Last Chance *libre*

- N-no puede ser…! - dijo el chico que acababa de ser arrojado contra la pared de ladrillos gastados en aquel callejón solitario. Tres sujetos reían de la pobre reacción que el más joven había – o no había – alcanzado a tener ante el sorpresivo asalto. Limpió con su antebrazo la sangre que comenzaba a correr por la comisura de sus labios, pues aquellos tipos no contentos con tomarle por sorpresa y arrastrarlo hasta aquel lagar, lo tiraron al suelo de un solo golpe antes de lanzarlo contra la pared y acorralarle.



Más que un mal día, una detestable semana... sí, todo quedaba reducido a eso. Entrar en detalles sobre los acontecimientos en cadena de toda aquella semana no serviría de nada, la realidad seguiría siendo esa.

Como si fuera poco, tratando de mejorar su suerte, había decidido salir y comer algo fuera –no es como que tuviera opción, ya que no sabía cocinar… - mal momento para descubrir algún buen lugar para satisfacer esa necesidad, alejándose de los lugares que le eran familiares,

¿Cómo había terminado en aquella situación?... Sin darse cuenta se absorbió tanto en los caminos, mirando por aquí y por allá el cambio de paisaje y después abismado en sus pensamientos que no se dio cuenta en qué momento había dejado atrás la seguridad de los rumbos transitados y la protección del sol, llegando a ese lugar. Para cuando quiso dar la vuelta -para evitar algún mal rato y reanudar su inicial búsqueda- era demasiado tarde.

El sol perezoso, como siempre que se despide del invierno, comenzó a ocultarse pronto, o quizás eran las mismas calles las que parecían resguardarse en las sombras, restringiendo a los rayos del sol.

Los tres tipos le habían interceptado, uno de ellos le pareció familiar. No hubo tiempo de reacción, cuando se dio cuenta estaba ya en el suelo sangrando del labio, pero a pesar de la desventaja numérica… no iba a darles el gusto de pedir misericordia. Un Leysin ¡JAMÁS!. Y sdu orgullo era demasiado grande para pedir ayuda… aunque pensándolo bien… en ese tipo de lugar… quién podría tener el valor o la decencia de ayudarle.

No era un héroe, es más le importaba muy poco lo que le pasase a los demás, pero ¿cómo desperdiciar la oportunidad de pelea? poca importancia le dio al chico en el suelo y menos a su estado, pero los abusones, esa era otra historia.

Si algo se te enseña en esta vida es la ley del más fuerte y para él, serlo, era maravilloso, un reconocimiento propio de su superioridad contra insectos detestables cuya única existencia era demostrar (según él) que era el mejor.

Así que ni corto ni perezoso, inicio con algo de retorica contra los pillastres (pillas-3) unas pocas palabras de motivación, para que se centraran en su persona y dejaran a su "inocente" (y esto es algo en lo que no tenia certeza) victima, libre.

Sacudió su ropa, preparándose para entrar en "escena" la suela de sus zapatos era dura y emitía un sonido chocante contra el asfalto que permitía un eco tenebroso, sí, adoraba su calzado.
No levanto su voz, pues la distancia se acortaba cada que flexionaba una de sus piernas para dar pasos largos y lentos, en una contradicción de amabilidad donde no la hay, pues como se dijo antes su interés era el "golpear" pero puede y esto es una especulación, puede que alguien pensara que aquel sonido que producía, era alguna técnica para asustar a los vándalos atacantes.

La acción (el abuso) es detenida y los hombres buscan al dueño de aquel sonido peculiar, a lo que no los hace esperar mucho, se pone a unos cuantos metros del trió, observándolos de reojo, casi lastimero, por conocer su destino, sonríe ampliamente ocultando su sed de sangre y habla nítidamente: -Buenas... - dijo con tono de burla, después continuo con su discurso:-...se me perdió un gatito- señalo con su mirada al joven que permanecía a nivel del suelo, regresando rápidamente su mirada a los hombres frente a él -...y parece que ustedes lo encontraron, y como soy el encargado es hora de pagar la recompensa- la palma de su mano, busco los nudillos de la otra, presionándolos para omitir un sonido de traqueteo, en donde sus músculos se relajaban, no iba a limitarse y sí, iba a correr sangre.

El ataque cesó de momento y las risitas burlonas se silenciaron. En el lugar solo se escuchaba un sonido que al prestar un poco de atención, le parecieron pasos, pasos que lento y ligero se acercaban a donde estaban él y los ‘agresores’.

El sujeto que tenía acorralado al chico contra la pared, le soltó de pronto viendo la prepotencia con la que aquel extraño se aproximaba. Otro de los tipos se apresuró a sujetarle antes de que este siquiera pudiera hacer algún movimiento para escapar. Aunque viendo a aquel nuevo personaje, se preguntaba si sería otro más que quisiera unirse a la ‘fiesta’. Pero, en realidad, aunque hubiese querido moverse, no habría ido muy lejos, uno de ellos había logrado asestarle una buena patada en el costado y le dolía como un infierno con cada jaloneo del hombre.

Entre la conmoción y los gritos del ‘victimario’ –pues es lógico que un cobarde que se siente amenazado, quiera demostrar su dominio alzando la voz o haciendo cualquier otra cosa para parecer más ‘grande’ de lo que es– logró entender que al menos el hombre que acababa de llegar no era un aliado de aquel trió. Lo que de algún modo le hiso sentirse aliviado.. por el momento. Pero, esperen un minuto, ¿cómo le había llamado aquel hombre? Eso le cabreó per vamos que no estaba en posición de replica. Levantó su mirada amatista para descubrirlo, lucía lo suficientemente capaz como para atinarles una buena paliza, aunque no quitaba que entre los tres pudieran también atizarle algún buen golpe.

-A-ahh.. sueltame, estúpido mandril!– lanzó un golpe algo ineficaz al sujeto, no pudo evitar quejarse cuando a jalones lo hicieron avanzar junto con ellos, para quedar en frente de su ‘oponente’
- Vamos.. si tanto quieres a este ‘gatito’… no te saldrá barato – insinuando que el herido seria él mismo por entrometerse.
– ¿sabes cuánto podríamos obtener por él? – dijo otro de los truhanes sujetándole la mandíbula, para mostrar mejor su rostro. El más joven sacudió la cabeza, para deshacerse del agarre. Se sentía humillado y despreciado, todo culpa de su distraccion por no percatarse de la llegada de aquellos antes.

Levanto su mano izquierda, juntando sus cuatro dedos más largos y flexionándolos allí donde nacían, tocando con estos la yema de su pulgar en donde esta acción parecía imitar los movimientos de los labios; prestó su voz acomodándola a cada movimiento, y de esta forma, su mano habla: -Blah, blah, blah- clavo su orbe (uno), pues su otro ojo permanece inerte y oculto bajo el parche negro que acostumbra a llevar y que para aquellos que no se percatan casi, permanece oculto bajo sus atezados mechones de cabello.

Aun cuando había observado el vejamento al que sometían al "gatito" y no hizo movimiento alguno para evitarlo, pues para él era ante todo diversión, no un acto de heroísmo.

Así pues, valiéndose de su buen "perorata" realizo un ataque directo: - Está bien... - sonrió cínicamente, dejando escapar palabras sin que la sonrisa se borrara: -...que tal una pierna y un brazo, o mejor una costilla fracturada - observo de reojo al chico por segunda vez, tratando de evaluarlo: -Aunque se ve caro, mejor un ojo, que es irremplazable, aunque la ciencia ha avanzado mucho. - fue un movimiento rápido, inclusive solo se puede decir que la escena sangrienta descrita a continuación podría resultar algo descabellada.

Vlad Jruschev no es alguien para tomar a la ligera, a pesar de ser un obseso de las conspiraciones, no es de hablar sin hacer y más cuando su carácter algo vandálico y salvaje en algunos aspectos de su vida le han permitido forjarse la "fama" que otrora llevara dentro del gremio.

Clavo, uno de sus dedos en el ojo izquierdo del hombre que servía de jaula humana para el "pitufo" ni siquiera el parpado que se cerro automáticamente por reacción natural impidió el ataque, lastimo gravemente el humor acuoso, traspasándolo hasta llegar al cristalino inundándose de sangre.

Tal liquido escarlata dejo caminillos en el rostro del "herido" el cual por instinto de nuevo, llevo sus manos a la "fuga" ocultándose, doblándose y terminando en posición fetal, la jaula había sido abierta.

Recobro la compostura, sacudiendo su mano para retirar la sangre que le hastiaba, continuando con su dialogo: -Bien, ya pague, ahora es mío- sonrió de nuevo, ampliamente, burlándose de sus "adversarios"

La palabrería previa a la acción, pasó desatendida por el chico que se encontraba más concentrado en hallar un punto flojo para soltarse del agarre de su ‘carcelero’, de un momento a otro dejo de ver al hombre que desafiaba a los rufianes para verlo enfrente suyo dirigiendo un ataque frontal al sujeto que le tenía prisionero, dirigiendo su asalto directo a su ojo. Hilillos de sangre se deslizaron por el rostro del transgresor… un par de gotas cayeron sobre la mejilla del chico que miraba estupefacto semejante hazaña, algo que sin duda no se ve con frecuencia.

Vio al hombre sacudir su mano para deshacerse del líquido carmesí que invadía su mano, sin inmutarse en ningún momento por el serio trauma físico que obviamente había ocasionado en aquel sujeto. Los demás hombres, viendo el estado de crisis del que se revolcaba en el suelo, hecho un nudo humano, doblado de dolor, se miraron entre sí para decidir lo que habría que hacerse, el valor hizo gala de ausencia y ambos tipos optaron por recoger lo que quedaba de su amigo para huir con él, no sin antes gritar al aire que las cosas no se quedarían así…

Misha no era de esos que se amedrentan fácilmente pero aquella escena le había dejado estupefacto y ahora solo podía mirar a los tipos salir huyendo y al hombre enfrente suyo que miraba aquella escena gozoso, aunque por su expresión parecía lamentarse de que no hubieran dado más pelea.

Ahora bien, ya sabía que aquel individuo estaba de su lado –o al menos eso le gustaba creer porque de no ser así estaría en serios problemas– Sin levantarse aun, trató de razonar y decir algo a su favor, aunque en ealidad, no lo logró muy bien.

- Y-yo.. uhm….. g-gracias… - dijo con la voz algo entrecortada, sea por las razones que fuere, el hombre le había salvado el pellejo, y esas fueron las palabras que más trabajo le costaron decir, no solía agradecer a nadie que no fuera importante para él, por su carácter temperamental, un gracias o un lo siento sincero, escasas veces salían de su boca.

Frustración inmensa. Pensar que el trió de desadaptados sociales huía por algo tan mísero, era un "san seacabo" que él no deseaba. Pensó que al enfrentarse a pillos de callejuela, dispuestos a atropellar a criajos de parvulario, su reacción seria un poco más osada y rebelde, no el de encontrarse a perros huyendo con la cola entre las piernas y ni siquiera sin "apaleo"

Que frustrante.

Adiós a sus deseos de dar y recibir (golpes por si acaso XD) ni siquiera lo tocaron, quedo tan impecable como llego, sin ninguno de sus cabellos fuera de lugar, con los pliegues de su ropa tal cuales y solo su mano se veía manchada, la única con suerte. Saco un pañuelo doblado de forma cuidadosa, de su gabardina, listo para que la tela se alimentara con la sangre de su "caído" enemigo: -“ni un solo raund…” - pensó de nuevo cuando limpiaba cada parte de su dermis, entonces escucho unas palabras diminutas acompañadas de un diminuto tono de voz.

¿Qué era eso? Como murmullo entrecortado, si es que se podía. Giro su rostro buscando al dueño de aquel curioso sonido, aunque lo primero que le vino a la mente fue un animal parlante, un felino.

Termino dando con el chico. Procuro no asustarle, pues tenía la idea de que pertenecía a una raza desconocida y asustadiza; se encorvo para estar a su nivel, apoyando sus manos en sus rodillas a modo de juego, entonces le dirigió unas palabras, con una sonrisa amplia en los labios: - Un placer gatito –acababa de bautizar a la bestia- ...por cierto ¿por qué te perseguían y en donde puedo encontrarlos?- Sí, se quedo con las ganas de destrozarlos y aunque pareciera extremo, quedarse a medias no es algo de su agrado.

Con algo de desconfianza miró al hombre agacharse hasta su nivel, ahora que lo veía mejor notó curioso que tenía un ojo cubierto, que lo distrajo un poco… pero regresando a la ‘chachara’… ¿cómo le había llamado? Ahh.. ¡Qué bochornoso! Y estando como estaba, qué podía argumentarle, no se podía negar que tenía la pinta de un cachorro apaleado.
Se mordió el labio inferior –que para colmo estaba roto- el cual dejó salir una gotita de ese líquido rojo. Reprimió su malestar y decidió responder mejor la pregunta que se le había hecho, sea como fuere, este hombre le había sacado del ‘atolladero’.

– Yo..yo no les hice nada.. si es lo que quiere saber.. – no, no se estaba excusando, pero instintivamente se puso a la defensiva. Se encogió de hombros – solo me desvié en mal momento… y termine aquí.. y así – haciendo referencia a el estado deplorable en el que estaba, con manchas de sangre -más de la ajena que propia-, adolorido y como si hubiese decidido limpiar el suelo asqueroso con su ropa -por que lo habían empujado y arrastrado al suelo, hizo una breve pausa- … uno de esos sujetos… yo, tuve un altercado con él y su grupo de amigos hace tiempo, pero fue en otra ciudad.. no esperaba verlo por aquí.. en realidad más que un altercado, fue algo como un engaño – al recordar aquello, una sonrisa se dibujo en su rostro, había sido un juego de niños… quizás eso fue lo que le molestó, haber sido engañado.

- … Así que en realidad no sé dónde encontrarlos… - el desconocido pareció decepcionado al oír la respuesta del más joven. Sí que era un hombre extraño, pensó, frustrarse por no poder patear más traeros esa noche, se asemejaba a los personajes de algunas historias que había leído, esos que eran auténticos guerreros, pero no vayamos más lejos, que solo habían sido tres vagos sin oficio ni beneficio.

Gruño por abstinencia.

No podía creer que se le había escapado tal escoria, además de que el "pitufo" frente a él no le facilito ninguna pista de los malayos.

Se enderezo, regresando a su buena postura, y pensando por un momento un lugar que le cubriera las ansias de "golpear" lastimosamente era nuevo en la ciudad y no conocía lugares disponibles para tales "hazañas" por lo que miro de nuevo al chico, poniéndose a su nivel, apoyando por segunda vez las palmas de sus manos y sus brazos sobre sus piernas flexionadas sutilmente, hablándole por segunda vez con tono amable: -Sabes de algún lugar donde abunden chicos malos - la maravilla, era mejor golpear a vándalos, que Vivian en jolgorio provocando problemas y levantando trifulcas a diestra y siniestra, es mas corría un rumor uno de "clase baja" de que incluso la policía a parte de sus limpiezas secretas a expendedores de drogas, rateros y hasta prostitutas, solían pagar a hombres para que empezaran pelea y después apuñalar a alguien en medio de la confusión, personas que por lo general tenían problemas con la ley y eran difíciles de atrapar. ¿A qué venía todo esto? simple, eso significaba que el encargarse de esas "fichitas" no implicaba problemas directos con la ley.

El por su parte comenzó ese hobbie por ejercer superioridad, por darse a conocer y por libertinaje, por lo que le temblaban los nudillos cada vez que pensaba en patearle el trasero a algún pardillo.

Espero la respuesta del chico.