Resolviendo el Tedio [Libre]

Todo se encontraba sosegado, la brisa templada de la estación soplaba perfecta y lenta mientras el atardecer tal como una ola arribando en la costa iba inundando muy lentamente el cielo de la ciudad, se podía sentir claramente la tranquilidad, la clásica calma que se avecina tras el finalizar de un día, esos suaves segundos de la tarde en los que el mundo parece relajarse y parar por un momento. En silencio, todo apacible, perfecto….

Y por demás fastidioso.

O al menos para él era así, el joven, alto y esbelto caminaba por las calles de la ciudad sin mucho entusiasmo ¿La razón? sencilla, se encontraba desesperadamente y odiosamente aburrido. No lo malentiendan, no es que tuviera algo en contra de los atardeceres o la tranquilidad, al inverso, estar solo y sereno era de sus cosas predilectas, pero llevaba muchos días realizando una búsqueda hasta ahora infructuosa y eso comenzaba a estresarlo, o mejor dicho a molestarle, y no por el hecho de no poder encontrar su preciada presa, él, siendo un chico dotado de una enorme paciencia debido a su profesión le tenía relativamente sin cuidado las cuestiones de tiempo (al menos por ahora), sino más bien era por estar sin nada “productivo” o al menos interesante que hacer; el tedio que comenzaba invadirlo se haría insoportable si no resolvía que hacer para entretenerse.

Byakuran viró en una de las calles y continuó su andar pausado, sin prestar demasiada atención a su alrededor, su atuendo, elegante como de costumbre capturaba la atención de muchos y muchas, cosa que sinceramente poco le importaba, aunque de vez en vez se detenía y le sonreía dulce y coqueto a alguna chica o chico solo para observar su reacción, sonrojos, desvíos de mirada e incluso molestia algunas veces, pero nada que lo cautivara por completo. Suspiró con pesadez y fue adentrándose más y más por las callejuelas de la ciudad, las cuales se hacían más estrechas solitarias y descuidadas, finalmente se detuvo, miró lenta y analíticamente a su alrededor para después sonreír, había irrumpido en una zona de “mala muerte”, quizá finalmente podría hallar algo que lo divirtiera así que caminó mirando los pocos establecimientos, bares prostíbulos etc. todo incitando a lo peligroso, el corazón le latió con fuerza, era un mundo bajo y secreto en el que pocos sabrían moverse con agilidad, pero para él fue como sentirse en un segundo hogar.

El chico suspiró y se estiró perezosamente sonriendo cual pequeño mientras que de su chaqueta sacaba un paquetito relleno de dulces esponjosos y de colores pastel, malvaviscos por supuesto, miró el paquete con curiosidad y de manera ansiosa para después lanzarlo con algo de fuerza y en menos de 5 segundos sacar su arma y disparar al objeto en el aire, avanzar unos pasos y atraparlo. Un tiro perfecto, justo en la esquina superior derecha de la envoltura plástica se apreciaba un agujero del tamaño justo para dejar salir un par de malvaviscos con tan solo inclinarlo sobre su mano -Hum... deliciosos- murmuró tras saborear la golosina, de seguro si su padre lo viera utilizando el arma de esa manera tan infantil le daría una severa reprimenda pero él… estaba muerto.

Byakuran se quedó quieto sonriendo, quizá su tiro había llamado la atención de alguien porque ahora el chico sabia que lo observaban así que con toda la calma del mundo, camino un par de pasos para sentarse sobre un bote alto de basura, esperando a que la otra persona decidiera salir, puesto que al ser un sito con callejones estrechos aun si su observador intentaba huir sería muy probable que él lo descubriera.

El chico se mantuvo ahí sentando comiendo sus malvaviscos como si fuera lo más importante del mundo, con una tierna sonrisa de satisfacción en los labios, fue sacando de uno en uno los dulces por el agujero del empaque para finalmente mirar al chico que había decidió acercarse, lo escrutó con la mirada, su bata, su cabello, su mirada curiosa, muy curiosa pero diferente al mismo tiempo, le gustó de inmediato, esa mirada detonaba una curiosidad más profunda a comparación de las muchas otras que había recibido durante el día y asimismo estaba el hecho que el joven comía lo que parecía ser una paleta, eso, podría para muchos parecer tonto e insignificante, pero para él era como un plus, que unido a todo lo demás del chico era como tener enfrete un gran letrero en el que se leyera "¡Mírame!" y al parecer no era intencionado lo cual lo hacía sumamente atrayante, así que le sonrió con amabilidad y asintió levemente con la cabeza

-Pues… digamos que si y que no, estoy levemente familiarizado con esta clase de lugares pero soy nuevo en esta ciudad- explicó de buena gana mientras comía otro malvavisco y miraba al joven con ánimo, al fin alguien con quien pasar un buen rato, al menos hasta aburrirse nuevamente aunque las expectativas eran altas y positivas, se estiró un poquito haciendo un curioso sonido y alargó su mano hasta el recién llegado. -Byakuran Millefiore se presentó con gusto y sin dejar de sonreír

-¿Y qué hace un… doctor – tanteó un poco haciendo referencia obviamente a la bata que el otro traia -…por esta clase de lugares? ¿Atendiendo a algún mafioso quizá?- dijo jugando un poco esperando con emoción la respuesta del chico que se veía solo un poco mayor, pero apenas y le dió tiempo para responder pues de inmediato se llevó una palma a la frente. -¡Pero qué pésimos modales los míos!, ven aquí siéntate- dijo jalándolo y acomodandose para dejarle un espacio a su lado. -Mi bote es tu bote asi que sin miedo no pienso comerte… por ahora-el chico soltó una suave risa . -Ten come un malvavisco y cuéntame los mas íntimos de tus secretos, o al menos que haces aquí- finalizó quitandole la paleta y metiendo la golosina dentro de la boca del chico para despues acomodar la paleta entre sus dedos de nuevo, esperando con ansias de apariencia infantil las respuestas del otro, ahora que estaba entretenido no lo dejaría ir tan fácilmente.

El chico rió estridentemente y de buena gana ante las reacciones del joven recién llegado, sin embargo y por más raro que suene, no se estaba burlando de él, su risa, exagerada, alegre y con leves toques de perversidad era simplemente como un reflejo que había adquirido hacia ya muchos años, aunque no iba a negar que estaba teniendo un rato agradable con el chico de la bata que comenzaba ahogarse con el malvavisco, lo miró atento esperando que no lo escupiera pues además que no le agradaría, ya que al peliblanco no le cabía en la cabeza como alguien pudiera sacar de su boca tan deliciosa golosina, seria algo muy poco cortes, pero en fin, paró de reír y se centró un poco para escuchar con atención lo que Sedras, como se había presentado el de menor estatura, le estaba diciendo, después de todo y aunque la idea de hacerlo enfadar era en extremo atrayente, aun era demasiado temprano.

Byakuran le devolvió al chico una fuerte e intensa mirada cuando se vio sujetado por la corbata, le sonrió levemente e incluso inclino la cabeza un poco -Eres un poco malhumorado ¿No?- comentó mientras lo miraba con juguetón desafío, al parecer se encontraba frente alguien que sabía lo que hacía, que era quizá algo voluble pero sin duda una persona interesante, y además útil, ya que aunque no lo pareciera entre juego y juego Byakuran lo había escuchado con suma atención, quizá el entablar una “amistad” con el chico podría resultar ser algo muy producente y no es que Byakuran fuese solamente un interesado o un aprovechado para querer familiarizarse con Sedras, no, hasta este punto su interés por el chico era genuino, después de todo platicar con alguien interesante intelectual(pues no dudaba de su inteligencia) y físicamente, era bastante grato.

Se sacudió la ropa, reajustándola nuevamente para dejarla perfecta y miró con profundidad a Sedras repasando en su mente lo que había dicho “Un doctorcito salvador de vidas innecesarias” una muy curiosa elección de palabras después de todo ¿Cómo saber si una vida es necesaria o no? a él poco le interesaba, tras haber matado a tantos nunca se había preocupado sobre si esa persona era necesaria o no, solo hacia su labor y punto, le daba igual, no le importaba, nunca se lo había planeado y ahora que tal cosa había sido mencionada se cuestionó a si mismo si es que el era necesario, no dio con la respuesta. -No confundiré- dijo de pronto con bastante seriedad pero segundos después volvió a sonreír tiernamente y puso una pose de pensador dispuesto a contestar las preguntas que le habían realizado.

-Aaaaah pues la cosa es muy simple Sedras sama- mencionó con una voz casi cantarina -Llegué aquí de pura casualidad, salí a caminar y terminé aquí, si estoy familiarizado con estos sitios es porque por una razón u otra siempre terminó pisando lugares similares, casi como si de un imán se tratase, estas callejas, estos rincones mugrientos causan en mi una severa e inexplicable atracción- el joven soltó una risa y puso en su rostro en gesto macabro que a todas agudezas lució falso, infantil y algo tierno -Siii, debes cuidarte de mí son un malvado chico y en cuanto te des la vuelta te apuñalare muahahaha- dijo bromeando, mitad verdad mitad mentira -No, que va, matar por la espalda es algo nefasto y poco gallardo- explicó levantando los hombros en señal de desinterés, le había respondido a su pregunta aunque no de una forma muy directa pero suponía que él lo había entendido y que no preguntaría al respecto.

-Ahora bien supongo que como genetista que eres, la curiosidad en ti es una característica innata, pero permíteme preguntar ¿Qué es lo que te causa tanta curiosidad en mi? no has dejado de mirarme así desde que nos encontramos- cuestionó con una sonrisa, en verdad quería saberlo, la mirada que Sedras le daba muy pocas veces la había recibido.

Byakuran esbozó una sonrisa muchísimo más amplia y podría decirse que casi sincera, el joven a su lado le resultaba cada vez más y más interesante, ¡Ah! bendito el deleite de compartir la afición de la locura, porque de alguna u otra forma sabía que Sedras estaba algo loco, la forma en que lo miraba, en que se expresaba, todo parecía ser una sutil indicación sobre un estado mental “poco saludable”, pero ¿Acaso era importante? ¿Acaso era cierto? después de todo cada ser pone sus límites, sus fronteras entre lo que es la cordura y lo que no, lo que para unos puede resultar un acto maniático para otros es lo más normal y natural del mundo, quizá el no tener cordura era lo lógico para ellos, pero a opinión del peliblanco en lugar de la palabra locura debería de emplearse la de “excentricidad” porque eso eran, un par de chicos excéntricos, originales, con sus propios secretos y personalidades ocultas y era justo eso lo que le agradaba del chico junto a él, tenía ese brillo con el toque perverso en la mirada, el mismo que de vez en vez Byakuran podía notar en sus propios ojos al mirarse al espejo.

El chico miraba atento a un ratón que salía de un agujero con semblante nervioso, como si esperase que de un momento a otro fuera a salir algo a atacarlo, el instinto animal le sorprendía algunas veces y le hacia cuestionarse que tan similar era al de los humanos, escuchaba a Sedras con atención y lo miró cuando fue propicio, lo dejó sujetar su cabello sin ningún problema, pero obviamente y aunque no se notara en su expresión atento a cualquier gesto de agresión por parte del otro, le hablaba de su cabello y de sus ojos, generalmente era lo que más llamaba la atención de las personas que lo miraban, era por lo que otros asesinos lo reconocían con facilidad y aunque su padre lo detestaba un poco a Byakuran le encantaba, le fascinaba la idea de ser un poco mas diferente que el resto, llevó sus dedos a la marca bajo de su ojo, ojalá pudiera saber que era, dejó que el joven Sedras lo examinara visualmente y soltó una risa afable tras sus palabras.

-¿Disección? jajaja eso suena maravillosamente divertido, me halaga a decir verdad que me consideres un espécimen casi perfecto, mas supongo que sabrás que no soy uno fácil de atrapar así que la advertencia es para ambos entonces- dijo tranquilo, de buen ánimo y ¿Por qué no?, también algo contento. Suspiró profundamente y de nuevo rió guardando después silencio por algunos segundos para después mirar a Sedras con una sonrisa algo aniñada, se acercó un poco mas él y sin pedir permiso, sin importarle las consecuencias o la reacción del otro llevó sus manos hasta su boca levantando un poco el labio superior del chico para poder observar el colmillito -Parece de lobo o de vampiro ¿Siempre los has tenido así o te modificaste?- preguntó y apartó las manos para ahora inclinarse con una sonrisa curiosa y juguetona al cuello del chico, descubriendo de nuevo esas cicatrices, ¿De que eran? ¿Por qué las tenia?, le causaba mucha curiosidad y aunque quería tocarlas y examinarlas, se contuvo, eso ya le parecía demasiado.... quizá.

-Aaah que mal, los malvaviscos se han agotado- dijo con pesadumbre mientras se guardaba la envoltura en el bolsillo de su pantalón -¿Podrías ser capaz de crear un malvavisco perfecto? no sé, que durara más tiempo sin la necesidad de ser de un tamaño gigante, de perfecto sabor y consistencia, si lo hicieras este mundo seria un lugar mejor- comentó de pronto como si nada. -Me encantaría saber además en que clases de negocios andas ¿Qué es lo que más te gusta hacer? quizá podríamos llegar a un acuerdo o más bien seria como una especie de juego, tu sabes, respuestas por respuestas, claro nada que sea demasiado comprometedor- sugirió el chico -Comienzo a estresarme de estar aquí sentado ¿Damos una caminata o entramos a beber a un lugar de mala muerte?- cuestionó riendo mientras se ponía de pie.