Ciudad Esmeralda
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¿Alguna vez imaginaste un lugar lejano, escondido del resto, un nuevo Eden particular... donde puedes ser quien, como y cuando quieras, donde no existan etiquetas, creencias, ni banderas? Vive y deja vivir, porque en Ciudad Esmeralda todo tiene lugar.
 
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 ¿Y tú quién eres? [Libre]

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Phantom

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MensajeTema: ¿Y tú quién eres? [Libre]   ¿Y tú quién eres? [Libre] EmptyDom Sep 08, 2013 5:29 pm

Tun. Tun. Tun.
El ruido del despertador de mi celular me despertó y de mala gana alargué el brazo y con la vista borrosa atiné que eran las 8 am de un sábado. No había escuela y tampoco tenía trabajo así que me dije a mí mismo que podía dormir otra media hora, sin embargo, al cabo de unos 10 minutos la alarma volvió a sonar impidiéndome seguir con mi descanso a medias. Iba a volver a retrasarla hasta que de pronto mi mascota, Andy, mi pequeño gatito en crecimiento, se acurrucó encima de mi pecho y empezó a ronronear.

Ya está bien, ya entendí. Me levantaré.–murmuré resignado.

Lo aparté con cuidado y el maulló en respuesta. Froté mis ojos con suavidad mientras me sentaba en la orilla de la cama. Miré a mí alrededor y caí en cuenta de que mi prometido ya había salido o tal vez ni siquiera había llegado a dormir. Le resté importancia porque sabía que esto sólo se debía a que había tenido trabajo qué hacer; le llamaría después, tal vez a la hora de la comida.

Estiré los brazos y las piernas en una rutina de ejercicio durante 20 minutos antes de meterme a dar una ducha con agua tibia pues el clima no prestaba para más. Tras salir del baño decidí vestirme casualmente: un par de jeans, una camisa de manga corta color negro y el par de zapatillas que utilizaba para dar largas caminatas. Los ventanales de mi departamento me permitían ver que afuera el día iba a ser adecuadamente soleado así que dar un paseo sería algo relajante.

Salí del departamento no sin antes ponerle comida y agua a Andy para después acariciarle detrás de las orejas, en un gesto que prometía volver dentro de un par de horas. Traje conmigo mi reproductor de música y los audífonos pero al instante en que salía del edificio deseché la idea; de vez en cuando estaba bien escuchar los ruidos de la ciudad.

Me coloqué los lentes de sol para evitar que el mundo reconociera la silueta de un asesino y también para ocultar el par de ojeras que se habían formado debajo de mis ojos producto de una novela de misterio que me hubo atrapado la noche anterior. “Un capítulo más” había repetido en 3 ocasiones y por ello terminé durmiéndome pasadas las 5 am. No podía evitarse, pensé, hay buenos escritores y buenas historias, así que utilizar el tiempo en ello definitivamente no era un desperdicio.

Caminé con familiaridad por la calle. A unas cuantas cuadras se hallaba establecido el restaurante/bar de un amigo donde siempre iba a tomar mis comidas dado que yo tengo nada de habilidad en la cocina, además de que lo que su chef hace es una maravilla hasta para las cosas simples como un café o un par de huevos.

Al entrar al lugar le saludé y él también hizo lo mismo. Vio con sospecha a través de mis lentes de sol y cuando arqueó la ceja entendí que debía quitármelos. Lo hice y entonces él emitió una carcajada limpia y sonora. –Qué curiosa imagen das así, Reiji.–dijo él. Lo miré acusadoramente y él simplemente negó con la cabeza, divirtiéndose de mi cara. Tras un momento ya me hallaba en la mesa donde usualmente me sentaba. Me percaté de que el lugar estaba medio lleno de parejas de ejecutivos que discutían negocios. Calvin se percató de ello y me anticipó con media sonrisa en los labios: –No te preocupes por ello. Sé quiénes son y no te reconocerán ni aunque brilles como luciérnaga en la noche. –me entregó la carta y palmeó mi hombro en señal de camadería. –Lo que gustes, estoy para servirte, amigo mío. –asentí agradecido pues él era el dueño y siempre se tomaba la molestia de atenderme a mí en lugar de dejar que un mesero lo hiciera.

Le pedí que me trajera el desayuno que fuera mientras me llenara de energía y por supuesto, que también lo acompañara con un buen café. Él asintió y al cabo de unos minutos me encontraba probando bocado tras bocado, sin poder detenerme. Mi estómago agradeció la comida y el café rejuvenecedor. Comí tan rápidamente que Calvin, al verme desde lejos, no pudo evitar sonreír por mi actitud tan infantil. –Idiota, tengo hambre. –articulé aunque no emití palabra. Él podía leerme desde donde se encontraba, después de todo no era una persona común y corriente. Salí del lugar no sin antes pagar la cuenta, elogiar a Calvin como siempre por el buen servicio y finalmente agradecer al chef por su tan deliciosa comida. Volví a ponerme los lentes de sol negros y salí a la calle de nuevo.

Caminé sin rumbo durante unos 20 minutos, hasta que me topé con una librería pequeña. Las puertas estaban hechas de cristales transparentes por lo cual uno podía ver los miles de libros que allí aguardaban para ser leídos. Jamás la había visto antes así que sin pensarlo mucho me adentré en ella. Un sonido extraño sonó cuando me adentré así que la chica que atendía en caja de inmediato se me quedó viendo con curiosidad. Sonrió ampliamente y de pronto me sentí como un niño entrando a la pubertad a pesar de que por lo visto teníamos la misma edad.  Casi me sonrojé. Le devolví la sonrisa tímidamente y ella ladeó el rostro, coqueteando disimuladamente. Qué linda se ve con esos hoyuelos en las mejillas, pensé. –Si no encuentra lo que busca, no dude en llamarme. Mi nombre es Rose. –Vaya, hasta su nombre era bonito. Era una lástima que no pudiera invitarla a salir por mi compromiso. No. La verdad era que mi prometido era un millón de veces mejor.

Tardé una hora o poco más caminando entre los estantes repletos de libros de aventura, fantasía, drama, romance, comedia, suspenso y demás, sin embargo, el lugar que atrapó mi atención de inmediato fueron las novelas de misterio, junto a las policiacas. Irónicamente me gustaba leer cómo el bueno del poli atrapaba al malo, al asesino. Tomé un par de libros de mi autor favorito (en ese género) y leí el resumen de ambos. Se leían demasiado interesantes. Pensé que sería bueno para leerlos el fin de semana, además de que me gustaba darme el gusto de vez en cuando. Pagué por ellos y Rose, tan bella y amable me regaló una sonrisa junto con un par de separadores que ella misma escogió. –Espero verle pronto. A mí también me gustan mucho las novelas de ese autor. –sonreí sin decir nada y salí de allí retomando mi camino sin rumbo.

Caminé durante otros 5 minutos. El sol estaba ya en lo alto y me apetecía descansar a la sombra. Tal vez pueda ponerme a leer el libro en el parque, me dije. Un par de cigarrillos también estarían bien. Fui a un pequeño supermercado que aclamaba abrir las 24 horas del día, durante los 7 días de la semana. Usualmente allí compraba mis víveres cuando decidía que debía aprender a cocinar para después darme cuenta de que no sabía hacer otra cosa mas que fracasar en el intento. El dueño siempre me veía con mala cara, sin embargo, el par de hijas gemelas que tenía siempre me atendían de manera amable. Tomé del refrigerador ubicado en el fondo, una botella de agua y al llegar a la caja le pedí a una de las chicas que me diera una cajetilla de cigarros Marlboro (mi marca favorita) más un encendedor porque justo ahora no cargaba con alguno. Pagué mientras le decía a una de las chicas –aunque me dirigía al dueño que mantenía el ceño fruncido y los brazos cruzados- que era un fumador ocasional, y que era mejor que ninguna de ellas hicieran lo mismo que yo. Me dieron el cambio y salí de la tienda.

Con el rumbo ya planeado y el sol en alto, caminé de nueva cuenta. Al cabo de unos minutos llegué al parque principal de la ciudad y busqué allí un banco que estuviera vacío, para que pudiera sentarme cómodamente. Abrí los dos primeros botones de la camisa para refrescarme un poco y también bebí un trago de la botella de agua. Cuando encontré un asiento libre, cercano a un bote de basura, fui a tirarme allí. Bebí otro trago de agua y después coloqué la botella a un costado mío y me dispuse a abrir la cajetilla de cigarros. Extraje uno y lo dejé adornar mis labios, como si besara tiernamente a mi amante. Di ignición al encendedor e inhalé el humo del cigarro al prenderlo. Cerré los ojos al llenar mi sistema de aquella droga comercial.

El inhalar y exhalar el humo me produjo cierta tranquilidad a la que me estaba acostumbrando desde hacía unos cuantos meses. Después de medio cigarro, saqué una de las novelas que había comprado y me dispuse a leerla. La lectura de inmediato me atrapó por lo que terminé de fumar el cigarrillo rápidamente, tirando la ceniza en el bote de basura para después aplastarlo y aventarlo sin siquiera ver si caía dentro o no. La lectura me había atrapado tanto que me encerré en ese pequeño mundo donde el escritor y yo interactuábamos y discutíamos la historia que se traía entre manos. Muchos datos empezaron a llenar mi mente, y los personajes surgían rápidamente en imágenes un tanto borrosas puesto que no daban mucho detalle de cómo lucían, sino que se enfocaban más en cómo pensaban, en cómo actuaban y el porqué estaban en aquel lugar.

Demonios. –tuve que detenerme en el cuarto capítulo porque la información que acababa de leer era sorprendente. Saqué otro cigarrillo y me dispuse a fumarlo rápidamente porque quería regresar a mi lectura, sin embargo, tomé ese tiempo, esos cuantos minutos para ver a mi alrededor cómo las personas paseaban en parejitas o en grupos de amigos. Había personas de todas las edades, desde un grupo de amigas ancianas que discutían sobre sus quejas, así como adolescentes que planeaban al lugar que visitarían a la noche, por no decir que los hijos de parejas jóvenes les exigían a sus padres que jugaran con ellos a lo cual ellos respondían con una sonrisa y entonces se comportaban como niños grandes para complacerlos. La escena me sacó una sonrisa. A pesar de que sentía que yo desencajaba por mi imagen y porque estaba leyendo con los lentes oscuros, no me sentía vacío como en otras ocasiones. De alguna forma sentí que tenía la oportunidad de apreciar la escena que se me presentaba.  

¿Qué harán todos ustedes con sus vidas? –pregunté para mí mismo mientras daba una calada y después tiraba la ceniza con un empujoncito de mi pulgar contra el filtro. –Parece que todos tienen vidas normales. Pero me pregunto qué los hará extraordinarios para otros. ¿Qué tienen de interesante ustedes? –me pregunté en voz alta y lleno de curiosidad mientras dirigía miradas rápidas a quienes me rodeaban. No supe responderme así que continué fumando. Me quedé pensando en lo curioso de la situación: yo, un asesino a sueldo se hallaba en el parque fumando y leyendo tranquilamente. Con una sonrisa llena de curiosidad me pregunté si había de verdad algún detective buscándome. ¿Y qué haría yo entonces? ¿Negaría todo y me haría pasar por un universitario común y corriente, o caería en el cinismo y empezaríamos nuestra aventura de atrápame si puedes?

Los minutos pasaban rápido y durante ese instante me sentí bien conmigo mismo. Alguien tenía que hacer éste trabajo. Yo era bueno para ello. No había mejor explicación.
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