Despejando la mente ~libre~

Ir a su casa.... no sé conocían del todo bien, en realidad podía planear toda clase de cosas y en caso de desaparecer solo su tía estaría triste, aunque quizá ni ella, ya que cuando se había ido no había dicho nada sobre volver pronto... o algún día, su tía lo conocía y sabía que solía desaparecer con frecuencia, por lo que no dijo nada, ya estaba acostumbrada... así que....

-vaya, aun no nos besamos y ya me quieres llevar a tu casa ¿eh?

Por supuesto su comentario iba en broma, pero aun así caminó un par de pasos por enfrente del mayor antes de sonreirse un poco (esa noche había estado sonriendo demasiado), quería hacerle pensar por un momento que se había molestado con la propuesta, aunque a pesar de que hubiese sido con mala intención aquello se hubiese limitado a no responder, una broma de ese tipo por parte suya, parecìa indicar un gran avance del mayor, lo cual preocupo al mismo miru, quien no había notado que no le molestaba en lo más minímo el sobrenombre que Shin le había otorgado.

-pero... supongo que si mantienes tus manos en su lugar podría acompañarte.

Sentenció finalmente después de un momentaneo silencio a la par que volteaba a ver al mayor de reojo para observar su expresión.

-Eso tiene arreglo. -hice una replica con su comentario de lo del beso y lo de mi casa. Si bien yo tenía dinero, porque era un maestro de artes marciales en un dojo privado, no era momento de presumir ¿no? Nah, quizá eso podría aguardar un momento. Tal vez podría convencerlo de que en lugar de ir al hostal, pudiese hospedarse en el alguna habitación, de por si el dojo de mi familia era grande y espacioso, mis hermanas y yo ya no viviamos juntos, por lo que ésta vez, en ésta ocasión unicamente era yo.

Siendo sinceros, no me gustaba llegar a casa y tampoco tener a alguien que me esperase cuando hiciera mi aparición. Quizá era algo que teníamos en común, sin embargo, yo no disfrutaba de eso por lo que me las hice de buenas para conseguir un trabajo, y estudiar al mismo tiempo. No me venía bien la soledad, ya que me recordaba...

-¿Eso es una invitación a rodearte con mis brazos? Porque vamos, ese es el lugar donde deberían de estar. -reí por lo bajo. Así que el ambiente estaba relajado ¿no? Entonces ¿por qué no aprovechar? Entonces detuve mi paso, la idea me embriagó y me dejó hipnotizado- Ya sé... ¿por qué no mejor vienes a mi casa? En lugar de ir al hostal... puedes quedarte conmigo. -le miré con una sonrisa en mis labios y con cierto brillo en mis ojos. Estaba esperanzado, sí. No había mejor palabra para describirme justo ahora.

Rió igualmente por el comentario ajeno, es que en verdad parecía ser muy ocurrente el chico, le agradaba eso, el chico era lo opuesto a él, o al menos hasta ese momento así parecía ser.

-¿tan ansioso estás por abrazarme y besarme? vaya, vaya, deberías tener un poco más de paciencia.

Al parecer el juego iba muy bien, hasta que repentinamente le propueso quedarse con él, los comentarios anteriores podrían indicar que justamente hacía ahí se dirigía la conversación, sin embargo no se imagino que lo fuese a decir en serio, así que sin más volteó a verle fijamente, parecía que estaba ansioso por escuchar su afirmación y sin poder evitarlo se puso nervioso y sintió una extraña sensación en su estomago que jamás había sentido.

-....quizá....

Susurró, no afirmaba ni negaba, aunque... no tenía nada que perder....

-claro, ¿porqué no?

-Hmmm.. bueno pero... ¿quieres llevarte algo de ropa? ...es decir, quizá quieras tomar un baño o algo así. -llevé mi mano derecha detrás de mi nuca, estaba un poco nervioso porque, joder, había aceptado mi oferta. No podía ocultar mi emoción, mi felicidad, incluso mi nerviosismo parecían aflorar en tan sólo una acción. -Además mi casa está en la otra dirección...

Qué demonios... yo no soy así. O al menos... no a primera instancia.

Sí, era hora de decirle parte de la "verdad" sobre mi hogar: -¿Qué te parece ésto? ...err.. Yo no tengo a alguien que me cocine, y tú no tienes dónde quedarte -o eso había entendido yo- ¿...quizá... si tú gustas... puedes trabajar para mí y tu paga sería el hospedaje gratis en el dojo? -no pude desistir, la idea era embriagante, incluso me sentía ligeramente hipnotizado pues no podía escuchar el sonido de los autos o de las personas caminar a nuestro alrededor. Mi mundo, todos mis sentidos estaban filtrandose y dejando de relucir para tener de anfitrión, del show, a Miharu. Dios. Estoy volviéndome loco.

Ver al mayor actuar de una manera tan... linda... le hizo sonreír felizmente, ahora se preguntaba quien era el menor en aquel momento, negó levemente y se acercó al otro tomando uno de sus mechones de pelo y jalandolo suavemente.

-calma, vamos por mis cosas y después tomamos un taxi, ¿te parece? aún debe de haber a esta hora.

Esperaba que con eso se calmara con respecto a lo de ir directo o hacer escalas, aunque lo segundo lo inquieto un poco más.... de alguna forma, le estaba pidiendo que vivieran juntos, si bien lo quería hacer ver como un acuerdo mutuo para limpiar y obtener un lugar donde vivir, al final del día los dos copartirían todo, pasó saliva nervioso, recién había escapado de un lugar (su tía) y ahora quizá volvería a establecerse sin saber cuando escaparía... pero mientras durara... ¿porqué no?

-supongo que podemos intentarlo, pero debo avisarte que no tengo buen sazón

-¡Ouch! -fingí sentir dolor cuando jaló un mechón de mi cabello, vaya, ahora entendía que sería mejor tenerlo sujeto para no volver a sufrir percances así ¿no? Aunque... siendo sinceros, sentí un no-sé-qué cuando se acercó a mí y tomó uno de ellos... quizá... si él estuviese jugando con sus pequeños dedos entre las hebras de mi cabelllo mientras yo....
"No. No. Despierta, Shin Natsume. Deja tus fantasías para otro momento ¿bien?"me dijo la conciencia. Le hice caso.

-Bien, esa actitud me gusta. -sonreí ampliamente de nuevo. Al menos me respondió con un "podemos intentarlo" y eso ya era mucho. Le agradecía internamente que no huyera por creerme un acosador, un violador, picador, ladrón, y quién sabe que tantas cosas más hoy día uno se encuentra en la calle. -Hehe.. entonces sígamos... creo que falta poco, si no mal recuerdo. -bien, no era como que me hubiese paseado por la ciudad en mis días libres, pero tenía la vaga idea de dónde estaba el hostal.

¡Ah! recordé algo, se lo hice saber: -Y no te preocupues, yo tengo anotado en el celular un teléfono de alguien que puede llevarnos sin ningún problema. -estaba feliz, contento, ¿y qué?

Alargué mi mano con intenciones de acomodar su bufanda, pero oh, su cabello lucía tan... me llamó la atención... entonces sentí ese deseo de hermano mayor de despeinarlo un poquito, aprovechándome de la diferencia de edad y de estatura. Aunque para que no luciera enojado por mi atrevimiento, le sonreí, hasta mostrar los dientes blancos, y mis ojos se curvaron un poco, agregándole más sentido a mi efímera felicidad.

Volteó a verlo ligeramente molesto por el hecho de que le revolvía el cabello, aunque al ver la sonrisa del chico, no pudo evitar asomar una débil sonrisa igualmente en sus labios, el mayor era como un niño pequeño con juguete nuevo, se veía tan contento que no podía decir nada en contra de ello.

-ya no queda muy lejos... y ya, que no soy perro

Retiró la mano ajena de su cabello pero aun sonriendole un poco para que así no sintiera que estaba en verdad molesto con él, ya que sentía que no podía molestarse con él, era extraño todo lo que sucedía alrededor del joven, le hacía sentir diferente y muy en el fondo, eso le gustaba.

-bueno, andando

Se dió media vuelta y nuevamente comenzó a caminar en dirección al hostal, caminaba un poco por enfrente del mayor, no porque no quisiera verlo, sino porque le avergonzaba un poco que viera que su sonrisa aun no se había borrado de su rostro.

No podía evitarlo. Tenía ganas de sentirle, sí... eso era. Tenía ganas de rodearle con mis largos brazos y estrecharlo entre estos. Me veía inundado de esos deseos de oler su perfume o su loción (sea lo que se ponga) y grabarla en mi memoria de mero gusto. -Hmmm... ¿Miru? -le llamé. Me sentía algo hipnotizado... era inexplicable.

Y miren que las cartas se veían buenas para mí: él caminaba justo enfrente de mí por lo que no se quitaría si yo trataba de abrazarlo de espaldas ¿no es así? Joder, la idea estaba picándome fuertemente. Era un impulso, sí... pero ya no podía resistirme durante más tiempo.

Entonces hice aquello que uno no se atrevería de hacer si se tiene vergüenza o el mínimo respeto sobre el "espacio personal". Puaj. Es mera palabrería, mi cuerpo se sentía muuuuucho mejor cuando estaba cerca del suyo, pero oh, de ésto apenas estaba consciente. En fin, alargué mis brazos y lo alcancé, entonces, gracias a que su cuerpo era pequeño y delgado pude cubrirlo bien con éstos y también con mi torax. Podía casi rodearlo dos veces. Entonces me entoné y a propósito, le susurré con un tono grave, profundo y quizá sexy -Ahhh... sí... aquí es donde perteneces. -me permití tener el privilegio de oler su cabello, olía fresco. Y su cuerpo ¡ah! su cuerpo estaba un poco frío pero yo me aseguraría de calentarlo lo suficiente. -Lo siento... tenía muchísimas ganas de abrazarte de nuevo... soy un mocoso impulsivo. -esta vez me excusé, dándole a conocer mis razones para que no sacara una mala conclusión como previamente lo había hecho.

Estaban a apenas un par de calles de llegar cuando sintió que los brazos ajenos le envolvían una vez más y la voz ajena susurraba sensualmente en su oído, se cuerpo se estremeció tanto por las palabras como por la diferencia de teperatura, y nuevamente se encontraba esa extraña sensación en su estomago, como si estuviera... hueco...

No sabía que contestar, lo cierto es que si sentía que encajaba perfectamente en los brazos ajenos, pero no podía admitirlo, todo parecía ir... de maravilla, se giró para verlo, sus mejillas estaban sonrojadas nuevamente y... estaba tan cerca, las excusas no valían, en el fondo el también deseaba ser abrazado, cerró los ojos lentamente y se giró un poco entre los brazos ajenos alzandose un poco, sentía el aliento ajeno chocar contra su rostro, estaba a punto de besarlo, iba a dar su primer beso, algo a lo que nunca le tomó importancia, en ese momento era lo más importante para él y era lo único en lo que podía pensar.

A pesar de que se removió dentro de mis brazos y se giró para verme de frente, incluso se me acercó y eliminó la distancia entre nuestros rostros. Yo simplemente le sonreí, ampliamente, me sentía feliz, nervioso, ansioso, en fin... era un caos sentimentalmente pero atiné a decirle: -Dísculpame. No puedo seguir controlándome. -Y allí iba yo, a cometer otro error más (quisiera pensar).

Elevé mi mano derecha y dejé que mis dedos alzaran un poco más su rostro, apoyándose en su mentón y dejándolo a mi merced para poder hacer lo que más deseaba justo ahora. Yo no era un romántico, ni mucho menos, tampoco era poeta, o cantante o algún tipo de "persona que se le daba algo sobre el arte". No. No sabía como expresarme y era rudo. Joder. Era un maestro de artes marciales, por supuesto que estaba acostumbrado a la violencia, a la sangre corriendo de mi rostro apresurada por salir mientras mis ojos percibían a mi oponente caer, desfallecido.

Yo no era un romántico y tampoco cerraba los ojos al atreverme. Por eso me disculpaba. Porque no podía aguantarme más las ganas de robarle un beso. Y heme aquí, haciéndolo: relamiéndome los labios para humectarlos antes de besar los suyos muy suavemente; era un gesto demasiado sútil para ser llamado "beso completo". No deseaba incomodarlo. Simplemente deseaba sentirlo... sentirlo mío, su calor... la textura de sus labios. -Miru... -murmuré su nombre, casi imperceptible, casi intangente, insonoro.

He robado tu primer beso, Miharu Rokujou.

Sintió como su cuerpo era estremecido por un escalofrío de pies a cabeza, parecía como si mil mariposas que arremolinaran en su vientre y al mismo tiempo como sino hubiese nada, su cuerpo se sintió cálido en un instante y sintió sus mejillas arder de nueva cuenta mientras sus labios eran rozados muy suavemente por los ajenos, apenas si podía llamarse un beso, pero era... lo más delicioso que había sentido en su vida hasta ese día.

-Shin...

Susurró débilmente al igual que el mayor lo había hecho con su nombre, aunque no estaba seguro de si en realidad el otro le había llamado o solo había sido cosa de su imaginación, o el hecho de que al sentir el movimiento de los labios ajenos sobre los propios quisiera pensar que susurraba su nombre y no el de otro, abrió sus ojos lentamente a la vez que se separaba apenas un poco y regresaba a su posición inicial sin permanecer de puntillas, ahora... no sabía que hacer...

...Pronunció mi nombre. Joder. ¡Pronunció mi nombre!

¡Ah! La dulzura llena de inocencia. La tenía enfrente y era increíble, estaba maravillado, deslumbrado y me costaba un poco mantenerme con los pies en la Tierra.

Antes se había puesto hasta de puntitas para alcanzarme, y era maravilloso. Terriblemente dulce. Quería hacerlo mío. Llamarlo únicamente mío. Quería monopolizar su mundo aún si eso estuviera mal pero ya nada me importaba...

Mi elocuencia, mis palabras entrecortadas o bien casi pronunciadas con torpeza desaparecieron para darle determinación y una fuerte convicción a lo que estaba a punto de decirle: -Miru, me gustas.

Me tomé la libertad, sí, eso, de rodear su cintura con una mano y pegarlo hacia mí, para que no volviera a escapar como lo hizo previamente. No. Esta vez lo mantendría junto a mí quisiera o no. Y no me culpen, soy un maldito posesivo y desquiciado y no me interesa la opinión de los demás, mientras él pueda ser mío. -Sé mío, por favor. -pedí amablemente antes de volver a hacerme de sus labios, ésta vez besandolos, como se debía. Siendo lo más paciente y tratando de no ser "rudo" sino suave en el proceso. Estaba consciente de que era su segundo beso a apenas, pero yo no podía controlarme. Todo... todo lo de él lo deseaba.

Se senía algo avergonzado con todo lo que estaba sucediendo en ese momento, había sido su primer beso y no dejaba de recordar el como se había sentido aquel suave roce, e igualmente lo bien que se sentía ser rodeado por los brazos ajenos, por supuesto, lo que más vergüenza le había causado y que no se comparaba con un simple abrazo eran aquellas palabras las cuales resonaban una y otra vez en su mente "Miru, me gustas", ¿le gustaba? ¿ómo podía estar tan seguro? apenas se conocían....

-y...yo... bueno...

No podía creer que por primera vez estuviera tartamudeando y no tuviera una respuesta rápida para las palabras ajenas, le había pedido ser suyo... se refería a ¿una relación? o.... ¿solo sexo? es decir había una gran diferencia entre "gustar y querer que fuera suyo" y "querer y desear estar a su lado", mordió su labio inferior y trató que su mente se controlara no hecharía todo a perder solo por un tonto miedo.

-si quiero...

Susurró suavemente, sonriendole con ternura.

[>_< gomen, apenas pude liberarme un tanto de los finales ;w;]


Su tartamudeo, el sonrojo en sus mejillas provocado por la vergüenza, tal vez el bochorno de sentirse entre mis brazos, y después ese susurro, tan nítido para mí, todo... todo era maravilloso, indescriptible, totalmente hermoso... y cálido... sí... Miru era cálido y suave.

-Gracias. -murmuré contra sus labios, pues éstos parecían invitarme a cada instante, a cada movimiento que él hacía. Sin embargo, unos segundos después me dí cuenta de que mi petición podría malinterpretarse, y bueno... digamos que no soy tan bueno como para decir que no quiero tener sexo con él, simplemente quiero conocerlo, porque me atrajo, porque tengo la sensación de que me necesita como yo le necesito a él. -¿Entonces aceptarías salir conmigo, como... una cita? -pregunté en un tono bajo, mirándolo a los ojos color verde intenso, tan hermoso.

Y sí, mi propuesta, tan sólo poro ahora, no tenía doble intención, pues Señoras y Señores Shin Natsume está encantado no sólo por primera vez, sino que además es un chico, uno menor.


Shin Interno: ¿Acaso ahora soy un pedobear? XD

Por suerte el mayor fue quien finalmente despejo las dudas en cuanto a su primer pregunta, agradecía que se refiriera al buen sentido de la palabra, es decir, no es como si a final de cuentas no deseara muy en el fondo llegar más a fondo, pero por supuesto, todo debía comenzar con una cita, no pudo evitar una tenue sonrisa, no podía creer la cantidad de veces que había sonreído en el poco tiempo que tenía estando a lado del mayor.

-si, acepto tu invitación...

Susurró aún sonriendo alzando la mirada para verle directamente al rostro, pero... esos labios, parecía como si lo invitaran y por supuesto él no se negaría aquel gusto, así que sin más se alzó una vez más de puntillas y unió sus labios con los ajenos una vez más, era un beso dulce y suave, no sabía como continuar, pero aquella simple unión era más que suficiente para él.

Miharu: si, eres un pedobear

Mi sonrisa se ensanchó cuando le escuché aceptar mi invitación. Incluso mis dientes se pudieron observar en el gesto. Me sentía feliz, y pese a que éste sentimiento era absolutamente efímero, era algo grandioso, incomparable... tan anhelado por muchos y experimentado por pocos.

Correspondo a su beso, tan suave, tan tenue, que ni pareciera un beso sino mas bien sólo la unión de nuestros labios, acompañada por el latir de mi corazón un tanto rápido ¿por qué? porque sabía que desde este instante Miru estaba perteneciéndome. Era mío y ni siquiera se daba cuenta de lo que eso implicaba.

Ah.. la ingenuidad.

Pero bien, siguiendo a mis instintos de "aprovechado y abusivo", rodeé un poco más fuerte su cintura e incluso lo obligué a que hiciera su cuerpo hacia atrás, inclinándome sobre de él pero deteniéndolo para que no cayera de mis manos, de mi fuerte agarre. -Miru... -susurré su nombre después de separarme de la unión que él provoco, mas no conforme, volví a besarle, ésta vez yo tomando la iniciativa, moviendo mis labios por encima de los suyos y succionándolos un poco, probándolos... sí, eso era... estaba probándolo y joder, sabía delicioso.

Pensé que, tal vez, mi pequeño acompañante se vería molesto por el gesto, pues normalmente lo hacía con las chicas y éstas rebozaban de alegría y tenían el rostro como tomate. Estaba tratándolo con gentileza, no como una mujer. Y había una grande diferencia. Aunque.... tal vez fue un error, sí, uno grande, aplicar la misma técnica a pesar de que mis intenciones eran distintas.

Besó los labios ajenos con suavidad, dejando que fuese aún una bella y dulce unión, aunque poco a poco el mayor dejó de quedarse quieto y por supuesto, comenzó a hacer algo más atrevido, demostrando lo que los años le habían enseñado, aunque por supuesto, no es que le molestara en realidad, era un beso delicioso que comenzaba a volverse excitante, era tan sensible a aquellas nuevas sensaciones que comenzó a sentir como su rostro y el resto de su cuerpo se acaloraban completamente.

-shin...

Susurró débilmente en medio del beso, sentía que necesitaba respirar un poco y que el mayor no se lo permitía, separó un poco sus labios de los ajenos, respirando profundamente, ahora se sentía un poco mejor, mordió sus labios un poco y se acercó al oído ajeno.

-olvida mis cosas... tomemos un taxi y vayamos a tu casa... ahora

Estaba algo avergonzado con respecto a aquella propuesta, la verdad no sabía que tenía en mente o que deseaba hacer una vez que estuvieran en casa del mayor, pero solo sabía que deseaba estar en la privacidad del hogar ajeno con él.

¡¿Qué fue eso?! ¿Acaso Miharu Rokujou mordió mis labios? ...oh. No me tientes demonio de media noche [XD]. ¡Ah! ...Si susurras eso contra mi oído no voy a poder controlarme durante mucho tiempo más. Tu ingenuidad, tus provocaciones, tus sonrojos... todo... todo quiero de tí.

-A la orden. -murmuré con un tono divertido. De cierta forma se me adelantó pero no malinterpreten, ésto era genial. Aunque... bueno, después yo vería la forma de cómo calzarlo, vestirlo y demás.

-Espera un segundo. -me erguí de nuevo, con él en mis brazos y sólo lo "liberé" para que del bolsillo de mi pantalón sacara mi celular. Rapidamente desbloquée el aparato y busqué el número que tenía registrado, por supuesto, de unos taxis. Hice la llamada, sin despegarme de mi pequeño y tan dulce acompañante. Y después de compartir un par de palabras con el encargado, éste me dijo que me vería justo donde le indiqué. Nos encontrábamos a un par de cuadras del parque principal. Lo cual no sería díficil de identíficar. Le dí una referencia: enfrente de nosotros se encontraba el Monumento a la Ciudad.

Colgué el teléfono y volví a darle toda mi atención a Miharu, hablando de nuevo, en tono de broma-: ¿Qué te gustaría cenar cuando lleguemos? -volví a rodearlo con mis brazos, no sé porqué, pero sentía la necesidad de no abandonarlo, de no pensar en despegarme siquiera de él.

La manera en la que Shin atendía rapidamente a su "capricho" le pareció simplemente encantadora, aunque más que un capricho, era un deseo, dejó que hablara por telefono tranquilamente y escuchar que hablaba a una base de taxis le hizo sentir más cómodo, al menos no deberían estar esperando por que un taxi pasara y esperar a que no llevara pasaje, definitivamente los chicos mayores eran más "maduros" o al menos él daba esa impresión, ¡maldición, comenzaba a pensar como una colegiala! sin embargo... sentirse envuelto en los brazos ajenos le hacía sentir... bien...

-lo que desees esta bien por mi, no soy muy exigente en cuanto a la comida

Y maldita fuera su mente que le traicionaba y le hacía pensar cosas tales como "pero en la cama si podría serlo..." lo cual le obligó a desviar la mirada para que el mayor no notara su sonrojo, debía alejar aquellas imagenes (cofcofPG18cofcof) de su mente.

-Oh, ya veo... entonces estará bien lo que sea. -comenté después de escucharlo "no ser tan exigente". ¿Era ese el sentimiento de no querer ser una molestia? Oh, Miru. Jamás serás una molestía para mí.

Arquée una ceja cuando me percaté de que su mirada no estaba cruzándose con la mía. Por lo que pregunté-: ¿Qué estás pensando, pequeño? -lo dije con cariño, no porque quisiera denotar su baja estatura. Simplemente creí que esa palabra emitiría mi gusto por tenerlo entre mis brazos, algún tipo de familiaridad si quieren verlo así.

-Anda, dime... -Le pedí aquello amablemente, en un susurro. Acerqué mis labios a su oído y al hacer ésto simplemente no pude resistirme por mucho, ya que el lóbulo de su oreja parecía incitarme, invitarme a que lo besara. Y eso hice. Besé con suavidad éste "pedazo de carne", percatándome de que estaba un poquito más caliente de lo normal. ¿Acaso estaba sonrojado?

-no pienso en nada en especial, no te...

Trataba de calmarse y alejar tanto las imagenes como la idea de que en ese momento se encontraba en los cálidos y confortables brazos del mayor, aunque por supuesto tanto sus palabras como sus intentos se vieron interrumpidos cuando de pronto los labios de Shin se encontraban besando el lóbulo de su oreja.

-ahhh... Sh...shin...

No pudo evitar que su voz saliera entrecortada y en manera de un tenue gemido, un sonido que nunca en su vida había imaginado que brotaría de sus labios, sin embargo no pensaba en ello, simplemente se dedicaba a tratar de separarlo de su cuerpo, aunque su voluntad comenzaba a debilitarse.

-n...no... espera a tu casa...

Fue un comentario inconsciente, pero que sin embargo, le había gustado.

-¿Eso fue un gemido... Miru? -volví a susurrar contra su oído, ahora deliberadamente. Por supuesto que había sido un gemido, pero sinceramente quería escucharlo de nuevo, además, mi nombre estaba allí dentro. Me encantó la forma en que lo dijo, en cómo brotó de sus labios mi nombre.

-¿Esperar a llegar a mi casa...? ¿Eso quiere decir que... tienes algo planeado para cuando lleguemos allí? -joh, pregunta con trampa, muy maaaal intencionada.

Su cuerpo tratando de alejarse de mí sólo me provocaban a abrazarlo con un poco más de fuerza, por supuesto sin querer lastimarlo, sólo que no quería que huyera de mí, no de nuevo. Aunque, aún si lo hiciera, no tardaría en ir a atraparlo y de acorrarlarlo para tenerlo para mí. Miharu Rokujou es mío y de nadie más. -Miru... ¿puedo besar tu cuello? -mi mirada se situó en su bufanda que hasta ahora había sido un problema para mis bellas y malas intenciones, así que, si podía deshacerme de ella con el don del convencimiento, más que perfecto.

No. No me importaron las personas que pasaban a nuestro lado o del otro lado de la acera y se nos quedaban viendo, o murmuraban cosas como: "¡Son dos hombres!", "¿Está acosándolo?", "¿Deberíamos llamar a la policía?". Y un montón de prejuicios más. Maldita sea. Maldita gente chismosa. Pero en fin... yo estaba en lo mío, o sease, Miru.

No podía evitar sentirse cada vez más nervioso con la situación, sin embargo no le era molesto como llegó a pensar por un momento, mordió su labio inferior y trató de alejarlo un poco más, pero no era como si realmente quisiera separarlo y las preguntas que le hacía, ¡maldición!

-y....yo... ¡no! no planeó nada y, no, ¡no puedes besarme el cuello!

Trataba de sonar convincente en cuanto a sus palabras pero se sentía derretir entre los brazos ajenos, ahora comenzaba a temer un poco, Shin no se veía cohibido en lo más mínimo, al contrario parecía encontrarse habituado a esas situaciones, ¿qué pasaría si era solo el chico correspondiente a la noche?

-s... solo espera... el taxi ya no debe tardar....

Trataba de despejar su mente, debía pensar las cosas fríamente, no quería equivocarse o que tal y como la gente a su alrededor murmuraba, terminara aprovechandose de él, aunque... no sentía que fuese a ser así.

Así que no podía darle ni siquiera una caricia... bueno, me hallaba un poco decepcionado de mi mismo por no haber obtenido lo que tanto quería pero también estaba consciente de que apenas hacía unos minutos le había robado su primero, segundo, tercero y demás besos.

Tal vez yo también estaba acelerando mucho las cosas, más de lo que debía o podía. En fin... dí un suspiro, algo resignado y me aparté un poco del menor. Además su advertencia era cierta, el taxi ya no faltaba en llegar. Así que sólo pude pasar mi brazo por encima de sus hombros y pegarlo a un costado mío, para que se tranquilizara o al menos no volviese a rechazarme.

Intenté tranquilizarme, de nada servía lamentarme por algo que no tenía mucho sentido. Ya habría tiempo para eso. Así que, ya más tranquilo y calmo le pregunté, cambiando de tema-: ¿Te gustaría probar un chocolate caliente? -alcé una mano, pues al parecer el tiempo no era el mejor, y algunas gotas amenazaban y nos anticipaban lo que vendría siendo una tenue llovizna -...hace mucho frío ahora. Y... -se me salió una risita nerviosa- creo que es lo único que se preparar muy bien.

Y así como mi pequeño acompañante me dijo momentos antes, el taxi se veía a lo lejos, siendo atraido hacia nosotros justo en el preciso instante, la lluvia se empezaba a sentir y que mejor que entrar en el asiento trasero de un auto para resguardarse.

Pudo sentir como Shin imponía una distancia mayor a la que realmente deseaba, pero claro está que no diría nada al respecto, sintió como el cielo comenzaba a ponerse un poco caprichoso y la lluvia comenzaba a caer lentamente sobre sus cabezas, afortunadamente el taxi llego casi al instante, por lo que se pudieron resguardar rápidamente de la lluvia, miraba al mayor en silencio, sin saber que podría decir, esperaba a que fuese él quien indicara la dirección que debían tomar, para colmo tampoco estaba seguro de si sería correcto besarlo en ese momento, es decir, era menor de edad y verlo besarse con alguien mayor, y entre dos hombres, bueno, no quería que los molestaran.

-cuando lleguemos a tu casa... podrás quitarme la bufanda...

Susurró bajito para que solo Shin le escuchara, le estaba dando el permiso que deseaba para besarle el cuello, pero se lo estaba condicionando al lugar, desvió la mirada hacia la ventana, viendo aun al mayor gracias al reflejo que la misma otorgaba, ya deseaba llegar a su destino y sentir nuevamente los labios ajenos.

Así pues, nos metimos en el taxí e intercambié un par de palabras con el conductor, indicándole dónde vivía y cómo podría llegar más rápido a ese lugar.

Me dediqué a ver el camino, tan sólo por unos momentos, quién sabe porqué había empezado a lloviznar, "vaya que el tiempo está loco", pensé. Aunque tal vez esa era una buena señal, así podría enseñarle al menor sus artes culinarios... escasos... porque sólo sabía preparar chocolate caliente, café, y bebidas.

-¿Eh...? -preguntó distraido, pero las palabras emitidas en susurros fueron bien recibidas por sus oídos. Aunque me pregunté si había sido imaginación mía o si había sido verdad por lo que, me incliné un poco, hacia donde estaba Miru, y le pregunté, también en un susurro-: ¿Y qué te parece ahora? ...Quiero besarte de nuevo. -murmuré contra su oído, utilizando ese tono bajo, apenas perceptible para mi acompañante, guardándonos el secreto.

Mi mano se encontró con la suya, que era considerablemente más pequeña, y la apretó con suavidad, para calentarlo, para que me sientiera presente.

el autocontrol que estaba tratando de mantener a toda costa se esfumaba lentamente y es que pareciera que shin se propusiera hacerle perder la cabeza con tan solo un par de palabras, claro que quería besarlo, aunque no estaba seguro... pero no fueron sus palabras lo que le hicieron ceder, sino el cálido tacto de la mano ajena, era un toque suave y tenue, pero firme, sin más ya no pensó en consecuencias o en "que dirá el conductor", cerró los ojos lentamente y dejó que su rostro se acercara al del mayor, hasta que finalmente sus labios se encontraron sellando así un dulce beso mientras su mano regresaba el leve apretón a la mano ajena, no quería que le soltara, no quería separarse de Shin.

Sin embargo tuvo que romper el beso, encontrandose aun algo avergonzado, sonrió levemente y relamió sus labios para luego bajar la mirada hacia sus manos que aun se encontraban juntas.

-puedes besarme más en casa, ¿de acuerdo?

Así que accedió.
Espera...
¡¿accedió?!
¡¡¡Accedió a besarme!!!
...Ah, tan dulce que eres tú, Miharu.

Correspondí a su beso, apenas moviendo mis labios suavemente sobre los suyos, aún me veía envuelto en algo llamado "parental control".

De pronto algo vino a mi mente, ¿Miru tenía... 15 o 16 años? ¿Se lo había dicho o siquiera se lo había preguntado? Realmente no lo recordaba. Aunque pensé algo parecido a que aún era muy joven, pero quizá no tan inexperto como decía serlo. Es decir, no estaba besandome de una forma erronea, y a veces tomaba la inciativa... pero ¿es que acaso fue una mentira eso de que yo obtuve su primer beso? Hmmm... ¿no le gustaba ninguna chica? ¿...o chico?

"Qué demonios. Cállate Shin, y deja de pensar esas cosas." me dijo la conciencia, por lo que eliminé las dudas que tenía y me enfoqué en el menor. Claro, hasta que, él mismo rompe el beso dejándome a mí un poco desconcertado.

Su mano apretó ligeramente la mía a lo que sonreí, sintiendome un poco más seguro y en confianza. Así que... llegando a casa... a lo que ahora sería nuestra casa... habría más de Miru. Más para mí, por supuesto.

-Ven acá. -murmuré, atrayéndolo a mis brazos, así pues, rodeé sus hombros con mi zurda y con la derecha entrelazé mis dedos con los suyos, y no me importó la diferencia de tamaño de éstas, así podría sentir mi calor y yo el suyo. -Miru, quer...

-Pronto llegaremos, señor. -el chofer me interrumpió, confirmándome el hecho de que ya sólo faltaban un par de cuadras para llegar.

El tiempo al lado de éste pequeño hace que se desvanezca. Se me fue volando.

Desvió una vez más la mirada algo avergonzado, tanto por sus palabras como por el beso que recien habían compartido, se dejó abrazar por el mayor, disfrutando del calor que le brindaba este, aunque las palabras ajenas se vieron interrumpidas por la voz del chofer, estaban a punto de llegar, no sabía porque pero comenzaba a sentirse ansioso, es decir le había prometido "más" una vez que llegaran, pero su mente aun no se había hecho a la idea sobre exactamente que tanto sería ese "más".

-ya casi...

Susurró para si mismo viendo el lugar a su alrededor, quería saber en donde se encontraba, aunque no logró reconocer la calle, aunque no parecía un mal lugar, se acercó y besó la mejilla de Shin suavemente a la par que el taxi se detenía frente al lugar que suponía era donde el mayor vivía, contuvo un poco la respiración y trataba de relajarse.

**cerrado**