era un poco díficil. Era un reto, ¿no? Pero para ser sinceros, ya no resultaba tanto como UN RETO. Es decir, un reto muchas veces lo llevas a cabo porque es algo a lo que no te atreverías, y no... en ésta ocasión implicaba ser un reto pues Mikado no era fácil. Y qué bien que no era fácil. -Estamos iguales entonces. -afirmó.

-Actuas tan naturalmente pero en realidad sólo me incitas con algo tan simple -mencionó aceca de haberse relamido de tal forma. Y mentalmente sugirió "aunque seguro tienes otro motivo"-. Y laterá más rápido por esto... -agregó al tiempo que mojaba un poco sus labios por su cuenta; alargó el cuello para besar el labio inferior del otro sin reparar en un posible rechazo. Cerró los ojos y se privó de todo el mundo exterior de nuevo. A su imagen, sólo existían Mikado y él. Y ni la madera chillona importaba. Incluso el oleaje de la marea había desaparecido por completo. Wow.. no era mago, y había hecho desaparecer un mar entero. Qué ingenuo llegaba a ser.

Ese acto... aunado a que se encontraba una de sus mano sobre su propio pecho sólo aumentaban el hecho de que estaba celoso. Sí, celoso porque no quería que ninguna otra persona pudiera intimidar de tal forma con él.

OH...me ha besado.
No cerré mis ojos (contrario a lo que él hizo) sería un idiota si abstuviera a mi vista, a mi memoria, de aquella imagen. El inexpresivo, frío asesino, ha desaparecido y en su lugar está una persona diferente, amable, inclusive dulce y deliciosamente atrevida.
¿Es así como te acercas a tus victimas? ¿Las seduces y después les asesinas? bendita técnica.
Mi labio inferior consigue percibir la sensación que produce el elixir tibio que emana de su boca, ese que instantes atrás, utilizo para humedecer los suyos propios, aún me quejo de lo poco que ha durado el contacto, pero supongo que el nivel de molestia es mayor por el lugar que ha decidido besar, solo mi labio inferior a sido privilegiado...no puedo evitar pensar: Discriminación.
He relamido mis labios para recuperar algo de su dulzor, ese que mi gusto se desespera por probar, pero no he tenido éxito.
— ¿Solo eso? — Sí, estoy inconforme y se lo hago saber de forma amable: — un beso debe de ser dado de forma correcta, no como un entremés — el tono despreocupado de como lo he dicho cambia cuando le doy un ejemplo de un beso: — cuando tienes cerca a esa otra persona, subes la mano que descansa en su espalda y la llevas tras su nuca, para acariciar sus cabellos, sin apartarle la mirada... — tal como lo he dicho lo he hecho con él — primero debes robarle el aliento con solo tu mirada, clavando tus orbes en las ajenas, provocándole, incitándole, advirtiéndole, haciéndole dudar — humedezco mi lengua y continuo: — cuando le has robado aquello, continuas acercándote suavemente para que tu aliento choque con el suyo, inclinando un poco tu cabeza— inclino mi cabeza de forma sutil — para que en el momento del contacto, los labios encajen cual pieza perfecta, uno unido al otro, el solo roce, la delicadeza, la fluidez interna, su humedad, su sabor... — lo tengo tan cerca: susurrándole, estimulando con mi voz su cuerpo, solo milímetros nos separan de tan maravillosa experiencia, termino la explicación con un: — por cierto, pesas. — regreso mi cuerpo a donde estaba.

Se dejó hacer durante todo ese proceso pero hubo algo extraño… quizá fue desde la interpretación de las palabras. Seguro había malentendido todo. Apretó un poco la mandíbula y arqueó la ceja del lado izquierdo, en un acto casi automático mientras empezaba a hablar después de escuchar su pequeño discurso con explicación y todo: -Aunque un beso se da, sea como sea. Pides mucho sobre mi persona y te estás olvidando de que yo ya no siento nada. -que vil mentira... ¿o era verdad? Quién sabe. De un momento a otro estaba mareado, decepcionado de sí mismo... y más que nada confundido.

-Lo sé. Lo siento. -se disculpó por "su peso"; alargó su mano y acarició el cabello del otro, imaginándoselo mas bien como con unos 5 años menos que ahora. ¿Luciría más pequeño? ¿O ya hubieran empezado sus cambios tanto internos como físicos? ...era otro misterio. Se levantó sin la intención de hacer crujir la madera, pero parecía inevitable. Giró sobre su propio eje y terminó dándole la espalda y con las manos metidas a los bolsillos de la bermuda. -¿Cómo conociste éste lugar? -preguntó después de dar una inspeccionada rápida con la mirada, sin ganas, sin verdaderamente hacerlo. Sólo quería ganar tiempo para pensar algo que lo traía loco dentro de sí.

— Oh...ya veo — acerté a decir a lo primero que dijo, sin apartarlo de mi vista, aunque confieso que su actitud me pareció glacial confieso que tengo una duda al respecto, Oh si, después se disculpa, se levanta y se gira dándome la espalda, ¿me lo merezco? tal vez estoy comenzando a tensar la cuerda y no es de extrañar que esta me reviente en la cara.
Realmente mi cuerpo estaba entumecido por permanecer en la misma posición, por lo que trato de reactivar la sangre, el hormigueo propio de este tipo de estado; molesto donde se quiera, sumado al calambre de mi pierna, en pocas palabras debo esperar unos minutos para levantarme... doy un par de golpes al muslo más afectado, tratando de acelerar el proceso, estaba concentrado cuando escucho aquella pregunta:"como conociste este lugar"
Le mire, contemplando su espalda, las sombras que permitían distinguir su espina dorsal, sus definidos brazos..Su...espera ¿qué fue lo que pregunto? regreso de nuevo al presente. Me tomo unos segundos, desvió la mirada y contesto: — lo escuche de un compañero de clase — estiro cuidadosamente mi pierna que aún se reciente, aprovecho la pausa y le regreso la pregunta — ¿por qué? ¿Sucede algo malo?— me preocupo.

Voltea a verlo de reojo, con una mueca en el rostro que jamás le mostrará. -Sólo era una pregunta. -y sí, sólo era eso. No había curiosidad, no había "esperanza" en algún supuesto de respuesta. Se encontraba un poco disgustado, y no entendía el porqué, simplemente lo estaba.

Se regañó mentalmente al darse cuenta de que el otro todavía no podía levantarse, quizá había sido una mala idea ponérsele encima. Con seguridad no lo volvería a hacer... o no en mucho tiempo. Se dió la media vuelta, y terminó viéndolo en el piso aún; le tendió una mano para que se pudiera levantar, aún si sentía algún calambre o el cuerpo adormecido, al menos no estaría allí, como vil piedra. -Anda. -lo incitó pero ¿con qué? ¿con su rostro sin expresión? sí.