Un cigarro a la luz de la luna, era una perfecta elección para calentar su cuerpo helado, pero eso no lo entendía cualquiera, es por ello que cuando saco su encendedor brillante y lustrado de plata con adornos florales, levanto la tapa y se dispuso a dar vuelta a la rosca dentada para producir fuego, escucho una molestia gutural. En un principio la ignoro, pero cuando se disponía a encender la punta del pitillo de papel, el sonido se marcó fuertemente, tanto que le obligo a voltear por instinto. La causante era una mujer de edad madura, apretujada (sin ser exagerado) contra un tronco por un hombre al que no se le veía el rostro, todo lo contrario de ella, a quien la escasa iluminación natural y artificial dejaba entrever el ceño fruncido en su rostro y una mirada molesta dirigida hacia su persona que no conforme con ser descubierta, lo emite por tercera vez sin importarle siquiera el daño a su garganta o su comprometida posición. Levanta su mano y señala un letrero expuesto sobre una base metálica alargada: "prohibido fumar"
Ah… de nuevo era discriminado por su apego al tabaco. Suspiro aburridamente a la par que cesaba en su acción de producir fuego. El golpe de la tapa metálica de su encendedor cerrándose produjo un clic agudo pero escaso, un sonido que duro un par de segundos a lo mucho. Se guardó de nuevo el cigarro, escurriéndolo al interior de su bolsillo de su gabardina negra y maldiciendo mentalmente a la dama que después regreso a lo suyo, dar besos y recibir caricias con quien fuera que se estuviera besando (novio, esposo, amante, proxeneta, que le importa…etc)
La caminata nocturna y “ecológica” había sido su idea de contacto ambiental de esta semana. Pensó en buscar un lugar donde sentarse cómodamente y disfrutar de una buena concentración de humo toxico entrando a sus pulmones que le diera un momento de calma en su atribulada vida de ser estudiante de intercambio, o bueno, eso contestaría a quien iniciara ese cuestionario de preguntas molestas ¿cómo te llamas? ¿Qué haces? lo mismo de siempre, pero había sido corrido indirectamente, además que el "macho" pegado a ella, parecía un cefalópodo y como pensó que "eso" iba a terminar en asesinato, además de que le dio asco esa expresión de lo que fuera que estaban haciendo, se levantó. Dio un par de pasos sobre el empedrado camino decorativo que servía de guía para no perderse del mundo conocido, sosteniendo dentro de su bolsillo el pitillo maltrecho entre sus dedos, por la molestia, sin embargo, cada que se movía, se encontraba con más parejas: — Qué… ¿Es noche de apareamiento? ¡tsk! — refunfuño con sus labios moviéndose involuntariamente por el frio y la necesidad de probar del veneno que yacía en su gabardina negra.
Algo de vapor escapa, la poca tibieza que le queda y le obliga a ir en contra de todos los seres que pululan actualmente en el lugar. Se escabulle entonces por los pastizales mal cuidados, hierba salvaje creciendo a su antojo, el interior del bosque. La suela de su zapato le detiene a veces, pero luego controla su peso y se desliza sin mayor peligro, hasta llegar a una zona desierta de gente y atiborrado de árboles, el simple cambio le da felicidad. Saca su cigarro, ese que lamento haber convertido en una piltrafa, pero que estaba dispuesto a no desperdiciar, da un par de pasos mientras saca su encendedor y agiliza el proceso. Lo destapa, gira la rueda dentada y produce fuego que usa para encender la punta torcida y arrugada del porro.
El rojo de la llama devorando la envoltura blanca es lo único que se ve, la espesura del lugar podría volver fácilmente a una persona trémula debido al imponente paisaje, a la silueta azulada de las ramas. Bellísima.
Camino perdiendo el norte, ya se encargaría de eso más tarde, por nada era quien era un arquitecto consagrado o eso le contestaría ahora a quien le preguntara sobre su trabajo. Pero entonces a unos pasos del descanso, se encuentra con lo que es una escena parecida a un cuadro, un hombre extraño, que parecía hablar con un ave, más específicamente un búho. Aprisiono la punta del cigarro que permanecía dentro de su boca y lo llevo hasta la comisura de sus labios, así pues, se acercó en un acto exclusivo de su impulsiva curiosidad que camuflo con un: — Buenas noches, alguien de ustedes… — Incluyo al ave: — ¿Conoce una salida de este lugar? —
(User: lamento la tardanza en contestar Dx pero ya esta *3* )