Recuerdos -Shin Natsume-

Había obligado al mayor a llevar los ojos vendados desde el momento en que habían subido a un taxi e igualmente le había amarrado las manos de manera floja con una mascada, alegando que no podía raptarlo sino estaba atado de manos y vendado de los ojos, finalmente al llegar lo ayudo a bajar del taxi, no era la misma playa en la que se habían conocido, por supuesto no era lo mismo, ya no eran pareja, pero últimamente se había encontrado con un par de personas en aquel lugar, le habían enseñado distintos lugares, hermosas vistas que le gustaría ver con Shin, además, cuando se conocieron, no estuvieron juntos en la playa realmente, ahora todo había cambiado, y aunque no era la misma playa, ni las mismas circunstancias de cuando se conocieron, quería estar en ese lugar tan solo con el hombre, (porque siendo honestos eso era un hombre, y no un jovencito cualquiera) que en ese momento llevaba de la mano.

-solo un poco más y ya llegamos, ¿de acuerdo?

Lo guió un par de pasos hacía la playa y le hubiera gustado llevarlo así hasta la orilla, pero sería peligroso en caso de que tropezara y además seguramente el olor del mar ya le debería de haber delatado de en donde estaban, así que le retiró la "atadura" de las manos e igualmente la de los ojos.

-¿te gusta la sorpresa?

No estaba seguro de si le gustaría el ir a la playa con él, ahora que lo pensaba, podía parecer que quería reconquistarlo al llevarlo al mismo lugar en el que se habían conocido, pero... bueno, lo hecho, hecho estaba, y esperaba que todo saliera bien a final de cuentas.

[Una cosa, escucha ésto desde el minuto 2:45 mientras lo leas.]


Accedí sin peros a su oferta de ir cubierto de los ojos e imposibilitado de las manos durante el viaje. Eso sólo aumentaba mi curiosidad. ¿De qué lugar se trataría? ¿Alguno nuevo? ¿O era acaso algún lugar donde nosotros habíamos…? No. Esta ciudad era diferente. Sumamente diferente pues no sólo eran otras personas las que nos acompañaban sino que también las circunstancias y nuestro alrededor, en cuestión, estaba diseñado de otra forma.

Así que lo dejé pasar. Ya llegaría el tiempo en que yo pudiese contemplar ese lugar al que Miru me llevaba como si fuese un juguete. Ni siquiera supe porqué accedí a ese juego, soy sincero. –Está bien, yo soy paciente. –mentí descaradamente mientras daba pasos seguros, confiando en que él no se atrevería dañarme pese a mis acciones pasadas. Rayos, hasta en eso éramos diferentes. Por eso lo admiraba. Por eso me gustaba. Miharu jamás me lastimaría y sin en cambio yo…

Mis demás sentidos se agudizaron.

Escuché el suave oleaje lo bastante cerca como para sentir una pequeña brisa fresca pegándome en el rostro y en los brazos descubiertos. Estaba seguro de qué lugar se trataba pues apenas tenía unos días que lo había visitado, pese a ello, mi mente se creó la falsa ilusión de que estábamos en “esa playa”, sí, donde lo conocí… donde todo empezó.

Amablemente me liberó de ambas ataduras. Me dejó ser libre para contemplar mí alrededor y ¿saben? Me sentí algo triste. No sabía por qué, simplemente me sentía con ganas de llorar pues la culpa era demasiado grande para aguantarla. Maldición. ¿Por qué tuvo que pasar todo ello? ¿Por qué tuve que ser el imbécil que terminó lastimándolo de esa forma tan estúpida? ¡¿Por qué, carajo, por qué?!

Su pregunta fue como un ramalazo. –Que si me gusta, preguntas... –contesté inmediatamente. No me permitiría verme de esa forma tan patética, tan dolosa. Merecida pero al final de cuentas dolosa. Suspiré en un intento de sacarme todos esos pensamientos negativos, todos esos recuerdos malos e hirientes. Volví a suspirar. Y una vez más…

Mis ojos veían pero no observaban el lugar. Mi cuerpo estaba presente, pero no sentía esa brisa fresca en las primeras horas de la noche en aquella playa hermosa y casi deshabitada pues seguramente los turistas ya se habían ido a sus hoteles, a prepararse para después irse de fiesta. –Miru, esto es… –me quedé sin palabras. Sentí que en cualquier momento me desmoronaría y terminaría ofreciéndole un mal espectáculo. Después de todo siempre he sido alguien sentimental detrás de esa máscara de chico burlón y pervertido. –Dame tu mano. –pero no esperé a que me hiciera caso, yo mismo busqué la suya y la apreté tembloroso con la mía. Sólo eso necesitaba, un apoyo. Uno que me brindara la oportunidad de actuar como el adulto que era y de obtener esa seguridad de la que tanto presumía constantemente. Lo necesitaba. –No pensé que me trajeras aquí. –murmuré. –No creí que me trajeras de nuevo a la playa. –mi rostro giró para verle y no pude aguantarlo más. Mis ojos juntaron tanta agua que ésta terminó derramándose por las esquinas de mis ojos, dejando un camino a su paso tras recorrer mis mejillas y desaparecer en la arena. Sonreía, sí. Le sonreía ampliamente, porque dentro de mí sabía que no merecía esto, no merecía que él me tratase bien. Era un pobre diablo. Le había traicionado así que el pobre diablo debía tener algo a cambio: su único castigo debió de haber sido la muerte.

Seguía sin estar seguro del todo de si había hecho bien o mal con llevarlo ahí, así que simplemente veía fijamente al mayor, esperando que le diera una respuesta, sin embargo, esta fue muy confusa, no estaba seguro de si se molestaría, simplemente pediría que se fueran o qué era lo que pasaría, sin embargo, definitivamente de todos los escenarios posibles, de las maneras en las que pudo haber reaccionado Shin, el verlo llorar, le partió el corazón, apretó la mano ajena con fuerza, no sabía porque pero el verlo de esa manera, ver sus lágrimas, le hizo sentir terrible.

-Sh...Shin... lo siento, yo... si quieres podemos irnos.. fue... una tontería de mi parte....

Antes de darse cuenta sus ojos habían comenzado a derramar lágrimas igual que los del mayor, no entendía el porqué, pero simplemente se sentía tan triste de verlo de aquella manera que se acercó y lo abrazó con todas sus fuerzas, jalándolo un poco hacía abajo para hacerlo estar a su altura y que recargara su rostro en su hombro.

-perdona Shin... vamonos de aquí....

No sabía que era lo que esperaba en un inicio al llevarlo a ese lugar, tan solo había pensado en algún lugar que significara algo especial para ambos y no pudo evitar pensar en la playa, el único lugar el cual les pertenecía a ellos y que sin importar cuantos recuerdos buenos o malos tuviera en el mismo, siempre sería el lugar especial para ellos dos, dónde se conocieron, dónde supo por primera vez lo que era enamorarse, Shin era alguien tan especial para él y ese lugar era sagrado para ambos, tanto que inclusive aunque fuera con otros amigos o conocidos... era muy probable que jamás fuera a ese lugar con Souma, porque ambos eran distintos, eran distintas historias en su vida y cada uno tenía un lugar en su corazón tan importante que no deseaba mezclarlos.

Mis lágrimas, esas gotas de agua salada proveniente de mi sistema, eran fastidiosas. Apenas una o dos ocasiones había tenido la oportunidad de sentirlas recorrer mis mejillas casi con prisa, sin detenerse, una tras de otra, dejando ese camino húmedo sobre mi piel. No sabría decir si Miharu era afortunado o desafortunado al verme de esa forma tan patética, tan débil, tan fuera de mí mismo.

Mi pequeño acompañante se disculpó repetidas veces. Fue entonces allí cuando me di cuenta de que ahora él era quien sollozaba. Me abrazó y yo dudé en hacerlo durante un par de segundos, pero, terminé abrazándolo también. Me dejé caer de rodillas pues tenía poca fuerza en ellas debido a la emoción tan sofocante que se hacía de mí. Oculté mi rostro en su pecho y abracé su pequeño cuerpo con fuerza. Ahogué mis sonidos contra su ropa, la cual también se mojó por mis lágrimas. Me sentía mal, sumamente mal. Pero era consciente de que lo merecía y, definitivamente odiaba hacerme el mártir, pese a ello, ésta era una emoción que no lograba comprender ni controlar tan fácilmente.

Tardé exactamente 5 minutos en recuperarme, en volver en sí. Una parte de mí se negaba continuamente a mostrarme débil, aunque la otra, me rogaba porque lo dejara salir todo allí. Después de todo ya nada importaba. Miru podía juzgarme y yo lo aceptaría sin poner mala cara… pero, estaba seguro de que no lo haría así.

Cuando me hube recuperado “por completo” limpié mi rostro con una mano y sorbí mis mocos de forma sonora (inevitable). Levanté mi rostro y sonreí apenas. Me sentía destrozado por dentro y sin embargo, me obligué a mi mismo a dejarlo ir. Dejar ir a la persona que alguna vez amaste con todo tu corazón es… difícil, doloroso, y toma su tiempo… pero no es algo imposible. –Lo siento. Me dejé llevar por los recuerdos. –me excusé. Me levanté lentamente no sin antes limpiar las lágrimas de su rostro y darle un beso en su frente. –No volverá a suceder. –le aseguré. –Así que… caminemos un rato ¿sí? –propuse. Tal vez de esa forma nos oxigenaríamos y nos tranquilizaríamos pues tanto él como yo lo necesitábamos.

Siguió abrazándolo, luchando por no comenzar a llorar el también, quería ser lo suficientemente fuerte para apoyar a Shin, sin embargo no podía evitar que las lágrimas salieran sin su permiso, finalmente cuando Shin terminó por tranquilizarse igualmente se talló un poco los ojos luchando por que las lagrimas terminaran de salir de una vez.

-está bien... yo.. también me dejé llevar...

Y era cierto, sino fuera así, no lo hubiera llevado a ese lugar, no hubiera deseado pasar una tarde, casi noche en un paseo por la playa, disfrutando tan solo de la compañía ajena, como hubiera deseado hacerlo antes, salir simplemente a pasear con él un rato, tomarlo de la mano y platicar sobre su vida, o inclusive no hablar, entre ellos no era necesario.

-anda, caminemos... hay un lugar que me gustaría mostrarte.

Le tomó de la mano y caminó un poco apresurado, y es que en realidad quería llevarlo a ese lugar antes de que la marea subiera lo suficiente como para perder la vista que anteriormente Quinn le había mostrado.

Me alegró el hecho de que a su corta edad, Miharu entendía. En el pasado habíamos sido esa “pareja dispareja” en donde él era mucho más maduro que yo, así que probablemente ese seguiría siendo uno de sus fuertes. Yo era el mocoso y él ocupaba el lugar del chico maduro.

Me obligué a guardar la compostura durante lo que se vendría a continuación, o séase, durante toda la noche que estuviésemos juntos. Ya había llorado, así que era suficiente de lamentarse, Shin Natsume.

Presioné su pequeña mano con la mía en un suave toque, sólo para hacer presencia. –Sí, vamos. –reafirmé. Realmente muy dentro de mí también me preguntaba a qué lugar me llevaría, o qué era tan importante para que me hubiese sacado del trabajo (sin mucho esfuerzo, sinceramente). –No me digas que se te va a ocurrir nadar a estas horas. –pregunté implícitamente. La marea subía por las noches en cualquier playa; casi al momento de mi reflexión me di cuenta de lo estúpido que debió de haber sonado mi pregunta. Entonces, opté por otra. –¿Te parece si me das una pista? De esta forma, si adivino a dónde me llevas, podré reclamar un premio ¿cierto? –propuse un juego tan sólo para aminorar el ambiente. Quizá yo no era el mejor anfitrión, pero estaba seguro que no era uno malo.

La brisa suave del mar golpeó mi rostro, mis brazos y mi cuello desnudos. Incluso hizo que las hebras blancas de mi cabello danzaran por detrás de mi nuca, como si fuesen cuerpos libres, haciendo lo que más les gusta: bailar. Sin elevar el rostro, miré hacia el cielo. Eran las prontas horas de la noche así que todavía podían observarse unos tonos azulados, incluso grises, dándole una hermosa bienvenida a la noche, sí, ese estado del día donde las luces artificiales nos acompañan con el satélite natural de la Tierra.

Me sentía un poco mejor. Por mi trabajo y la escuela mis días eran algo ocupados y, queriéndolo o no, Miharu me libraba de ellos. Me sentía tranquilo y relajado… y pensar que apenas hacía unos minutos me vi en la penosa situación de armar tremenda escena dramática. Pero vamos, siempre he sido así. Voluble y sentimental; pervertido y coqueto. Tómame como lo que soy, o da vuelta a la página.

-jajajajaja hace poco vine a nadar en la noche aquí, de hecho fue la primera vez que vine a esta playa, conocí a alguien... curioso, pero es muy relajante dejarse flotar de noche.

Le sonrió un poco, tomando la mano ajena, disfrutando de la cercanía ajena, era un momento de relajación total, una sensación que le gustaba mucho, si bien había tenido momentos para relajarse, no se comparaban con pasear de la mano con Shin.

-jejejeje ¿una pista? bien... moluscos, esa es tu única pista.

Rió un poco ya que sabía que esa pista no le daría ninguna idea al mayor, después de todo ya estaban en la playa, así que debía de haber estado antes en ese lugar para hacerse a la idea del lugar del que hablaba y en realidad parecía que Shin no había estado en ese lugar antes, así que por el momento simplemente siguió caminando con él.

Vio el lugar a su alrededor, ya no faltaba mucho para llegar al lugar, aunque no era la misma hora que a la que había ido con Quinn esperaba que aun pudieran ir y pudieran ver los moluscos y la vista que anteriormente había visto.

-Vine aquí con un amigo que me mostró el lugar, la verdad es muy hermoso y me gustaría verlo con alguien especial...

Ahora que lo pensaba un momento, eso era cierto, aunque quisiera llevar a Souma ahí, él no podría ver el paisaje, sin poder evitarlo por un segundo se sintió algo deprimido y es que no le era sencillo adaptarse a esa situación aún, si bien era cierto que con Shin era un poco más maduro, ahora al estar con Souma no hacía más que sentirse como un niño, y para colmo un niño estúpido e inútil, sin poder evitarlo un pesado sus piro escapó de sus labios, pero mejor no pensar en eso, estaba con Shin y en ese momento él era el único que interesaba

-¡no, no te daré ninguna pista más!

Comentó con una sonrisa sin estar seguro de hace cuanto hacía la última vez que Shin y él habían salido juntos, caminó un poco más hacía el lugar al que había ido con Quinn, escuchando al otro.

-si, vine aquí con un chico, su nombre es Quinn, la verdad es un chico muy agradable y dulce, me divierto mucho a su lado, aunque aún estamos viendo cuando nos veremos de nuevo, su trabajo es algo... pesado en ocasiones.

Notó que Shin se quedaba atrás y se regresó hacía él, tomandolo de la mano para jalarlo un poco.

-anda, es por aquí, ya casi llegamos.

Le sonrió y sin soltarlo de la mano lo llevó hacía aquel lugar, tenían que subir por un par de piedras, así que batalló un poco en subir, de hecho, utilizó un poco al mayor como palanca para poder subir, ahora que recordaba para subir la vez anterior Quinn lo había ayudado y para bajar había tenido que cargarlo, finalmente subió y vio la vista que anteriormente se había presentado, las olas golpeando las rocas mientras que había un par de estrellas de mar y demás moluscos atrapados entre las rocas, esperando a que volviera a subir la marea para llevarlos.

-es aquí...

Sonrió ampliamente al ver que el lugar le gustaba a Shin, verlo jugar por la estrella de mar era divertido desde cierto punto de vista, recordó como fue que Quinn había puesto la estrella en su mano y se estremeció al recordar como se sentía, era algo gracioso y raro, pero divertido a final de cuentas.

-no hay de qué, la verdad si es un lugar hermoso, cuando Quinn me trajo aquí, bueno... al inicio las cosas estaban un poco tensas entre nosotros, pero ya poco a poco todo se fue dando, terminamos jugando aquí un rato y luego caminando en las olas.

Vio como Shin jugaba con los moluscos y no pudo evitar jugar el también, se sentó en una piedra sin importarle que estuviera mojada y metió su mano en el agua, jugando con los picos de una estrella, soltando la misma risita tonta que el mayor momentos antes, la verdad aquello era divertido y ambos parecían un par de mocosos haciendo travesuras y molestando moluscos en el mar.

-jejejejeje nunca había tocado una estrella de mar y cuando Quinn la puso en mi mano fue muy raro, casi suelto uno de esos chillidos gays de "iiiiihhh!!" jajajajajaja

Imitó el sonido que hubiera hecho en ese momento de no ser que tenía una "apariencia" que mantener, mientras seguía tocando la estrella debajo del agua.

-¿y tu? ¿es la primera vez que tocas una estrella de mar o ya habías jugado con ellas antes?

Finalmente sacó la estrella y la colocó en su mano, sintiendo un escalofrío recorrer su espalda por la extraña textura que rozaba su piel.

Y ahí estaba la pregunta que no había esperado, sus mejillas se encendieron automáticamente de un color rojizo, le preguntaba por quien era Quinn exactamente, y es que la verdad no estaba seguro de como contestar a esa pregunta, Quinn era... y tan solo de pensar lo que el otro significaba para él se sentía apenado y sus mejillas se sonrojaban al instante, hubiera intentado desviar la pregunta siguiendo el tema de la infancia de Shin o de los hoteles, pero sabía que no había forma de que el otro quitara el dedo del renglón una vez que había comenzado el interrogatorio, en especial después del sonrojo que seguramente ya había notado.

-b...bueno... él.... Quinn es....

Sentía un hueco en el estomago y jugó algo nervioso con la estrella de mar en sus manos, aunque luego la dejó en el agua de nuevo, así era mejor, o sino terminaría rompiéndola y eso no era bueno.

-Quinn es... un chico maravilloso que conocí, muy buen amigo, el día que nos conocimos me trajo aquí a la playa y paseamos y jugamos un poco y..... nos... besamos....

Estaba algo nervioso por contarle aquello, no porque Shin fuera a juzgarlo o decirle algo, sino porque nunca había hablado de Quinn con nadie más.

-él... me pidió que fuéramos novios y... yo acepté, es... un chico muy dulce conmigo, caballeroso y atento