Primera cita -privado Killyem-

Llegó algo apresurado al hospital, había escapado de los dormitorios después del toque de queda, era ya de noche y aunque la noche no era fría, si se sentía el fresco, así que llevaba un suéter ligero que le quedaba un poco grande, las mangas dejaban ver tan solo las puntas de sus dedos y el cuello era grande de tal manera que dejaba un poco al descubierto uno de sus hombros. En cuanto llegó al lugar volteó a ver en distintas direcciones, Vardock debía de verlo ahí, pero no habían fijado un lugar en especifico, así que no podía evitar sentirse ansioso conforme los minutos pasaban ¿se había equivocado en el lugar o en la hora? No, estaba seguro que debían verse a esa hora.

Le asustaba un poco ver cuando gente pasaba cerca de él y no eran el mayor, la verdad nunca había salido solo y de noche a esas horas, frotó sus manos un poco nervioso, le hubiera gustado entrar al hospital y resguardarse un poco de la gente que pasaba y le ponía los nervios de punta, pero si hacía eso quizá Vardock no lo vería, así que simplemente siguió de pie, ahí, viendo en todas direcciones, esperando verlo tarde o temprano.

-por favor, apúrate Vardock...

Susurró para si mismo, jugando con las mangas de su suéter, jalándolas un poco, mientras su espera continuaba, quería que llegara lo más pronto posible.

El hospital, más bien fuera de este, era el lugar que elegí para encontrarlo y llevarlo desde ese punto hasta mi casa, mi humilde morada.

No tenía ningún inconveniente en asistir, la noche cubría con su manto el cielo opaco. Era como si supiera que de esta forma me sentía mas complacido de divagar por las callejuelas y plazas de la ciudad que empezaba a dormitar para muchos y avivarse para otros, dentro de los cuales por supuesto me incluyo.

Las escasas líneas de tráfico, cuya amante mía (la noche) dejaba ver solamente las siluetas oscuras de los conductores y sus pasajeros, iluminados levemente por las luces públicas y privadas.

Yo, seguía canturreando aquella tonada, silbando algunas veces, moviendo mi gabardina de un lado a otro, divisando con mi mirada el complejo de alimento, el centro comercial para surtir mi despensa. La calle con algunos transeúntes. Delicioso banquete, exquisito. La mujer que cruza, el hombre que habla por celular, la pareja que se toman de la mano amoros...que asco de palabra.

Camino hasta que los muros se transforman en cercas altas compuestas por barras delgadas, hay un total de...que me importa cuántas hay. Justo en medio, una puerta amplia abierta de par en par y en frente de esta el chiquillo. Se veía ansioso y sonreí por ello. Una sonrisa maliciosa se dibujó en mi rostro después de verlo. Me acerque sigiloso, para que no se percatara de mi presencia, casi desvaneciendo mi ser, por lo que lo tomo de la mano y lo jalo, para que se mueva: — Vamos niño, se nos hace tarde. — le mire cuando pronuncie estas palabras, y se veía tan delicioso, tan provocativo con esa ropa, casi diciéndome, vamos, pruébame, pero no, eso se daría de darse, en otro lugar. Enfilo mis pasos lentamente, hacia la dirección que corresponde, haciéndonos un espacio para el dialogo en medio del trayecto. Nunca esta demás, aprender y mas, si es para mis propósitos.

Cuando sintió que una mano le jalaba no pudo evitar soltar un gritillo, aunque no alertó demasiado a las personas que pasaban, ya que en cuanto vio quien era el que le llamaba se sonrió más calmado, era Vardock, colocó una mano en su pecho y suspiró sintiéndose más relajado.

-jejejeje me asustaste.

Le siguió en su caminata, asegurándose de tomar la mano del mayor entrelazando sus dedos, mientras sonreía, no importaba lo que se pudiera a llegar a pensar de ellos, ya que si uno se ponía a analizar la situación, era algo sospechosa, el mayor y él no tenían ninguna clase de parecido físico para como para decir que fueran padre e hijo y definitivamente aquellas no eran horas para andar en la calle, sin embargo a él no le importaba, ni siquiera se daba cuenta de ello, estaba demasiado feliz con el simple hecho de caminar a lado del otro en dirección a su casa.

-y ¿cómo es tu casa? ¿cómo tienes arreglado? a decir verdad desde ayer estoy tratando de imaginármelo y no logro pensar en nada especifico.

Caminaba un poco más rápido de lo normal, tratando de seguir el paso del mayor, ya que le era un poco difícil ir al mismo paso por el tamaño de sus piernas, pero no dejó que el otro le adelantara y quedaran separados.

Lo asuste: — No me digas. — que placer, asustar, si, es delicioso, es el postre que me da fuerza mientras ataco a cada una de mis víctimas, cuando se asustan y ruegan por sus vidas.
Me adelante un paso, para que me siguiera, cosa que no solo hace sino que, me percato de esa "tibieza" que comprobaba su existencia. Toma mi mano y sus delgadillos dedos, entrelazan el hielo que son los míos. Me detengo y me giro para verle extrañado, o por lo menos eso quiero que vea: — Supongo que así es más fácil que no escapes. — de haberse podido dibujar una sonrisa en mi rostro, por supuesto que esta estuviera engarzada a mis mejillas, estirándolas, pero por el contrario, mi mirada se agudiza y mis labios se curvan formando una media luna. Soy un lobo hambriento y el cordero me está dejando probar su carne, totalmente feliz. ¿Puedo pedir más, comida a domicilio?

Retomo el paso, pasando por parejas y personas solitarias, que caminan a sus casas con deseo de descanso, son unas pocas las que van por la calle, y eso es fortuna. Unos nos ignoran otros miran curiosos y luego hacen una mueca o desvían la mirada, no es su problema, según leo en sus mentes. Maldita humanidad despreocupada de lo que sucede a un desconocido. Es aquí donde hago una anotación; esta época es perfecta para mí.

Una zona cubierta de arbustos es la siguiente parada, la luz artificial ni siquiera se cruza por las ramas, solo roza las hojas delineando el follaje: — Por aquí. — lo llevo conmigo, cruzando un sendero que parece salido de un cuento de esos viejos que solían asustar niños con sus historias...como se apellidaban, ha si...Grimm.

(user: seguimos en el cementerio, ya cuelgo el post)