Ciudad Esmeralda
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¿Alguna vez imaginaste un lugar lejano, escondido del resto, un nuevo Eden particular... donde puedes ser quien, como y cuando quieras, donde no existan etiquetas, creencias, ni banderas? Vive y deja vivir, porque en Ciudad Esmeralda todo tiene lugar.
 
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 En el bosque {priv. Otoya}

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MensajeTema: En el bosque {priv. Otoya}   En el bosque {priv. Otoya} EmptySáb Sep 08, 2012 2:31 pm

Era muy temprano en la mañana, no, exageraba, no era tan temprano en realidad, más bien así me parecía quizá debido a toda la vegetación que me rodeaba, a esa tranquilidad que sentía y a mi caminar pausado y relajado. Había amanecido hacia un par de horas, podía saberlo debido a que muy lentamente esos tonos níveos propios de la madrugada habían desaparecido y ahora todo se veía envuelto por una suave luz, aun no demasiado brillante, pero si lo suficiente como para lograr que las aves dejaran su aletargamiento y saliesen de sus nidos a acicalarse y a estirar las plumas mientras silbaban ante el inicio de un nuevo día, cerré los ojos disfrutando de ese sonido, de ese cálido y despreocupado cantar, era un sonido sumamente agradable, el cual unido con la brisa que hacia mover las copas de los árboles y aunque sonase un poco ilógico también el silencio del ambiente, lograban una curiosa y perfecta sinfonía que provocaba cierto sentimiento de tranquilidad.

El lugar en el que me hallaba no era muy difícil de imaginar de hecho y ahora que lo pensaba parecía salido de una historia, de algún relato o leyenda antigua, estaba en el bosque, dando una caminata matutina para despejarme un poco. Abrí los ojos y miré hacia arriba, entre las ramas de los arboles alcancé a ver un cielo azul adornado con algunas nubes que eran movidas por el viento, sonreí un poco grabando aquella imagen en mi mente, el cielo, las nubes, las hojas y la luz filtrándose a través de ellas, me gustaba, no podía explicar porque pero así era. Solté un suspiro y me dispuse a seguir mi recorrido siguiendo aquel sendero marcado estratégicamente para el disfrute seguro de los visitantes.

Las razones que me habían llevado a salir temprano y caminar eran simples, habían pasado muchas cosas, demasiadas a decir verdad, me encontraba algo saturado y con la necesidad de alejarme de todo durante un buen rato, pero contrario a lo que estoy acostumbrado esta vez decidí no irme a algún sitio lejano durante días, después de todo tampoco era la manera de afrontar las cosas, y además tampoco quería meditar temas o los sucesos acontecidos, no, esta vez opté por algo más sencillo, aire fresco, eso era lo único que deseaba, un espacio para no pensar en nada y simplemente disfrutar de una buena caminata y del paisaje y que mejor lugar para obtenerlo que el bosque, un sitio tranquilo y silencioso que sin duda lograría relajarme un poco.

En realidad no había sido una salida planeada, simplemente me desperté y mientras tomaba una ducha decidí que quería salir así que tomé lo primero que encontré en mi closet, unos jeans desgastados y casi rotos, una playera de la que ni me fije el color y una sudadera gris que ahora notaba me quedaba un poco grande, y después salí con dirección al bosque, así de simple, llámenlo un acto impulsivo o sin sentido pero solo fue algo que se me ocurrió de pronto y que además no me resultó mala idea.

Seguí andando por el sendero comenzando a medio fastidiarme un poco, debía admitir que no me agradaba mucho la idea de seguir un camino ya establecido, era como si eso no terminase de encajar con mi personalidad o con el propósito de mi caminata, así que tras un par de pasos más opté por alejarme de la ruta marcada y aventurarme a explorar un poco más al bosque, sentí un cosquilleo de emoción mientras caminaba adentrándome mas y mas, no temí el perderme, confiaba en mi capacidad para poder hallar a la salida, conforme iba caminando ese sentimiento crecía y crecía, y antes de que me diera cuenta ya estaba corriendo a lo máximo que me permitían mis piernas.

Se sentía tan bien, el aire chocando contra mi rostro, el cansancio, la adrenalina, el aliento que comenzaba a faltarme, todo en una unión perfecta, corrí, corrí sin fijarme en el camino hasta que ya no pude mas, hasta que mi corazón latió demasiado rapido obligándome a parar, jadeando y con una sonrisa en mi rostro, reí solo por el deseo de hacerlo, estaba solo, pero de una manera positiva, porque a pesar de mis problemas, y vaya que que tenia bastantes, sentí que no había nada malo que me atara, ni un solo recuerdo, ni un solo sentimiento, durante un momento, me sentí dueño de mi propia vida, ¡Cuantas cosas había hecho! ¡Cuantas más haría! estaba solo, ahí en el bosque recuperándome tras correr como un loco, divertido, emocionado, cerré los ojos aun buscando recuperarme con el corazón aun latiendo con fuerza, me sentí libre, me sentí… casi feliz.


[Pues aquí esta el post espero que te guste, andaba en un momento de inspiración aunque para el titulo bueno xD la musa se había ido jaja]

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MensajeTema: Re: En el bosque {priv. Otoya}   En el bosque {priv. Otoya} EmptySáb Sep 08, 2012 5:45 pm

El reloj del despertador sonó varias veces hasta que mi mano lo apagó con un golpe de mala gana. A pesar de que un día antes me había propuesto levantarme temprano para salir en la búsqueda de la inspiración para mis canciones, era bien cierto que se me dificultaba el levantarme, pero a fin de cuentas, lo hice. Salí de la cama y me estiré en toda mi altura, alzando mis brazos y flexionando mis piernas. –Muy bien. Hoy es un buen día. –me dije a mi mismo de forma positiva mientras me dirigía con emoción a la ducha. Eventualmente salí de mi hogar, aunque por el momento era un pequeño departamento, yo lo sentía bastante cómodo, sobretodo porque era el único allí así que me sentía por de más seguro y emocionado. De cierta forma era libre de hacer lo que me gustaba: componer música. Esa misma fue la razón por la que me vestía de forma cómoda: un par de jeans, una playera color azul oscuro, y me calzaba con unos tenis. Nada mejor que estar cómodo al momento de componer canciones.

Tomé mi libreta, esa donde anotaba las palabras y las frases que me llegaban a la cabeza y la guardé en una mochila que colgué en mi hombro derecho. Caminé hacia la parada del bus y viajé exactamente 30 minutos en completo silencio, sólo mirando por la ventana cómo las calles se eventualmente se hacían nulas y empezaba a vislumbrarse mejor la naturaleza. Agradecí al chofer y me bajé del transporte en una parada vacía ya que ahora nos encontrábamos en el bosque más conocido de la Ciudad. De hecho, estaba a las afueras de ésta.

Inhalé profundo y luego dejé ir el aire en un hilito. Sonreí para mí mismo. Nada mejor que un lugar tranquilo. –Entonces, andando. –caminé por el sendero que estaba marcado, quizá para que los pueblerinos o los curiosos pudiesen guiarse. Era fácil perderse en un lugar lleno de árboles altísimos, en todas las tonalidades de verde, si no se tenía un conocimiento previo.

Mis piernas me llevaron por todo el camino hasta que decidí desviarme. A aproximadamente 10 minutos se encontraba un claro bastante peculiar pues tenía únicamente un árbol curiosísimo: No era alto, pero su tronco era anchísimo, probablemente de 3 metros de diámetro; su olor era algo especial, sí, olía a vegetación, pero este en especial era… excitante. Me emocionaba de sólo encontrarme a sus pies. Ese era uno de mis tantos lugares secretos para inspirarme.

Sin embargo, me di cuenta muy tarde de algo: no estaba solo. Me extrañé un poco pues se oían los jadeos de alguien. Dicen por allí que la curiosidad mató al gato, pero, confié en que no sería así. Caminé con precaución hacia la dirección que mi oído me decían que provenían los sonidos de jadeos y esa respiración agitada. Entonces lo vi. Era un chico que, a juzgar por su apariencia, había corrido tan rápido que incluso yo me percaté de sus sonidos (es que a veces soy algo distraído). No quise invadir su espacio así que me obligué a mi mismo a caminar sin hacer ruido, incluso pisando, como si fuera un espía. Una risita se escapó de mis labios al pensar en tal cosa y al darme cuenta, tapé mi boca. “Ojalá no me haya escuchado” pensé.


Última edición por Otoya Ittoki el Miér Sep 12, 2012 9:01 pm, editado 2 veces
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MensajeTema: Re: En el bosque {priv. Otoya}   En el bosque {priv. Otoya} EmptySáb Sep 08, 2012 7:52 pm

Tomé una fuerte bocanada de aire mientras negaba con la cabeza suavemente, de verdad que ya había perdido un tornillo o algo, correr así por el bosque pudo ser peligroso y más aun sin fijarme en el camino, me pude haber caído, reí un poco más, de manera sincera confiado en que no había nadie más que yo y la naturaleza que me rodeaba, en realidad había valido la pena, acomodé con mis manos mi cabello, al menos un poco, para después suspirar profundamente, ya, debía calmarme había sido demasiado, quizá debería a ponerme a entrenar un poco, mi condición estaba por los suelos, de nueva cuenta reí aunque más suavemente, tranquilo, restándole importancia a todo el asunto.

Estaba por retomar mis pasos cuando fue que escuché un ruido, mi cuerpo se tensó de inmediato mientras mi mente activa como siempre ya se imaginaba mil y un cosas que podían andar el bosque aunque lo primero fue sin duda algún animal salvaje, miré hacia a mi alrededor buscando al causante del ruido, traté de prestar la mayor atención posible mientras me obligaba a no entrar en pánico, mi mente, ya algo más calmada, hiló el sonido con una palabra, risa, sí, eso sonó como una risa juguetona, me relajé un poco pero a los pocos segundos me sonrojé ¿Alguien me había visto correr así? de seguro la escena debió ser sumamente cómica, escuché unos pasos que se alejaban sigilosos, así que me dispuse a seguir el camino del cual provenía el ruido, no me costó mucho trabajo encontrar al causante, digamos que… resaltaba notablemente entre lo verde del lugar.

-¡Rojo!- solté sin querer en voz alta mi primer pensamiento, me arrepentí al instante, que poco cuidadoso había sido pero fue inevitable decirlo, después de todo en lo primero en que se fijaron mis ojos fue en ese cabello rojo y brillante, vamos no es algo que esperas encontrar a la mitad de un bosque y sin duda alguna me había tomado por sorpresa, teniendo en cuenta también que esperaba toparme con algún animal o en dado caso con un guardabosques regañón que me obligaría a volver al sendero y que de paso me reñiría por haber estado corriendo, pero no, nada de eso, justo frente a mí, a menos de un metro estaba un chico de cabello rojo.. muy rojo, si debía insistir en eso, y con una mochila colgada al hombro. En definitiva no me esperaba algo así.

Lo miré durante unos momentos, en silencio, con las mejillas aun sonrojadas entre el esfuerzo de correr y entre la pena de haber sido “cachado” corriendo, el viento sopló de nueva cuenta revolviéndonos el cabello y también las copas de los arboles -¿Sabes? me gusta ese sonido, es como si mucha gente estuviese aplaudiendo- mencioné perdiéndome un momento en sonido, mi comentario de seguro nada tenía que ver y ni siquiera me fije si el chico se había detenido y girado a mirarme pues mi vista estaba enfocada en la copa de los arboles, esperé un momento más, dejando que el sonido se alargase hasta ser relevado por un suave silencio, suspiré profundamente y volví a centrar mi atención el chico.

- … Hola…- después de tanto fue lo único que atiné a decir.
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MensajeTema: Re: En el bosque {priv. Otoya}   En el bosque {priv. Otoya} EmptyMiér Sep 12, 2012 8:59 pm

Mis ojos se abrieron como platos. Me había visto. ¡Él me había visto! Me quedé paralizado sin saber qué hacer. Apreté mis manos con fuerza, tratando de guardar mi nerviosismo. Ahora me preocupaba, seguramente pensaría que era un acosador o algo parecido y digo, no era nada común andar en un lugar como ese (precisamente por eso era uno de mis lugares preferidos).

Sus ojos se toparon con los míos y no pude evitar sentir vergüenza. Los cerré, esperando que fuese una simple ilusión y no una persona corpórea. –Ojalá sea mi imaginación. –susurré para mí mismo. –Eh, yo… yo… –intenté disculparme pero las palabras no me salían correctamente. Sabía que había llevado a cabo algo que podría malinterpretarse, y que, sin duda, me pudiese meter en problemas. Pero quizá hoy era uno de esos días en que uno espera algo y termina obteniendo un resultado totalmente diferente. –¿Eh? –no comprendía. Quería preguntarle si estaba molesto pero el chico, poco menor que yo (o eso parecía) ahora se dedicaba a ver las copas de los árboles en movimiento, parecían danzar de aquí hacia allá con una tonada que sólo ellos conocían. Era un espectáculo, he de admitir.

Un silencio se hizo presente después. –Ho-hola. –tartamudeé. Después de unos segundos me armé de valor y me incliné un poco, a manera de disculpa. –¡Lo siento! No fue mi intención interrumpirte. Yo sólo… –quise argumentar, mientras levantaba mi rostro, apenas me había dado cuenta de que su cuerpo era muy delgado, pero, para mi sorpresa, era atractivo. Su rostro sonrojado lo hacían verse lindo. –Creí que era el único que conocía este lugar. –sonreí confiado, como si los recuerdos pudiesen ser vistos a través de mis ojos. Entonces recordé algo de suma importancia. –¡Ah! Soy Otoya. Otoya Ittoki. –extendí mi mano en un saludo mientras sonreía de forma más amplia, liberado de mi preocupación porque a mi juicio, mi “acompañante” no lucía como alguien de peligro sino todo lo contrario.
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MensajeTema: Re: En el bosque {priv. Otoya}   En el bosque {priv. Otoya} EmptyJue Sep 13, 2012 10:16 pm

Lo miré con sorpresa, un poco más atento que antes mientras se inclinaba a disculparse cosa que logró que me sonrojara un poco más y moviera las manos con nerviosismo -No, no, no, yo... bueno... esto… por favor, no es necesario que te disculpes no has hecho nada malo- dije sonriendo un poco y deteniendo el movimiento de mis manos ¡Qué manera de actuar la mía! tomé un poco de aire para tratar de argumentar palabras con un poco mas de lógica mientras me acercaba más al chico centrando mi atención en él, era más alto que yo, bueno realmente la gran mayoría de las personas me ganaban en estatura, no se veía de más edad o al menos no demasiada, su nariz, sus ojos… rojos, como su cabello, tuve el impulso de mirarme en un espejo o algo y ver si eran del mismo tono que los míos, hice una imagen mental de mi rostro, no, mis ojos eran de otro tono, algo más oscuros, no sé, diferentes, aunque no fue eso lo que me cautivó, lo que me llamó más la atención fue su sonrisa, era tan… tan… bueno pues era tan feliz, tan desinhibida que por un momento me sentí completamente descolado por ella, sin duda alguna esa sonrisa lo hacía bastante agradable a la vista, bueno no es que fuese desagradable, a lo que me refería era a que incrementaban su encanto.

Ya con la mente un poco más fría y pasadas en parte las primeras impresiones, deje que mi corazón latiera a un ritmo normal y que el sonrojo se borrara lentamente de mis mejillas mientras seguía escuchando al chico que se presentaba ante mí, “Otoya Ittoki” repetí en mi mente tratando de grabar el nombre y no olvidarlo, dicen que para aprender algo, ya sea una palabra o un nombre debes pronunciarlo tres veces durante el día y de esa forma no olvidaras, yo no lo repetía tantas veces en mi mente, no lo veía necesario pero en verdad quería no olvidarlo, no me gustaba olvidar los nombres de las personas aunque por alguna razón supe que no lo haría, no iba a olvidarme de su nombre, de el chico en general, al menos no tan fácil, me llamaba demasiado la atención.

-Shinn, Shinn Asuka- me presenté alargando mi mano para tomar la suya y estrecharla devolviendo de esa manera el cordial saludo, bajé la vista nuestras manos unidas y alargué un poco aquel contacto, tan solo unos segundos, su mano era agradable, quiza no demasiado suave pero si lo suficiente, moví mis dedos un poquito y de manera apenas perceptible mientras veía sus manos y la forma de sus dedos, sentí de pronto un pequeño cosquilleo y rompí el contacto, no porque me molestase si no porque se había sentido... extraño, miré mi mano un momento tratando de definir esa sensación, un calambre o quizá un toque, si, de seguro solo fue eso, traté de convencerme.

Lo miré de nueva cuenta a los ojos tratando de no pensar mucho en esa sensación -En realidad yo no conozco este sitio- me expliqué sonriendo -Salí del sendero y terminé aquí, creo que soy yo el que debe disculparse, después de todo parece que harás algo importante o que pasaras un buen rato en este lugar- mencioné señalando la mochila que colgaba de su hombro -¿Vas a acampar o algo así?- le pregunté, esperaba que no se molestara por mi pregunta o por estar interrumpiendo sus actividades pero no pude resistirme a cuestionarlo, después de todo sentía curiosidad por él y además quería preguntarle si me había visto corriendo aunque sinceramente no sabía cómo hacerlo.
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MensajeTema: Re: En el bosque {priv. Otoya}   En el bosque {priv. Otoya} EmptySáb Sep 15, 2012 2:58 pm

Justo cuando pronuncié mi nombre, me sentí un poco seguro. Mi sonrisa amplia, limpia y sincera lo demostraba. Segundos después sentí el toque de su mano ya que la estrechó con la mía, correspondiéndome el saludo. Mis sentidos me indicaban que éste encuentro no sería algo común y corriente, sobretodo porque el tacto de su mano era cálido… muy, muy cálido. En primera instancia supuse que se debía, principalmente, a que había corrido o había estado haciendo alguna actividad que lo hiciera jadear de esa forma tan sonora. Pero después llegué a la conclusión de que no importaba eso, sino que, realmente éste chico que se hace llamar Shinn Asuka era cálido. Mi mente hacía prejuicios y debo admitir que suelo ser una persona que confía constantemente en las personas, aún si terminan decepcionándome, siempre creeré en lo buenos que pueden llegar a ser. Disculpen, queridos lectores, me estoy desviando del tema.

Los segundos pasaron rápidos. Ni siquiera me percaté de que llevábamos algo de tiempo sujetos de las manos (normalmente éste acto dura 5 segundos, máximo). El chico miraba nuestras manos así que yo hice lo mismo, preguntándome si tendría algo raro la mía. No, no me sudaban. ¿Entonces qué había de extraño? Ladeé unos cuantos grados mi rostro, sin entender mucho.

De pronto soltó mi mano. Quedé aún más extrañado pero decidí dejarlo pasar. Sus ojos se posaron en mi rostro y sentí mejor. Su sonrisa me contagiaba, aunque fuese apenas un acto para “socializar”, para conocerse. Observé sus labios mientras hablaba, e instintivamente, entreabrí los míos. De pronto me sentía cubierto por cierto trance. Era como si a cada palabra que pronunciaba, un pedazo de seda estuviera rozándome gentilmente. Me distraje. –¿Esto? –pregunté al tiempo que le echaba un vistazo a mi mochila, para después regresarla a mi interlocutor. –Bueno, venía aquí a pasar un rato. Supongo que tú también. –no quise profundizar en el tema, así que sólo lo dejé de esa forma. Palmeé mi mochila y reí bajito. –Escribo canciones y también las toco, así que vine aquí a recoger un poco de inspiración para mi siguiente pista. –argumenté mientras señalaba con mi vista ese árbol robusto y chaparro que se hallaba en solitario, justo en un claro. Su tronco era fuerte y la sombra que hacían sus ramas cubría perfectamente mi cuerpo, protegiéndome de los intensos rayos del sol. A veces subía a él y otras simplemente me recostaba, esperando a que el viento golpeara mi cara, o las nubes formaran figuras extrañas; de esa forma las palabras venían a mí como ramalazos. Mis mejores creaciones habían sido escritas en momentos de soledad, bajo ese árbol en específico.

Di un paso, acercándome hacia el chico y me incliné ligeramente. Apenas le llevaba unos 5 o 6 cm. de altura. Quise ser cortés, amable pero mi personalidad era más de un chico confianzudo, por lo que rodeé sus hombros con mi brazo derecho y ahora lo observé de cerca. –¿Te gustaría acompañarme? –lo invité. –Algo me dice que esto no fue un encuentro común y corriente. –confesé. –A menos que tengas que irte. –cuando recaí en esa opción, el estómago me gruñó y me sentí ligeramente decepcionado. Ahora que me había topado con alguien interesante, no pensaba dejarlo ir tan fácil, aunque…
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MensajeTema: Re: En el bosque {priv. Otoya}   En el bosque {priv. Otoya} EmptySáb Sep 15, 2012 11:34 pm

En la vida hay diferentes clases de personas, están aquellas que son de “Entrada por salida” esas que solo conoces por algunos momentos y que después simplemente se esfuman, sin beneficiarte o afectarte, también están las “Permanentes”, que llegan a tu vida para quedarse, con las que puedes pasar momentos increíbles o compartir tus penas, sintiéndote cómodo, sintiéndote parte de algo e incluso en algunas ocasiones son aquellas con las que formas una nueva familia, y finalmente, aunque quizá no sea del todo correcto utilizar esta palabra, están esas personas que te “Marcan” que llegan a cambiar tu vida radicalmente y que se quedan grabadas por siempre, así las sigas viendo durante mucho tiempo o simplemente hayas coincidido con ellas por tan solo unos segundos. En mi vida solamente había conocido a dos personas de esa clase, hasta ahora…

Al mirar a Otoya, al estrechar su mano y escuchar sus palabras sentí que él era de ese tipo de personas, supe por alguna extraña razón que él iba a “Marcar” mi vida, una vez más tuve esa sensación vertiginosa de cuando algo va a pasar, de cuando algo dejara una huella en tu existencia que no podrá ser borrada, sentí que mi vida estaba a punto de dar un giro de 90 grados… de nuevo y no supe si emocionarme o asustarme al respecto, suspiré, iba a dejarme llevar por la situación sin pensar demasiado en lo bueno o lo malo, la cosa era vivir el momento y esperar a ver qué cosas sucedían.

Sonreí un poquito más, un músico, el chico era un músico, me emocione un poco, quizá tontamente pero sentía como si estuviese conociendo a alguien famoso o sumamente importante, asentí con la cabeza, afirmando con simpleza ante lo obvio de su suposición para seguir prestando atención a sus palabras distrayéndome un momento con el sonido de su voz, tenía un tono agradable en cual era sumamente fácil perderse, mis ojos siguieron la dirección de la mirada del mayor para poder ver el árbol, jamás había entrado a esta parte del bosque pero sin duda me resultaba curioso que ese árbol estuviera así, apartado de todos los demás, me gustaba, lo hacían especial y diferente.

Tan absorto estaba en el árbol y en la voz del chico que apenas y me percaté cuando se acercó a mi hasta que sentí su brazo rodearme los hombros di un pequeño respingo -¿Oye que…- mi pregunta no fue terminada y mis mejillas se tiñeron un poco de rojo, solo un poco pues me esforzaba en no sonrojarme, no me molestaba su acción pero no estaba acostumbrado a esa clase de tratos y menos aun con alguien de quien tan solo sabia el nombre, sus ojos se encontraron con los míos, estando casi frente a frente y unido a su sonrisa, terminé sonrojándome aun más.

Miré directo a sus ojos y sonreí, así que él también sentía que no había sido un simple encuentro causal, interesante, el chico me alargaba la invitación a hacerle compañía, me puse un poco nervioso no quería molestarlo ni quitarle tiempo valioso de inspiración aunque por otra parte también deseaba indagar más sobre él, pasar un momento a su lado -Me encantaría - cedí finalmente alejándome un poquito de su rostro pero sin deshacer esa especie de “abrazo” despreocupado.

-Por cierto, de casualidad tu… ¿Me viste corriendo hace un momento?- me animé a preguntar finalmente mientras caminábamos hacia él árbol para acomodarnos.
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MensajeTema: Re: En el bosque {priv. Otoya}   En el bosque {priv. Otoya} EmptyDom Sep 16, 2012 3:00 pm

Su cuerpo, como lo había previsto, era delgado. Mi brazo entero rodeaba sin problemas sus hombros y de nuevo se sentía… cálido… muy, muy cálido. Quise disculparme inmediatamente, estaba consciente de que era un chico algo confianzudo que casi siempre terminaba invadiendo el espacio personal de las demás personas, pero, jamás lo vi como un verdadero defecto, o como algo que tuviese que cambiar radicalmente. Estaba algo acostumbrado a ese tipo de reacciones. Y es que vamos, no a todos les gusta que los abracen, los besen o que los vean de cerca. Para mí era todo lo contrario. Me encantaba ser observado por los demás ¿por qué? Porque desde pequeño cargué con la convicción de escribir canciones para ayudar a los demás, para hacerlos sentir mejor, aunque fuese un poco. En mí se hallaba ese deseo, ese sueño de ser un gran artista, uno que de verdad pudiera inspirar a su público.

Le sonreí ampliamente, no me costaba trabajo hacerlo además, dada la cercanía, pude percatarme de que – Tienes pestañas largas. –murmuré bajito. – Y estás rojito. –reí de igual forma, como si fuera un “secreto” entre este chico y yo. A veces yo también me sentía nervioso, incluso llegaba a sonrojarme de igual forma, sin embargo, me pareció mucho más lindo en él que en mí. No quería compararlo con una chica porque tenía rasgos masculinos y atractivos, pero… a mi parecer, quizá era tan dulce como una. Me sentía a gusto pero no comprendía todavía el porqué. Como dije, soy un hombre que confía en la bondad de los demás no importa qué tan malos se crean. Cuando aceptó mi invitación no pude hacer otra cosa más que emocionarme. – ¿En serio? ¡Yay! –miré hacia el frente y empezamos a caminar, sin soltarnos.

Mi mano izquierda sujetó con firmeza mi mochila, mientras que la diestra tenía el privilegio de reconocer, bajo las yemas de mis dedos, su cuerpo, su ropa. Era como si “sintiera” más que en otras ocasiones. Los sentimientos y las experiencias muchas veces son más intensas que otras, y, he llegado a la conclusión que este hecho recae en tres cosas: la compañía, el lugar, y el comunicado.

Moví mi cabeza de un lado hacia otro, como si estuviese tarareando. Me encontraba de un excelente humor así que su pregunta realmente vino apenas como una suave brisa. – Nop. Alcancé a escuchar tus jadeos solamente. –giré unos segundos mi rostro. Había acertado a una de mis suposiciones. – “La curiosidad mató al gato” así que fui a ver de qué se trataba. Te vi… Pero no quise interrumpir así que guardé silencio. –hice una pequeña pausa, regresando mi vista hacia el frente. Ya que no estábamos lejos, terminamos llegando a los pies del árbol. Miré hacia arriba y estiré ambas manos, soltándolo de momento. Inhalé profundo y luego exhalé. Asentí ligeramente y me giré para verlo de frente, de lleno. – Me sentí un espia. –reí por lo bajo. – Y como ahora, también me reí. Fue entonces cuando me viste. –le sonreí ampliamente, incluso mis ojos figuraron pequeñas curvas, pasé una de mis manos detrás de mi nuca, mostrándome ingenuo. – Me disculpo. Pero ¿sabes? No sé porque, pero no me arrepiento de haberlo hecho.

Y era cierto. Yo no mentía. Tenía cierto resentimiento con las personas que mentían así que desde pequeño siempre me dije a mi mismo que jamás lo haría, aún si fuese necesario o si no conocía bien a la persona, jamás mentiría. Alcé una de mis manos y dejé que mi palma sintiera el aire del clima templado. Nos hallábamos debajo de la sombra de mi fiel compañero, así que esto prometía ser algo especial, no sólo un encuentro casual que no llega a guardarse en la memoria a largo plazo. No. Sentía, muy profundo de mi, que esto era diferente, pero de forma buena. De pronto el gusanito de la curiosidad me molestaba. Quise preguntarle el porqué había estado corriendo pero no deseaba llegar a ser un entrometido, no era mi deseo el incomodarlo con preguntas. Estaba seguro de que tenía sus razones, todos, de hecho, tenemos nuestra razón de ser y actuar. Prefería escucharle y que viniera por cuenta propia el decirme, a tener que preguntar e incomodarlo.


Última edición por Otoya Ittoki el Dom Sep 16, 2012 6:55 pm, editado 1 vez
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MensajeTema: Re: En el bosque {priv. Otoya}   En el bosque {priv. Otoya} EmptyDom Sep 16, 2012 5:58 pm

Suspiré acostumbrándome poco a poco a su brazo rodeando mis hombros, miré sus manos de reojo y no es que tuviesen nada malo, al contrario, me gustaban, su forma y sus dedos me resultaron casi perfectos y además eran cálidas justo como su mirada o como, comenzaba a descubrir, su personalidad, me sentí cómodo por lo cual sonreí relajándome, aunque tras oír el comentario de mis pestañas y de mi sonrojo desvié un poco la mirada, más a penado que antes y es que debía insistir, no estaba acostumbrado a esa clase de gestos además que el haberlo dicho tan cerca de mi oído, causándome un cosquilleo, y así tan de pronto y como si nada tampoco colaboraba mucho a la situación, me regañé mentalmente, que tontería estarse sonrojando así, cual pequeño emocionado por algo pero es que no podía evitarlo, esa era una de las cosas que me molestaban un poco de mi, aunque debía admitir que si bien me sonrojaba con facilidad, no cualquiera logra sacarme esa clase de sonrojos tan sinceros y repentinos por lo cual el chico me interesaba cada vez más.

Me sentí aliviado al saber que Otoya no me había visto correr como loco, podría decirse que incluso tenía una preocupación menos aunque a decir verdad no era del todo una preocupación, finalmente llegamos frente al árbol, en cuanto me soltó sentí como si algo no estuviese bien, como si algo faltase, fue extraño al principio me había sorprendido, e incluso debía admitir que molestado, su agarre tan confiado y ahora resultaba que cuando se apartaba tenía esa sensación, me estaba volviendo loco eso ya era seguro, fruncí un poco el ceño no por culpa del chico si no por mí, pero tras oír las palabras del mayor no pude evitar mirarlo y soltar una risa alegre y sincera mirando al mayor y negando con la cabeza -Pues déjame decirte mi feliz espía que te falta experiencia, eres muy ruidoso- mencioné jugando de muy buen ánimo -Aunque también me alegra haberte descubierto- afirmé dejando de reír pero manteniendo una pequeña y tímida sonrisa.

Caminé un poco apartándome de él y dándole momentáneamente la espalda para acercarme aun más al árbol y mirarlo con atención, pasando por encima de un par de raíces que se mostraban por sobre la tierra, ya de cerca se veía aun más especial, puse una mano sobre el troco, se veía pequeña a comparación de este que era simplemente esplendido, inhale profundamente notando ese aroma especial a bosque, a humedad, a vegetación, aunque con un toque de no sé qué que lo hacían aun más agradable, podía sentir la vista de Otoya fija en mi así que me giré para mirarlo -Ahora veo porque este lugar te resulta inspirador- dije con un poquito de emoción contenida, me alegraba bastante que él se hubiese tomado la molestia de compartirme su lugar secreto, noté en su mirar un deje de curiosidad, sus ojos parecían ser muy transparentes, bueno todo él parecía ser transparente y sincero, quizá era por eso que me sentía cómodo a su lado, era como si su alegría y familiaridad balanceara un poco mi personalidad que era en parte algo mas reservada y desconfiada.

-Salí a caminar un rato y pues me aburrí de seguir el sendero, la verdad es que nunca me ha gustado mucho seguir las cosas que ya están establecidas- confesé al tiempo que explicaba un poco lo que suponía era la razón de su curiosidad -Me adentré en el bosque y cuando menos me di cuenta había comenzado a correr, te parecerá tonto pero simplemente tuve el impulso de hacerlo, como si con eso esperase librarme de todas mis preocupaciones, me han pasado muchas cosas y como cualquier otra persona he tenido mis altibajos, supongo que solo quería un momento de libertad- finalicé, no decía demasiado pero sin duda era algo sincero, estaba confiando en él, algo que no lo haría con cualquiera.

Rodeé el árbol con pasos lentos pero intentando mantenerme siempre a la vista de Otoya hasta quedar de nuevo frente a él -Cuando te escuché pensé que era algún animal o un maleante o un guardabosques, mi imaginación a veces me juega malas pasadas- comenté riendo de nuevo y tras un momento de duda me animé a tomar su mano, jalándolo un poco para colocarnos cerca de una de las ramas del árbol, la más baja - El encontrarme contigo fue algo gratamente inesperado- finalicé mientras miraba hacia arriba.

-¿Has subido?- pregunté haciendo referencia obviamente al árbol, mirándolo con curiosidad, quizá la idea del mayor era sentarse tranquilamente a los pies de la planta para relajarse e inspirarse un poco y no iba a impedírselo de hecho esa idea me resultaba sumamente tentadora, por no decir además que la idea de sentarme a su lado simplemente escuchándolo hablar aumentaba esa tentación, pero por mi parte de primera yo quería subir al árbol y con esa pregunta esperaba algo así como una especie de aprobación puesto que después de todo sentía que ese árbol era suyo, aunque lo cierto era ya me las estaba ingeniando para ver como trepar.
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MensajeTema: Re: En el bosque {priv. Otoya}   En el bosque {priv. Otoya} EmptyDom Sep 16, 2012 8:05 pm

Por alguna extraña razón, de pronto sentía como si nos conociéramos desde tiempo atrás. Era una sensación extraña. Me refiero a que por fin lo escuchaba reír, y era como si no fuese la primera vez ¿me doy a entender? El tono de su voz y sus labios curveándose para reír de esa forma, me pareció extremadamente acogedor. Entonces negó con la cabeza, asegurándome de que era muy ruidoso. –Ya sé. –toqué con la punta de mi índice mi mejilla, tenía mucha razón en decir eso a pesar de que sólo hemos empezado este primer encuentro. Sus palabras hicieron que mi corazón diera un sobresalto que por poco logra enrojecer mis mejillas de un color más intenso que el de mi cabello. Me mordí el labio inferior durante un segundo, de nuevo mi vista se ubicaba en sus labios cuando hablaba.

De pronto, se alejó de mí; rodeó el árbol… mi árbol y mi lugar secreto; supuse que lo inspeccionaba, es decir, cualquiera lo haría. Este tercero, era algo especial. A veces me preguntaba cuántas personas lo habían descubierto, o cuánto tiempo había estado allí, alejado de sus demás compañeros; otras tantas, me alegraba de que únicamente se encontrara allí para mí, para mi propio beneficio. Sustancialmente, era un lugar donde podía relajarme, donde podía olvidarme de todo para reflexionar y dejar que las palabras surgieran con fluidez. Juraba que las ramas, en conjunto con el viento, formaban melodías dulces para mi oído, y, todas esas hojas caídas eran prueba de una nueva vida. El paso de las estaciones era rápido pero él parecía inmutable, siempre erguido en toda su altura, en todo su esplendor. Sencillamente, éste árbol “chaparro” era especial.

Mis ojos no se despegaron de Shinn pese a las poses que tomaba cuando iba caminando por entre las raíces, dejando un sonido muy leve tras cada pisada. De pronto sentí como si estuviésemos jugando. ¿Estaba coqueteándome? No, sólo era mi imaginación. Sí, eso era. Le sonreí cuando mi mirada se encontró con la suya y la acompañé con una risita. Ya lo dije, me sentía como en un juego. Yo no me había escondido, pero él me buscaba… y me encontraba.

Me sorprendí un poco cuando escuché su confesión. Apenas me caído en cuenta de que me había respondido lo que quería saber, casi como si me hubiese leído la mente. Quizá mi rostro era muy expresivo… o quizá él sentía que debía compartir su mensaje conmigo. Reí cuando dijo que había pensado en lo del animal, o atacante, o guardabosques. – No, no soy ninguna de esas. –afirmé entre risas. Por un segundo me imaginé de esa forma. ¿Me vería bien? ¿Estaría capacitado para ser un guardabosques? Porque definitivamente no sería un maleante y bueno, tampoco un animal. No. La música era lo mío. Siempre lo ha sido. Hemos sido compañeros desde que tengo uso de razón.

Mis ojos se abrieron un poco cuando sentí el calor de su mano de nuevo. Lo miré con duda durante un segundo, pero después de ese jaloncito, lo miré con emoción. Sus palabras sólo fueron el aderezo dulce a sus acciones. Me quedé fascinado de un instante al otro. Estaba decidido, escribiría alguna canción con éste chico de referencia. Con seguridad podía afirmar que las palabras saldrían incluso ya con un tono. Era tan rara la sensación pero tan familiar, que no hice más que abrazarla y aferrarme a ella, después de todo ¿qué podría pasar?

Lo escuché y de inmediato capté su idea. Dejé mi mochila a los pies del ejemplar frente a nosotros y solté su mano durante un segundo. Con la mirada le indicaba que me mirara, para que pudiese hacer lo mismo. A tan sólo medio metro de donde estábamos, había una pequeña abertura, donde bien podría caber un pie; este serviría como escalón y bueno, como realmente no era muy alto el tronco, la tarea era algo fácil de llevar a cabo. Entonces me apoyé en el tronco, en esa pequeña abertura y luego me sujeté con las manos de una rama baja pero fuerte, resistente. Balanceé mi cuerpo un par de veces, y con un impulso de las piernas en conjunto con mis manos, pude quedar de pie en la rama que había elegido. De pronto me sentí un mono, escalando sin dificultad. Y como tal, quise seguir jugando.

Me senté en la rama y flexioné las piernas. Me sostuve a la madera con las manos y con la parte trasera de las rodillas mientras hacía girar mi cuerpo. Ahora quedaba con la cabeza boca abajo y mi vista me indicaba que había dado un giro de 180º. Veía todo de cabeza y era divertido. La gravedad hizo que mi playera bajara un poco, dejándome parcialmente descubierto, pero no me importó. Me sostuve con firmeza únicamente con mis extremidades bajas mientras le estiraba las manos, brindándole mi ayuda para subir, aunque claro, parecía un mono colgado de una rama. Por suerte sólo fue mi playera y mi cabello lo que “cayó” debido a la gravedad. – Vamos, tómalas. –extendí mis manos en su dirección. Me sentía como un acróbata y bueno, estaba seguro de que no pesaba tanto, así que, con un poco de fuerza, lograría subirlo para que se sentara junto a mí… porque… lo quería cerca. Quería sentir de nuevo esa calidez, esa familiaridad tan desconocida para mi.
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MensajeTema: Re: En el bosque {priv. Otoya}   En el bosque {priv. Otoya} EmptyLun Sep 17, 2012 12:32 am

Era curioso como las cosas se estaban dando, ahora ambos hablábamos como si no fuéramos recién conocidos, como si toparse a la mitad del bosque fuese completamente normal para ambos e incluso sentí como si toda esta situación estuviese planeada por algo o por alguien, era extraño, me puse un poco nervioso mientras que mi corazón daba un “salto” de emoción o de advertencia, como si quisiera prevenirme o darme a entender algo que yo por más que me esforzaba no lograba comprender, me encontré de pronto preguntándome si Otoya sentiría lo mismo, esa especie de calidad entre ambos ¿O eran quizá alucinaciones mías? no, quizá no estaba del todo seguro si el mayor podía sentirlo pero me quedaba claro que la sensación era real.

Lo miré con un poco de extrañeza cuando soltó mi mano ¿Acaso le había molestado? deseché la idea de inmediato puesto que con tan solo una mirada me había indicado que le prestara atención, cosa que hice de inmediato, fijándome atentamente en la grieta sobre el tronco y en la manera tan hábil en la que el chico se apoyaba para subir, caminé un poquito más para disponerme a seguir sus pasos y subir cuando el otro se colocó de cabeza en la rama del árbol balanceándose juguetonamente , me detuve de inmediato mirándolo entre sorprendido, divertido y preocupado pues parecía un niño que juega a algo con ayuda del escenario y de su imaginación, reí un poco quizá ambos lo parecíamos -Oye ¿Qué crees que haces? se te ira la sangre a la cabeza, te caerás- le dije con leve toque de preocupación en la voz, regresando los pocos pasos que había avanzando para colocarme medio enfrente, medio debajo de él.

Y entonces no pude evitarlo, mis ojos se situaron de inmediato en la piel que quedó al descubierto cuando su playera se subió, me sonrojé y por más que intenté apartar la vista no pude hacerlo, lentamente lo recorrí con la mirada, pasando por su ahora descubierto abdomen a su rostro, adornado con esa sonrisa, con esa endemoniadamente linda sonrisa ¿Cómo podía sonreír de esa manera? ¿Por qué cuando el sonreía se veía tan fácil hacerlo?, no podía entenderlo, no me cabía del todo en la cabeza, pero en fin, seguí mirando llegando finalmente a su llamativo cabello el cual se movía grácilmente culpa del viento y la gravedad, avancé un par de pasos más hacia él, Otoya me parecía muy atractivo.

De pronto vino a mi cabeza la escena de una película en la cual, durante una noche lluviosa el superhéroe, y personaje principal, estando de cabeza es semi desenmascarado por su amada para recibir un beso en los labios, me sonrojé aun más cuando la imagen se distorsionó y me imaginaba a mi besando a Otoya en esa posición y eso no era todo, oh no, en el fondo no me desagradaba ni en lo más mínimo e incluso sentía el impulso de hacerlo, a tal punto que no supe exactamente en qué momento me había puesto de puntitas para poder a acariciar un poco lo que tenia al alcance del cabello del chico de una manera suave y casi cariñosa e incluso mi vista se había fijado en sus labios, se veían tan suaves, tan besables, de seguro así se sentían, de seguro ser besado por él debía sentirse maravilloso.

Me perdí completamente hasta que mis ojos se encontraron con los suyos y su voz me invitaba a tomar sus manos que amablemente me ofrecía para ayudarme a subir al árbol, me aparté y me sonrojé aun más de ser posible, ¡¿Pero en qué cosas estaba pensando?! Sacudí un poco la cabeza buscando despejarme un poco y tratar de centrarme en hacer cosas más coherentes y es que vamos ¡Recién conocía al chico! apenas y sabia un par de cosas sobre él y ya estaba fantaseando de esa manera, no, no, no, algo estaba mal conmigo, una cosa era que tuviera una amplia imaginación pero esto había sido demasiado, me regañé mentalmente mil veces, las mismas veces que aquella imagen se repetía cada vez con más fuerza, casi, casi grabándose en mi memoria al tiempo que mi sonrojo aumentaba, miré de reojo sus labios nuevamente... en verdad se veían bien.

¡Basta! ¡Suficiente!

Respiré profundamente cerrando los ojos por un momento antes de hablar -Yo… bueno… si, si, gracias- dije con nerviosismo antes de tomar sus manos con las mías, agradecí enormemente que no me sudasen las manos porque de no ser así estaría aun más avergonzando, lo sujeté con firmeza poniéndome de puntitas e impulsándome un poco para así con ayuda poder subir a la rama de la cual él estaba colgado.
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MensajeTema: Re: En el bosque {priv. Otoya}   En el bosque {priv. Otoya} EmptyDom Sep 23, 2012 3:42 pm

Intenté bajar un poco más sin soltarme de las piernas, al parecer todavía faltaba un poco de altura para alcanzarlo así que lo intenté. Bajé apenas un par de centímetros más.

De pronto, vi algo que me llamó de nueva cuenta la atención: su sonrojo. Lo observé y me di cuenta de que estaba sonrojado, y no despegaba la mirada de mi cuerpo semi-descubierto. Del mismo modo, sentí como un calorcito cubría mis mejillas, casi nunca me avergonzaba pero verlo, mirándome de esa forma, me hacían sentir abochornado. Sentí el impulso de cubrirme, pero me quité de inmediato ese pensamiento. Vamos, Otoya, no puedes avergonzarte por ese tipo de cosas.

Tragué saliva en un intento por reponerme instantáneamente. Entonces se acercó… y acarició mi cabello. Estaba de puntitas y apenas podía hacerlo pero yo lo disfruté, incluso cerré mis ojos, únicamente enfocándome en el toque de las yemas de sus dedos en mi cuero cabelludo. De nuevo un rayo me atacó, fue un ramalazo de familiaridad que me extrañaba, y era, ciertamente, completamente extraño. No llevábamos ni un día de conocernos y parecía como si llevara tratándolo todo una vida.

Cuando abrí mis ojos, sus orbes se encontraron con las mías, entonces le sonreí más amplio, todo lo que podía hacer era sonreírle, quizá, supuse, tendría miedo de subir o quizá no confiaba completamente en mí. – Confía en mí, te ayudaré a subir. –le dije. Pero un pensamiento me llegó rápidamente a la mente, uno que no pienso confesar de momento. Reí un poco, porque mis pensamientos a veces eran absurdos e inocentes a mi edad de 18 años. Probablemente Shinn también era un chico ingenuo, y de ser así, nos llevaríamos muy pero muy bien.

Pero entonces se aleja, sacude la cabeza … y regresa. Toma mis manos y yo me sorprendo. Termino increíblemente sorprendido de que esa calidez no se ha ido, sino por el contrario, regresa cada vez que nuestras manos, nuestros dedos se juntan. Me siento bien, y eso me confunde, me intriga. – Sujétate fuerte. –le pido. Tomé sus manos con firmeza mientras hacía balancear mi cuerpo, por supuesto, sin soltarme ni de una ni de otra. – Te voy a dar el impulso, y tú subes a la rama ¿de acuerdo? –le previne. Continué balanceando mi cuerpo hasta que cuando encontré un punto alto, le di ese impulso que necesitaba para subir. Caí en cuenta de que su cuerpo fuese liviano, muy liviano. Entonces esperé a que estuviera sobre la rama, para hacer un arco con mi cuerpo y lograr sentarme de nuevo en el brazo de mi confidente con hojas.

Reí de nuevo, de pronto me sentía como un animal. – Haha, disculpa, casi nunca suelo hacer este tipo de cosas. –era verdad. – Pero me sentí con ganas de hacerlo. –me giré para verlo y palmeé a un lado de donde me hallaba sentado, invitándolo a acompañarme. Quizá no había mucho paisaje para ver, pero me sentía tranquilo, y, si Shinn buscaba eso, entonces ese lugar era el indicado. – Por cierto, yo tengo 18 ¿y tú?
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MensajeTema: Re: En el bosque {priv. Otoya}   En el bosque {priv. Otoya} EmptyDom Sep 23, 2012 10:17 pm



Afortunadamente las cosas salieron bien y ninguno de los dos fue a dar al suelo al momento en que Otoya me dio el impulso para subir, me sujeté con firmeza de la rama acomodándome para no caer y sonreí un poco, me gustaba estar ahí arriba, además claro que ese “confía en mi” me resultó algo muy agradable, vamos se que sonaba tonto y que bien podría ser una frase vacía, pero en cuanto él la dijo me pareció tan sincera que solo pude sonreír un poquito más, disfrutando de esa calidez que el mayor me provocaba y tratando de no pensarlo mucho, después de todo ¿Qué podría pasar? a veces el punto estaba en simplemente vivir el ahora sin preocuparse mucho por lo demás.

Miré un poco el panorama, la altura no era demasiada pero aun así me pareció maravilloso, incliné un poco la cabeza hacia atrás para poder mirar hacia arriba, unas pocas ramas seguían más alto y después entre las hojas se veía el cielo y las nubes, estas aun moviéndose por culpa del viento, ya que aunque el sol ya había salido la mañana aun era bastante fresca. Por alguna razón supe que iba a regresar muchas veces a este sitio, bueno, siempre y cuando Otoya me lo permitiera, no me gustaría venir a escondidas a su sitio especial, no, cuando él se había animado a compartirlo conmigo, con un completo desconocido, quizá no era la única persona en ver este sitio o la primera a la que Otoya decidió mostrarle el árbol pero aunque fuese mínimo, todo el asunto ya tenía cierto significado para mí.

Finalmente me giré para mirar a mi acompañante, escuchándolo -No importa, fue divertido verte hacer eso fue algo muy espontaneo, además es lindo estar aquí arriba- mencioné al tiempo que me acercaba, cuidando de no caer, para sentarme junto a él, no demasiado juntos y no demasiados separados, con un espacio digamos… normal, me estiré un poco y traté de reacomodarme el cabello para después suspirar profundamente, tranquilidad eso era justo lo que buscaba y lo que estaba obteniendo, además para mi buena fortuna también disfrutaba de de una grata compañía, reí un poquito era algo así como un dos por uno, como un plus.

-¿Cuántos crees que tengo?- dije con una sonrisa recordando que siempre me veían de menos edad de la que realmente tenia, lo cual veces me fastidiaba ya que a mi parecer no me veía demasiado joven, fruncí un poco el ceño en una especie de berrinche, si, era bajito de estatura pero ¿Qué acaso era tan difícil diferenciarme con un niño de 12 años?, resoplé y tras unos segundos reí un poco, vaya líos en los que me había metido por eso. Me adelanté a la respuesta del chico, sin querer no era mi intención interrumpirlo o ser mal educado -Al menos en años no nos llevamos mucho, tengo 17- le respondí mirándolo a los ojos, -Así que si algo malo pasa es tu responsabilidad al ser mayor- agregué en son de juego, riendo un poco.

-Me habías comentado que escribes y tocas canciones ¿Exactamente que tocas? tienes manos de músico se notan de inmediato, o al menos esa es la impresión que me dan, tengo curiosidad saber que instrumento es- cuestioné ahora yo tratando de indagar un poco más en la vida del chico.


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MensajeTema: Re: En el bosque {priv. Otoya}   En el bosque {priv. Otoya} EmptyLun Sep 24, 2012 8:46 pm

Giré mi rostro y me topé con su mirada. Me decía que era divertido y lindo estar allí, en ese lugar, en ese preciso momento, y ciertamente lo era. Poco después aceptó mi invitación y se sentó a mi lado, tan sólo con unos centímetros distanciándonos. Pero… fui egoísta ¿saben? Tenía esa necesidad de estar un poco más cerca, así que me corrí, hasta que los dedos de sus manos y los míos se rozaron intencionalmente. Observé por un momento la forma de sus dedos, el cómo sus articulaciones se movían por debajo de la piel y del tejido. ¿A qué se dedicaría? Me pregunté.

Entonces me deja la respuesta a mí. Regresé la vista a sus orbes por un segundo y después lo recorrí con la mirada: empezando por su cabello, su entrecejo, su nariz, su boca, sus mejillas, su cuello… y aquí hice una pequeña pausa. Imaginé un par de cosas no tan inocentes y después tragué saliva, prosiguiendo con mi inspección visual. Entrecerré un poco mis ojos, para enfocar mejor: sus hombros estaban ligeramente anchos, y su espalda parecía tener la forma de una copa delgada, en V; bajé por su estómago ligeramente flexionado por la posición y después a sus piernas, sus rodillas, los pies. Todo. Lo observé de cabeza a pies, y viceversa. De hecho, me percaté ya muy tarde de que la respuesta había sido pronunciada unos segundos después.

Volví a toparme con su mirada así que sonreí de medio lado, mientras me inclinaba unos cuantos centímetros hacia enfrente, teniéndolo de más cerca. Rocé de nuevo mis dedos con los suyos, e hice un pequeño jueguito: con mi meñique acaricié el suyo y incluso lo rodeé con el mío. Me hallaba hipnotizado. Sus labios me tenían embriagado cada vez que se movían articulando palabras y produciendo sonidos que daban significados a símbolos gráficos u orales. Era como si a cada movimiento estuvieran pidiéndome que los tocara… era hipnotizante, magnético, atrayente…

No pude controlarme.

Cuando me di cuenta ya me hallaba invadiendo su espacio personal de nuevo. Entreabrí mis labios, como si fuese a responder a su cuestionante, pero sin tener verdaderas ganas de hacerlo. Me valía de mi confianza para acercarme y sentirlo… simplemente sentirlo. De forma completamente inexplicable e indescriptible, me sentía apegado a este chico, a esta persona desconocida para mí. Sí. Me daba miedo que me rechazara pero mi consciencia me seguía repitiendo que no habría nada qué perder, pues quizá esta era una de esas opciones que se nos presentan como “Ahora o nunca”.

Una ligera briza provocó que las hojas y ramas de nuestro (sí, ahora era nuestro) confidente mudo hicieran un sonido acogedor, así mismo, también despeinó un poco su cabello y el mío, pero yo no le tomé absoluta importancia he de ser sincero. Alargué mi mano y viré también mi cuerpo para acomodar ese mechón compuesto por hebras color castaño de las que era poseedor. Consciente o inconscientemente también acaricié su mejilla con mis dedos de forma sutil. El sentimiento se comparaba con el estar fascinado con una escultura hermosa, hecha por un artista magnífico que a su vez, era totalmente desconocido.

Incliné, centímetro a centímetro, mi rostro, hasta que pude sentir su respiración chocando contra la mía. Mi alrededor no contaba, ni producía sonidos, ni colores, ni emociones, lo único que yo podía ver y sentir era a Shinn, claro, con excepción de mi corazón palpitando rápido, con prisa, bombeando sangre a todo mi cuerpo y produciéndome ligeros toquecitos eléctricos en la espina, como si estuviese…
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MensajeTema: Re: En el bosque {priv. Otoya}   En el bosque {priv. Otoya} EmptyMar Sep 25, 2012 12:54 am

Me encontraba tan distraído en mis pensamientos y en el paisaje que apenas y me percaté que el mayor se había acercado para juntarse más a mi, fue hasta que sentí el roce entre nuestras manos cuando noté que ahora estábamos hombro a hombro. De nuevo la calidez, el cosquilleo y esa extraña sensación de afabilidad me invadió el cuerpo ¿Qué diablos estaba pasando?, lo miré de nuevo y esta vez además de la calidez me sentí extraño, me sentí observado y analizado, pero no de una manera incomoda o escalofriante, sino más bien de una forma curiosa, mis mejillas se tiñeron levemente de rojo y desvié la mirada dejando que Otoya me observara, después de todo yo mismo lo había hecho momentos antes mientras él colgaba del árbol y la verdad, admitía que no me molestaba del todo la situación por la que pasábamos, me apenaba, si, pero no me molestaba.

Le devolví la sonrisa algo tímida cuando finalmente sus ojos se encontraron con los míos, sentí curiosidad de saber qué cosas estaban pasando por su mente ¿Tendría ya una opinión sobre mi? ¿Le agradaría?. De nuevo me sorprendí cuando noté al chico más cerca de mí, bastante cerca, aun no entendía como podía distraerme a su lado tan fácilmente cuando él solo se limitaba a observarme, atento, sonriendo y en silencio, Otoya me alteraba sin siquiera darse cuenta, me confundía, quería preguntarle si sucedía algo malo, a lo mejor tenía algo en el rostro o en el cabello, quizá era por eso que no dejaba de mirarme, sin embargo no tuve tiempo de hacerlo, sentí una caricia en mi dedo pequeño que me hizo olvidarme por completo del cuestionamiento y por inercia bajé mi vista hasta nuestros dedos unidos en esa caricia. Con un movimiento lento giré mi mano apenas lo suficiente para poder apretar con mi dedo en una muy, muy suave presión el suyo, correspondiendo de esa forma a su caricia, a su calidez, era increíble como tan solo ese simple roce provocaba tal revuelo de emociones en mi interior. Todo esto comenzaba a asustarme y si, al mismo tiempo me encantaba. Sonreí bastante, al parecer las sonrisas de Otoya eran contagiosas.

Solté un tenue suspiro al tiempo que buscaba encontrarme con su mirada, ¡Él estaba aun más cerca!, me estaba poniendo nervioso, demasiado nervioso. Sentía la mente revuelta, como si mis neuronas estuviesen revoloteando completamente perdidas, sin ser capaces de centrarse y reaccionar de manera coherente, mi ritmo cardiaco iba en aumento, al igual que el cosquilleo que sentía. Mi piel fue más ágil y reaccionó de inmediato a la cercanía, esa reacción comúnmente conocida como piel de gallina, era una mezcla extraña, sentía calidez pero al mismo tiempo tenia escalofríos. Cerré los ojos cuando la brisa sopló juguetona, como acompañando al momento, como si crease una sinfonía que se acoplaba sutilmente a la ocasión, como si de pronto con esa brisa todo el mundo se detuviera por tan solo un segundo dejándonos disfrutar del momento juntos, de nuestra proximidad.

La caricia en mi mejilla me hizo temblar un poco, mientras que veía con secreta fascinación y como si se tratase de una cámara lenta, la manera tan sutil en la que Otoya se iba a acercando a mí, despacio, cautivadoramente, me sentí atrapado por él, por nuestras respiraciones buscando mezclarse, quería decir algo pero no encontraba las palabras, mi corazón estaba tan acelerado que incluso me pareció escucharlo latir mientras se unía a esos sonidos silenciosos que complementaban el instante. Miré sus ojos, su nariz y sus labios, ahora tan cercanos a los míos que parecía una extraña fantasia, sentí miedo y dicha al mismo tiempo, en mi mente pasó como un relámpago la imagen de nuestros labios unidos mientras que se enfrentaban polos opuestos de mis pensamientos, quería hacerlo, claro que lo deseaba ¿Pero debía? una parte me gritaba que si, que lo hiciera ya, y la otra insistía en que retomara una distancia entre ambos, que esperara, que podía salir herido.

Alguna vez leí que las mejores cosas de nuestra vida llegaban siempre de manera inesperada, mientras que las cosas que planeábamos con tanto esfuerzo, cuidado y anticipación estaban, en la mayoría de los casos, destinadas al fracaso. ¿Era esta una de esas situaciones?, dudé, quizá si ponía distancia ahora para intentar planearlo después ya no iba a ser posible, quizá jamás volvería a ver al chico como para planearlo ¿Entonces qué era lo que debía hacer? Cerré los ojos mientras me convencía en dejar fuera las inseguridades, el actuar siguiendo la lógica y las razones, y en darle bienvenida la locura y los impulsos. Subí mi vista, lo miré, nos miramos, y lo supe.

Lo siguiente de lo que fui consciente fue: que había terminado inclinándome hacia él, lo había mirado dejándome atrapar por sus ojos, y así finalmente, había roto completamente la distancia entre ambos, uniendo nuestros labios y siguiendo uno de mis arrebatados impulsos. Quizá era un error, quizá era tonto, inmaduro e inclusive peligroso, pero no importo, nada de eso me importó.

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MensajeTema: Re: En el bosque {priv. Otoya}   En el bosque {priv. Otoya} EmptyMar Sep 25, 2012 7:48 pm

¿Por qué actuaba de esa forma? Me lo pregunté una y mil veces. Sí, en efecto era una persona que tomaba confianza demasiado pronto, pero esto era pasarse de la raya. No podía explicarme el porqué me había tomado el tiempo de haber rozado y acariciado sus dedos (teniendo una respuesta altamente favorable, joder ¡qué emoción!), o de haberlos sostenido por un instante que parecía infinito pero que no le quitaba la esencia, y quizá precisamente por eso había parecido eterno, ilustre, interminable; ahora, tampoco podía evadir el hecho de que era causante o bien el culpable de que pudiese sentir ese golpeteo suave contra mi piel, aclarándome que era su respiración, la que chocaba contra la mía en un momento de intimidad, y de suma cercanía. Tampoco había tenido palabras qué decir, y probablemente esto radicaba en que no poseía el derecho de, justamente, decir algo; uno pudiese calificar como un momento en silencio en donde las únicas palabras que se escuchan son las de nuestras conciencias diciéndonos mil cosas, buenas y malas, al mismo tiempo que nos extraían de la realidad y nos hacían preguntarnos si era verdad o simplemente se trataba de un sueño. La realidad, ciertamente, era algo cruel y difícil de afrontar. Sin embargo, en este preciso momento yo no lo podía interpretar de tal forma.

Fueron sus orbes rubíes las causantes del pequeño salto producido dentro de mi pecho. Fue un segundo. Un segundo. Uno, en que pensé en lo malo que podría suceder o en lo bueno que podría acontecerse. Dudé y temí pero también confié y me atreví. Y, cuando pensaba extinguir esa distancia entre los dos, me hallé en la fascinante, sorpresiva y dulce sorpresa de que había sido él quien ahora tomaba partida y entraba a mi mundo, permitiéndome a su vez, entrar al suyo.

Durante un momento me quedé asustado, perplejo, sin saber qué hacer. Mis sentidos estaban únicamente dirigidos en Shinn y para fortuna o infortuna, lo disfrutaba. En verdad lo disfrutaba. Cerré mis ojos y di rienda suelta a mi imaginación, escapando a través de mis sentidos, como dice la canción. Me permití disfrutar de la suavidad de sus labios posados en los míos, pero no fue suficiente. Moví ligeramente los míos para sentirlos desfigurarse y moldearse; sencillamente me acoplé a ellos, abriendo, cerrando, probando y sintiendo.

De pronto me asaltó una idea terrible. ¿Estaría haciéndolo bien? Siendo sinceros era la primera vez que besaba a alguien. ¡Rayos! Estaba besando a un chico del que apenas sabía su nombre y su edad… pero… pero realmente no me importó mucho. No me importaba lo que fuera en el presente o lo que fuese en su pasado, éste momento era suyo, mío… de nosotros. Era nuestro momento. Así que me dejé llevar, desechando con facilidad esas ideas, esas dudas y prejuicios.

Y, como había hecho anteriormente, acaricié sus dedos con los míos, robándome en parte su calor, y también brindándole el mío. Era un cúmulo de sensaciones de las que poco entendía pero que absolutamente me gustaban. Y quería más. Deseé, por primera vez, que este momento no terminara.

Nadie podía quitármelo, ni nadie podía borrarlo así nada más. Ahora era un momento grabado en la historia, uno que me encargaría de atesorar, de guardar en mi memoria con recelo. Esperaba que Shinn hiciera lo mismo. Tenía la esperanza de que todo esto también adquiría significado y que no sólo era un pequeño contacto con un extraño. No. Curiosamente, pasó por mi mente la idea de pertenecer a su vida y no sólo relacionarme con él sino más bien interrelacionarme por completo. Quería conocer sus gustos, sus miedos, sus metas y sus fracasos porque… porque esa maldita familiaridad que sentía, ese “apego” era indescriptible. A cada momento me llamaba y yo simplemente no podía rechazarlo. No quería rechazarlo. Quería saberlo todo… quería todo de él ¡y ni siquiera sabía porqué!
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MensajeTema: Re: En el bosque {priv. Otoya}   En el bosque {priv. Otoya} EmptyMar Sep 25, 2012 10:50 pm

Pánico. Fue lo primero que sentí cuando tras posar mis labios en los suyos sentí su sorpresa, su duda y su miedo, no se movía, no reaccionaba, me regañé, fui algo brusco al acercarme, de inmediato pensé que me había equivocado, ¡Carajo me había me equivocado! Lo había arruinado por completo, de seguro ahora el chico me apartaría diciéndome que jamás quería volver a verme, que me fuera y que se arrepentía de haberme enseñado el árbol que era tan especial para él, pero eso no era lo peor, no, lo peor era que ahora que había conocido la calidez de sus labios, ahora que me había arriesgado a probarlos y a sentirlos mínimamente, ya no iba a ser capaz de borrarlos de mi mente y como si se tratase de un silencioso pacto, que sus labios sellaron contra los míos, me sentí condenado y atrapado en ese contacto.

Todo eso pasó por mi mente en tan solo unos cuantos segundos. Mis labios temblaron un poco, ya pensaba en separarme y enfrentar los hechos cuando de pronto sentí una presión, un movimiento ¿Acaso me correspondía? no, no sólo correspondía al contacto, él… él… abrí los ojos sorprendido ante lo que estaba pasando ¡Otoya me estaba besando! Todos los pensamientos anteriores se desvanecieron con la misma rapidez con la que habían llegado dejándome aun más confundido que antes, el corazón se me aceleró aun más, por un momento contuve la respiración mientras que sentía una descarga eléctrica recorrerme la espina unida a una sensación ligeramente vertiginosa, ¡Me estaba besando! ¡A mí! ¡A un chico! ¡A un completo desconocido! mi mente más confundida que nunca me mandó una única orden: Responde.

Relajé un poco mis hombros y volví a cerrar los ojos dejándome llevar por el movimiento de sus labios, respondiéndolo, uniéndome a el con la misma sutiliza con la que se presentaba, era algo suave, cálido y atrayente, sus labios tenían ese algo más que deseaba descubrir, eran justo como había imaginado que serian. Moví mis labios buscando acoplarme a los suyos, cosa que no fue demasiado difícil, no era un acople perfecto pero era precisamente eso lo que lo hacía tan adictivo y a pesar de que no era un beso apasionado o en extremo experimentado, para mí fue simplemente… perfecto.

Enlacé mis dedos con los suyos al tiempo que alargaba el contacto lo más posible, llevando al límite mi respiración, no quería que terminara, no quería que ese instante se fuera cual sueño al despertar, pero el oxigeno era necesario así que no me quedó más remedio que separarme lentamente de él, con mis ojos aun cerrados inhalé despacio y profundo mientras poco a poco iba regresando a la realidad, tomándome un momento antes de abrir los ojos.

Llevé mis dedos a mis labios pero me detuve antes de tocarlos, aun quería mantener la sensación de los labios de Otoya contra los míos, así que en su lugar, llevé mi mano a mi pecho, que subía y bajaba a causa de mi agitada respiración que poco a poco iba normalizándose, sentí mi corazón, latía, latía con una intensidad que me dejo sorprendido, me sonrojé bastante mientras miraba al chico y me daba cuenta completamente de lo que recién había sucedido, suspiré intentando comprenderlo, pero no pude, no lo entendía.

Había sido algo tan diferente, tan… especial, no era la primera vez que besaba a alguien o la primera en la que era besado, pero a largo de vida solamente había experimentado una sensación igual en dos ocasiones y la primera de ellas había terminado mal, por lo cual ahora estaba confundido, me había gustado y me quedaba más que claro que de tener la oportunidad lo haría de nuevo, no me arrepentía pero… estaba asustado, temía volver a sentir tal apego por alguien para que después todo se esfumara con el viento, miré a Otoya y le sonreí, de inmediato sentí ese cosquilleo, esas ganas de adentrarme en su vida, en su mundo, de conocerlo, de besarlo nuevamente, de aferrarme a la calidez que desprendía, a ese sentimiento agradable que tenía cuando él estaba cerca de mí, sabía que era una gran oportunidad la que se me estaba presentando, no sabía bien porque o para qué, pero era importante e única.

Tienen que ocurrir muchas cosas para que dos personas se conozcan, después de todo ¿Quién sabe con certeza lo que empuja a dos personas a encontrarse?, en mi mente resonaron las palabras que alguien muy querido me había dicho alguna vez “Hay alguien para ti” ¿Era él? ¿Era este el momento? no entendía nada, era cierto que no quería perder la calidez, que no quería perderlo tan fácilmente y sin embargo…

-Lo siento- solté de pronto sin siquiera saber la razón, en realidad no había querido decirlo, simplemente las palabras salieron solas de mi boca, estaba algo aturdido, muchas emociones en muy poco tiempo.
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MensajeTema: Re: En el bosque {priv. Otoya}   En el bosque {priv. Otoya} EmptySáb Sep 29, 2012 12:04 pm

El tiempo pasó demasiado rápido para saber lo que se venía después, me hallaba demasiado embriagado por la situación, y probablemente por esa misma razón no pude darme cuenta de lo que sucedía. El chico se separaba de mí lentamente, obligándome a abrir los ojos y regresar de golpe a la realidad. Lo vi tomar aire como si de verdad lo hubiese necesitado.

Por mi parte me sentía tranquilo, a gusto, incluso algo emocionado porque quería más de él, y por supuesto no estaba conforme. En comparación, era como si me quisiera comer el mundo a bocados, figurando que era un pequeño dulce, uno que se disuelve en la boca y termina dándonos un sabor inigualable. Así era. Así lo sentí.

Me percaté de que se arrepintió al último momento: no tocó sus labios, sino más bien se llevó esa mano, hacia su pecho y allí la mantuvo. De nuevo me pregunté si se encontraría bien. Quizá se había sentido mal o tal vez yo no lo había hecho bien… y, en un caso muy remoto, y deseaba porque así fuera, era su primer beso. No. Imposible. Seguramente él ya había sido besado por alguien más… un ligero sentimiento de decepción se apoderó de mí. Repito, entre el chico y yo había cierta familiaridad que no lograba comprender, pero no me malinterpreten, yo la abrazaba y me dejaba llevar por ella pues continuamente me decía a mi mismo que nada malo podría suceder; aunado a ello, estaba segurísimo de que no era el único sintiéndolo de esa forma. No podía ser el único.

Entonces volteó a verme y sonrió. ¡Sonrió!

Me dije a mi mismo que estaba equivocado, le había gustado y de no ser así, me encargaría de mejorarlo porque oh, señores, éste no sería el primer contacto que tendría con Shinn. Me aseguraría de que no fuese así, y he de presumirles que si me pongo una meta, aún si tardo mucho, siempre logro cumplirla. Poseía la determinación de hacerlo y, sin ver al chico como un objeto, lo quería, en serio lo quería. Dejaría de preguntarme por qué y empezaría a actuar. Me dejaría llevar por los brazos del destino y sencillamente disfrutaría; de eso se trataba, de disfrutar lo bueno y lo malo.

Algo extraño ocurrió de nuevo. Se disculpó. ¿Por qué…? ¿Por qué se disculpaba? ¿Por besarme, acaso? –¿Por qué…? –dejé la pregunta al aire durante unos segundos esperando su respuesta pero entonces comprendí. Íbamos demasiado rápido y todo eso podía ser más hiriente que abrumador, después de todo las emociones son diferentes para cada individuo, incluso para lidiar con ellas, es todo un proceso. Entendí. –Sólo no me odies ¿sí? –le pedí. Suspiré ligeramente y miré hacia el frente. Por fin podía sentir el viento suave chocando contra el cuerpo, contra las hojas y ramas del árbol. El cabello movía suavemente, como pequeñas y sutiles caricias.

Inhalé profundo y después dejé que ese aire escapara lentamente. – Shinn. –lo llamé. – Sabes por qué te quise enseñar este lugar? –hice una pequeña pausa, dejando la respuesta abierta. – Fue porque confío en ti. –alcé la mano y toqué mi pecho para después hacer una especie de puño con mi mano izquierda pues la otra, apenas caía en cuenta de que se encontraba unida a la suya. No nos habíamos separado un instante; me alegré por ello. – Y también estoy confiando en esto que estoy sintiendo. –alcé ligeramente mi vista, intentando mirar el cielo directamente encima de mí, pero era imposible. Éste se veía opacado por lo tupido de las hojas y ramas del árbol enano. – Este es un lugar tranquilo y nadie viene por aquí. Desde que lo conocí me pregunté si éste –bajé mi mano y palmeé la madera con cariño- se sentía solo. Entonces cada que puedo y necesito de su compañía vengo aquí. –suspiré recordando las incontables ocasiones en que me había venido hasta semanas completas, con la única esperanza de encontrar tranquilidad, inspiración y suplicio para mi mente. – En este lugar no hay dolor ni tristeza. El mundo se desvanece entre los árboles para recordarnos que la mejor de las vidas únicamente se puede tener si estamos en paz con nosotros mismos y con nuestro entorno. –finalicé.
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MensajeTema: Re: En el bosque {priv. Otoya}   En el bosque {priv. Otoya} EmptySáb Sep 29, 2012 5:14 pm

Resoplé, vaya que yo solito tenía una capacidad fabulosa de hacer de la cosa más sencilla un lío, en casi todos los aspectos. Como fuese, no me agradó ni en lo más mínimo ver esa expresión en el rostro del mayor, decepción, quería explicarle pero simplemente no hallaba como, él me interesaba, en verdad me interesaba pero había sido todo tan repentino que todavía no terminaba de diluirlo, era complicado, aunque yo deseaba ser un poquito más abierto con las personas lo cierto era que me tomaba un poco más tiempo, aunque creía que con Otoya iba por un buen camino, digo, ya nos habíamos besado eso de seguro eso significaba algo ¿No? si, debía significar algo cuando con tan solo recordar el momento el corazón me daba un brinco y mis mejillas se tornaban de rojo.

Se me adelantó dando un suspiro y no me dejó responder a la pregunta del porque, lo miré más sorprendido que antes ¿Odiarlo? ¿Yo? ¿A él? No, imposible, no tenía razones para odiarle y aunque las tuviera jamás podría sentir tal cosa hacia nadie y mucho menos hacia Otoya, ni aunque tratara, eso era imposible. Bajé la mirada sintiéndome algo culpable, el chico se portaba lindo conmigo y yo me encargaba de arruinar el momento. Sucedía que desde el primer saludo de Otoya y esa primera sonrisa que me otorgó supe que sería especial en mi vida, que hubiera corrido como loco cuantas veces fuera necesario con tal de encontrarme con él y que ahora que ya lo conocía, o más bien que empezaba a hacerlo, salía a relucir esa parte egoísta en mí, no quería dejarlo ir, no quería que se fuera de mi lado, lo quería conmigo, para mí y por mí. Me sorprendí ¡Demonios! ¿Desde cuándo yo era tan… no sé... posesivo? fruncí el ceño, ahora que lo pensaba con más detenimiento, si lo odiaba, en realidad tenía muchos motivos para odiarlo y sorprendentemente lo hacía pero por ahora no quisiera mencionarlos, ya había causado demasiadas dudas como para así de la nada soltarle que lo odiaba ¿O... me odiaba a mi?, bueno algo así, como sea olvidemos eso.

Me giré a mirarlo en cuanto me llamó, por mi nombre, era la primera vez que él me llamaba por mi nombre desde que nos encontramos, podría sonar tonto y en extremo cursi pero me había hecho sentir especial, como si nombre adquiriera otro significado, otro valor, incluso sentí que mi nombre sonaba más bonito cuando él lo decía y estuve seguro de que nadie me llamaría o pronunciaría mi nombre justo como Otoya lo hacía, con esa calidez pero al mismo tiempo con decisión en la voz, con esa voz tan hipnótica que lograba atrapar mi atención, me gustaba. Negué suavemente con la cabeza respondiendo un muy apenas audible no, más por inercia que por decisión, sus palabras me dejaron atónito, tanto que no me atreví a interrumpirlo ni una sola vez, me dediqué a escucharlo y observar cada uno de sus movimientos desde la expresión de su rostro, hasta su mano y su cabello movido por viento, posé mi vista en el tronco del árbol y sonreí, lo comprendía, por alguna extraña razón ahora comprendía.

-Me gusta, hay muchos árboles pero este en especial te da una sensación diferente, como si vieras reflejado una parte de tu propio ser en el, así tan único pero a la vez en medio de todo lo demás, justo como nosotros, es como si su presencia, como si el sonido que lo envuelve, te recordara que no todo gira alrededor de una sola cosa, que no todo gira alrededor ti y eso aligera tu carga interna, te da tranquilidad- mencioné cerrando los ojos y apretando un poco la mano del chico unida a la mía -Ahora entiendo porque eres músico, tienes algo así como un don, haces que tus palabras lleguen al corazón de alguien más, al mío por ejemplo- mencioné con una sonrisa cálida, me apegué un poco más a él, lo suficiente para alcanzar su oído.

-Te aseguro que siento algo por ti, algo tan intenso que no creo poderlo explicar ahora- le susurré - Es solo que por culpa de mis sentimientos he causado tanto daño a otras personas, a mí mismo, que no se si pueda soportarlo una vez más- confesé en un susurro aun más bajo, pegué mi nariz a su mejilla en una sutil caricia que se deslizó suavemente hacia abajo, al tiempo que me acomodaba para darle un casto beso en los labios, un roce al cual no pude resistirme -Pero al mismo tiempo siento que si no me arriesgo estaré cometiendo uno de los peores errores de mi vida- finalicé hablando en voz baja contra sus labios, separados de los míos por tan solo milímetros, sin duda iba a ser difícil para ambos, pero si él confiaba en mí, yo confiaría en él.



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MensajeTema: Re: En el bosque {priv. Otoya}   En el bosque {priv. Otoya} EmptyDom Sep 30, 2012 8:38 pm

Suspiré ligeramente después de hablar, de momento regresaba mi vista hacia el frente, enfocándome en otros árboles, unos más lejos que otros; el sutil viento que se hacía del clima apenas mecía las coronillas de éstos, produciendo un sonido agradable que daba la sensación de tranquilidad pero a la vez de algo emocionante, algo a la expectativa. Escuché atento a lo que me comentaba en respuesta a mis palabras. Era cierto. El mundo no giraba en torno a nosotros, y a veces el comprenderlo era un proceso lento y difícil, de hecho, muchas personas adultas ni siquiera logran salir de esa idea, pero en fin, no nos desviemos.

Apretó apenas mi mano así que hice lo mismo, reafirmando mi presencia, transmitiéndole mi seguridad de alguna forma. –Gracias. En realidad me gusta ayudar a la gente, así que desde que era pequeño tuve la motivación para escribir canciones que hicieran sentir mejor a los demás. –confesé. Y era cierto. Desde que tenía uso de razón me encantaba la música; disfrutaba de ella o también me ponía a bailar mientras la escuchaba, pero siempre, sin excepción, la música me hacía sentir algo muy dentro de mí. Cuando me ponía triste tan sólo bastaba poner en mi reproductor una canción y al cabo de unos minutos ya me sentía mucho mejor, y entonces me levantaba y sonreía. Quizá por eso mismo sonreía con tanta frecuencia…

Me hizo estremecer con ese roce. No sólo era su voz la que me hacía entrar en cierto trance, sino también eran sus pequeñas caricias, íntimas y dulces. Miré su rostro, desde mi posición y sonreí apenas. Había atinado al clavo, sus palabras me lo confirmaban: no era el único sintiendo aquello. Guardé silencio, intentando comprender todo lo que significaban sus palabras, pero continuamente me preguntaba quién lo habría herido, o a quién habría lastimado. Ciertamente, los pensamientos suelen lastimarnos mucho más que un golpe. Rogué mentalmente que fuese eso pues no podía soportar la idea de que alguien le hubiese puesto la mano encima. Aún si todavía seguíamos siendo “desconocidos”, no deseaba que nada lo lastimase. Desde el instante en que lo besé decidí que sería yo quien me encargaría de protegerlo de todo mal, pero no sólo eso, también me convertiría en su espada, para luchar contra la adversidad. Rayos, tenía tantas ganas de formar parte en su mundo que ni siquiera pude responder ese beso tan… inocente.

Me incliné de nueva forma hacia él, hacia Shinn, y besé sus labios una vez más. Me sentía seguro entre ellos y, extrañamente, no temblaba. No había miedo ni confusión sino todo lo contrario, me encontraba en paz y con seguridad, era como si… como si estuviese en mi hogar. Me separé apenas, y pasé mi mano libre por su mejilla, acariciando con mi pulgar su pómulo y después besándolo en la frente con cariño. –Corre el riesgo conmigo, por favor. –le pedí. Con cuidado bajé mi mano y la posé allí, en su mentón sin dejar de observar sus orbes color rubí. –Sé que no me conoces mucho, ni yo tampoco te conozco tanto. Pero si de algo estoy seguro es que no podemos ignorar esta oportunidad. –sonreí de nuevo, ampliamente y de forma sincera.

Poco después asentí, se me había ocurrido algo que probablemente nos ayudaría para no estar en esa cuerda floja de incertidumbre, duda, o miedo. –Contestaré todas tus preguntas, y tú las mías. –reí bajito, todavía estaba muy cerca de su rostro por lo que podía sentir el calor que de su cuerpo emanaba y se sentía sumamente agradable. Podría acostumbrarme a él, me dije. –Como una especie de verdad o reto. –entonces solté su mentón y besé su mejilla, tardándome en el acto. Pese a que deseaba que fueran sus labios, me di cuenta de que avanzábamos rápido, demasiado rápido, así que por el momento con ese contacto estaba satisfecho. Sólo el tiempo decidiría si nos acercaríamos más, y por ende, nos dictaría si nuestros destinos estaban unidos como pensé que estarían. –Qué me dices, ¿aceptas?
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MensajeTema: Re: En el bosque {priv. Otoya}   En el bosque {priv. Otoya} EmptyLun Oct 01, 2012 7:05 pm

Le sonreí dejándome llevar de nueva cuenta por su beso, correspondiéndole sin resistirme, sin preocuparme, sintiéndome feliz por ser parte de ese momento tan íntimo, disfrutando de sus labios con simpleza, sin pensar en nada más. Le devolví la mirada con un destello de emoción mientras me sonrojaba un poco, me gustaba besarlo, tener esa iniciativa de buscar un contacto, pero me gustaba aun más que él me besara, que me correspondiera, todo era tan raro. Y luego como si no tuviera ya demasiado, el chico me besaba en la frente, me acariciaba la mejilla como si tratara de grabarme en su mente, o al menos eso quería pensar, puesto que yo intentaba grabar en mi memoria esos gestos de cariño, el roce de su mano y de sus dedos en mi piel, los cuales, cálidos y sutiles, no quería olvidar, no quería que esa sensación se fuera para no volver.

Me pedía que me arriesgara, que no ignorara lo que nos estaba pasando, solté un suspiro mientras escuchaba de nueva cuenta el ruido de las hojas de los arboles, en ocasiones me preguntaba si en realidad las cosas eran tan complicadas o si era yo el que las hacia complicadas, creo que me hacía esa pregunta demasiadas veces, deberán perdonarme pero es inevitable, quizá fuera una mezcla de ambas cosas, una parte la causábamos nosotros y la otra estaba fuera de nuestro control. Ignorarlo seguramente era más fácil pero… al diablo con todo, le sonreí igualmente, respondiéndole de esa forma, sin la necesidad de palabras. Me arriesgaría y punto, no había más.

Sonreí internamente por las palabras del mayor, me agradaba que pensara de esa manera, que quisiera ayudar a la gente, por un momento trate de visualizarlo como un médico, después de todo ellos también tenían esa voluntad de ayuda y sin embargo me pareció que no le quedaba del todo bien, fue como si le hiciera falta algo. A mis ojos, Otoya era especial porque no buscaba tan solo un bienestar físico o mental, si no algo más allá, la gente decía que la música era la medicina del alma, quizá tenían razón ya que muchas veces la música, una melodía, o una canción lograba mover tantas cosas en ti hasta el punto de hacerte sentir mejor que cualquier medicina. Me quedé quietecito al recibir ese beso en la mejilla, me dio una gran tranquilidad y seguridad sentirlo, me hizo creer que teníamos tiempo, que él se quedaría a mi lado, a partir de ese momento estaba permitiéndole la entrada a mi mi vida, a partir de ese momento ambos estaríamos expectantes por un futuro con vistas prometedoras.

Lo miré enarcando una ceja, Otoya había sonado algo mandón, no demasiado y probablemente sin esa intención pero así había sonado,reí un poco por su idea, no me resultaba del todo mala, así que solté su mano lentamente, sintiendo algo así como un vacío ¿Tan pronto mi piel se había acostumbrado a su calidez? todo indicaba que sí. Tomé un poco de distancia, alejándome de él para intentar subir las piernas a la rama del árbol, ayudándome con el agarre de mis manos para medio quedar acostado sobre las rama del árbol sin caerme y con la cabeza sobre las piernas de Otoya, así podía mirar hacia la copa del árbol y hacia el poco cielo que quedaba al descubierto, cerré los ojos sintiendo el viento, era una posición cómoda, no lo hacía con intenciones de coquetearle o algo parecido, más bien estar recostado me ayudaba a sentirme más relajado, y claro al estar ambos en la rama…. el espacio… bueno solo esperaba que no le molestara.

Me moví hasta encontrarme cómodo y seguro, vamos tampoco quería caerme del árbol eso sería doloroso y además vergonzoso, abrí los ojos y miré a Otoya con tranquilidad mientras asentía -Bien verdad o reto entiendo el concepto- le dije -Empiezo yo, ya que ignoraste mi otra mi otra pregunta- mencioné recordando la pregunta que quedó sin responder, la pregunta que él había ignorado olímpicamente, la que le hice justo antes del beso -¿Qué instrumento tocas?- volví a preguntar sin dejar de mirarlo e impulsándome un poquito para mirar por un momento sus manos, debía ser algo que requiriera de habilidad, bueno, todo instrumento requiere de alguna habilidad pero de seguro debía ser algo más complicado que tocar no sé, un pandero por ejemplo, me daba la impresión que el chico tenia manos hábiles así que me tomé la libertad de fantasear un poco mientras esperaba por su respuesta -Si… si hay algo que te moleste que haga o que te pregunte dímelo- agregué cayendo en la cuenta que estaba muy cómodamente sobre él sin siquiera haberle pedido permiso.
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MensajeTema: Re: En el bosque {priv. Otoya}   En el bosque {priv. Otoya} EmptySáb Oct 06, 2012 12:17 pm

De pronto, Shinn soltó mi mano. Sentí un ligero vacío, como si algo me faltara para estar completo. Casi rió por lo bajo de tal pensamiento. Aunque le había dicho que confiara en mí, yo también tenía mis miedos y mis inseguridades, sin embargo, me negaba a mostrárselas. Yo sería quien daría el primer paso, el que me enfrentaría ante el miedo y terminaría venciéndolo, para darnos paso a un camino que parecía sólo hecho para nosotros.

Regresé a la calma cuando recostó su cabeza sobre mis piernas, y el resto de su cuerpo lo dejó descansando sobre la rama del árbol que seguro podría sostener eso y mucho más. No. En absoluto me molestaba, de hecho sentía cierta cercanía al estar de esa forma, por lo que, tomando en cuenta su “permiso” implícito, acaricié su cabello castaño con las yemas de mis dedos mientras pensaba en que tenía razón. Anteriormente lo había ignorado y me había dejado llevar por el impulso de besarlo; pese a que no me arrepentía, había sido algo descortés de mi parte. – Lo siento. –me disculpé rápidamente. – Y pues toco la guitarra y el piano. Tengo un par en mi cuarto, y el piano… bueno, no tengo uno pero cuando voy a las prácticas de la banda, puedo utilizarlo. –Oups. Había dejado salir el “pequeño secreto”. Bueno, ni tan pequeño. Sí, era integrante de una banda de idols, pero por el momento estábamos cada uno, intentando “agarrar” algo de inspiración para poder escribir las letras de nuestro siguiente disco. Era un trabajo muy gratificante pero a veces también exigía todo de nuestras vidas (tiempo, descanso, etc.).

Volteé a verlo un segundo y le sonreí tenuemente. – Y tú, Shinn. ¿A qué te dedicas? –pregunté al momento de que ladeaba ligeramente mi rostro, mostrándome quizá un tanto curioso. Ahora que me ponía a pensar, sinceramente no conocía absolutamente nada del chico. Lo había besado, sentía esa necesidad de estar cerca suyo, pero ¿quién podía asegurarme de que no se trataba de un ladrón, o peor, un asesino? No, no. No podía ser. Shinn no se veía de ese tipo. Me negué rotundamente a que fuera un hombre de mal. Lo idealicé un poco, pensando en que iba quizá a la escuela, provenía de una familia normal, tendría quizá un par de hermanos menores, y seguramente era el “top” de su clase. Por eso había corrido. Quizá ese cúmulo de emociones, de frustraciones y de estrés lo habían obligado a salir de su rutina para encontrarse consigo mismo; o tal vez… tal vez deseaba simplemente escapar.

Me preocupé. ¿Cuál podría ser el motivo, realmente, que lo había llevado hasta aquí, conmigo? ¿Por qué trataba tan desesperadamente de huir, de alejarse de todo y de todos? Pero no era mi turno de hacer doble pregunta. Así que esperé, ya después traería el tema a flote.
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MensajeTema: Re: En el bosque {priv. Otoya}   En el bosque {priv. Otoya} EmptyDom Oct 07, 2012 12:42 am



Sonreí un poquito por la caricia recibida en mi cabello, era en verdad agradable, volví a cerrar los ojos limitándome a escuchar y sentir a Otoya, esperando no adormilarme debido a la brisa del viento y a sus caricias, así que había acertado, algo que requería habilidad manual, mi mente había pensado en el piano pero ahora que lo mencionaba, claro que lo imaginaba tocando la guitarra y me pareció que le iba muy bien. -Vaya, eso explica tus manos- dije abiertamente, ahora entendía porque me gustaban tanto -Debe ser difícil tocarla ¿No? me encantaría escucharte algún día de seguro es maravilloso- comenté sincero ya que en verdad deseaba escucharlo tocar y cantar además que… un momento, alto, ¿Banda? ¿Dijo banda?, me tensé ligeramente mientras fruncía el ceño sin abrir los ojos, así que el chico era integrante de un grupo, eso explicaba muchas cosas, como por ejemplo su facilidad para comunicarse con los demás y también esa sencillez con la que sonreía de seguro era más que nada porque ya debía estar acostumbrado, el público, los fans, él debía siempre dar una sonrisa, después de todo supuse que era parte de su imagen.

Por un segundo me sentí desilusionado al pensar que esas cálidas sonrisas eran tan solo una farsa aprendida por profesión, aunque de inmediato descarté esa idea de mi mente, no, no eran falsas, no podían serlo, yo era alguien observador, casi siempre, y si bien no leía del todo las verdaderas expresiones de la gente lo cierto era que en la mayoría de los casos sabia detectar cuando una emoción era simulada y en definitiva las de Otoya no me resultaban falsas, su sonrisa, su mirar, sus besos... no, él era sincero, lo sabía, podía sentirlo. Aunque mi mente no tardó en pensar en algo más.

Si él era músico, famoso, perteneciente a una banda, eso significaba que como cualquier otro debía tener una agenda apretadísima, quizá andaba de un lado para otro, firmando autógrafos, dando conciertos, quizá hasta de gira ¿Seria este el caso? ¿Una gira o algo similar? divagué un poco y lo imaginé junto otros chicos sentado en una larga mesa mientras una fila aun más larga de fans estaba a la espera de recibir un autógrafo, lo visualicé ahí, guapo y sonriendo mientras se tomaba fotos y firmaba cuadernitos, discos y playeras, por no mencionar otras “zonas”, y fue entonces cuando lo sentí, sentí una extraña molestia en mi interior, no… no podía ser, acaso… ¿Acaso eso que sentía eran celos? no quise creerlo, eso no era posible, resoplé un poco cuando otro pensamiento vino a unirse a los demás, por un momento sentí que el alma se me fue al piso, ¿Y si él estaba de paso? ¿De gira por algunos días solamente? ¿Eso quería decir que lo perdería? me negué rotundamente a esa idea, no, no podía perderlo, no quería perderlo, sin importar si al final resultábamos ser solamente amigos, la simple idea de no volver a saber nada más de él me resultaba aterradora, era un riesgo demasiado alto.

Solté un suspiro, ¿Qué me sucedía? pensar todo eso en tan poco tiempo, de verdad ya estaba algo loco, inhalé profundo y abrí los ojos para mirarlo, justo a tiempo para encontrarme con los suyos, me tranquilicé, de momento teníamos tiempo así que ya me encargaría de hacer las preguntas adecuadas en cuanto tuviese la oportunidad justo ahora debía concentrarme en responderle, cosa que predije no iba a resultar fácil ya que la pregunta que me había hecho aunque de apariencia simple tenía un trasfondo complicado, y es que ¿Qué iba a decirle? -“ah pues… trabajo en un bar, aunque antes trabajaba en algo así como agente cazador de mafiosos, cosa que bajita la mano planeo volver hacer, un loco asesino anda tras de mí y dedico mi tiempo libre averiguar por qué razón, ah, y también estudio”- no, eso sería demasiado, había que pensar simple, contestar solo que me había cuestionado ya le explicaría con el paso del tiempo todo lo demás.

-Pues básicamente a lo normal de un chico de mi edad supongo, estudio un poco y por las noches trabajo como mesero en uno de los bares de la ciudad- le respondí con voz tranquila como si en verdad fuera lo más normal del mundo, e inclusive sonriéndole un poco aunque con algo de nerviosismo -quizá algún día puedas pasarte por ahí, las noches se ponen interesantes podrías hallar inspiración, no se- sugerí y era cierto, en el bar pasaban demasiadas historias, había gente de todas clases y pues quien sabe, quizá el mayor podría encontrar algo interesante.

-Mi turno, dime entonces ¿Puedo presumir que me besó una celebridad?- dije jugando un poquito -Bromeo- dije antes de que me respondiera, quería saber cosas más simples -¿A qué edad decidiste que querías ser músico?- me animé finalmente a cuestionarle.



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MensajeTema: Re: En el bosque {priv. Otoya}   En el bosque {priv. Otoya} EmptyMiér Oct 10, 2012 8:29 pm

¿Mis manos? ¿Acaso las yemas de mis dedos serían muy duras? –Ah, ¿te molesta que acaricie tu cabello? –pregunté un poco inseguro. Verdaderamente me había tomado la libertad de acarícialo sin siquiera preguntarle. Aunque justo al instante me sentí mejor. –Nop, no es difícil. O bueno… es que desde que tengo conciencia, mis padres me enseñaron a tocarla. –llevé mi mano libre detrás de mi nuca, mostrándome como el chico inocente que era. Ahora que me ponía a pensar con detenimiento, quién sabe qué sería de mi si no hubiese descubierto que la música era mi vida. No podía pasar un solo día en que no escuchara alguna pieza creada por autores maravillosos en conjunto con los intérpretes de buen gusto. Sí, para ser músico uno debía de venderse, pero no, no me malinterpreten, a lo que me refiero es que en mi caso, por ejemplo, yo escribía letras que salían desde mi corazón con la mera intención de que cuando alguien me escuchara, se sintiera mejor, identificado, incluso, abrazado por esa música. Esa había sido mi decisión. Intentaría reconfortar las almas de los demás con mis canciones, y, sonriendo para mí mismo, me dije que con dedicación y esfuerzo así sería.

Sí, había sacrificios. Dejé la escuela durante un tiempo pues no estaba totalmente seguro de qué quería hacer con mi vida. Entregarse al trabajo de ser músico requiere mucho esfuerzo, no sólo físicos (porque sí, también vivo de mi imagen) sino que emocionalmente también; a veces no tenía tiempo ni para mi mismo, es por eso que, cuando tenía esas oportunidades de descanso, me daba mi escapadita y me iba a reencontrar conmigo mismo, allí, frente a ese árbol donde ahora estábamos sentados/acostados. –Es… divertido. Es muy divertido vivir de tu música, sobre todo si de verdad lo haces con el corazón. –le sonreí cálidamente. Ciertamente no me costaba trabajo hacer este tipo de gestos, sin embargo, jamás, desde que lo conocí, fingí hacerlo; el sentimiento provenía desde mi interior y de eso sí estaba bien seguro.

Lo escuché atentamente y, de nueva cuenta, mis ojos se posaron en sus labios mientras éstos se movían para articular palabras… y producir sonidos. Durante efímeros segundos, me parecía ver a Shinn convertido en un tierno gatito, que se acercaba a mi y pedía que lo abrazara y lo acariciara. Por supuesto no me negaría, sino todo lo contrario. No quería compararlo con un animalito, por muy tierno que fuese, pero así me pareció en ese instante. –Entonces tienes todo tu día ocupado. –comenté un poco desanimado. Aunque me recuperé tras escuchar su invitación. Sí. Volvería a verlo, así que por supuesto aceptaría ir a donde trabajaba. –Me gustaría visitarte algún día. –dije sincero. No me importaba mucho el lugar que tuviese que visitar, después de todo, estaba en mi “break” del trabajo, así que quizá una gorra, unos lentes oscuros, y una ropa que no suelo utilizar, serían mi perfecto disfraz para que nadie me reconociera. Y, de ser así, lo tomaría de la mano y huiría con él a un lugar desconocido por ambos.

Reí bajito, mis ocurrencias realmente eran todo un caso. Por otra parte, sus palabras eran como flechas directas a mi corazón. No. No quería que Shinn pensara que únicamente era una celebridad, una de esas que no tienen sentimientos ni empatía por los demás. No. Me negaba a aceptarlo. –Yo… tan sólo soy una persona más. –murmuré. Ciertamente lo era, solamente que mi trabajo me obligaba a estar detrás de una cámara, de un micrófono, frente a un montón de personas que pagan para escucharme. Joder. Si uno lo ve de esa manera, sí es algo solitario, incluso superficial. –Por cierto, antes de contestarte, ¿no tienes hambre? –acaricié su mejilla con mi pulgar mientras mis expresiones se suavizaban al hablar. –Traje un par de cosas que quizás podemos comer. Así que cuando te de hambre me dices ¿bien? –le di un pequeño toque a su nariz con mi índice, a forma de juego.

Momento a momento, segundo a segundo, me aprendía sus facciones. No sólo con la vista sino también con el tacto: la forma de sus ojos, el color, sus cejas delineadas, la curvatura de sus labios, el abre/cierra de ellos también, incluso los mechonsitos de su flequillo parecían contar aventuras por sí mismos. Pero, para ser sinceros, no era sólo su apariencia lo que me atraía con suma intensidad, era… era todo él. No quería idealizarlo, no, eso era un error tremendo; sin embargo, tampoco quería creer que Shinn era alguna persona en la que no podía confiarse, porque ¡vamos! ¡ya nos habíamos besado! …y también estábamos cerca. No. Si hubiese querido lastimarme o hacerme algo, ya estaría tirado en el suelo. ¿Verdad?

En fin, regresé a la realidad para contestar a su pregunta. –Pues, realmente jamás me vi haciendo otra cosa. –confesé. Suspiré, recordando varios lugares, varias personas amables que me sonreían sin siquiera conocerme, pero el impacto, la imagen que se vino como un ramalazo fue uno de esos días lluviosos y nostálgicos en los que tomaba mi guitarra acústica y sencillamente paseaba por la ciudad. –Veras... mis padres biológicos… bueno, ellos no están conmigo. –mi tono fue el de alguien triste, después de todo, muchas veces llegué a preguntarme si yo en verdad merecía vivir a cambio de sus vidas. –Y mis padres adoptivos siempre han estado ligados al arte. –aquello me hizo recobrar el ánimo pues había podido ver la luz entre tanta oscuridad; gracias a ellos aprendí a no rendirme y a siempre esforzarme al máximo. –No sé si fue coincidencia o no pero, te repito, la música siempre ha estado a mí alrededor. Me ha tendido sus brazos y yo he corrido hacia su regazo sin siquiera detenerme a pensarlo dos veces. –suspiré de nuevo, era como liberar un pequeño peso de encima.

No estaba seguro del porqué le contaba todo aquello, pero tampoco me arrepentía de hacerlo; me sentía con confianza de abrirme, de mostrarle uno de los capítulos en mi vida que han sido difíciles de sobrellevar. –No sé donde están mis verdaderos padres. Pero si de algo estoy seguro es que, donde quiera que estén, algún día me escucharán y dirán “Ah, ese es mi hijo… Otoya.” –imité sin muchas ganas la voz de un hombre, como si fuese mi padre el que lo decía. –Es algo un poco tonto, lo sé, pero estoy seguro de me escucharán. –Llevé la mano a mi pecho, y cerré mis ojos por un momento.

Cuando volví a abrirlos fue para observar a Shinn. Me sentí feliz de no haber estado solo mientras declaraba tales cosas. No estaba seguro de si comprendía mi postura, así que decidí cambiar un poco de tema. –Yo ya sé qué quiero ser de grande. –Bromeé. –¿Y tú? ¿tienes algún sueño por cumplir?
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MensajeTema: Re: En el bosque {priv. Otoya}   En el bosque {priv. Otoya} EmptyVie Oct 12, 2012 10:08 pm

Apenas y negué suavemente con la cabeza respecto a si me molestaban sus caricias, no, ¡Claro que no me molestaban! de hecho era agradable sentir el calorcito de sus dedos en mi piel, sonreí mientras me hablaba, dejando que su voz me guiara poco a poco dentro de su vida, me gustaba, no podía dejar de pensar en lo mucho que me agradaba su voz, él me agradaba, y al escucharlo y verlo supe que el chico a mi lado realmente no descansaría hasta cumplir su meta de ser un gran músico. Sonreí, en mi mente una escena imagen se formó, una que me hizo sonreír bastante, la visualicé tan claramente que incluso dude de que fuera tan solo una fantasía:

Ahí estaba él en un concierto cumpliendo ese sueño tan anhelado de conmover a muchas personas, logrando que sus palabras y su música se filtraran no solo a través de los oídos de la gente, sino también a través de la piel y los demás sentidos hasta llegar a al alma. Otoya disfrutaría del momento, cantaría y tocaría con todo su corazón para su público y ahí en un pequeño espacio, oculto entre la gente me encontraría yo, mirándolo, sonriendo y sintiéndome orgulloso, feliz por él, compartiendo secretamente su éxito y entonces el mayor me encontraría entre la gente, me miraría y me dedicaría una única sonrisa, una que solo fuera para mí, el resto del público no lo notaria, pero para ambos aunque fuese por tan solo un par de efímeros segundos seria como si con ese sutil gesto supiéramos que simplemente estábamos juntos, sin nadie más, sin nada que pudiese separarnos, ya que a pesar de todo ambos nos pertenecíamos…

Medio regresé a la realidad, de golpe, mis mejillas estaban algo sonrojadas, nada que me delatase demasiado, por un momento sonreí como un idiota por las cosas que andaba soñando despierto, así que simplemente guardé ese momento de ilusión en algún lugarcito de memoria esperando poder recordarlo después, quizá jamás se cumpliría, quizá y a pesar de nuestros pensamientos jamás volveríamos a encontrarnos pero aun así quería guardarlo como si fuese un recuerdo, uno al que, a pesar de haber sido producto de mi imaginación, podría aferrarme en los momentos de tristeza.

Me concentré de nueva cuenta en lo que el mayor me platicaba, vaya que podía divagar bastante si me lo proponía, bueno también si no fuese a propósito, le sonreí un poco sintiéndome culpable, pude notar que no le había agradado del todo el termino de “Celebridad” - Lo sé, para mi antes que celebridad, idol o músico, eres un chico, una persona, alguien que me enseñara a tocar la guitarra algún día- mencioné mirándolo y guiñándole un ojo para que se tranquilizara, quería hacerle saber que lo quería, de alguna u otra forma, por el maravilloso ser humano que era, no por su profesión o por lo que deseaba convertirse. Lo siguiente me sorprendió levemente, ¿Hambre? pero que tonto era, había salido de casa, sin desayunar y sin traer absolutamente nada que comer, eso sí que había sido algo despistado de mi parte, llevé ambas de mis manos a mi estomago, no sabía que tan tarde era pero de seguro mi cuerpo no tardaría en a reclamar por algo de alimento, me sonrojé por el toque en mi nariz –Bien, y muchas gracias, olvidé por completo traer algo de casa- dije sincero, ya después me encargaría de en otra ocasión compartir algo con él, así fuese tan solo un pequeño dulce.

Nuestra plática siguió y conformé las palabras iban saliendo de la boca de Otoya, más grande se hacia mi interés y mi sorpresa por él. Y por la manera en la que hablaba y por lo que decía, supe que él tampoco había tenido un pasado muy agradable, al parecer sus padres habían muerto, o eso fue lo que entendí, y él había sido adoptado. Suspiré, teníamos algo común, aunque él aun no lo supiera, no era agradable decirlo pero pensé que eso nos ayudaría a entendernos un poco mejor, y también me sentí enormemente agradecido de que me contara algo tan intimo como eso, esa clase de cosas no eran fáciles de decir, lo sabía por experiencia.

Continué escuchándolo sin interrumpirlo y sonreí un poco él había encontrado otros padres, a los cuales claramente que quería, y también había hallado un refugio para seguir adelante, la música, lo admiré, admiré su manera de enfrentarse a su vida, con una sonrisa, de buen ánimo y siempre esperanzado de lograr sus objetivos. Me acomodé para mirarlo, tenía los ojos cerrados y el viento le removía el cabello, se veía tranquilo, grabé en mi memoria esa expresión y suspiré tranquilamente –Ten por seguro que te escucharan- dije con voz suave – Y ambos tanto tus padres biológicos como tus padres adoptivos estarán muy orgullosos de ti- dije con una sonrisa mientras en mi mente decía un “ Y yo también lo estaré”.

Hubo un pequeño momento de silencio, pero no uno incomodo, si no uno de tranquilidad, le devolví la mirada y una cálida sonrisa y reí por su comentario mientras pensaba un poco -¿Un sueño por cumplir? pues… no estoy seguro, no lo había pensado- dije sincero meditando un poco, cuestionándome sobre mis expectativas de vida ¿Qué era lo que quería hacer? no me imaginaba toda una vida siendo mesero pero lo cierto era que nunca me había puesto a pensar en lo que quería ser “de grande” al menos no desde hacía ya muchos años. Traté de visualizarme de diferentes maneras, como músico no, como científico tampoco, ¿Cómo policía? no, como Chef para nada, hum… claro me gustaba eso disparar armas, en… un buen sentido y también “atrapar a los malos” vamos ya lo había experimentado, pero no quería que mi vida se centrara en eso. Suspiré para después sonreír de medio lado debía ponerme a pensar algo.

–Pues… realmente a este punto no se que quiero hacer con mi vida, o que metas quiero cumplir - comenté tratando de poner en orden mis palabras cuando de pronto vino algo a mi cabeza –Aunque creo que si hay algo- medité tras un momento - Me gustan las motocicletas, quisiera practicar algo de BMX y me encantaría competir en alguna carrera de Motocross, y ganarla bueno sería más que fabuloso- comenté sonriendo, no me lo había planteado antes y ahora que lo hacía me entusiasmaba bastante la idea, de pronto pensé en mis padres y mi hermana, también quería que ellos se sintieran orgullosos de mi , deseaba que su muerte no fuera en vano, sonreí con un poco tristeza.

Muy suavemente y con cuidado me reincorporé para quedar sentado de nueva cuenta sobre la rama del árbol balanceando mis pies, recordando lo que Otoya me había comentado, quería saber más sobre su pasado y me sentí con un poco mas de confianza para comentarle esa parte de mi vida también pero no sabía cómo abordar el tema, –Creo que te tomaré la palabra, comer algo no me caería del todo mal - dije con una sonrisa más alegre no quería preocuparlo –pero tu mochila esta algo lejos de nuestro alcance, tu qué opinas ¿Bajamos?- pregunté mirando hacia abajo sujetándome de la rama con mis manos para evitar caer.
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MensajeTema: Re: En el bosque {priv. Otoya}   En el bosque {priv. Otoya} EmptyLun Oct 15, 2012 9:10 pm

Las palabras de mi pequeño acompañante tuvieron tal impacto en mí que les juro sentí como si me rodearan y me dieran un cálido abrazo, uno del que no quería apartarme durante mucho tiempo. Sonreí de la misma forma, como agradeciéndole que de verdad me considerara como una persona normal, como un chico común y corriente en la búsqueda de sus sueños más grandes. –Síp. Te enseñaré cuando gustes. Es fácil. –un impulso indescriptible me llevó a inclinarme ligeramente y darle un besito en el pómulo, muy cerca de donde se encontraba una de sus orbes, que en conjunto con su hermana, eran dos hermosos rubíes. –Descuida, como suelo quedarme aquí durante un par de días, siempre traigo comida de sobra. Aunque… –guardé silencio; no estaba seguro de si le gustaría mi comida ni mucho menos; además, ahora que me ponía a pensar, tampoco estaba seguro de si permanecería aquí el tiempo que había pensado pues conocer a Shinn definitivamente no estaba en mis planes, sumándole que posiblemente me la pasaría a su lado en lugar de hallarme en soliloquio con el único propósito de buscar inspiración para escribir y componer.

En cuestión de segundos intenté idear un nuevo plan. Podría invitarlo a salir, ir a comer después o incluso, lo invitaría al departamento donde me estaba hospedando por el momento; lo que no quería era estar lejos de él sino todo lo contrario. Había despertado esa curiosidad intensa e incomprensible dentro de mí y por supuesto que hallaría la forma de saciarla (si me lo permitía). Una vocecilla dentro de mí me dijo que si ambos nos sentíamos a gusto, el uno con el otro, entonces cualquier lugar estaría bien. Pero bueno, ya lo traería a flote después de nuestro pequeño aperitivo.

Pero entonces su voz me hace despabilar. Mi expresión se aligeró un tanto. Me apoyaba sin conocerme y me aseguraba, con total convicción, que mis padres, tanto biológicos como adoptivos, estarían orgullosos de mí. Adicional a ello me percaté de que su sonrisa me decía que él también lo estaría, pero en ese momento me pregunté por qué no lo había mencionado en la oración. Quizá le daba un poco de vergüenza…

Al parecer mi pregunta lo hizo cuestionarse como nunca lo había hecho. Me sorprendí un poco. La mayoría de las personas piensan mucho sobre quiénes quieren ser en un futuro o sobre qué deben hacer para llegar a poseer lo que desean. Las ambiciones siempre nos apoyan en nuestro camino, y si tenemos determinación y ponemos todo nuestro esfuerzo en ello, el deseo termina cumpliéndose en verdad.

[Escuchar ésta cuando leas a partir de aquí. La parte que menciona es desde el 1:35 - 2:07]

De pronto una canción vino a mi mente. La primera vez que la escuché fue en una película romántica, ya saben, en una de esas adaptaciones de novelas fantásticas; ésta no era la excepción. Originalmente era una obra de Charles Dickens, titulada “Grandes Esperanzas”, pero en mi mente vino con fuerza la canción y la imagen de los personajes principales, cuando por fin, después de muchos años, logran tener la oportunidad de besarse, incluso de intimar… y al final… al final Stella se despide no sin antes dejar a Finn desconcertado por lo que acababa de suceder, preguntándose si había hecho algo mal.

Sonreí casi nostálgico de recordar ese pedazo de película en plena plática. –Sea lo que sea, no abandones tus sueños. –le dije con seguridad. –Tampoco te rindas. Si hay algo que te guste y eres bueno en ello, entonces aprovéchalo y sé la mejor versión de ti mismo. –alargué mi mano y acaricié con extremado cariño su cabello. A pesar de que Shinn no era un chico muy alto, su figura era esbelta y estaba seguro de que era tremendamente hábil así que seguramente no tendría problemas para ser un corredor. –Yo te apoyaré. –dije finalmente, volviendo a sostener su mano. “Estaré contigo cuando me necesites” le prometí mentalmente pues podía ver que detrás de su sonrisa también había un deje de tristeza pero en ese momento no supe preguntarle qué ocurría; había decidido esperar y ser paciente a que me contara de su vida, por su propia cuenta.

Cuando se levantó de mis piernas sentí un poco de frío y me pregunté, con esa sonrisa interminable, si era porque se había separado momentáneamente. ¿Cómo era que conociéndolo apenas, ya lo necesitaba tanto? Vaya lo que son las cosas. –Claro. –respondí con emoción.

Le hice segunda al mirar hacia abajo, y sin preguntármelo dos veces, solté su mano y salté de la rama del árbol chaparro. Mis resintieron mi peso. Me giré sobre mi propio eje y estiré ambos brazos, indicándole que si quería saltar, yo lo atraparía. –Shinn… –susurré para mi mismo; entonces fue cuando me percaté de tantas cosas. Mis queridos lectores, que esto quede como un secreto entre ustedes y yo: la sutil brisa moviendo sus cabellos castaños y la sonrisa que me dedicaba fue… fascinante. Sentía que podía quererlo tanto y hacerlo tan feliz que mi mente simplemente se quedó con esa idea. “Hacerlo feliz. Yo puedo hacerte más feliz. Yo quiero hacerte sentir amado, Shinn.” Pero mis palabras únicamente fueron dichas para mí subconsciente. –Anda, yo te atraparé.
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MensajeTema: Re: En el bosque {priv. Otoya}   En el bosque {priv. Otoya} EmptyJue Oct 18, 2012 11:45 pm

¿Quedarse durante un par días? eso sí que me había sorprendido, aunque supuse que para el chico era lo más normal, después de todo la inspiración podría llegar de un momento a otro o tardar bastante, así que intente en no preocuparme mucho por eso, él sabía cómo cuidarse ¿No? además al parecer no era la primera vez que tenia esos planes por lo cual me tranquilicé un poco, a veces me comportaba un algo paranoico.

Me percaté de inmediato que Otoya había tenido un momento de duda, como si pensara en algo, ¿Que podría ser? traté de imaginar que era lo que pasaba por su mente mientras lo veía atentamente. Entonces lo entendí, o eso creí, yo estaba quitándole algo de su tiempo, Otoya había venido en busca de inspiración, de un momento a solas con sus ideas y de pronto se había topado conmigo, me sentí un poco mal, vamos ya sabía que mi presencia no le molestaba y al parecer ambos queríamos pasar más tiempo con el otro pero también debía admitir que nuestro espontaneo encuentro había modificado por completo sus planes, y siendo un músico el tiempo era demasiado valioso.

Sonreí ¿De cuándo acá yo era tan egoísta? porque a pesar de saber todo eso, yo deseaba robarle su tiempo y estar a su lado dejándome llevar por su calidez y por su voz, y sin embargo, al mismo tiempo tampoco me parecía justo estar robándoselo, en fin, quizá lo dejaría sólo por un rato para ver si podía lograr algo, inspirarse, relajarse, meditar, lo que le hiciera falta, yo continuaría mi caminata y nos veríamos después de algunas horas o quedaríamos otro día, no sé, ya encontraríamos la manera de ponerle solución a ese “Problema.”

Por un segundo, al mirar su expresión que revelaba algo de nostalgia volví a sentir algo duda, quizá a ustedes podría parecerles tonto y estúpido, lo cierto es que a mi también me lo parecía, tenia justo frente a mis ojos a un chico guapo, con labios adictivos, amable, al cual le gustaba y el cual me gustaba y yo… ¡Me atrevía a dudar!, no lo hacía intencionalmente y menos aun para ser dramático, la cuestión era que esta vez iba a ser un poco más complicado dejarme llevar, lo estaba haciendo claro, pero aun tenía ciertas reservas, no tanto por mí, sino por él, temía por él, por ambos. Esta vez deseaba no equivocarme, bueno sabía que eso iba a ser imposible, todos erramos, es parte de la vida, pero esperaba como mínimo que mis errores no fuesen graves. Una media sonrisa se formó en mi rostro, debía contarle sobre mí, y no solo era eso, deber, también quería hacerlo y lo haría, ya lo había decidido. Inhalé profundamente sintiéndome más relajado, esta vez sentía que iba por el camino correcto.

Y ahí estaba de nuevo, esa sonrisa, ese optimismo, la firme convicción de lograr algún objetivo; eran precisamente esas características de la personalidad de Otoya lo que no me hacía dudar de que pudiera cumplir sus sueños y para mi grata sorpresa me encontré de un momento a otro contagiado de esa felicidad de esas ganas de vivir y de tener algo por lo que vivir, incluso de aprender a tocar aunque fuese una simple nota en la guitarra y aunque el mayor no lo sabía, con decirme esas palabras, logró que algo dentro de mi intentara aun con más ganas aferrarse al presente y disfrutar de cada una de las cosas así fuesen malas o buenas. Suspiré, sus palabras tan cargadas de sinceridad me hicieron sonreír, podía contar con los dedos de una sola mano a las personas que me habían dicho algo similar y que era cierto, que sus palabras traspasaban las barreras y dejaban de ser solo una frase vacía para convertirse en hecho. Con ese simple “Yo te apoyare” unido a su cálida caricia, él había movido todo en mi interior, apreté su mano que de nueva cuenta tomaba la mía, supe que lo iba a cumplir.

Tras un momento y con el ambiente nuevamente animado, sentí que Otoya soltaba mi mano y miré como bajaba del árbol de un salto, sin siquiera detenerse a pensarlo, cayendo perfectamente de pie, vaya que el chico era ágil aunque a primera impresión no lo pareciera, aunque claro, nunca debíamos juzgar solo por las apariencias. La brisa sopló de nuevo y yo reí un poco, feliz y abiertamente contagiado por la alegría del mayor, mirando hacia abajo, justo en donde él se encontraba y me hacia la cordial invitación de recibirme al bajar, reí un poco más, yo podía bajar por mi cuenta del árbol, o eso suponía, después de todo el descenso debía ser más fácil, pero el que me ofreciera su ayuda me había agradado, además que todo volvía a ser como un pequeño juego entre ambos, le sonreí con la mayor calidez posible e inclusive en mis ojos se podía notar esa tranquilidad y esa dicha de compartir momentos a su lado.

–Esta bien confío en que tengas buenos reflejos- dije sonrojándome un poco, vamos que actuaba como si fuese un pequeño, me moví un poco, separando levemente mi cuerpo de la rama para poder darme el impulso adecuado, midiendo un poco la distancia, para finalmente saltar a sus brazos, buscando sujetarme de sus hombros para ayudarle a nivelar el impacto, el cual de seguro no era demasiado, y evitar caer.


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MensajeTema: Re: En el bosque {priv. Otoya}   En el bosque {priv. Otoya} EmptySáb Nov 03, 2012 3:25 pm

Asentí energético sin dejar de estirar mis brazos. Lo atraparía cuando decidiera saltar a ellos. La idea de tenerlo a mi lado me llenó de emoción que no pude contener así que sonreí una vez más, incluso enseñando mis dientes. El pequeño sonrojo de su rostro fue algo maravilloso, sencillamente maravilloso. Pero mi impresión fue mayor cuando por fin saltó del árbol para situarse junto a mí, al mismo tiempo que se asía de mis hombros, posiblemente para tener mejor apoyo mientras yo lo sostenía de la cintura, y por un segundo, tan sólo uno, me pareció estar en un acto de una obra de teatro.

Me dediqué a ver sus orbes durante un segundo, sin en cambio, llegó a mí el deseo de abrazarlo y de besarlo incontables veces; no podía explicarme la necesidad de tener tanta atención para con él, con una persona que apenas había conocido hacía unos momentos. No lo comprendía y me revolvía mentalmente la idea de estar en ignorancia. Sí, le había pedido que confiara en mí, que confiara en éste sentimiento que a leguas podía verse era mutuo, pero esa no era razón suficiente para eximirme de tener incertidumbre, más que nada, por no comprenderlo del todo.

Di un ligero suspiro, para después separarme de él momentáneamente y dirigirme con rapidez hacia donde había dejado mi mochilita con alimentos y demás cosas. Me acuclillé frente a ella y saqué un molde donde traía unos cuantos sándwiches. No era el mejor cocinando, de eso estaba seguro, pero al menos sabía que mi comida no sabía tan mal. Me erguí de nuevo y me situé frente a Shinn, ofreciéndole de manera amable los “bocadillos” que me había encargado de traer conmigo. –Sé que no es mucho pero espero que te gusten. –comenté. –¡Ah! También traigo un poco de té por si gustas. –regresé hacia donde estaba la maletita y de la misma forma extraje un termo donde guardaba el líquido caliente con aroma a canela, mi favorito. –Si quieres podemos tomar en el vaso-tapa que trae consigo… a menos que… –las palabras se atoraron en mi garganta. Si tomábamos del mismo recipiente entonces eso se consideraría ¡¿un beso indirecto?!

Sentí como la sangre se me subía al rostro, así que agaché un poco la mirada, incluso mis dedos jugueteaban en torno al termo. Era como si tocara una pieza de piano sin notas. Entonces volví a ver su rostro y entonces recordé que todavía teníamos un juego entre las manos, por así decirlo. –Por cierto… te toca. –murmuré.

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MensajeTema: Re: En el bosque {priv. Otoya}   En el bosque {priv. Otoya} EmptySáb Nov 03, 2012 8:49 pm

Hábilmente él me sujetó de la cintura, atrapándome en el momento preciso y no dejándome caer, moví un poco mis dedos permitiéndome sentir sus hombros, delgados y firmes, mis ojos no tardaron en encontrase con los suyos, en la posición en la que estábamos era obvio que terminásemos mirándonos, no me sonrojé, evité a hacerlo y sin embargo no pude esconder el nerviosismo al estar tan cerca, esa pequeña cosquilla de volverlo a besar se apoderaba de mí, me mordí el labio suavemente y sin darme cuenta del gesto, ¿Lo hacía? ¿Debía besarlo? ¿Sí? ¿No?, la punta de mis pies rozaban levemente el piso puesto que aun me sostenía por la cintura y yo me afianzaba a sus hombros, no, no lo besé, no quería presionar las cosas, podía notar su confusión, además que no hubo tiempo, al final mis pies pisaron el suelo y mis ojos vieron como soltando un suspiro el chico se apartaba de mi para ir hasta su mochila.

Sentí de nueva cuenta el impulso de correr, este era el momento perfecto para evitar que algo más pasara, sólo debía dar media vuelta y correr, no me alcanzaría, me escondería y punto, jamás lo volvería a ver… ¡Maldita sea!, me grité mentalmente mientras me quedaba parado mirando al chico buscar cosas en su mochila, no lo haría, no iba a hacerlo por el simple hecho de que ya me había propuesto no huir de las cosas, no más. Suspiré y cuando menos me di cuenta ya tenía a Otoya de nueva cuenta frente a mí, con su radiante sonrisa y con el esperado tentempié, tomé el molde que los contenía sonriendo un poco, quizá a él no le parecía mucho pero considerando mi poca habilidad para hacer incluso un simple sándwich, para mí era más que suficiente -Es perfecto no te preocupes- le dije y me quedé mirando los emparedados con una sonrisa mientras él buscaba el termo con el té, reí un poco y después me sorprendí por la reacción del mayor ¿Se había sonrojado? ¿Yo había dicho algo malo? no comprendía, me acerqué un poco más inclinando la cabeza para poderlo mirar pero él no tardó en medio reponerse mirándome, dejando de nueva cuenta nuestros en cercanía y asi recordarme que era mi turno en el juego que manteníamos.

Sonreí un poco, con un ligero toque de nostalgia y le di la espalda por un momento -Eres demasiado amable conmigo- murmuré aunque estuve seguro de que él había logrado escucharme, caminé un par de pasos buscando un espacio para podernos sentar, solté un suave suspiro y me acuclille frente al árbol, sentándome de manera que podía mirar al chico, pero en lugar de recargar mi espalda en el tronco del árbol como debiera suponerse, dejé un espacio -Ven siéntate detrás de mi- le pedí con voz tranquila y sonriéndole con calidez, con un leve sonrojo en mis mejillas, esperando que aceptara mi petición.

-Quiero saber muchísimas cosas de ti como por ejemplo, si tienes novia, tu color favorito, si tienes una mascota, tu comida favorita, si… si tus labios saben igual o diferente cada vez que te beso- confesé de corrido mientras tomaba uno de los bocadillos y lo mordía masticándolo, sonriendo ampliamente pues sabia bastante rico y mi estomago en verdad lo agradecía, había salido sin desayunar y la cena de la noche anterior no había sido suficiente, además que era grato comer algo no comprado, algo “hecho a mano” que supiera bien.

Esperé a terminarme el bocado antes de hablar -Pero antes quisiera contarte una historia, con la condición de que no me interrumpas hasta el final ¿Te parece?- pedí con un poquito de seriedad en la voz, pero enseguida sonreí y me giré para mirarlo -Después seguiremos con el juego de preguntas y me tendrás que responder esas cosas te guste o no- bromeé, tampoco quería asustarlo o que se preocupara así que traté de que no se sintiera tan tensa la situación.
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MensajeTema: Re: En el bosque {priv. Otoya}   En el bosque {priv. Otoya} EmptyDom Nov 04, 2012 5:28 pm

Cuando Shinn me dio la espalda, no pude evitar preocuparme un tanto. Sobre todo porque sus palabras sonaban algo… tristes. No podía ni quería imaginármelo. ¿Quién no sería amable con él? Después de todo, a mi parecer él era un chico dulce, amable, incapaz de lastimar a alguien a propósito. Deseaba, con todas mis fuerzas, que fuese de esa forma. Aunque, ahora que me pongo a pensar, aún si él ha lastimado a otros, yo le quería. Le quería ahora, en el presente. Su pasado y el mío por ahora no importaban, o eso pensé.

De pronto Shinn se apartó de mi lado para irse a sentar allí, a los pies del árbol, para después invitarme a sentarme detrás suyo, es decir, que yo serviría de su apoyo. Me sentí increíblemente feliz de suponer aquello. Así que hice lo mismo: me acuclillé y cuidadosamente me senté detrás de él, abriendo las piernas y colocándolas a los lados para dejarle un espacio. De nuevo estábamos juntos y eso me tranquilizaba de sobremanera.

Pero entonces volvió a entonarse, comunicándome que quería saber muchas cosas de mí, triviales e importantes. Tragué saliva cuando mencionó lo de mis labios. –Ah… mis labios no saben tan bien como los tuyos. –me atreví a responder, un muy sutil rubor había logrado filtrarse por mis mejillas, afortunadamente Shinn estaba de espaldas y no podía verme, y eso ciertamente era ganancia. Suspiré lentamente, muy cerca de su nuca, me sentía aliviado de estar a espaldas de él. Pero entonces volvió a hablar, indicándome que iba a contarme una historia pero que yo debía de poner atención y sólo hablar hasta que hubiese terminado. Su tono guardaba un toque de seriedad pero no por ello dejaba de ser amable.

Sonreí cuando se giró para verme y yo asentí, prometiéndole mentalmente que así sería. –Lo haré. Pondré mucha atención a lo que quieras decirme, Shinn. Así que por ahora dejemos el juego. –apremié. Rodeé su pequeño cuerpo con mis manos, pues sentía que así podría apoyarse mejor, incluso llegar a sentirse querido, que, efectivamente, eso era lo que deseaba demostrarle. Mi mentón se ubicó en uno de sus hombros mientras mis brazos se encargaban de brindarle mi calor sin pedirle algo a cambio.

Mientras tanto esperé, pacientemente a que iniciara, decidido a prestarle mi total atención.
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