¿Una cita? -Byakuran-

Byakuran detuvo su andar acelerado, se había apartado un poco de la gente y de los puestos, aun había varios cerca pero ya no tantos como en la zona principal de plaza. Seguía sin rastros de Nerox, si no lo encontraba iba a entrar en una etapa de pánico y desesperación nunca antes vista, fue entonces cuando lo escuchó, obligándose a calmarse llegó hasta sus oídos el maullido desesperado del que supuso era el gato que había rescatado, se apresuro a seguir el sonido y no tardó en dar con el animalito, que se encontraba caminando torpemente por la banca maullando desesperado al saberse sin dueño, o como si lo intuyera al saber que su dueño estaba en problemas, el peliblanco se acercó y lo tomó de nueva cuenta por la piel alzándolo, se fijó también en la los collares que se encontraban a un lado, sin duda alguna Nerox debía estar cerca, miró al animal con seriedad.

-Shh cállate ya y déjame escuchar, si sigues con tu escándalo no podremos encontrarlo- le advirtió y de nueva cuenta lo metió en su chamarra, tomó los collares que había comprado guardándolos en uno de los bolsillos y activó todos sus sentidos, revisando la zona con la mirada, atentamente y en silencio como buen asesino que era, no tardó en escuchar la voz de su pequeño y unos bufidos de molestia, una media sonrisa, fría y cruel se esbozo en sus labios, los había hallado, ahora solo debía acercarse con sigilo, no quería arriesgarse o peor aún, arriesgar aun más Nerox.


El hombre se limitó a reír con ganas ante los débiles forcejeos del menor, mientras seguía recreándose mordiendo y lamiendo el cuello de Nerox, sus manos no tardaron en romperle la playera dejando al descubierto su torso, el cual se dedico a acariciar con una de sus manos, no fue hasta que sintió la mordida en su brazo cuando se apartó ligeramente del chico mirándolo con furia “-¡Mocoso estúpido!-” le gritó mirando la marca de su brazo, y fue precisamente gracias a esta pequeña distracción que alcanzó a retroceder un par de pasos al notar que el chico estaba a punto de vomitar, justo a tiempo, ya que lo único que paso fue que su camisa se había ensuciado, miró con más furia al chico y de inmediato le soltó una fuerte bofetada, partiéndole un poco el labio y mandando al menor directo al suelo, el tipo miro su camisa tratando en vano de limpiarse aquella sustancia con un pedazo de papel, sin dejar de mirar al chico “-¡¿Cómo te atreves a vomitarme encima!?-” le espetó mal humorado “-Pero esta me la vas a pagar mocoso olvídate de los buenos tratos-” amenazó inclinándose para jalar al menor por los restos de su playera, sin embargo no pudo conseguirlo, ya que fue volteado bruscamente tan solo para recibir un puñetazo en el rostro que lo hizo tambalearse un poco.


-Eres un patético y asqueroso patán- dijo Byakuran, había seguido el ruido y al ver al menor en el suelo y con la ropa hecha jirones se olvido por completo de todo su enteramiento y dejándose llevar por el impulso se había acercado al tipo para golpearlo, cosa que nunca hacia, o al menos no de la nada sin haber sido atacado primero. La mirada en sus ojos era más que severa, peligrosa y cargada de odio, frialdad y sadismo, el tipo había excedido sus límites y ahora el peliblanco estaba casi fuera de control, por poco y se había olvidado de que Nerox estaba ahí.


El tipo soltó una risa mientras se sobaba la quijada adolorida por causa del golpe “-Que modales tan lindos Millefiore, ¿No ves que nos interrumpes? además creí que esta era solo una mascota-” fijo caminando hacia el mayor de los chicos.


El peliblanco sacó su arma apuntándole con firmeza -No pienso detenerme en escoria como tú, pero que sepas que NADIE toca lo que es mío- dijo con una voz sin expresión que se acoplaba perfecto a su mirada y antes de que el hombre siquiera pudiese soltar una burla más, con un simple disparo en la frente cayó de espaldas y después… silencio.

No supo cuanto tiempo pasó desde el disparo, no le interesó, había sido lo suficiente como para calmarse un poco, guardó con total calma y elegancia su arma, escondida entre su ropa y resopló, la segunda persona en un día, estaba agotado, sacó su celular y se lo llevo al oído -Parte final de la plaza de la ciudad, encárguense de las sobras- dijo y si más colgó, resoplando de nuevo. Fue hasta que sintió al felino moverse en su chaqueta cuando se giró hacia a Nerox, a pasos lentos se acercó y se inclino a su lado -No te hare daño, te voy a sacar de este sitio- le informó aun con un tono severo y peligroso en la voz, no espero respuesta, después de todo no le estaba pidiendo permiso, se quitó la chaqueta y se la puso sobre los hombros para cubrirlo, le entregó al felino que no tardó en apegarse al chico y finalmente lo tomó en sus brazos con suma delicadeza, cargándolo de una manera protectora para así caminar hacia un sitio mas iluminado.


{Mega iuu con el vomito >____< y andaba desayunando cuando lo lei que mala eres xD}

Siguió con esa sutil caricia en la espalda del menor, esperando paciente a que pudiera hablar, aunque en cuanto las palabras salieron de la boca de Nerox, sintió como si le diesen un martillazo, su voz rota y asustada, habían logrado mover en el Interior de Byakuran algo no sabía que tenía, por instinto lo abrazó aun mas como si con eso pudiese borrar el daño que le había causado a lo largo de día, el peliblanco sentía o más bien esperaba, con ese abrazo transmitirle un “Lo siento”, un “No te hare daño”, o algo similar, algo que pudiese evitar que el menor lo odiase o se derrumbara frente a él.

Asintió suavemente con la cabeza al tiempo que se ponía de pie, con cuidado y sin soltarlo para así caminar a un sitio en donde pudieran tomar un taxi y regresar a la casa del menor, quería llevarlo a conocer su apartamento, justo como había prometido pero pensó que tal vez no era una buena idea, después todo solo agregaría otra impresión mayor, no, Byakuran pensó que quizá iba a ser mejor explicarle primero las cosas.

En cuanto se alejaron de la gente Byakuran se encaminó a la calle y detuvo el primer taxi vacio que pasó, se arrepentía de no haber traído su auto, pero la zona a la que había ido a trabajar era por demás horrenda y no quería “arriesgar” al amor de su vida a recibir un daño así que al final había optado por usar otro transporte, se subió en la parte trasera y tras cerrar la puerta y dirigirle al conductor una mirada helada que decía sin palabras un “Ni se te ocurra hacernos la plática” le indicó con voz clara la dirección de la casa de Nerox, esperando haber tomado una decisión acertada.