Un paseo por las nubes de metal [Priv- Quimey]

Había quedado con uno de mis mejores amigos Quimey de ir a algún lugar a pasar el rato, porque hace mucho que no nos veíamos y disfrutábamos juntos, no quería que nuestra amistad se viera afectada por el inclemente tiempo y la absurda distancia, así que lo invite al parque de diversiones.

Lo espere afuera del lugar que ya se encontraba rodeado de gente, sinceramente no soy de ir mucho a estos lugares, pero por ser Quimey de quien se trataba, no me importaba el ajetreo y el bullicio.

Consulte mi reloj, cuyo destello del sol hizo que apartara la mirada, el calor del día era sofocante y aunque vestía informal, con un pantalón claro y una camisa de manga larga con botones abiertos y que dejaban ver otra camisilla más delgada, blanca y con estampado, la temperatura seguía golpeándome.

Suspire, aún esperándolo, con los tiquetes ya apartados en mi mano y con los que me daba "viento" aunque no eran tan grandes como quisiera.
Las personas seguían entrando y yo seguía esperando a que llegara, ya me estaba preocupando de si algo le había sucedido, o si lo habían secuestrado, siendo él tan lindo y robable...me preocupe.

Se le había hecho un poquito tarde debido al tráfico pero finalmente había logrado llegar al lugar indicado, estaba sumamente ansioso de poder estar en un paseo con Mikado, era su mejor amigo y tenían tiempo que no se veían, ese día iba vistiendo un short quizá demasiado corto y una camiseta de manga corta el cual tenía un estampado de una serie de moda, unos tenis y finalmente una pequeña mochila al hombro, donde cargaba una botella de agua y un par de paquetes de galletas.

-¡Mikado!

En cuanto llegó inmediatamente se lanzó a sus brazos dándole un fuerte y efusivo abrazo del cual no quería soltarlo, tenía mucho tiempo que no lo veía.

-¡te extrañé mucho! deberíamos vernos más seguido

Sin más le sonrió y le estampó un beso en la mejilla.

— Quimey...llegas...!! — no me dejo siquiera "regañarlo", la verdad no podía enojarme con él, no solo me sentía aliviado por saber que estaba bien sino que me abraza de esa forma que tanto me gusta que lo haga y la cereza del plato, me planta un beso en la mejilla y joer...como me hacía falta.

Lo abrace con la misma intensidad, porque mis amigos eran como mi familia y antes ya se lo había dicho, para mi Quimey era como mi hermanito menor, ese que nunca tuve y que tanta falta me hacía.

Le hable sin separarme de su lado, más bien lo estaba cargando, porque me resultaba tan fácil llevarlo sin que tocara el suelo: — Es tu culpa que no te vea, ya sabes que un servidor... — me señale con lo que pude, haciendo un extraño movimiento y flexionando mi brazo teniendo total cuidado de no dejarlo caer, continúe con el dialogo: —...siempre está más que dispuesto a verte y charlar contigo...aunque— pause mis palabras mientras caminaba en dirección a la taquilla repleta de gente haciendo fila: — ¿te parece si charlamos en algún juego del parque? decide cual, hoy tu mandas.— le sonreí, imaginando la diversión que nos esperaba y cuantas vivencias tendríamos.

No podía evitar reír en cuanto Mikado le cargó, aferrandose al cuello ajeno mientras le escuchaba hablar de aquella manera, Mikado era como su preciado hermano mayor... bueno, uno que si se preocupaba por él y uno el cual él también quería realmente, la verdad le había extrañado mucho desde la última vez que se habían visto.

-jejejeje lo sé, lo sé, y espero que nos podamos ver mucho más seguido

Expresó con una gran sonrisa, mientras que este caminaba y sus pies seguían sin tocar el piso, es que en verdad mikado era más alto que él, aunque no era como si aquello le molestara, al contrario le hacía un poco de gracia.

-jajajaja ok, yo elijo, pero bájame, anda

Pellizcó suavemente una mejilla del otro para luego darle un tierno beso en donde mismo al haberse "arrepentido" de su acción.

Sin duda alguna Quimey era una bocanada de aire fresco, esa que te devuelve la vida cuando estas saturado.

Me alegre por tenerlo a mi lado, por supuesto que lo hice, mientras contemplaba sus caricias acompañadas de pequeños gestos. Cuando me sonrió me sentí en paz, y cuando me pellizco fingí un "auch" exagerado que se deformaba a causa del estirón leve de mis mejillas.

No había olvidado su primer comentario, también deseaba compartir más tiempo con él y con Yuu, era algo que planeaba en un futuro no muy lejano, después de todo eran mis mejores amigos.

A lo otro, di un par de vueltas más y lo baje cuidadosamente, como era su deseo, y por miedo (seamos sinceros) de caer víctima del mareo por el calor ¿qué clase de anfitrión seria en ese caso? no se molesten en contestar, yo me contesto solito: uno muy malo.
Di un par de pasos hacia atrás y flexione mi espina, encogiendo mi abdomen y generando pliegues por el "doblez" de la camisilla, mientras que las puntas de la segunda que llevaba caían libremente, solo impulsadas por el viento que no se mostraba tan gentil como en otras ocasiones y soplaba tenue. Pase mi brazo flexionado, con la palma hacia arriba y los dedos extendidos y pegados el uno al otro, Si, le estaba reverenciando, invitándole de esta forma a iniciar nuestra tarde juntos, mis ojos se cierran y mi boca se abre: — Entonces, lo escucho, maestro. — me encontraba serio, escondiendo una modesta sonrisa entre mis labios.

una vez que le bajo se sintió más tranquilo, no es que le molestara, la verdad le gustaba mucho, pero tenía miedo de que ambos se cayeran o mikado tropezara, pero por ahora podían seguir con aquello, aunque notó que el chico hacía algo lo cual le ganó una amplia sonrisa.

-jejejejejeje

No pudo evitar una leve risilla en cuanto Mikado terminó la reverencia y le dijo aquellas palabras, era demasiado divertido todo aquello, sin embargo trató de ponerse serio y guardar la compostura, tal como el personaje de una serie que había visto con anterioridad.

-ejem.... escoltame hacia la entrada

Dijo con "gran solemnidad", en realidad trataba de ocultar su sonrisita a la par que extendía su mano como si de esa manera le pidiera que tomara su brazo y le llevara hacia el lugar indicado.

Cuando lo escuche, de inmediato me erguí, flexionando mi brazo y extendiéndoselo, para que lo tomara y así llevarlo hasta la entrada, tal como me había pedido, estaba simulando a uno de esos mayordomos ingleses y Quimey me seguía la corriente, en este pequeño juego.

Le hable, mirando hacia abajo, como lo hacían por respeto en las cortes de 1700: — Y bien, boochan (señorito) que desea que hagamos hoy— me mantuve serio, esperando escuchar su deseo, mi modo de compensarle por el abandono de días, al que lo había sometido por cuestiones personales y como antes ya había dicho, no deseaba que nuestra amistad se viera afectada por este tipo de “pruebas” quiero demasiado a Quimey como para perderlo y hoy voy a ser que se divierta como nunca.

Que será primero, la rueda de la fortuna (noria) la casa embrujada, la barca, los carritos chocones, los columpios con los pies suspendidos en el aire por minutos… ¿qué deseas para hoy Quimey?

Trataba de aguantar las risillas, aunque a final de cuentas tan solo cubría un poco su boca mientras dejaba escapar un poco los tenues sonidos, así caminó a su lado justo hasta la entrada del parque, cuando le preguntó que es lo que quería hacer, comenzó a pensarlo seriamente, había demasiados juegos, demasiadas cosas por hacer y muy poco tiempo.

-oh, bien, deseo ir a las sillas voladoras

Comentó "seriamente" de acuerdo a su papel de "señorito" aunque la verdad una sonrisa se asomaba en sus labios, amenazando con romper finalmente en una sonora carcajada, pero debía aguantar, así que sin más comenzó a caminar en dirección hacía donde se veía el juego.

-anda, vamos o se llenara

Una vez que vio la fila al juego cerca de él, comenzó a caminar un poco más deprisa, aunque a final de cuentas terminó tomando de la mano a mikado y corriendo en dirección al juego, emocionado.

—Las sillas voladoras me parece una excelente decisión...boochan — conteste casi de inmediato, sin detenerme de acompañar mi respuesta con una venia al más puro estilo europeo, interpretando el papel que había tomado por diversión nuestra.

Aunque, claro que lo note, la carcajada tratando de escapar de sus labios, quienes lo contenían para no dañar la interpretación, o eso pensé.

Entonces dice que debemos ir o se llenara, cosa en la que tiene razón, pues hoy parece haber más gente de lo normal y la fila para entrar resulta impresionante, aunque me doy cuenta, cuando me toma de la mano siéndome guía para ir hacia el juego, que he confundido la fila, realmente hay mucha gente para la montaña rusa.

No he podido evitar girar el rostro preocupado al ver semejante conjunto de rieles suspendidos en el aire, creando varias formas curvas que suben y bajan simulando una montaña, e inclusive hay 3, si 3 círculos completos, en donde escucho a la gente gritar con euforia y miedo, si porque esa mujer que juraba matar al dueño no parecía feliz que digamos y eso que estaba subiendo el primer círculo.

En fin que he seguido tomado de la mano de Quimey, en donde es un placer, e inclusive la e apretado un poco, a lo que el público reacciona con un: "hay tan lindos mira los hermanitos" me sonreí por ello.

Hacemos fila, esperando nuestro turno para comprar el tiquete, teniendo como fondo el apabullante y ensordecedor bullicio.

Escuchaba el ruido de la gente, como se divertía y al mismo tiempo asustaba al subirse a la montaña rusa, niños correteando y riendo mientras sus padres les reñían que no debían separarse de ellos, en poco tiempo se encontraron haciendo fila mientras seguía tomando la mano de Mikado, entrelazando sus dedos suavemente mientras volteaba a verle con una amplia sonrisa, hacía mucho que no iba a un parque de diversiones, había ido un par de veces con su familia, pero no era ni un poco divertido salir con ellos.

-¡ya verás como será divertido, y luego de esto comeremos y comeremos y nos subiremos a más juegos y nos divertiremos muchisimo hasta que ya no podamos caminar más!

Si, en definitiva estaba muy emocionado, no solo por el parque en si, sino por la compañía, Mikado era su mejor amigo y amaba pasar tiempo con él, todo era más divertido estando con él.

-después de esto te toca elegir a ti el juego ¿ok? así escogemos uno y uno y nos divertimos los dos.

Dio un par de saltitos en cuanto la fila avanzó, emocionandose al estar más cerca de su objetivo.

-Parece una cita.... jejejeje ¡Mikado, eres mi segunda cita!

Confesó emocionado al recordar como había contado como su "primera cita" la salida a tomar un chocolate con el hombre desconocido que le había asustado en la iglesia.

Me hizo feliz, el verle feliz, realmente pasar tiempo con quimey era tan relajante que olvidaba inclusive problemas que me tenían la mente bloqueada, en pocas palabras era mi mejor medicina, de eso no tengo duda.

Respondí al sutil contacto que me brindo, a sus dedos entrelazándose con los míos y los presione de igual forma, luego, le contesto calmo pero con una sonrisa que se mantiene cada que las palabras cesan: — Por supuesto, hagamos todo lo que queramos y disfrutemos de este momento, solo espero que no te pese mucho cuando me lleves a rastras — bromee, imaginando mi cuerpo siendo llevado con dificultad por el pequeño, que se esforzaba con su cara arrugada en llevarme hasta casa, lo que me recordó que hasta ahora no había invitado a Quimey a mi casa. Curioso.

Ese dato, me hizo detenerme cuando la fila ya se movía, y culpa de ello, sentí un empujón de una pequeña que se encontraba justo tras mío, la niña uso sus delicadas manitos para hacer que me moviera, lo volteo a ver, refunfuña y en ese gesto entiendo que esta tan entusiasmada por subir al juego que le resulto un estorbo llegar a la "meta" así que solo le sonrió y sigo, sujetando la mano de Quimey, aferrándome con más firmeza que antes (si se puede)

Conteste a lo segundo: — Pues me gustaría "la casa del terror" — siempre quise asistir a esa atracción, pero no tuve una infancia normal, y me perdí de mucho en el proceso de ser quien soy, agregué: — la barca , también me gusta, y se ve alucinante — por no decir vomitiva, pues la mayoría de los asistentes terminaban encorvados regresando la comida: — Y por último la noria /rueda de la fortuna — me parece genial esa atracción y el escenario amplio que ofrece el estar en una de las canastas y subir hasta estar en lo más alto. Estaba imaginándolo, cuando le escucho decir lo tercero y no pude evitar darle mentalmente la razón, realmente parecía una cita, una grandiosa a lo que solo atine a decir: — pues para mi, eres mi primera cita— le sonreí y lo jale para que siguiéramos en el turno. Realmente amo a Quimey.

-jajajajaja entonces conseguiré un carrito de super y te llevaré en el.

La idea de llevar arrastrando le pareció graciosa, aunque aun más la idea de llevarlo en un carrito de super, simplemente era algo que algún día le gustaría ver, se movió junto a la fila, sintiendose un poco más cercano a su objetivo, no faltaba mucha gente realmente, o al menos así era como deseaba pensarlo, cuando escuchó las ideas de Mikado no pudo evitar sentirse aún más contento, en verdad esa tarde prometía ser de las más divertidas que hubiera tenido nunca.

-entonces primero la casa del terror y luego.. mnh.. me tocaría una a mi... y... ¡yo digo que la rueda de la fortuna está bien! y luego la barca y luego los carritos chocones, y.. luego ya veremos, ¿te parece?

Le sonrió ampliamente mientras enumeraba cada una de las cosas levantando un dedo de su mano, no sabía si en realidad entre amigos también se le podía llamar "cita" pero le gustaba ser la primera cita del chico.

-jejejejej soy tu primera vez

Comentó sin malicia alguna, pero con una enorme sonrisa a la vez que se abrazaba al otro.

Me reí por lo que dijo, y no puede evitar imaginarme el momento donde era impulsado por el pequeño Quimey, quien se esforzaba por llevarme, mientras yo, en el interior del carrito con los pies colgando y meneándose como niño pequeño, le motivaba como lo hizo en su momento, Burns a Smithers, cuando en un paseo en bicicleta, este se quejaba por no seguir pedaleando culpa de una abeja que se había posado sobre sus lentes, y a la cual era alérgico. Recordé la escena y los insultos del anciano en donde le decía "un poquitito mas, haragán remolón" creo que no supero esa palabra, por lo que no he podido contenerme y he soltado una carcajada, atrayendo al grupo de personas que se encontraban, como nosotros, haciendo proceso de compra.

Le escucho entonces sobre la ruta a seguir, no me quejo por ello, por lo que dejo que hable sobre nuestra próxima parada, la casa del terror que en lo personal me encanta, aunque bien que he escuchado rumores en donde los empleados del juego hacen la suya en pellizcos y toques para los visitantes, claro en completa oscuridad para que estos se digan: “quien me toco” y generar espanto. Bueno, va a ser interesante, sea lo que fuere.

Lo tercero en el recorrido es la rueda de la fortuna, ha que sensación de liberación me ha tocado de solo pensar en ello, cosa que me dura poco porque la fila avanza y por fin llegamos a la taquilla, y allí esta ella, la mujer encargada, vestida con uniforme, con un sello en la mano y un manojo de tiquetes en la otra. Me inclino hasta alcanzar la ventanilla diminuta y le pido amablemente dos tiquetes, a lo que la mujer contesta cobrándome la totalidad y cuando le doy el pago a entregármelos. Está bien, paso del detalle y sujetando a Quimey de la mano, lo llevo conmigo hacia el juego, para disfrutar por fin de el.

Estaba emocionado de que al fin había llegado su turno, aun no sabía el porque había soltado Mikado la carcajada, y es que el avance de la fila no le permitió preguntarle, y ahora que la espera había terminado no pensaba en su carcajada, al contrario pensaba en divertirse, en subir al juego al fin después de una larga e interminable (?) fila, que bueno, al menos a él le había parecido así.

-¡Al fin es nuestro turno!

Se subió a una silla de color azul, la cual por supuesto no fue al azar, ya había pensado desde un inicio que quería subirse a una de ese color, colocó la seguridad de inmediato, sonriendo al ver a Mikado quien apenas comenzaba a sentar en una de las sillas, movió sus pies ansioso, notando que no alcanzaba el suelo, mordió un poco sus labios emocionado, quería que comenzara ya, pero debían revisar la seguridad de todos antes de dar inicio al juego.

-ya comenzaron a darme nervios

Le confeso al chico, una vez que volteó a ver la parte superior del juego, viendo que además de dar vueltas y dejar que las fuerzas centrifugas hicieran su trabajo en ese juego, además este subía al menos 10 metros más sobre el nivel del piso, dandole así más emoción al asunto, aunque no le asustaba, si le ponía un poquito nervioso.

Cuando estuve al pie de las sillas volador, no pude dejar de pensar en libertad completa, y es que estar con los pies fuera del suelo, es una sensación de desprendimiento única, y más si nos movemos rápidamente, lo cual eleva nuestra adrenalina.

Me senté en la silla que quedaba dos puesto atrás de la de Quimey, y me tambalee cuando termine de acomodarme y saben que: fue divertido.

Delante de mí había una mujer más que aferrada a la barra del asiento, parecía temblar, pero el encargado de ponerle la banda de seguridad, le hablo en susurros y parece que logro calmarla. Yo por mi parte veía como a Quimey un hombre parecía hacer lo mismo que con la mujer, acomodarle la banda de seguridad. Aunque la perspectiva no era del todo clara, el que hubiera un espacio bastante amplio entre puesto y puesto ayudaba a mejorar la visibilidad.

Vino entonces el hombre encargado de mi puesto, dándome instrucciones y luego sujetando a la hebilla la banda que evitaba que mi humilde cuerpo saliera volando como si fuera de trapo, por los aires.

El hombre habiendo hecho su trabajo se alejó, mientras una sirena empezaba a sonar, un pitido molesto que avisaba el movimiento del juego y allí estamos, separados: — Espero que Quimey no se asuste— los brazos mecánicos empezaron a moverse, hasta que las personas en el horizonte pasaron a ser figuras irreconocibles, y se sentía genial, hasta que sentí, la mojada, espesa y maloliente mezcla sobre mi cuerpo. La mujer delante de mí se había vomitado y sus desechos habían caído en mi cuerpo.

Estaba emocionado pero nervioso, era extraña la sensación, pero la verdad en el fondo quería subir tan alto como el juego lo permitiera, aunque al mismo tiempo esa idea le causaba una ansiedad imposible de explicar, pero bueno, lo mejor no era preocuparse por eso ahora.

Le pusieron la seguridad correspondiente y el chico le dijo un par de palabras para que se sintiera más tranquilo, sonrió y asintió un poco, escuchó el pitido que indicaba el inicio del juego y se agarró con fuerza de las cadenas que tenía a los lados, poco a poco comenzó a dar vueltas y movió los pies ansioso sintiendo como las puntas de sus pies dejaban de tocar el suelo y poco a poco se elevaba, la velocidad aumentaba y se negaba rotundamente en ver al piso o se marearía, veía todo dar vueltas y las personas y juegos a su alrededor comenzaban a verse borrosas, pero no por eso dejaba de ser divertido.

Poco a poco comenzó a gritar de la emoción como lo hacían muchos otros, se sentía algo mareado, pero al mismo tiempo no quería que esa sensación de estar volando y de vértigo terminara pero poco a poco la velocidad comenzó a disminuir y la sillas a bajar, hasta que nuevamente pudo sentir el piso con la puntas de sus pies.

Pude verlo y no estaba asustado, es más lo estaba gozando.

Vi como sus piececitos se movían de un lado al otro a la par de la velocidad, y me encanto. Hace mucho que no nos veíamos y esta era nuestra primera cita, así que me sentí muy feliz de que le gustasen este tipo de juegos. Ahora, esto no era nada para mí, pero por algún motivo, a acorde con la velocidad mi visión comienza a detallar lo alargado de las figuras ajenas al juego, como las formas se unen con otras hasta parecer manchas difusas.
Los alargados brazos de la estructura mecánica, comienzan a ladearse, para que la experiencia sea más sorprendente, y la base se levanta para dar altura a las sensaciones, todo un lujo que hace que algunos de los participantes comience a cambiar de color, al igual que las luces que adornan el esqueleto pintado de varios colores del armatoste en el que estamos subidos.

La diversión solo dura un par de minutos y entre gritos de alegría de muchos, el molesto pitido resuena anunciando el fin del paseo. La altura regresa a la normalidad y poco a poco la movilidad se detiene.

Algunos se levantan con ayuda de las sillas, los niños cargados de energía, levantan ellos mismo los cordones de seguridad y saltan hacia la taquilla para formar de nuevo una fila y volver a montarse. Yo por mi parte retiro la pesada cuerda recubierta de cuero sintético negro y con finales de hierro. Desabrocho el artesanal artilugio y me levanto en busca de Quimey, para que asistamos a la siguiente atracción " la casa del terror" en donde aprovechare, para reírme y otras cosas más (cara pervertida)

Aunque primero voy a sugerirle que comamos algo antes del siguiente destino, no sé qué invitarle en nuestra primera cita, pero espero que acepte. Me estoy divirtiendo mucho a tu lado y quiero seguir haciéndolo Quimey, por eso te doy energía para que dures mucho tiempo más.

Se levantó de la sillita quitandose la seguridad el mismo para ir a buscar a Mikado, pero antes de darse cuenta Mikado ya estaba a su lado, esperando por él, lo cual le sacó una gran sonrisa.

-jejejejeje y ahora ¿a dónde vamos?

Se abrazó un poco a Mikado sonriendole, estaba feliz de poder estar pasando esa tarde a su lado en el parque, simplemente era lo mejor que le había pasado y lo más cercano a la cita de sus sueños, claro, la pequeña gran diferencia es que Mikado era su amigo y no habría plan romántico al final de la cita, no besos ni caricias tiernas, tan solo un abrazo, un beso en la mejilla y despedirse, pero eso no era lo importante, lo que le gustaba e importaba era lo mucho que se divertía estando a lado del chico.

Comenzó a caminar fuera de la atracción conforme la nueva gente entraba y comenzaban a estorbar a las personas que subían al juego, así que salieron finalmente y comenzó a ver las atracciones para pensar cuál sería la siguiente en pedirle a Mikado para subirse cuando fuera de nuevo su turno.

— ¡Vamos a comer algo si te parece bien! — conteste eufórico, mientras se abrazaba a mí, abrazo que por supuesto correspondo pero que segundos, después se corta. El tiempo no es paciente por mucho que uno quiera.

Comenzamos a caminar, el lugar es estrecho y hay "entrada" y "salida" de la atracción, usamos obviamente la segunda para minimizar el tráfico y prevenir, según dice uno de los encargados de los asistentes que han terminado el "viaje" los accidentes, que se pueden producir por desprendimiento de algún objeto durante el "centrifugado" está bien, no está comprobado, pero de seguro que si se separan los sólidos de los líquidos, o por lo menos yo he sentido que mi "carne" se ha secado.

Avanzamos y mientras mi adorable acompañante observa las atracciones presentes yo busco un lugar para calmar a mi molesto estómago, que parece dar gritos desesperados por alimento y es que tiene justificación, ya es tarde y no nos hemos llenado de chatarra como se debe. Y es una queja.

Afortunadamente para mí, tengo bueno olfato y mientras mi estómago me insulta con lo que puede, estremeciéndose y rezongando, mi nariz encuentra un aroma delicioso que le llama y me guía. Estiro mi mano, buscando el delgado brazo de Quimey, para llevarlo conmigo y que comamos juntos, por supuesto ante cualquier queja le digo primero: — A comer, a ver si creces. — Bromeo.
Parece que el menú puede estar entre una hamburguesa a la parrilla y un hot dog con refresco bien helado, para sofocar el calor molesto que ya empezar a golpear la piel y hacer que pique y se sonroje.

(user: ahora que lo veo bien, se ve bastante adorable el nuevo ava *.* provoca, provoca(?))